Internacional

Terry Reintke: “Una gran batalla en Europa será cambiar la forma en que se reparten las subvenciones agrícolas”

La copresidenta de Los Verdes-Alianza Libre Europea analiza los principales retos: del cambio climático a la amenaza de la ultraderecha. 

Terry Reintke, copresidenta del grupo Los Verdes Europeos en una imagen cedida.

Luce un pañuelo verde que reza “aborto legal y gratuito”. Sonríe con frecuencia y ríe con naturalidad. Y, en sus propias palabras, “habla demasiado”. Lo cierto es que conversar con Terry Reintke (Gelsenkirchen, Alemania, 1987) resulta tan enriquecedor como agradable. La copresidenta del grupo de Los Verdes Europeos no evita ningún tema espinoso y se moja hablando de medio ambiente, pero también de feminismo, inmigración, extrema derecha o participación política. Todo, en un día soleado en Madrid, una ciudad que le trae buenos recuerdos. “Vine aquí con 16 o 17 años, y lo pasé en grande. ¡Era muy joven!”, recuerda entre risas. Hoy, aunque lo sigue siendo, se ha convertido en una de las figuras clave de la política comunitaria y el ecologismo global.  

Pongámonos en la piel de quien lea esta entrevista y no la conozca. ¿Quién es usted? ¿Cómo definiría su trabajo?

Soy una política que lucha por una Europa más verde, más social, más feminista y más abierta. Como copresidenta del grupo de Los Verdes europeos, mi papel consiste, en gran medida, en impulsar el Green New Deal para que podamos cumplir los objetivos de París, tanto en términos de regulación como de inversión, de cara a impulsar una transformación verde. Más allá de eso, lucho por una Europa más social y para que la gente pueda llegar a fin de mes. Por los derechos de los trabajadores y por una distribución más justa de la riqueza. Creo que es un momento especialmente delicado en este sentido, con un preocupante auge de las ideas conservadoras en Europa y un peligroso ascenso de los partidos de extrema derecha, cuyos efectos ya estamos viendo.

Ha mencionado el Green New Deal. ¿En qué situación diría que nos encontramos respecto a aquellos planteamientos y propuestas tan bienintencionadas? 

Probablemente, si me hubieran preguntado por este asunto hace uno o dos años habría sido más optimista al respecto. Y, sin embargo, creo que hemos conseguido avances significativos. Por ejemplo, hemos reformado el régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea. Y estamos eliminando progresivamente los motores de combustión. Al mismo tiempo, estamos siendo testigos de un ataque frontal al Green New Deal impulsado fundamentalmente por la extrema derecha, y cada vez más también por parte de conservadores y liberales. Éste es el mayor riesgo al que nos enfrentamos. No sólo estamos estancados y no avanzamos tan rápido como deberíamos, sino que estamos revirtiendo algunos de los avances conseguidos. De cara al año que viene, con las elecciones europeas en el horizonte, esa será la pregunta fundamental que los ciudadanos europeos tendrán que responder: ¿Queremos continuar por este camino de cara a alcanzar los objetivos de París, volvernos más independientes de dictadores como Vladimir Putin y luchar por sociedades más resilientes o, por el contrario, preferimos dar pasos hacia atrás en esta materia? 

Si volvemos precisamente la mirada hacia atrás, a aquel 2014 en que entró en el Parlamento Europeo, las cosas parecen haber cambiado de forma sustancial… 

Sí. Cuando llegué a Bruselas, las cuestiones climáticas estaban en los márgenes: apenas formaban parte del debate político. Fue gracias a los movimientos sociales que surgieron a partir de 2017 cuando empezaron a cambiar las cosas. Fue un movimiento liderado principalmente por jóvenes, pero también por ciudadanos de toda edad y condición. Y contribuyó de manera decisiva a cambiar la agenda. De repente, empezaron a ser posibles cosas que personalmente nunca pensé que lograríamos aprobar en el Parlamento Europeo. Es una muestra clara del poder que tiene la gente cuando une sus fuerzas. 

“Estamos siendo testigos de un ataque frontal al ‘Green New Deal’ impulsado por la extrema derecha, y cada vez más también por parte de conservadores y liberales”

Sin embargo, buena parte de la ciudadanía parece desconectada de lo que sucede en las instituciones europeas. 

