Crónicas | Internacional
Desplazados y olvidados: el drama de millones de congoleños que lo han perdido todo
"El conflicto armado que provocó esta última gran crisis de desplazados internos está lejos de acabar y no sería raro que demudara en otros paralelos", escribe Julián Gómez-Cambronero Alcolea.
Entre las clasificaciones indeseables que lidera la República Democrática del Congo (RDC) está la de los desplazados internos, refugiados en su propio país que han tenido que salir literalmente corriendo y que, en muchos casos, no tienen a donde volver o no saben si podrán hacerlo. Como en todo hay categorías, podría parecer que dentro de los refugiados, los desplazados internos al menos no han tenido que salir de su país… Pero en la RDC esto se convierte muchas veces en una pena mayor, porque el propio gobierno y las autoridades que deberían protegerlos y atenderlos, los ignoran y viven olvidados.
Para ir más allá de las imágenes y noticias que nos llegan de este drama, hemos hablado con quienes viven y actúan a diario en los campos de desplazados que ha creado el último gran conflicto armado –sumado a otros existentes en la RDC–: la ofensiva que, apoyada por Ruanda, mantiene el grupo armado del M-23 en la provincia de Kivu Norte y que ha puesto en fuga a cientos de miles de mujeres, niños, niñas, ancianos y hombres.
Jean Luc Maroy, activista de Goma Actif que trabaja a diario en los campos cercanos a la ciudad de Goma, la organización JAMAA Grands Lacs, que trabaja con sus voluntarios en el territorio de Nyiragongo, y el corresponsal en África, Alfonso Masoliver, que a finales de año visitó varios campos cercanos a las ciudades de Sake y Goma, sustentan este reportaje que no quisiera quedar en mera anécdota.
Huir para salvar la vida y vivir cada día arriesgándola
Las personas de las que hablamos han huido para salvar su vida, para no perderla a manos de los rebeldes del M-23, en el fuego cruzado de los combates que libran –como es costumbre en el Congo– varios ejércitos regulares y muchos otros grupos armados, o represaliados por unos u otros. Ser refugiado implica tener refugio, un lugar seguro donde resistir una vida tan dura… pero en la RDC no es así.
«En los campos de desplazados no hay ningún puesto de policía o del ejército para garantizar la seguridad de los desplazados. Son las personas desplazadas las que entre ellas crean sus propios sistemas de seguridad», nos dice Jean Luc Maroy. Palabras que coinciden con la realidad diaria que nos cuentan desde JAMAA Grands Lacs.
Afortunadamente, de momento ninguno de estos campos ha sufrido un ataque directo, a diferencia de los campos de la provincia de Ituri, que ocupan refugiados de la etnia hema, y que en los dos últimos años han sufrido ataques de rebeldes de la etnia lendu que han masacrado a decenas de personas –sin que el Ejército o los cascos azules haya hecho nada–, pero todo ello hace que estos nuevos desplazados enfrenten cada día sin saber si será el último.
Pero hay otras violencias que sufren a diario en los campamentos muchas de las personas desplazadas, sin que nadie las proteja. No podemos dejar de repetir que en cualquier crisis humanitaria o conflicto bélico, las mujeres se llevan la peor parte. En los campos de desplazados internos también es así.
Jean Luc Maroy nos cuenta que en el último informe que realizó, el número de mujeres violadas superaba el millar. «Les da vergüenza buscar tratamiento o decirlo delante de un médico», añade.
Las mujeres que viven en los campos de personas desplazadas pueden sufrir violencia sexual dentro de ellos pero, sobre todo, cuando la necesidad las empuja a buscar leña o alimento para su familias en los alrededores de los campos, donde son presa fácil para los depredadores humanos.
«Los casos de violencia sexual contra las mujeres en los alrededores de los campos están aumentando rápidamente. Muchas de ellas, ante la falta de posibilidades de supervivencia, van a buscar leña a los alrededores del parque de Virunga, allí son violadas, y para muchas de ellas no hay apoyo ni médico, ni psicológico, ni jurídico, y mucho menos socioeconómico», nos dicen desde JAMAA Grands Lacs. Pero, una vez más, son muchas las que nunca contarán nada: otras simplemente prefieren permanecer en silencio mientras mueren por dentro antes que perder sus hogares, dado que algunos maridos no soportan vivir con sus esposas violadas.
