Sociedad
El Barranco de Víznar: un crimen de lesa humanidad sobre la población civil
Tres campañas arqueológicas han conseguido exhumar 94 cadáveres de los cerca de 200 que se calculan en esta zona granadina.
Conocido por ser el lugar en el que los sublevados asesinaron a Federico García Lorca, Víznar oculta todavía entre sus tierras una herida palpitante. La zona conocida como El Barranco, en este pequeño pueblo de Granada, fue el lugar escogido para que decenas de personas consideradas enemigas fueran asesinadas los primeros meses después del golpe franquista. Un equipo de investigación multidisciplinar enfrenta los últimos días de la tercera campaña en el enclave. Su objetivo: exhumar los casi 200 cuerpos que la dictadura sepultó durante 40 años y que la democracia tampoco ha conseguido sacar a la luz durante otras cuatro décadas.
En total, han logrado recuperar 94 cadáveres. “A pesar de que no tenemos datos exactos todavía, todo indica que la cantidad de hombres y mujeres será similar”, explica Francisco Carrión, arqueólogo y director del proyecto, comandado por la Universidad de Granada. En el caso de El Barranco de Víznar, cada fosa encontrada pertenece a una saca diferente. De esta manera, los investigadores han hallado fosas de hombres, mujeres y mixtas.
Por desgracia, en la represión más cruenta que se dio en esta zona granadina no se salvó nadie, ni hombres ni mujeres, durante los primeros meses después del alzamiento. Se calcula que en El Barranco se asesinaron como mínimo a 178 personas desde el 24 de agosto hasta finales de noviembre de 1936. Han encontrado restos de jóvenes de entre 14 y 15 años. Son datos que aporta Juanfran Coto, historiador del proyecto.
Carrión, por su parte, añade que los niveles de tortura previos a la muerte son mayores en las mujeres que en los hombres. Así lo demuestran los restos óseos que han encontrado. “A muchas las mataban por su propia actividad como mujeres empoderadas o sindicadas, pero otras terminaban asesinadas por los sublevados por el solo hecho de que iban a buscar a su hijo, marido o hermano y no estaban o ya habían huido”, desarrolla el arqueólogo. Es decir, antes de matarlas, las torturaban más que a ellos para intentar sacar una confesión.
Lista de los asesinados en el Barranco de Víznar
Aunque ya se publicaron dos listados hace décadas, el historiador Coto intenta ajustar esos nombres a la realidad. “Los presos eran trasladados desde Granada capital bajo la orden del Gobierno civil o militar”, señala. Eduardo Molina Fajardo, en su libro publicado en 1983 sobre esta cuestión, apuntaba a un anexo con 143 nombres, una cifra que llegaba hasta los 173 debido a sus propias pesquisas.
También existe otro listado realizado por la Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica de Granada en el que refieren unas 284 víctimas en la zona, más allá de El Barranco, al que también incluyen. “Ahora mismo, para el conjunto de Víznar hablamos de unas 230 víctimas de muerte y para El Barranco, unas 178 como mínimo”, sostiene Coto.
Tiros de pistola, hasta cuatro por cabeza
Del ensañamiento que sufrieron las personas aquí encontradas puede hablar bien Laura Gutiérrez, antropóloga forense del proyecto. “El espacio en el que trabajamos es bastante sencillo. Más o menos podemos intuir dónde hay fosas y los cuerpos suelen estar a un metro de profundidad del suelo de la época”, especifica.
En la fosa más grande que han encontrado había 14 cuerpos. En la más pequeña, dos. “Es llamativo que haya tantas fosas con mujeres. Exclusivas de ellas hemos encontrado tres. Hay dos más que son mixtas”, sostiene la especialista. Los indicios de enseñamiento aparecen cuando los cráneos de los asesinados presentan hasta cuatro impactos de bala. “Prácticamente todos los cuerpos tenían esos tres o cuatro tiros en la cabeza, como si los siguieran disparando ya una vez en el suelo. La mayoría son disparos con pistola, a corta distancia, no fusilados”, dilucida Gutiérrez.