Es cierto: existe esa percepción en mucha gente. Muchos consideran que no hay un vínculo directo entre lo que se habla en el Parlamento Europeo y la realidad de su día a día. Precisamente por eso esta semana organizamos una cumbre social aquí en Madrid. Queremos poner las necesidades de los ciudadanos en el centro de nuestra acción política. Tenemos que cambiar la forma en que comunicamos lo que estamos haciendo y construir un vínculo más fuerte entre los ciudadanos y los políticos. No sólo a nivel europeo, sino también a nivel nacional, regional y local. Porque sólo si construimos este vínculo fuerte podremos evitar la sensación de que la gente no puede influir en la política. 

Percibo cierta autocrítica en sus palabras. ¿Qué cree que se ha hecho mal desde la izquierda para que parte de la clase trabajadora esté dando su confianza a partidos claramente reaccionarios? 

Vengo de una de las ciudades más pobres de Alemania. Una de las cosas que he aprendido es que siempre hay que tener una doble estrategia. Por supuesto, cada gota de mi sangre es antifascista: creo que hay que confrontar los discursos machistas, homófobos y racistas. Pero al mismo tiempo tiempo necesitamos trabajar para dar respuestas claras y concretas a las necesidades de la gente que considera que la política institucional no da solución a sus problemas reales. Debemos entender cuáles son las luchas y dificultades que atraviesan las clases más desfavorecidas. Creo que, en parte, en los últimos años se han dejado de lado muchas de estas prioridades. Por ello es esencial que establezcamos canales de comunicación directa con la ciudadanía, de cara a recuperar la confianza en la clase política. 

El hecho es que buena parte de esos partidos parecen estar sacando mucho más rédito de retos como, por ejemplo, la crisis migratoria. En ese sentido, y a raíz de lo que ocurrido en los últimos días en Lampedusa, Giorgia Meloni remitió la semana pasada una carta al canciller alemán, Olaf Schölz, criticando duramente las ayudas alemanas a ONG que realizan labores de rescate de migrantes en el mar Mediterráneo. ¿Qué opinión le merece lo que está ocurriendo en el Mediterráneo? ¿Cómo se ven las cosas desde Alemania?

Desde que formo parte del Parlamento Europeo, la discusión sobre este asunto ha sido una constante. Debemos ser sinceros: las políticas de asilo europeas no han funcionado. No han sido positivas para los ciudadanos que buscan una nueva vida en Europa ni tampoco para quienes ya viven aquí. Ahora estamos pagando el precio de muchos años mirando hacia otro lado sin abordar correctamente este problema. Necesitamos un cambio de modelo. Un sistema en el que la gente pueda buscar refugio en la Unión Europea y ésta sea capaz de responder de manera ágil, repartiendo a esas personas por los distintos estados. Ahora mismo, la responsabilidad recae casi exclusivamente en los países periféricos del sur de Europa, y eso es claramente un error. Necesitamos encontrar soluciones que funcionen. Porque simplemente decirle a la gente que no venga no es una de ellas, tal y como se ha visto a lo largo de la historia en cualquier parte del mundo. Lo cierto es que, con la proliferación de más y más gobiernos autoritarios en determinados países de Europa, encontrar estas soluciones comunes resulta cada vez más difícil. 

“Cada gota de mi sangre es antifascista: creo que hay que confrontar los discursos machistas, homófobos y racistas. Pero al mismo tiempo necesitamos trabajar para dar respuestas claras y concretas a las necesidades de la gente”

Hablemos de cambio climático. ¿Qué sensaciones tiene de cara a la próxima COP28 de Dubái? Mucha gente no entiende que se celebre en un país que no respeta los derechos humanos más básicos y que, de hecho, representa parte del problema del modelo actual basado en los combustibles fósiles. De entrada, la cumbre esté presidida por el Sultan Ahmed al Jaber, CEO de Adnoc, principal empresa energética de Abu Dhabi. ¿Podemos esperar algún paso adelante? 

En materia climática estamos en una situación límite, y debemos afrontarla incluso a pesar de los desafíos y la fuerte oposición que nos vamos a encontrar. Hablo con mucha gente que estará presente en esa conferencia, tanto a nivel comunicativo como nacional, y son muy conscientes de que parte de ese compromiso pasa, precisamente, por impulsar una nueva narrativa frente a los Países del Golfo: sus gobernantes han de entender que la época de los combustibles fósiles ha terminado. Por ello considero que la COP28 ha de ser una plataforma para amplificar ese mensaje. Es crucial que a partir de entonces tengamos una propuesta concreta, que involucre mucho más al sur global. Debemos ser ambiciosos y mirar más allá de las pérdidas y los beneficios. 

¿No pasan buena parte de las soluciones por el decrecimiento? ¿Por qué hay tan pocas voces que hablen de ello en Europa? ¿Sigue siendo un tabú poner encima de la mesa que no podemos crecer indefinidamente en un planeta cuyos recursos son finitos?

