Cultura

No debía de quererte

Isabel Coixet adapta ‘Un amor’, la novela de Sara Mesa, con la que construye un agreste estudio psicológico sobre el deseo femenino y las masculinidades tóxicas.

Laia Costa y Hovik Keuchkerian en una escena de ‘Un amor’. BTEAM PICTURES

Isabel Coixet ha dedicado buena parte de su filmografía a analizar las relaciones amorosas. Faltaba, sin embargo, una historia sobre lo que podríamos llamar el deseo torcido. O improbable. O incomprensible. Adjetivos todos ellos que funcionan sólo en el mundo de las ideas: en realidad, vemos amores así todos los días, estamos rodeados de ellos. ¿Cómo podría una mujer enamorarse de un hombre que no le dedica ningún tipo de atenciones? Sobre ese espinoso tema construye Coixet Un amor, basada en la novela homónima de Sara Mesa.

Es la historia de una traductora, Nat (interpretada por una enorme Laia Costa), que se muda al campo en busca de una vida tranquila, alejada de los conflictos emocionales a los que tenía que enfrentarse en su trabajo: era intérprete de personas refugiadas en su trámite para pedir asilo. Pero la vida rural está muy lejos de la paz que había imaginado. Allí, sola, tendrá que hacer frente a una fastidiosa retahíla de contrariedades: un casero indeseable, una vecindad tan pequeña como chismosa, un hogar que se cae a pedazos y, por encima de todo, un deseo sexual, inesperado, que deriva en obsesión.

Nat se engancha a la rotunda humanidad y la «cara de montaña» de Andreas, al que encarna Hovik Keuchkerian, que ganó el premio a la mejor interpretación de reparto en el último festival de San Sebastián. La directora Claire Denis, presidenta del jurado y aguda compiladora de masculinidades tóxicas (véase, por ejemplo, Beau travail), tuvo probablemente bastante que ver en ese galardón. Andreas, apodado El Alemán, es «el hombre más insensible» que Nat ha conocido en su vida. Y sin embargo…

Mención especial merece el despiadado retrato masculino que traza la directora. Crueles o ridículos, los hombres que se mueven alrededor de Nat están muy alejados de la ternura que asoma regularmente en las películas de Coixet. Cada frase cuñada salida de los labios de Hugo Silva provocará, según el estado de ánimo de quien la oiga, la ira o la carcajada. Esta indefinición en el tono es un riesgo que añade sugerentes capas de profundidad a una película incómoda, agreste, como los paisajes polvorientos en los que se desarrolla la historia (rodada al pie de las Peñas de Islallana, en La Rioja). No es que antes Coixet no hubiera transitado por los rincones oscuros del amor, pero seguramente nunca lo había hecho con la crudeza, con la violencia atmosférica con la que aquí lo hace.

La película, obviamente, además de un extraordinario estudio psicológico, es también un sonoro y necesario guantazo de realidad al neorruralismo, esa manía urbanita de romantizar la vida en el campo. Cuánto daño ha hecho Thoreau…


‘Un amor’, de Isabel Coixet, se estrena en cines el viernes 10 de noviembre.

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