Opinión

Ayulei

Antonio Maestre escribe sobre las similitudes entre los proyectos ultraliberales y las figuras de Isabel Díaz Ayuso y Javier Milei

Milei en su toma de posesión. MATÍAS BAGLIETTO / REUTERS // Ayuso en el homenaje a la Constitución. C. DE MADRID

Aunque los márgenes en los que se mueven ambos son tan difusos que ya son indistinguibles, a Javier Milei se le llama ultra pero a Isabel Díaz Ayuso, no. Las fronteras entre la extrema derecha y la derecha tradicional se muestran invisibles cuando se analizan y comparan ciertos elementos de tradiciones ideológicas reaccionarias. Ya no hay derecha y extrema derecha, tan solo una masa amorfa que se pliega, se une, se separa, como los meandros de un río que serpentean en un territorio situando las orillas en una misma latitud según el tramo. Milei y Ayuso son dos expresiones diferentes de la misma construcción ideológica reaccionaria.

«No hay alternativa al ajuste y no hay alternativa al shock», dijo Milei en su discurso de toma de posesión como nuevo presidente de Argentina. El plan del ultraliberal es claro y está definido: adelgazar el sector público en todo lo que corresponde al sector asistencial mientras se mantiene y refuerza la seguridad. El modelo es el que la escuela de Chicago implementó en el Chile de Pinochet, y un plan de ese tipo solo es posible con políticas de coerción y represión dictatoriales. Ahora es la primera vez que se desarrollará en un sistema democrático, por lo que todo indica que fracasará o que convertirá Argentina en un Estado iliberal en el que los derechos civiles y sociales quedarán en suspenso.

Los nacionalismos populistas de extrema derecha se distinguen por centrarse en las políticas identitarias para ocultar su plan económico. Un proyecto para las élites seduciendo a los desfavorecidos con batallas culturales que consiste en bajar los impuestos a los más ricos, reducir el sector público en lo que corresponde a las políticas del bienestar mientras se aumenta en seguridad y represión, con consecuencias directas en el aumento de las desigualdades que, de forma paradójica, puede gozar con el apoyo de los más perjudicados por esas medidas.

Después de que Milei dijera que no hay alternativa al shock, expresó las consecuencias de esa política: «Eso impactará de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes. Habrá estanflación. Es cierto». El pueblo argentino que escuchaba el discurso en la Plaza del Congreso agitaba banderas, aplaudía y cantaba «Milei, querido, el pueblo está contigo». Isabel Díaz Ayuso logró el mismo efecto tras la pandemia y la depauperación masiva de los servicios de salud de atención primaria: convencer a muchos de los que sufren sus políticas de que las acepten llevando camisetas de la presidenta.

El «me gusta la fruta» de Ayuso para llamar hijo de puta al presidente del Gobierno o usar una motosierra para banalizar sobre el ajuste cruel y sociópata que prevé realizar Milei al gasto social son dos elementos discursivos de una misma realidad. Se trata de convertir en meme el sufrimiento, el insulto, la burla y extender la normalización de discursos inaceptables hace solo una década para convencer al pueblo de que el dolor causado por sus políticas es asumible. La conversión de la política en una expresión frívola del sadismo es el mayor éxito de los ultras en Argentina o España.

El mérito de Ayuso y Milei es difícilmente calificable, porque convencer al que sufre de que aplauda un discurso que les promete dolor es algo digno de elogio si nos referimos a la política de la persuasión y la seducción. Es el sueño de cualquier estratega: construir unos liderazgos mesiánicos que consigan inculcar en sus seguidores menos privilegiados una pulsión masoquista que les haga aceptar el dolor como proceso curativo para el país. Los nacionalismos ultras de Ayuso y Milei consiguen transmitir un deseo utópico en sus electores, un sueño aspiracional, la promesa de que el sufrimiento presente de los menos vulnerables es el camino para un mundo mejor en el que los que lo acepten con estoicismo conseguirán un asiento a la derecha del millonario. Ese horizonte de posibilidad imaginario para los más pobres permite la construcción de un presente privilegiado para los de siempre. Un truco de trileros.