El pasado mayo celebramos en Bruselas una gran conferencia titulada Beyond growth (Más allá del crecimiento). Creo que el reto es evidente: queremos tener actividad económica, pero sin exceder los límites del planeta. Eso es lo que mucha gente no parece haber entendido aún: el sistema actual, la manera en la que producimos y consumimos, no es sostenible. Pero quizá soy ligeramente más optimista en este sentido, pues creo que estamos dando pasos en la buena dirección. Un ejemplo: la manera en la que se percibe actualmente el uso de materias primas es muy diferente a cómo se veía en los años 80 y 90.  Conceptos como el reciclaje o la economía circular están mucho más arraigados en la sociedad. Es cierto que el decrecimiento como tal no está en el centro del debate, pero la duda es si vamos a mantener este camino, especialmente tras las próximas elecciones europeas de 2024. 

La semana pasada, un gran grupo de científicos, activistas y políticos enviaron una carta abierta a la Comisión Europea pidiendo fondos para lo que consideran el futuro de los alimentos, que son las proteínas de origen vegetal. Todo el mundo sabe que la ganadería, que cubre el 26% de la superficie terrestre, es una de las principales causas del cambio climático. ¿Cuál es la posición de su grupo en este tema? ¿Qué acciones propone su partido para caminar en esta dirección?

Para ser honesta, este es probablemente el campo político en el que hemos tenido menos éxito. El modelo alimentario actual es absolutamente insostenible. De entrada, estamos desperdiciando muchísima comida, con las consecuencias que eso tiene para el clima, para las personas y para los animales. Es algo que como partido verde tenemos que revertir. Nuestra propuesta más relevante consiste en cambiar la forma en que se distribuyen las subvenciones agrícolas: Europa destina a ellas alrededor de un tercio de su presupuesto. Es decir: tenemos una gran influencia y mucho margen de maniobra sobre cómo se producen nuestros alimentos. Actualmente, la mayor parte de esas subvenciones se entregan en virtud del tamaño de la tierra, sin importar el tipo de condiciones en las que se desarrolle la actividad. Nos gustaría condicionar ese dinero al tipo de prácticas que se lleven a cabo, de cara a que tengan prioridad las que respeten al medio ambiente, paguen bien a sus trabajadores y cumplan con los estándares de bienestar animal. Creo que esto podría cambiar la forma en la que se hacen las cosas en materia alimentaria, pero lamentablemente aún no hemos logrado obtener mayorías suficientes para conseguirlo. Creo que esta va a ser una de las grandes batallas del futuro.  

“Los últimos años han demostrado que determinados derechos no son irreversibles. No me refiero sólo a Polonia y Hungría, en los que la legislación ataca directamente a la comunidad LGBTI, sino a la creciente hostilidad hacia la comunidad en muchos países”

El ecologismo está estrechamente ligado a otras formas de lucha. No en vano, es usted una de las figuras más destacadas en materia de defensa de los derechos LGTBI en el Parlamento Europeo. ¿Cree que hay riesgo de retroceder en algunas de las conquistas del colectivo? 

Crecí convencida de tener más derechos que mi madre y de que, a su vez, ella tuvo más derechos que mi abuela. En ese sentido, y como mujer queer, sólo puedo ver una dinámica positiva y un avance. Pero los últimos años han demostrado que determinados derechos no son irreversibles. No me refiero sólo a Polonia y Hungría, en los que la legislación ataca directamente a la comunidad LGBTI, sino a la creciente hostilidad hacia la comunidad que se puede ver en cualquier país, ya sea Alemania, Francia o España. Tenemos que estar siempre vigilantes. Y tenemos que seguir defendiendo lo que somos: un modelo de sociedad donde todos son tratados por igual, donde todos pueden amar a quienes quieran amar y ser quienes son para poder vivir de forma segura, libre e igualitaria.

Ha citado España, cuya política me consta que sigue activamente. ¿Qué piensa del momento actual que vive el feminismo español?

El movimiento feminista en España siempre ha sido muy inspirador para Europa. Recuerdo que, poco después de ser elegida al Parlamento Europeo, hubo en España una iniciativa para restringir el derecho al aborto. La movilización que se produjo fue realmente impresionante. Y creo que dio mucha energía y mucha fuerza al movimiento feminista. Ese movimiento luchó para conseguir que la Unión Europea se adheriese al Convenio de Estambul, y ahora contamos con una directiva comunitaria contra la violencia de género. Creo que todos esos logros no hubieran sido posibles, o hubieran sido muchísimo más difíciles, sin la dinámica que recibimos de España. Se han conseguido grandes avances, pero al mismo tiempo dichos pasos provocan una fuerte reacción. Lo estamos viendo en materia de derechos LGBTI, y muy especialmente en materia de derechos de las personas trans. Creo que aún tenemos muchas cosas por hacer para lograr la verdadera igualdad. 

