Cultura
San Antonio de los Baños, el cine hecho por gente humilde
La Escuela Internacional de Cine y Televisión, en Cuba, ha sido reconocida con el premio honorífico de la Muestra de Cine de Lanzarote 2023, un festival de referencia de cine independiente nacional e internacional que acaba de celebrar su decimotercera edición.
El 14 de diciembre de 1986 se inauguraba en San Antonio de los Baños, una pequeña localidad cerca de la Habana (Cuba), la Escuela Internacional de Cine y Televisión. Durante ese acto, Fidel Castro, su impulsor junto al escritor Gabriel García Márquez y el documentalista argentino Fernando Birri, pronunció estas palabras: «La escuela es una lucha por la liberación de nuestros pueblos. Para liberarnos quizá de uno de los mecanismos más infernales con los que cuentan nuestros opresores: el monopolio de los medios masivos de comunicación».
Con estos principios, nacía una idea que comenzó a fraguarse en los años 50, cuando se conocieron los tres fundadores en la Escuela de Cine de Roma. De esta manera, bajo el auspicio de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, que estaba presidida por García Márquez, eso que en un principio fue un sueño, se transformó en otra forma de hacer y pensar el cine desde las problemáticas y ópticas latinoamericanas. Una premisa que ahora, 40 años después, ha sido reconocida con el premio honorífico de la Muestra de Cine de Lanzarote 2023, un festival de referencia de cine independiente nacional e internacional que acaba de celebrar su decimotercera edición.
«Cuba ya tenía una industria del cine en ciernes y queríamos que tuviera protagonismo en el Nuevo Cine Latinoamericano», explica a La Marea Francisco Osvaldo López Álvarez, profesor desde el año 99 en la escuela de materias como guion, adaptación al cine y construcción del argumento. «La idea era desarrollar un nuevo cine que no fuera simple y de entretenimiento, sino que se preocupara por las realidades de nuestros países. Y en todas las especialidades. Un cine a favor de una experiencia cultural nuestra y que tenía raíces en el neorealismo italiano, en la Nouvelle Vague y en el cine soviético. Es decir, en otras manifestaciones que nutrieron el pensamiento cinematográfico de la segunda mitad del siglo XX».
Un cine hecho por gente humilde
En sus inicios, casi todos los alumnos provenían de países latinoamericanos. Pero pronto se abrió a África y Asia. Tanto que, como apunta López Álvarez, a finales de los ochenta ya estaba constituida como la escuela de los tres mundos a la que acudían las personas humildes que quisieran hacer cine pero no se pudieran costear una escuela europea o estadounidense. «Se buscaba el talento en los países más necesitados. A día de hoy se han graduado unos 1.000 estudiantes, que están diseminados por todo el mundo y que de algún modo reverencian su formación en San Antonio de los Baños».
En el caso español y entre otros muchos ejemplos, allí se formó el director Jaime Rosales, quien tiene en su haber dos Goyas gracias a su película La soledad. O Benito Zambrano, también director y guionista que ha ganado el mismo premio en cuatro ocasiones por cintas como Solas o Intemperie. En el caso de docentes, en San Antonio de los Baños es profesor Fernando León de Aranoa y, en el pasado, han dado charlas o talleres grandes nombres del séptimo arte como Francis For Coppola, Emir Kusturica, Steven Spielberg y un largo etcétera. «Es decir, casi lo mejor del cine mundial», cuenta.
Una formación que, además de contar con grandes especialistas, es muy particular e intensiva, ya que aprovechan que los alumnos viven allí. «Los alumnos viven en la escuela lo que dura el curso y todo el tiempo lo invierten en educación. Una educación que es muy ecuménica, muy abierta, con un conocimiento muy amplio tanto de producción como de la posibilidad de influencia en la conciencia del espectador. Hay funciones todas las noches, conferencias, personalidades intelectuales que la visitan… En definitiva, hay un clima de efervescencia intelectual todo el rato. También se busca que los cineastas no tengan cultura solo del cine, sino del idioma, literaria, de las artes plásticas… porque sin todo eso no podemos hacer bien lo otro», explica.
Y de ese tiempo y estudio, salen unos trabajos que López Álvarez cree que no son políticos, sino sociales y de vanguardia. Dos facetas que marcan el camino de la escuela. Y pone un ejemplo: «Yo he visto ejercicios sobre el mundo campesino de Sierra Maestra con una visión muy original. Como uno que trataba por qué las mujeres campesinas de 14 años se quedan embarazadas, algo que es un gran problema en el mundo agrario de hoy de la zona».
Mismos ideales adaptados a nuestro tiempo
Tras casi 40 años de trabajo, los ideales bajo los que se creó la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños siguen siendo los mismos, aunque han vivido una adaptación al tiempo presente. Por ello, su idea es «seguir creciendo y seguir incorporando los valores más importantes de la industria del cine y de la audiovisual. La escuela se abre a este mundo, un mundo muy rico donde hay valores tecnológicos, pero también culturales, artísticos y de análisis».
Y cierra: «Lo que está claro es que ya no es la misma escuela. Ha crecido en el orden tecnológico, artístico y de diversidad a la hora de hacer cine. Creo que para bien, porque ha sabido mantener los principios de que es una industria, pero también arte. Somos una escuela que se pensó para América Latina y a la que a día de hoy acude gente de todo el mundo. Sobre todo del Tercer Mundo. Nuestra idea es que los que pasen por nuestra escuela representen dignamente el cine de estos lugares, que salgan con una formación pareja a los grandes centros culturales del cine, aunque lo hagamos con menos recursos que en ciudades como Nueva York o Londres. Con estas ideas, hemos conseguido alcanzar un cine con grandes cotas en la calidad».