Si a todo ello se unen los daños físicos tras las agresiones, más aún en un contexto de escasa asistencia médica, la vida de muchas mujeres desplazadas se convierte en lo más parecido a un infierno: «Nos encontramos ante casos de mujeres con fístulas vaginales, con parálisis ya en fase avanzada tras las violaciones sufridas y que no saben qué hacer en esta miserable vida en el campamento».
Dejamos para otro artículo alguno de los relatos que las propias víctimas han hecho.
¿Cómo se vive en un campo de desplazados?
Cuando se huye del hogar no sólo se pierde éste, la vivienda, sino el medio de vida, la manera de sustentar a la familia, los lazos familiares o con la comunidad. En el mejor de los casos se dispone de un techo y algo de alimento pero se enfrenta a diario una vida, literalmente encerrados aunque sea en un espacio abierto, sin nada que hacer en todo el día.
«Los días son aburridos para la mayoría de ellos», dicen en JAMAA, y tendríamos que ponernos, en la medida de los posible, en la situación de mujeres, niños, niñas que empiezan cada día sin tener nada que hacer, con un sinfín de horas por delante para esperar la noche en un ocio embrutecedor, abocados a una alimentación deficiente pero sin posibilidad de ganarse el sustento. Según el campamento en el que se encuentren, los niños y niñas no pueden asistir a la escuela y van perdiendo curso tras curso. En los que sí, no todos pueden acceder si no tienen los medios para pagar las tasas.
Jean Luc Maroy y sus compañeros, como otras organizaciones de voluntarios, han sabido tratar este problema casi tan importante como la alimentación o la atención médica y han buscado mil maneras de entretener o divertir a adultos y, sobre todo, a niños y niñas, con juegos, bailes, pequeñas diversiones que los sacan de la rutina aplastante y de una triste realidad que consume su existencia. Les han llevado alegría, algo que no parece tener sitio en la desolación de estos campamentos.
Con motivo de los actos que organizaron por Navidad, Jean Luc escribía en su cuenta de X: «Con demasiada frecuencia subestimamos el poder de un toque, una sonrisa, una palabra amable, un oído atento, un cumplido honesto o el más mínimo acto de atención, todos los cuales tienen el potencial de cambiar una vida».
Hay diferentes maneras de alojar a los desplazados y de organizar los campos. Según el periodista Alfonso Masoliver, los que ha visto en la RDC es el peor modelo de todos y hace muy complicado el control necesario para mejorar su vida. Según el campo, las necesidades y los medios, los desplazados viven en tiendas hechas con base de caña y techos de hojas de palmeras, base de caña y lonas o, en el mejor de los casos, las conocidas tiendas blancas, nos cuenta. El suelo volcánico, aunque preferible a otros, no evita que la temporada de lluvias, como veíamos en recientes vídeos, haga que los desplazados convivan encerrados en sus tiendas con la humedad y el frío.
En cuanto a la atención médica, como dice Jean Luc Maroy, existe, pero no siempre es la adecuada, Según JAMAA, los pocos hospitales disponibles se ven saturados y las derivaciones a otros dependen del dinero del que se disponga, por lo que muchas personas optan por la automedicación con plantas.
Si bien en los campos donde actúa JAMAA se ha podido vacunar contra el cólera, éste, junto a la malaria y la gripe, se reparten por los distintos campos e, incluso, como se sorprendía Alfonso Masoliver tras su visita, se pueden encontrar las tres enfermedades a la vez en alguno de ellos. La desnutrición, si bien se ensaña con los más pequeños, afecta también a la población adulta y el hacinamiento y la falta de medidas higiénicas hace que los desplazados convivan de manera habitual con la diarrea y otros problemas estomacales.
