La investidura: el ¿último? momento de Feijóo

En el fondo, en el PP todavía hay quien piensa que puede producirse un milagro, y que con ese milagro llamado transfuguismo, Alberto Núñez Feijóo –cuyo lema de campaña fue “Es el momento”– aún puede ser presidente del Gobierno. 

En el fondo, también hay un cierto nerviosismo en el PSOE, aún renqueante del estrago que vivieron en Madrid tras el mítico tamayazo. Hace muchos años de aquello, pero ni siquiera los considerados moderados en el PP se han reprimido ahora, con la Moncloa y el futuro de España –y Catalunya– en juego: “Le pido a los diputados socialistas que defiendan a su partido, no se trata de transfuguismo, sino que defiendan la esencia del PSOE, un partido fundamental en la historia de España que ha defendido la Constitución desde su modelo de sociedad», dijo el presidente andaluz, Juanma Moreno. 

Y en el fondo del fondo, y tras un resultado electoral bastante inesperado, que ni con VOX permite a Feijóo gobernar, nadie sabe con certeza lo que puede pasar y si, tras lo que ocurra esta semana, habrá o no nuevas elecciones.

Lo que está previsto que pase, de momento, es lo que el líder del PP, propuesto por el rey Felipe VI como candidato a la investidura aun sabiendo que no contaba con los apoyos suficientes, fracase estrepitosamente tras más de un mes actuando prácticamente como líder de la oposición. 

“El PSOE sólo tiene un responsable, aquel que está en la Moncloa después de haber perdido las elecciones; él es el responsable y la causa de todo lo que está pasando en nuestro país. Si en España hay bloqueo y elecciones, será su responsabilidad. Yo defenderé la igualdad de todos los españoles, aunque me cueste la Presidencia del Gobierno. […] Ha merecido la pena”, dijo Feijóo, rodeado de los máximos referentes de su partido –Aznar, Rajoy, Ayuso– en el acto multitudinario convocado contra la amnistía al procés, en el que volvió a recordar los principios que, también en el PSOE, Felipe González y Alfonso Guerra, han defendido: «Podrán ser señalados o expulsados por el PSOE, que ya no es un partido de estado, pero serán señalados por la mayoría de los españoles como hombres y mujeres de estado, que eso es lo importante. Quizás ya no tengan sitio en su partido, pero seguirán teniendo sitio en la España de la convivencia que ayudaron a forjar”.

A 48 horas de esta investidura, el presidente del Gobierno en funciones no sólo continúa pensando en la suya sino que la da por hecha: “Se están manifestando contra un Gobierno socialista, pues lo siento, va a haber uno”, afirmó Pedro Sánchez, rodeado de miles de militantes en la Fiesta de la Rosa, en Gavà, Barcelona. “Echaron a Pablo Casado por denunciar un caso de corrupción y ahora vemos a Feijóo apelar al transfuguismo. Van de mal en peor”, prosiguió el presidente al que la vieja guardia socialista también dio, equivocadamente, por muerto.  

“¡De ninguna manera!”

Quien puede que no sobreviva políticamente sea el mismo Feijóo. El mismo acto en el que ha sido arropado por Rajoy, Aznar y Ayuso, ha sido calificado con ironía como su “funeral» como líder del partido. 

La escena, en cierto modo, puede ser interpretada como una continuación del balcón de Génova la misma noche del 23-J, cuando desde la calle reivindicaban a Ayuso, a gritos, como presidenta. “¡De ninguna manera!”, exclamó este domingo la presidenta madrileña ante la posible amnistía.

Si Feijóo no sale investido, como está previsto, puede que no siga al frente del PP por mucho tiempo y que éste, tampoco, haya sido su momento, como sostienen algunos de los dirigentes más críticos. Esa es una de las claves de esta peculiar e increíble investidura, que, más que un presidente del Gobierno, decide quién liderará la oposición. La otra clave, también impredecible, es el peso que tendrá Catalunya en su futuro y en el de España.

Y todo, con las lenguas cooficiales de fondo ya en el Congreso.