Cultura
¡Te queremos, Barbie!
Como la protagonista de su película, la actriz Margot Robbie y la directora Greta Gerwig viajaron al mundo real y fueron relegadas en los premios Oscar. Los españoles J.A. Bayona y Pablo Berger sí consiguieron colarse «en la fiesta».
Cuando Angela Bassett se quedó sin Oscar el año pasado, su cara de tristeza/decepción/cabreo se hizo viral. A Margot Robbie debió de sucederle algo parecido al oír las nominaciones el pasado martes. La actriz australiana no estaba en el quinteto aspirante a la estatuilla por su conmovedora, tronchante, versátil, arrolladora, increíble interpretación de Barbie. Tampoco su realizadora, Greta Gerwig, se coló en la categoría de mejor dirección. Para que ella entrara había que dejar fuera a Martin Scorsese por Los asesinos de la luna, una espléndida película (eso es cierto) a la que le sobra claramente una hora (o más) de metraje.
Hay varias razones que explican la ausencia de Robbie y Gerwig en las nominaciones del brilli-brilli (Gerwig sí que entró entre los nominados a mejor guion adaptado, una categoría para muy cafeteros, bastante ajena al glamour). La primera, por supuesto, es de índole social: cuando Barbie viaja al mundo real, aprende en primera persona lo que es la desigualdad de género. «El patriarcado es el mismo de siempre, lo que pasa es que ahora lo disimulamos mejor», le confiesa un hombre a Ken en un momento de la película. Aun con todas las exageraciones propias de la sátira, las artífices de Barbie se quedaron cortas. En Hollywood, por ejemplo, ni siquiera han hecho ese esfuerzo por disimular.
Otra de las causas para la ultrajante omisión de Margot Robbie entre las nominadas (también relacionada con el machismo) radica en su belleza. El show business no toma en serio a las mujeres guapas. Le pasó a una actriz extraordinaria como Marilyn Monroe, hace más de 60 años, y sigue pasando hoy. De hecho, otros bellezones como Charlize Theron o Nicole Kidman sólo pudieron ganar sus Oscars a base de maquillaje, afeándose para que los académicos valoraran, además de su interpretación, el sacrificio de sus dones naturales. Así está el tema.
Sorprendentemente, el estereotipo de la rubia tonta sigue gozando de excelente salud. Un consejo: tengan siempre la alarma conectada cuando asistan, por ejemplo, a un monólogo. Así, cuando aparezca este apestoso concepto de «rubia tonta», la sirena sonará alto y fuerte.
Hay otra razón, ésta de carácter artístico, que explica la ausencia de Margot Robbie entre las candidatas al Oscar: la comedia es poco premiable. Las películas divertidas y sus intérpretes tienen siempre las de perder ante una cosa muy seria y de mucho llorar. Y ya no se trata sólo de premios, es que, aparentemente, hacer comedia (ese género tan difícil) no da prestigio. Hablamos, claro está, de comedias luminosas, no de ese otro humor negro y cabrón que sí impregna el cine de autor (el humor incómodo de Ruben Östlund, el de Yorgos Lanthimos, ustedes ya entienden).
Barbie, para más inri, es una comedia decididamente política. Aunque, expresado así, no puede entenderse en su justa medida «el problema con Barbie». El problema es que es una comedia feminista. Hagan la prueba en redes sociales: pueden ustedes decir cosas muy fachas o cosas muy rojas, y se armará un cierto revuelo. Pero nada, absolutamente nada, comparado con decir cosas feministas. Ahí la jauría digital sí que se vuelve completamente loca.
También Pobres criaturas (que llega hoy a los cines) es una comedia feminista, pero aquí los adornos intelectuales, europeos, estudiadamente barrocos e invariablemente cenizos de Lanthimos juegan a su favor. Pobres criaturas es una obra de arte seria que debemos apreciar; Barbie es una gracieta para pasarlo bien un rato. Esta ironía no pretende faltar a Lanthimos (que ha hecho una película magnífica, ganadora con justicia del León de Oro en Venencia) ni por supuesto a Emma Stone. Lo que ocurre, sencillamente, es que Barbie es un espectáculo de masas, es cine popular, y Pobres criaturas es otra cosa. Por eso, políticamente hablando, podemos decir que el mensaje feminista de Gerwig ha llegado más lejos (y de forma más transversal) de lo que lo hará el de Lanthimos. No se llevará el Oscar, vale, pero es otro tipo de victoria.
