Sociedad

Gonzalo Berger: “El discurso machista ha minimizado el papel de las milicianas”

Entrevista a Gonzalo Berger, autor del libro 'Milicianas: la historia olvidada de las combatientes antifascistas' (Arzalia Ediciones).

Francotiradora descansando en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Diciembre, 1936. Autor: Almazán

Confiesa Gonzalo Berger (Barcelona, 1977) que las conversaciones con su abuelo siendo un niño le inspiraron para ser historiador. Preparando su tesis doctoral, centrada en el fenómeno de las milicias populares, accedió a una amplia documentación en la que aparecía una gran cantidad de nombres de mujeres, colectivo que apenas había sido mencionado a lo largo de su formación académica. A raíz de aquel hallazgo, Berger quiso conocer más acerca de la realidad de las mujeres en la contienda española, llevando a cabo desde entonces y hasta hoy su labor divulgativa mediante proyectos como el Museo Virtual de la Mujer Combatiente, del que es desarrollador, guionizando documentales y publicando artículos y libros, el más reciente Milicianas: la historia olvidada de las combatientes antifascistas (Arzalia Ediciones). «Nuestra tarea buscando y hallando información no tiene fin», asegura.

Gonzalo Berger, en una fotografía cedida por el autor.

A través de las páginas de Milicianas usted no se limita a narrar el papel tan importante que desempeñaron las mujeres que lucharon de manera activa durante la Guerra Civil. Va más allá, describiendo los diferentes contextos familiares y socioculturales en los cuales se forjó el carácter de cada una de ellas.

En mis trabajos siempre intento adentrarme en la trayectoria vital de aquellas personas que fueron más anónimas, descubrir y reflejar sus motivaciones y circunstancias personales dentro de un determinado marco histórico. Son aspectos que influyen de algún modo en el recorrido de hombres y mujeres e importantes a la hora de afrontar la investigación.

En su libro remarca que la dedicación de las mujeres al trabajo a tiempo completo, tanto en el hogar como fuera de él, sumado al hecho de carecer de estudios en determinados casos, principalmente en el ámbito rural, dificultó e incluso impidió su acceso a la política

De ahí la importancia de recordar el papel de tantas pioneras que antes del golpe de Estado del 36 ya participaban en la vida pública. Mujeres que, en contra de lo que siempre se ha dicho, no eran únicamente anarquistas, en el sentido más peyorativo de la palabra, sino que se adhirieron a diferentes agrupaciones con un mismo objetivo: exigir derechos en un entorno que les era muy hostil. La Segunda República favoreció, que no otorgó, el que las mujeres pudieran ocupar ciertos espacios. No se les regaló nada. Es más, todo lo tuvieron que conquistar en una sociedad muy patriarcal. Y el fascismo era una amenaza para los logros comunes y de género que estaban consiguiendo, por eso muchas de ellas decidieron participar en la confrontación armada, desafiando así, además, el discurso machista que las minimizaba y las ha minimizado constantemente.  

«Muchas mostraron un gran valor y coraje y es probable que a algunos camaradas les doliera el orgullo al mostrar miedo y debilidad ante ellas». 

Estas mujeres se encontraron con la hostilidad de sus compañeros al unirse tanto al movimiento obrero como a las milicias. 

El machismo no era ni es patrimonio de la derecha. También los hombres de izquierda, revolucionarios, eran fruto de una época en la cual no veían a la mujer como a una igual. El ejercicio de la guerra, por ejemplo, estaba en un principio reservado exclusivamente a la masculinidad. Y si bien el gobierno de la República jamás emitió un decreto para expulsar a las mujeres del ejército, es cierto que a medida que fue avanzando el conflicto y se produjo la militarización de las milicias populares los altos mandos de algunas de estas organizaciones consiguieron que muchas mujeres abandonaran la primera línea tras ser sometidas a presiones y campañas de desprestigio, llegando a vincularlas a la prostitución y a la propagación de enfermedades venéreas, como ocurrió en la Columna Sur-Ebro, donde su director, el anarquista Antonio Ortiz, y no Buenaventura Durruti como siempre se ha afirmado, ordenó expulsar a las mujeres del frente de Aragón. Y en el diario oficial de esta unidad, donde se encontraba la flor y nata de los libertarios catalanes, se pueden leer argumentos del escritor Francisco Carrasquer tan absurdos como que las mujeres no tenían agilidad para correr o que no eran capaces de sostener un fusil. Lo cierto es que muchas de ellas mostraron un gran valor y coraje y es probable que a algunos camaradas les doliera el orgullo al mostrar miedo y debilidad ante ellas. 