Desplazados… pero también olvidados y abandonados
«Un campo de desplazados, un campo de refugiados es el lugar donde la escoba de la guerra empuja a los inocentes», cuenta el periodista Alfonso Masoliver mientras recuerda cómo en su visita a los campos la gente lo buscaba para relatarle sus realidades pidiéndole que las contara, pensando que así su situación podría cambiar. Sientes rabia contra el gobierno, porque es el padre y ellos son los hijos y los ha abandonado.
Como decía al principio, la ventaja que se puede suponer a un desplazado interno frente a quien tiene que huir a otro país desaparece en la RDC cuando los diferentes gobiernos no se ocupan de ellos y a la desesperación de su situación tienen que unir el sentimiento de que están desamparados y que, a efectos reales, no existen.
«Los desplazados no reciben regularmente ayuda del gobierno central. El gobierno no les está ayudando adecuadamente. El gobierno provincial no se acuerda de los desplazados ya que se concentra en los frentes (de batalla)», opina Jean Luc Maroy.
Recuerdo cuando al principio de formarse estos campamentos –improvisados sobre la marcha– se recibía la noticia de que la atención médica de las personas que iban llegando –en la mayoría de los casos, tras largos días de marcha, independientemente de la edad o las condiciones físicas– corría a cargo de estudiantes de medicina de la Universidad de Goma que acudían voluntariamente para ayudar.
Organizaciones civiles, voluntarios y la ayuda internacional salvan a todas estas personas de un desastre absoluto, pese a tener que convivir con la desnutrición, el frío o las enfermedades. La ayuda internacional a través de organizaciones como ACNUR o Cáritas, está limitada por presupuestos que tienen muchos lugares a los que atender y que nunca disponen de todo lo necesario ni siempre en el momento adecuado. Las organizaciones congoleñas también realizan su trabajo muy limitadas:
«Al no contar con financiación tradicional del gobierno u otras organizaciones internacionales para apoyar nuestras acciones de atención a las personas desplazadas, dependemos de contribuciones de personas en el país y en la diáspora. Son estas contribuciones las que nos permiten estar operativos sobre el terreno tanto como sea posible», explican desde JAMAA Grands Lacs.
Sobre el terreno están los voluntarios que viven en las ciudades cercanas y emplean mucho de su tiempo en ayudar con comida, ropa, kits de higiene, apoyo psicosocial… En JAMAA están trabajando en formar a mujeres y niñas víctimas de violación para que puedan mantenerse por sus propios medios.
Y, aunque como dice Jean Luc Maroy, la solidaridad entre los desplazados existe –si bien también surgen conflictos–, es urgente una intervención internacional en una situación que se perpetua y que sólo cambia para empeorar con la llegada de nuevas personas refugiadas.
¿Una vida sin esperanza?
Las personas que sobreviven en los campamentos de los que estamos hablando tuvieron que salir huyendo un buen día, de pronto, como pudieron y llevándose lo que pudieron, sin mirar lo que dejaban atrás. Llegaron hasta donde llegaron y allí se quedaron, sin saber si sería para una semana, un mes, un año, sin saber si podrían volver a su hogar, si tendrían que continuar camino a otro campamento, salir corriendo de nuevo…
De esta manera, ¿qué esperanza albergan viviendo en los campamentos de Goma, Sake, Nyiragongo…? ¿Que amanezca un nuevo día y los encuentre vivos? ¿Volver a lo que no saben si existe y retomar una vida que quedó truncada para siempre?
«La vida en los campos de desplazados es muy difícil, tienen la esperanza de regresar a sus hogares, nos dice Jean Luc. Conozco a varias personas que intentaron regresar a sus pueblos, lamentablemente algunos perdieron la vida y otros volvieron con la esperanza de regresar a casa al final de la guerra. Algunos buscan casa en la ciudad porque han perdido la esperanza de regresar a su tierra al haber perdido a sus padres, hijos y familias». Coincide en buena parte con lo que nos cuentan en JAMAA Grands Lacs:
«Muchos todavía esperan regresar a sus entornos originales, a pesar de la incertidumbre que aún acecha tras la persistencia de la crisis de seguridad en sus territorios de origen, en particular en los territorios de Rutshuru y Masisi. Para algunos pesa más la desesperación que los invade ante la destrucción de sus hogares, otros esperan que sea mejor quedarse en la zona donde se encuentran actualmente, ya que no está lejos de la ciudad, lo que les da un poco más de garantía de supervivencia y seguridad que regresar a casa. Algunas personas con pocos recursos han empezado a alquilar casas a menor coste en la ciudad».
