Cultura
Si te gusta la poesía, no te pierdas la prosa de Lucille Clifton
'Generaciones' es el único texto en prosa de la poeta varias veces nominada al Pulitzer y ganadora, entre otros, de la Medalla Robert Frost y del Ruth Lilly Poetry Prize.
por qué alguna gente se molesta conmigo a veces
me piden que recuerde
pero quieren que recuerde
sus recuerdos
y yo sigo recordando
los míos
Lucille Clifton
Al comienzo de Generaciones (Tránsito, 2023), una mujer blanca en Estados Unidos llama a otra por teléfono. Esta última, la poeta negra Lucille Clifton (Nueva York, 1936 – Baltimore, 2010), ha estado buscando información sobre posibles familiares y para ello ha puesto un anuncio en un periódico local. La mujer que llama también lleva su apellido, pero no reconoce los nombres familiares que la poeta menciona, hasta que esta le aclara: “¿Quién recuerda los nombres de los esclavos? Solo los hijos de los esclavos”. Es entonces cuando la mujer blanca al teléfono entiende que, si comparten el mismo apellido, es solo porque sus antepasados eran esclavistas y que, como era costumbre, les habían dado el apellido a sus esclavos, los antepasados de la poeta. Ante eso, solo alcanza a balbucear: “Ay, eso es horrible”. Esta primera imagen tan contundente como dolorosa, contada con tanta dulzura y sencillez, es la puerta de entrada a sus memorias.
Generaciones es el único texto en prosa de la poeta varias veces nominada al Pulitzer y ganadora, entre otros, de la Medalla Robert Frost y del Ruth Lilly Poetry Prize. Las memorias caleidoscópicas de Clifton, que son también una elegía a su padre, están escritas con un don poético que emerge en prosa, no tienen temporalidad lineal y conforman un mundo en sí mismo, como un gran poema, con textos cortos que dialogan con epígrafes del Canto a mí mismo de Walt Whitman, intercalados con retratos de su familia.
Fotos borrosas, reales, para no dejarnos olvidar que esa historia no es anónima, que esa gente existió, que esa esclavitud sucedió y que ha estado conviviendo entre nosotros. Entonces Clifton enciende la luz para iluminar lo que preferimos ignorar: que al comienzo de esta historia familiar a una niña la arrancaron de su tribu en África, la secuestraron a ella y a su familia, y luego los vendieron, cada uno por separado. Esa niña de ocho años jamás volvería a ver a su mamá y sería vendida como esclava, como todos los demás.
Sobre el hecho de comerciar con seres humanos, la poeta lo cuenta así: “El tío Louis llevaba en su familia desde pequeño. Había sido un regalo para su familia. Era una persona, pero había sido un regalo, un regalo de boda”. En los pequeños capítulos, cada uno llamado con el nombre de un familiar, se reiteran las palabras, se solapan, se entretejen, se bambolean como en el blues, como en los cantos de esclavos o como esas canciones grabadas en prisión, solo acompañadas por la percusión de sus cadenas o de sus instrumentos de trabajo.
La prosa poética de Clifton se desgrana dejando apenas lo indispensable, y lo hace con una calmada fuerza vital, como si fuera una especie de conjuro o de mantra, profundamente crítico, doliente, pero también amoroso y liberador mientras reconstruye el pasado de su familia, de su linaje.
Clifton hace sentir muy profundo con su aparente simpleza, con su palabra impecable y su quietud, y aquí se produce el milagro: es hermoso cómo teje y desteje sobre la oralidad, sobre las palabras recogidas de generación en generación, y la convierte en esta pequeña obra de arte.