Cristina, madrileña y de profesión modista. Agosto, 1936. Autor: Walter

En este sentido, la historia de la miliciana Pepita Laguarda es cuando menos reveladora. 

Ella es una de las muchas protagonistas del libro. Su pareja, Juan Carvajal, miembro de las Juventudes Libertarias del Poble-Sec y alguien muy entregado a las luchas sindicales de esa época en Barcelona, que estaba realizando el servicio militar cuando se produjo el golpe de Estado, no tenía intención alguna de presentarse voluntario para ir a la guerra. Por el contrario, Pepita, de 17 años, se alistó en la recién formada Columna Ascaso y Juan acabó acompañándola por no ser menos que ella. Y no sólo eso. Combatiendo en Huesca, él simuló estar enfermo mientras ella se subía a un tanque, perdiendo la vida a causa de una herida de bala.

Hay muchísimos casos similares al de Pepita que contradicen la idea generalizada de la mujer marchando al frente detrás de un hombre, y no por iniciativa propia. El de Josefa Inglés, militante al igual que su marido en la CNT, es otro de tantos. Ambos, con dos hijos en común, se unieron a la Columna Durruti. Él murió al poco tiempo y ella, en lugar de regresar con su familia o quedarse en la retaguardia, eligió seguir luchando en el campo de batalla hasta que meses después fue capturada y ejecutada por el ejército sublevado.

También es errónea esa imagen tan extendida de las milicianas como unas jóvenes bárbaras e insensatas. En el Museo virtual de la Mujer Combatiente hay registradas más de cinco mil de muy diversas edades, desde los 14 hasta los 69 años, pero al igual que los hombres que se movilizaron, la gran mayoría de estas mujeres tenían entre 21 y 28 años. Y algunas como Natividad Yarza, maestra y la primera alcaldesa elegida constitucionalmente en todo el Estado, o Libertad Ródenas, mítica sindicalista y anarquista, se alistaron ya mayores. Eran, por consiguiente, totalmente conscientes de las consecuencias nefastas que traería una victoria del fascismo para el pueblo en general y para ellas en particular, como así sucedió. 

Con la derrota republicana, llegó la huida. 

Sin obviar el peligro que corrían quedándose en España, su futuro aquí se presentaba gris y mediocre por ser mujeres y vencidas. Un grupo numeroso marcharía a Francia, donde algunas formaron parte de la resistencia contra los alemanes. Otras se establecieron en países como Argentina, México o Canadá y allí continuaron vinculadas a la actividad política. Por supuesto, hubo quienes optaron por cerrar esa etapa e intentar sobrevivir. Y aunque fue común en todas ellas la sensación de fracaso, de soledad y nostalgia, en general se sobrepusieron mejor que los hombres, sumidos en la depresión e incapaces de asumir el exilio y de reconstruirse. Muchas se vieron empujadas a aceptar cualquier trabajo con el que poder sacar adelante a sus familias, dejando a un lado sus carreras, aspiraciones y sueños. Renuncias que significaron otra derrota muy importante para estas mujeres excepcionales.

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Comentarios
  1. Buenaventura no las hubiera expulsado. Eso no hubiera sido propio de él.
    Quien haya leído la autobiografía del cura que fué secretario de Durruti, titulada «Yo fuí secretario de Durruti» habrá comprendido que Durruti era una persona íntegra, progresista y con valores.
    El cura era conservador y de derechas; pero aquellos convulsos tiempos hicieron que por un sin fín de circunstancias acabara siendo secretario de Durruti.
    Una vez terminada la guerra y asesinado Durruti, escribió sus memorias; ya no tenía ninguna necesidad de mentir, casi que le hubiera convenido hacerlo, pues no se como sentaría a la curia que dijera en sus memorias que Durruti siempre lo trató exquísítamente y respetó sus creencias y que sólo podía hablar bien de él.
    Como va a expulsar una persona así, de golpe y porrazo, a las mujeres.

  2. Mujeres excepcionales, ¡que valía, que valentía!
    Las de hoy ni siquiera se lo sabrían imaginar.
    Creo que el artículo describe fielmente el contexto de aquellos tiempos, el periodo y la historia que les tocó vivir.
    A las mujeres, del Cancionero Libertario. Canta Elena Rubio.
    https://www.youtube.com/watch?v=6_pVHMpZFhI

  3. Pues sí, era una broma. También debe ser una broma hablar de las mujeres que lucharon por los republicanos (como si fuera algo bueno) y obviar a las que lucharon en el otro bando (como si fuera algo malo).

    Y no. La ciencia y la historia han demostrado en numerosas ocasiones que hombres y mujeres son igual de capaces en cuestiones sociales o políticas.