El conflicto armado que provocó esta última gran crisis de desplazados internos está lejos de acabar y no sería raro que demudara en otros paralelos, más aún teniendo en cuenta que todo ello ocurre en una zona, el Este congoleño, sacudida desde hace años por infinidad de conflictos bélicos que mantienen sólo en esa región a millones de personas huidas de sus hogares. La clase política congoleña está más preocupada por las recientes elecciones o subirse sus desorbitados sueldos. El mundo, con contadas excepciones, no mira hacia un problema enquistado y complejo ni los medios de comunicación enfocan una crisis descomunal que nunca ha resultado «mediática».
Los que lo han perdido todo están condenados a vivir olvidados y abandonados en la miseria por mucho tiempo aunque eso no desanima a quienes se esfuerzan por su cuenta y riesgo en ayudarles. Esperemos que esta modesta contribución sirva para algo a quien la lea y conozca lo que ocurre.
Este artículo fue publicado originalmente en Congo actual, un medio de difusión de la actualidad de la República Democrática del Congo en español. Puedes seguirlo en su perfil de X: @CongoActual.
EN LA CUENCA DEL CONGO.
El diario británico Daily Mail, cuya página web es uno de los medios de comunicación más leídos del mundo, publicó el domingo una investigación en profundidad sobre las terribles atrocidades cometidas contra el pueblo indígena baka en la selva tropical de la cuenca del Congo.
Los detalles son espantosos.
Es impactante, pero desgraciadamente no sorprende lo más mínimo que se comentan tales actos en nombre de la conservación.
Como venimos denunciando desde hace años, al igual que muchos otros pueblos indígenas de África y Asia, los bakas fueron expulsados ??de su selva tras su transformación en parque nacional: en este caso el Parque Nacional Odzala-Kokoua.
Hoy, los guardaparques patrullan el parque, en realidad territorio de los bakas. Tienen órdenes de impedir la entrada de los bakas, y lo están haciendo imponiendo un régimen de terror: la investigación documenta palizas, agresiones y violaciones.
La preciosa selva tropical de los bakas, cuidadosamente custodiada y moldeada desde hace milenios, ahora está gestionada por la multimillonaria organización African Parks. Además, el gobierno congoleño ha otorgado permisos de explotación minera DENTRO del parque, que también está rodeado de concesiones madereras.
Mientras tanto, los legítimos propietarios de esta selva son marginados y, cuando consiguen escapar de la brutalidad de los guardaparques, se ven obligados a vivir en condiciones miserables a los lados de las carreteras construidas para la extracción de madera.
Un hombre baka, Eyaya, dijo: “Si un baka entra a la selva y se encuentra con guardaparques, lo torturarán hasta la muerte (…) La selva es nuestra, pero ahora otros la controlan”.
Los bakas necesitan urgentemente tu apoyo para combatir estos abusos. La publicación de este artículo en la prensa británica ha desencadenado una oleada de otros artículos y ha suscitado una indignación que se está extendiendo internacionalmente: debemos actuar ahora, en este momento en el que la atención es máxima.
https://actua.survival.es/page/142939/action/1?ea.tracking.id=AdvocacyEmail&utm_medium=email&utm_source=engagingnetworks&utm_campaig
Horror, con la presidencia de Marruecos en la Comisión de DDHH de la ONU, todo mejorará a peor.
ENCOMENDANDO AL LOBO EL CUIDADO DEL REBAÑO.
NOMBRAMIENTO DE ESCÁNDALO: ¡OTORGAN A MARRUECOS LA PRESIDENCIA DE LA COMISIÓN DE DD.HH. DE LA ONU!