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Comentarios
  1. Madrid es diferente para perjuicio del resto de las Comunidades.
    Del Madrid del «no pasarán» al Madrid que zancadillea todas las medidas que no beneficien el amo capitalista, al que sirve.
    Privatizar hasta el aire que respiramos es su lema.
    ¿Están todos los madrileños aborregados? ¿qué pasa en Madrid?

    Desde la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública creemos que es un desastre el que no se hayan producido acuerdos en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud para implantar las mascarillas de manera generalizada.
    La ausencia de acuerdo demuestra varias cuestiones:
    La primera, es que hay Comunidades Autónomas, como especialmente Madrid, que tienen como principal finalidad el preocuparse del enfrentamiento con el Ministerio de Sanidad y con el Gobierno Central antes que resolver los problemas de salud de la población.
    La segunda, es que las autoridades sanitarias en general no tienen una sensibilidad suficiente para atajar un problema de salud pública, que es muy importante y que según todas las previsiones se agravará en las próximas semanas si no se ponen medidas drásticas.
    En tercer lugar, hay que reconsiderar de manera urgente el funcionamiento del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, porque hasta el momento no está siendo capaz de funcionar como un mecanismo de coordinación de las políticas sanitarias, sino que más bien se convierte en un foro de enfrentamientos partidistas.
    8 de enero de 2024

    Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública

  2. El problema es el aborregamiento de las masas hasta límites inimaginables.
    El quid de la cuestión sería descubrir a que se debe este aborregamiento para tratar de ponerle remedio.
    Ayulei o el triunfo del capitalismo salvaje.
    Ayuso/Milei, caporales del capitalismo salvaje. Los Thatcher/Reagan de nuestros días.

  3. Milei es un enfermo mental que sufre de la coleccion entera de patologias de la mente: esquizofrenia (es decir, perdida de contacto con la realidad: dice que habla con sus perros muertos), rasgos psicoticos, delirios de grandeza, delirios misticos ( dice que es el nuevo Mesias), supremacismo, racismo, clasismo, servilismo enfermizo y inestabilidad emocional, irascibilidad, que le hace ganarse enemigos a la velocidad de la luz. Carece tambien de otra tara tipicamente argentina, una carencia total de simpatia por su pais y su gente, acompañada de un complejo de inferioridad total frente a yanquis, europeos y sionistas.
    Por si todas esas » cualidades» no bastaran, de Economia no sabe una mierda y de administrar un pais menos, razon por la cual esta completamente domesticado por sus ministros, todos bichos de temer. Tampoco de Derecho sabe una mierda, de otra manera no habria propuesto leyes que van contra un monton de Articulos de la Constitucion, cuya violacion tiene carcel. Lo que si sabe bien Milei, como todos los politicos argentinos, es que ( por sus jueces) la Argentina es un pais sin ley y, por tanto, tiene la impunidad grantizada, es su coraza contra toda k…gada que se mande. Frente a este panorama, Ayuso y sus burradas parece una niña malcriada, nada mas.
    La instauracion de Milei sera una prueba de fuego para la Argentina, si la gente le deja seguir, la Argentina no se levantara nunca mas. Y no estoy hablando de que le den un golpe de Estado, sino que le apliquen el Derecho Penal y, como se ha hecho con ese Abdala Bucaram en el Ecuador, se lo exonere por inhabilidad mental para el cargo, por locura, bah.

  4. Tal vez haría falta una segunda parte donde la autocrítica de izquierda tenga un espacio menos residual, porque es dudoso engañar a tanta gente durante tanto tiempo.

  5. Nunca dicho más claro. Lo que no saben Milei y Ayuso y toda la gente que les aplaude, es que cuando las élites, legimiten su poder sin necesidad de semejantes títeres que le hacen la comparsa, y no los necesiten porque ninguna persona que utilice un poco el cerebro, puede estar de acuerdo con semejante horror, es que van a quedarse en el camino. Cuando no necesiten a los perros para ladrar y meter miedo a la gente, ¿a ver que hacen con los perros?. Después algunos se lamentaran.
    Porque esta gente que les apoya y jalea, o son unos ingenuos, que creen que les van a dejar seguir mangoneando, o no tienen cerebro, o creen que a ellos nunca les va a afectar y sálvese quien pueda. Ilusos.

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