    Ya puestos, la ciencia ha demostrado que el autopercibimiento no cambia la realidad. Mira, es muy sencillo: Napoleón Bonaparte está muerto. Estando muerto no puede autopercibirse como tal. Y aún así está muerto. ¿Cómo sabemos que está muerto si no se autobercibe como tal? Pues porque está muerto.

    Con hombres que dicen que se autoperciben como mujeres pero que necesitan ir al registro civil porque saben que son hombres, ocurre lo mismo. Cuando mueran serán cadáveres de hombres que decían autopercibirse como mujeres y que sabían que era mentira por lo que necesitaban ir al registro civil.

  4. Alfonso, quiero creer, que tu planteamiento, obedece a una gran broma, no se entendería sino fuese así.
    De verdad a estas alturas, aún tenemos que ¿discriminar por razón de sexo?. ¿Cuando se entenderá, que todos somos seres humanos, supuestamente inteligentes, con más órganos y esencia, que nos hacen distintos a unos de otros, diversos, pero iguales en derechos y deberes, que nuestro diferente sexo?.
    Que las habilidades que tengamos, sobre todo a nivel racional, nos ayuden a mejorar como especie, sin que dependa de nuestra clasificacion sexual. Que visión tan simplista. Las cualidades, las poseemos como seres humanos, al igual que nuestros defectos, no por que tengamos distintos cromosomas. Y en la diversidad está la riqueza, ver la vida desde otro punto de vista, solo beneficia al ser humano. Enriquece el conocimiento.
    Si bien es cierto, que las mujeres, a través de mis experiencias, y no queriendo generalizar, nos basamos más, en el acompañamiento que en la confrontación, sabemos que unidas, somos mejores para que la sociedad avance.
    Que la visión distinta de la vida y la resolución de problemas, no debería depender de cómo nos sentimos sexualmente, que nos definan por nuestra sexualidad y por a quien damos nuestros afectos en la intimidad ?.
    ¿ Tan pobre es nuestro entendimiento?
    Que maravilloso sería, que pudiéramos unirnos en la resolución de problemas, en el día a dia, que fácil y positivo sería tener tantas opiniones distintas, para llegar al acuerdo común, y hacer la vida, en este mundo más fácil y agradable.
    Ya tenemos suficientes conflictos, para tener que añadir algo, que debería, pertenecer a la esfera privada de las personas y que no influye para nada, en la libertad , que deberíamos tener todos en poder amar ,y sentirnos como nos de la real gana. Sobre todo si con ello, no coartas la libertad del otro.
    Se nos llena la boca de hablar de libertad, pero , para que tú puedas ejercerla, los demás, también, tienen que poder hacerlo, sin tener que dar explicaciones al resto, sobre todo, en este ámbito.
    Ser personas, ciudadanos con derechos, no debería ser sólo por el ADN que portamos, al fin y al cabo , lo que nos define como humanos, es la inteligencia racional y emocional, la empatia, el bien común, y aceptar al otro , no como enemigo, sino como compañero, en igualdad de condiciones, que nos deje ver y sentir, que la visión del otro, no tiene que ser para atacar, sino para avanzar como sociedad. Las cualidades del ser humano, no deberían tener que ver con solo el sexo, en el que uno se define, porque eso es acotar mucho, el desarrollo como humanidad. Todos tenemos algo positivo que aportar, para ir hacia el futuro y no regresar al pasado.
    En este artículo, se habla de mujeres, que ya va siendo hora, que entren también en el olimpo de la historia. Pero lo que deberiamos ver,es que fueron seres humanos excepcionales, que lucharon por su dignidad y por el bien común, y que por ser definidas , o sentirse mujeres, o como quisieran sentirse, a lo cual tiene derecho cualquiera, ( solo faltan que nos digan también como tenemos que sentir ), no fueron menos capaces que otros hombres, para defender en lo que realmente creían,( presuponer como se siente el otro, es un poco arrogante ). Debemos y tenemos que verlas con otra mirada,mucho mas amplia, como seres humanos, que poseian unos grandes valores y no solo por el género designado.
    Gracias Berger , por mostrarnos la otra mirada.
    No olvidemos que para que haya oprimidos, tiene que haber opresores. Que bien haríamos , si todos fuésemos educados en el respeto al otro, en avanzar juntos en el camino. Solo a los opresores, les viene bien, la división, separar por sexo, color de piel, fé, cultura, etc. Hacer grupos que se separen , porque solo de pensar que nos encontremos en el camino, les entra el pánico, y acabaríamos con el poder que ejercen y se empeñan en mantener a toda costa.
    Cuanto conocimiento desperdiciado por no querer aprender de la historia, para avanzar hacia el futuro, hay que conocer el pasado.
    El que no cree en la igualdad, es el que tiene miedo a vivir.

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