La urticaria que provoca el feminismo deslenguado puede analizarse también desde un prisma capitalista. Un tostonazo como El retorno del rey (2004) ganó el Oscar a la mejor película sin ser una buena película (en realidad, era la peor película de la trilogía de El señor de los anillos), pero entonces se explicó como un premio de la industria a una saga que les había hecho ganar miles de millones. Hollywood es muy generoso con quien les llena el bolsillo… salvo si es una mujer con un discurso. Barbie ha recaudado 1.445 millones de dólares en todo el mundo, una cantidad astronómica que, por lo visto, no es suficiente para dejar que sus creadoras entren en la fiesta. Porque se trata de eso, del reconocimiento de estar entre los mejores, más allá de ganar o no.
Españoles en la fiesta
J.A. Bayona, nominado por La sociedad de la nieve, sabe que tiene muy difícil llevarse el Oscar a la mejor película internacional. Difícil, pero no imposible. De momento, la Academia francesa le ha hecho parte del trabajo eliminando por voluntad propia a la principal competidora en esa categoría: Anatomía de una caída. En vez de promocionar el peliculón de Justine Triet, los académicos galos prefirieron, incomprensiblemente, elegir en representación del país A fuego lento, una historia de amor y gastronomía que no ha sido capaz de pasar a la ronda final. Con Triet fuera de juego, ninguna mujer opta a ese Oscar.
«Formar parte de la fiesta me hace mucha ilusión», ha dicho Bayona al conocerse su candidatura. El director catalán sabe que la favorita para llevarse el premio es la descomunal La zona de interés, de Jonathan Glazer, pero estar en la fiesta ya supone un reconocimiento y un espaldarazo a la promoción del filme.
Así piensa también Pablo Berger, nominado a la mejor película de animación por Robot dreams. Desde que la presentó en Cannes había runrún sobre las posibilidades de esta historia de amor entre un perro y un robot en el Nueva York de los años ochenta. «Nos ha tocado la lotería –ha confesado Berger–, pero lo más importante para un director es que su película se vea. Ojalá la nominación sirva para que más gente vaya a ver Robot dreams en todos los países en los que se ha estrenado y se va a estrenar».
Deberían hacerlo, efectivamente, más allá de cualquier premio. De inicio, sus adorables personajes nos llevan a pensar que estamos ante una feel good movie, pero en vez de eso Berger hace un minucioso estudio sobre la fragilidad de las relaciones sentimentales, sobre el paso del tiempo, sobre la vida.
La favorita para ganar el Oscar, más por inercia que por otra cosa, es Spider-Man: Cruzando el multiverso (las aventuras animadas del Hombre Araña ya se llevaron el premio en 2019). También tiene opciones Elemental, aunque Pixar lleve algunos años lejos de la excelencia. Por si fuera poco, Hayao Miyazaki también ha entrado en la competición con El chico y la garza. Las posibilidades de Berger son, pues, remotas. ¿Pero no es ya suficiente honor que te pongan al mismo nivel que al gran maestro de la animación japonesa? Lo importante, en este caso y en casi todos, es participar.
Si te dejan, claro.
¿Y si pasáramos de Barbies, de Hollywood y de made in Hollywood?
Yo considero que sería lo más conveniente y sano en estos momentos críticos en todos los sentidos que estamos viviendo.
Mucho más conveniente ver las películas de Ken Loach, o «Alcarrás» o «Dersu Uzala», ect. que nos muestran realidades que nos hacen reflexionar, crecer en valores y en conciencia.
Y no puede ser simplemente que hay otras actrices que lo hayan hecho mejor?
No conozco el trabajo de la directora, pero de Margot Robbie he visto casi todas sus películas. Y me parece que estuvo mejor en El lobo de Wall Street, Yo, Tonya o Babylon.
Entiendo que de cara a la galería decir que la realidad superó a la ficción queda muy bien, pero yo entiendo que al jurado simplemente le ha gustado más el trabajo de las otras excelentes artistas.
Lo extraño es que la película no haya ganado ningún razzie.