Sudáfrica y otros países se oponían a la designación de Marruecos por considerar que viola los derechos humanos en el Sáhara Occidental.
La presidencia marroquí en el Consejo de Derechos Humanos plantea un desafío significativo. La capacidad del país para liderar un órgano dedicado a la protección de los derechos humanos, mientras enfrenta cuestionamientos sobre sus propias prácticas, es un tema que seguirá generando debate, discusión y rechazo en el ámbito internacional.
La libertad de prensa en Marruecos es un tema de constante debate. La detención y enjuiciamiento de periodistas y activistas, bajo acusaciones frecuentemente cuestionadas, ha atraído la atención y crítica de la comunidad internacional. Los casos de Suleiman Raissouni y Omar Radi son ejemplos destacados de ello, que ha llevado incluso a conflictos legales con periodistas extranjeros.
-Críticas del Frente Polisario: El Frente Polisario criticó la elección de Marruecos basada en «criterios políticos y geopolíticos», argumentando que Marruecos no refleja los valores de África y destacando la falta de ratificación de la Carta Africana de Derechos Humanos, su ocupación militar del Sáhara Occidental y la continua represión desde su ocupación en 1975. Informes de organismos de la ONU han condenado la detención arbitraria y la violencia contra activistas saharauis, evidenciando una clara contradicción con los principios del Consejo.
-Denuncias contra Marruecos: Marruecos ha sido denunciado por violaciones de derechos humanos, incluyendo torturas, represión de manifestaciones, persecución de la libertad de expresión y prensa, juicios-farsa contra activistas, y violación de los derechos humanos del pueblo saharaui. Amnistía Internacional ha informado sobre la represión de protestas pacíficas y restricciones a organizaciones opositoras en Marruecos, así como sobre la violencia contra inmigrantes subsaharianos.
El caso más destacado y reciente en la lista de controversias de Marruecos es la masacre de Melilla en 2022. Este incidente, que involucró la muerte de al menos 23 refugiados, ha sido fuertemente criticado por organizaciones como Amnistía Internacional. Las imágenes de la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad marroquíes y españolas y los informes sobre tratos inhumanos hacia los migrantes y refugiados resaltan la severidad de este suceso.
(Canarias Semanal)
Los yanomami de Brasil, otro desafortunado pueblo que pide ayuda
El Yanomami es el Territorio Indígena más grande de Brasil. Está ubicado en los estados de Roraima y Amazonas y es el hogar unos 30.000 yanomamis, ye’kwanas e indígenas no contactados.
Los garimpeiros (mineros de oro ilegales) están regresando en masa y el escenario de destrucción y violencia sigue siendo una realidad cotidiana en el territorio. La crisis sanitaria también continúa siendo alarmante: niños y adultos indígenas siguen muriendo de malaria, desnutrición y enfermedades respiratorias.
Fotos y vídeos recientes del interior del territorio revelan la espantosa desnutrición que sufren niños y adultos yanomamis, así como la impunidad con la que operan los mineros ilegales en la zona.
Las cifras proporcionadas por el servicio sanitario oficial de la zona yanomami a finales de 2023 muestran que:
La incidencia de la malaria aumentó un 61% en 2023, con al menos 25.000 casos.
Los niveles de gripe también se dispararon pasando de 3.203 en 2022 a 20.524 en 2023, lo que supone un incremento del 640%.
Entre enero y noviembre de 2023 murieron 308 indígenas, la mayoría niños menores de cinco años.
Un reciente informe de la Corte Interamericana de Derechos Humanos también denunció el grave deterioro de la situación dentro del territorio, mencionando que muchos campamentos mineros ilegales siguen activos, nueve consultorios de salud permanecen cerrados y el acceso al agua potable es casi inexistente.
Actua, firma la petición al gobierno de Brasil.
https://actua.survival.es/page/103670/action/1?ea.tracking.id=EmailNewsletter&utm_medium=email&utm_source=engagingnetworks&utm_campaign=
Excelente artículo. Como siempre, la comunidad internacional y los medios de comunicación de masas viven de espaldas a las realidades que no interesan.