Opinión
Vas a volver a leerlo
El escritor Patricio Pron analiza lo que está ocurriendo en Gaza: "Lleva la marca de la catástrofe, el signo que caracteriza al tipo de hechos trágicos que no se limitan en el tiempo, que son la causa de una tragedia sin fin".
Aun en los momentos en los que parece consistir en un enfrentamiento entre buenos y malos, la Historia siempre se revela como un enorme embrollo, la pesadilla de la que –lo dijo James Joyce hace cien años, lo decimos nosotros hoy– seguimos tratando de despertar sin conseguirlo nunca: no tiene comienzo, no termina jamás, carece de progreso, desmiente todo prejuicio, se presenta como una sucesión de interrupciones, una discontinuidad continuada, persistente, mortal.
No somos pocos los que, el 7 de octubre pasado, nos vimos obligados a condenar los ataques de Hamás, y lo hicimos por un doble motivo: porque había costado la vida de cientos de civiles israelíes y porque supondría la destrucción de la población civil de la Franja de Gaza. Menos de un mes después de ese ataque, los muertos palestinos se cuentan por miles, y la Franja –de la que Naciones Unidas fue expulsada por Israel hace unas horas– es ya un inmenso moridero, un campo de exterminio a cielo abierto.
Si hay un Dios que escribe la Historia, el suyo es un estilo singular, que desmiente las expectativas de sus lectores pero no renuncia ni a simetrías ni a las rimas internas: la violencia atroz, inconcebible, de la Shoah, cuya responsabilidad cargamos sobre nuestros hombros todos aquellos que no olvidamos que fue perpetrada por personas no muy distintas a nosotros –personas que podríamos haber sido nosotros, en otras circunstancias–, es replicada en Palestina desde 1948, cuando el último acontecimiento de lo que Eric Hobsbawm bautizó como la “era del imperio” fue la creación del Estado de Israel en territorio palestino: tres cuartos de millón de personas se vieron robados de sus casas y de su modo de vida. Y millones de palestinos desde entonces lo han perdido todo, incluida la vida. Muy pocas decisiones históricas tenían inscriptas, en su origen mismo, la marca de la catástrofe, el signo que caracteriza al tipo de hechos trágicos que no se limitan en el tiempo, que son la causa de una tragedia sin fin.
Buena parte de los análisis de las últimas semanas soslaya algunos hechos posiblemente claves: que Hamás no es toda la población palestina; que se trata de una organización armada que, en la medida en que habita un territorio densamente poblado y no se presenta como un ejército regular, no puede ser “eliminada” como prometen las autoridades israelíes sin destruir al mismo tiempo a una parte importantísima de la población civil, niños y mujeres incluidos; que la creación del Estado de Israel, en su condición de tragedia, no puede ser rectificada y que sólo la solución de los dos Estados nacionales es viable, aunque, de hecho, tampoco es viable; que, contra lo que pretenden hacernos creer los israelíes, no todos los judíos son israelíes ni viven en Israel ni apoyaron la creación de ese Estado, una de cuyas consecuencias más importantes –aunque, como decimos, no la más importante– fue una reducción al menos parcial de la contribución judía a la vida intelectual de los países europeos; como España tras la catastrófica expulsión de judíos y musulmanes en el siglo XV, Europa todavía sigue tratando de recuperarse de esa pérdida.
Lo que muchos de los análisis recientes omiten, sobre todo, es que la violencia de Hamás es inaceptable; que, desde luego, tiene su origen en las violencias también inaceptables que el Estado de Israel ha perpetrado sobre la población palestina desde 1948 pero sigue siendo intolerable, como son intolerables las matanzas que el ejército israelí está realizando y realizará en los próximos meses.
Arthur Schopenhauer decía que buscar un propósito en la Historia es como buscar leones en las nubes: uno los encuentra porque los busca. Incluso así, lo que ésta parece tener para enseñarnos es que la tragedia envuelve a víctimas y victimarios en un abrazo insoportable en el que unas y otros, en ocasiones, terminan confundiéndose. También nos enseña que la violencia provoca violencia y que nada termina nunca: inevitable, indefectiblemente vas a leer este artículo de nuevo, con estas u otras palabras no muy distintas, tal vez escrito por otro, en otro momento del mucho o poco futuro que nos queda. Sería magnífico que no fuera así, pero será así y esto es lo único que podemos dar por sentado hoy, lo único de lo que podemos estar seguros en estos momentos de incertidumbre.
Patricio Pron es escritor. Su nueva novela es La naturaleza secreta de las cosas de este mundo (Anagrama, 2023).
Benditos sean quienes defienden a los débiles, a las víctimas, de poderosos asesinos-genocidas que han robado sus tierras y sus derechos, que llevan medio siglo masacrándolos-exterminándolos, que se han propuesto acabar con ellos de una manera u otra. ¡Que fácil opinar cuando la víctima no es uno!