“El movimiento feminista español siempre ha sido inspirador para Europa”

Por último, ¿es optimista respecto al futuro de Europa? 

Soy una optimista nata. Obviamente, soy consciente de la complejidad de la situación política en la que nos encontramos y los desafíos que afrontamos como sociedad. Pero si nos fijamos en la historia de la Unión Europea, ¿no es un poco una historia de éxito contra todo pronóstico? Éste era un continente completamente devastado por la guerra, donde en apenas unos años pasamos de pelearnos unos contra otros a poner las bases de lo que sería la Unión Europea. Posteriormente, se fueron añadiendo nuevos Estados fuertes que, como España, habían sido dictaduras. Después cayó el Muro de Berlín, y muchos países que tenían regímenes autoritarios que restringían los derechos civiles asumieron las tesis europeas. Sí: cuando miras la historia de la Unión Europea, es cierto que muchas cosas salieron mal y otras deberían haberse hecho de manera diferente. Pero en última instancia, siempre logramos avanzar en la buena dirección. Y esto es algo que nos debe proporcionar esperanza. Al fin y al cabo, es la mejor manera de afrontar las dificultades. No va a ser fácil, pero como decimos en Alemania, es hora de arremangarse y ponerse a trabajar.

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Comentarios
  1. ¿ » Reparto de subvenciones en cobete……. » ? , supongo que se hace referencia directa a la » hucha…. » que se está haciendo el Abascal a cuenta de su » Fundición ( que no Fundación, je ,je ) » . Y evidentemente en el » reparto » de inteligencia : el penoso Fonsi demuestra una vez más ; que no estaba presente .
    Salud.

  2. [Video] Capitalismo, crisis climática y lucha de clases.
    En el marco de la agudización de la crisis climática, en esta charla se abordaron diferentes debates desde el marxismo en relación a la estrategia para una lucha ecosocialista.
    Irene Thunder recorre varios debates actuales de estrategias en movimiento ecologista, planteando la necesidad de una lucha anticapitalista y socialista. Juan Duarte retoma aspectos claves de las elaboraciones del marxismo sobre estos temas y reflexiona sobre algunas experiencias de la lucha de clases en Argentina. Adrian Cornet recupera la experiencia de lucha en la refinería Grandpuits, en Francia, y defiende la necesidad de una política de alianzas entre la clase trabajadora y los movimientos ambientalistas.
    https://www.izquierdadiario.es/Video-Capitalismo-crisis-climatica-y-lucha-de-clases

  3. Nada positivo que aportar la tal Terry, con el Green New Deal, el dictador Putín… muchacha, ¡que sabemos de que vais!. Ni me molesto en terminar de leer el artículo.
    LOS VERDES ALEMANES LE «HACEN FO» A SUS PRINCIPIOS Y SE PRONUNCIAN POR LAS NUCLEARES Y LA GUERRA
    Cómo puede un Partido que nació de la protesta anti-bélica Justificar ahora su apoyo a operaciones militares y estrategias ambientalmente dañinas?.
    Como ha escrito Matthias Rude, un periodista y filósofo alemán, el Partido Verde en este país pasó de ser una voz de resistencia y de la exigencia de cambios radicales, a respaldar operaciones militares imperialistas, como ya sucedió en 1999, durante la guerra en Yugoslavia.
    Las «nuevas posiciones» de los «verdes alemanes» se están viendo ahora reflejadas en las posiciones actuales de ese Partido en relación con la Guerra de Ucrania. El hecho de que estén exigiendo la entrega de armamento pesado para ayudar al gobierno de Kiev, o el de su propia aceptación del uso y aplicación de técnicas perjudiciales para el medio ambiente, como el «fracking», está poniendo en evidencia su espectacular viraje de 180°
    OSKAR LAFONTAINE: «LOS VERDES SON HOY EL PARTIDO MÁS BELICISTA DE ALEMANIA»
    «Los gobiernos vasallos europeos están llevando al mundo al borde del precipicio». No tuvo reparos en señalar a los Verdes -actualmente en gobierno de la coalición gobernante- como «el peor partido belicista de Alemania». De hecho, Lafontaine sugirió que cualquiera que siguiera apoyando a «estos partidos belicosos» era cómplice de sus acciones.
    (Noticias Canarias Semanal)

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