La equiparación de Hamas con Netanyahu es un frecuente error de algunos exponentes del progresismo. Retoma el equívoco de los ¨dos demonios¨, olvidando el abismo que separa a un opresor de un oprimido y a un Estado colonialista de un pueblo despojado. No es cierto que ambos bandos tienen el mismo derecho a la defensa, puesto que uno de ellos actúa como atacante. No hay equivalencia en Gaza entre victimarios y víctimas, ni paridad en Cisjordania entre carceleros y encarcelados.
El operativo de Hamas fue un legítimo intento de corroer la prisión que Israel ha construido en torno a Gaza. Ejerció su derecho a la resistencia armada, venciendo la resignación que impera en la ANP.
Esa valiente actitud ha desatado numerosas polémicas en el progresismo y la izquierda, cuya clarificación exige recordar, ante todo, que Israel es un Estado terrorista responsable de incontables crímenes. Por el contrario, Hamas actúa como una organización político-militar de la resistencia palestina y no incluye los rasgos que podrían situarla en el universo del terrorismo. Su metodología evita ataques deliberados contra los civiles y rehúye los sacrificios individuales de los suicidas, que se autodestruyen en las cercanías del enemigo.
Hamas cuenta con el sostén masivo de la población y ha convalidado su primacía en las urnas. No actúa en soledad. Su espectacular incursión fue acompañada por otras organizaciones (Jihad, FPLP, FDLP) que aprobaron públicamente el operativo. Ese cúmulo de evidencias confirma la raigambre de Hamas en los habitantes de Gaza y torna ridícula su comparación con Bin Laden… (Claudio Katz)
https://canarias-semanal.org/art/35231/el-operativo-de-hamas-la-incursion-que-trastoco-medio-oriente
…»No Hamás no es un grupo terrorista, son legítimos representantes del pueblo palestino, elegidos democráticamente. Y también son parte de las autodefensas del pueblo oprimido palestino, que se enfrentan a un estado terrorista de la peor calaña que existe en todo el planeta.
Probablemente, la cuestión es que, de acuerdo con las tesis de Sastre y Rostand, Hamás es pobre, no mata lo suficiente y se enfrenta a Estados Unidos y sus aliados. Eso es todo… tengámoslo en cuenta cada vez que oigamos a nuestros políticos o nuestros medios de comunicación.
Y quien piense que lo que antecede solo es fruto de una posición partidaria, que lea y relea la Resolución 3070 de la Asamblea General de Naciones Unidas, que:
… Reafirma igualmente la legitimidad de la lucha de los pueblos por librarse de la dominación colonial extranjera y de la subyugación foránea por todos los medios posibles, incluida la lucha armada. (Juanlu González)
https://canarias-semanal.org/art/35221/hamas-no-es-una-organizacion-terrorista
BDS Movement. (Boicot, Desinversiones y Sanciones)
Hagamos del 29 de noviembre un día de acción mundial para detener el #GenocidioEnGaza
Millones de personas han salido a la calle para participar en las mayores protestas que el mundo ha visto en los últimos 20 años. Estamos agradecidos a cada uno y cada una de ustedes que, a través de sus voces y acciones creativas, han construido un poder de base sin precedentes para poner fin a la guerra genocida de Israel contra 2,3 millones de palestinos/as en la asediada y ocupada Franja de Gaza.
Han mostrado una solidaridad significativa con los derechos del pueblo palestino presionando a los gobiernos para que tomen medidas y se responsabilicen los autores y cómplices del genocidio de Israel en Gaza. En todo el Sur Global -desde Sudáfrica hasta Colombia- varios Estados han cortado sus lazos diplomáticos con Israel o han expulsado o retirado a sus embajadoras y embajadores. Otros han denunciado a los criminales de guerra israelíes ante la Corte Penal Internacional.
Sin embargo, los gobiernos occidentales siguen armando, financiando y dando cobertura política al genocidio de Israel, promoviendo una nueva doctrina de violencia extrema, sin responsabilización y desenmascaradamente contra quienes desafían a las potencias occidentales y sus intereses. Esta es una alianza de los regímenes racistas y coloniales del mundo que culmina con el asesinato masivo de personas palestinas.
El tiempo se ha agotado: ¡hay que decantar la balanza a favor del poder popular ya!
Poner fin a toda complicidad estatal, corporativa e institucional con el régimen genocida de apartheid de Israel es más urgente que nunca. Las vidas y los medios de subsistencia del pueblo palestino dependen literalmente de ello. Para ello, y como el tiempo ha demostrado, el BDS es la forma más eficaz de solidaridad con la lucha de liberación palestina.
Bajo el lema «Únete ahora para detener el #GenocidioEnGaza y empezar a desmantelar el apartheid», el movimiento mundial de BDS liderado por los y las palestinas convoca a un Día Mundial de Acción el 29 de noviembre, Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, para poner fin a las relaciones con el apartheid israelí. Hacemos un llamado para intensificar las movilizaciones pacíficas en todo el mundo y las expresiones de solidaridad para detener el genocidio.
https://twitter.com/i/flow/login?redirect_after_login=%2Fintent%2Ftweet%3Ftext%3DEl%2520%2523BDS%2520convoca%2520una%2520jornada%2