Además, por los restos de munición encontrados cerca de las fosas, pueden determinar que los asesinatos se cometían fuera de las mismas. Más tarde, tiraban sus cuerpos al agujero de tierra. “Aquí hubo un grupo de masones que sabemos que estuvo obligado a cavar las fosas y enterrar los cadáveres”, señala la antropóloga. Ella misma incide en que han encontrado restos de vestimenta que no se ha descompuesto, como botones, hebillas de cinturón, monedas, pendientes, pulseras o el tacón del zapato de algunas mujeres.
Un chivato lo delató
Los protagonistas de esta historia hablan por boca de sus seres queridos. Así sucede con Francisco Soriano López, el abuelo de Ángeles M. S. Murió con 46 años, el 18 de septiembre de 1936, en El Barranco. “Mi madre tuvo luto permanente. Decía todo el rato: “Dónde estará mi padre tiraíco. Seguro que en Víznar, pero no sé exactamente dónde, para yo ir…”, relata Ángeles. Su abuela, Antonia Gil Pérez, se vio con el marido asesinado y un hijo en la cárcel, en manos de los alzados. “Se quedó con tres niñas menores y la denegaron la cartilla de racionamiento”, comenta Ángeles.
Francisco Soriano fue perseguido por los sublevados al haber participado en la fundación de una cooperativa y de un sindicato. También llegó a ser concejal en Fuentevaqueros durante unas semanas. Era republicano. “Estalló la guerra y al pueblo llegaron los del mono azul de la Falange. Los chivatos del pueblo iban delante, señalando las casas, y detrás los del mono llevándose a la gente”, rememora Ángeles. “Recuperar el cuerpo de mi padre es quedarnos en paz, cerrar la herida que nuestra madre nos ha transmitido. Un hueso que nos den, lo pondremos a su lado. Se lo debemos a mi abuela”, dice.
El silencio, la angustia, el miedo
África Santaella también tiene a su abuelo enterrado en El Barranco. Se llamaba Enrique Santaella Pua, delegado de sanidad por UGT en Granada en 1936. “Tras su detención, mi abuela le llevaba comida a la cárcel, hasta que llegó un día y no estaba. Nadie le decía nada. Se volvió loca buscándolo hasta que le dijeron que lo habían matado en Víznar”, comenta África. Murió con poco más de 30 años, un crío de tres años y medio y una mujer embarazada. Ella era María Jiménez Flores.
“De pequeña, estas cosas había que hablarlas bajito en casa. Recuerdo el miedo que tenía mi abuela cuando murió Franco pensando que podía volver a pasar algo parecido a lo de la guerra”, recuerda África. “Recuperar los restos de mi abuelo es una deuda histórica a nivel social, pero también algo que le debo a mi abuela”, concluye.
Mientras la tierra se mueva, hay esperanza
La noche del 13 de septiembre de 1936 llegaron tres personas procedentes de Montefrío a El Barranco. Junto a ella, otras nueve de la saca del mismo día. Ahí estaba Francisco García García, tío-abuelo de Pepe Peña, que no llegaba a los 25 años. “Él estaba en la cárcel por haber participado en junio en un tope”, dice. Su único delito: recoger la cosecha que los terratenientes dejaban que se perdiera con tal de no ofrecer trabajo. También era activo sindicalmente.
El golpe lo pilló en la prisión provincial junto a otros dos montefrieños, Manuel Cervera Arco y José Bermudez Lara, quienes estaban en la cárcel por otro asunto. “Mi teoría es que sacaron a los tres hombres de la cárcel para torturarlos y que les dijeran todo lo que sabían poque a los seis días, el 20 de septiembre, los sublevados tomaron Montefrío”, defiende Peña.
Pero la historia de su familia no termina ahí. Cuando escucharon en Montefrío los primeros disparos, huyeron a Alcalá la Real. Allí meditaron qué hacer, si huir o retornar, y se decantaron por la segunda opción ya que su hijo mayor estaba preso, sin saber que ya lo habían matado. Según Peña, su bisabuelo se presentó ante las autoridades para saber de Francisco, pero también lo detuvieron a él. Su único delito: tener un hijo sindicalista. Lo mataron el 29 de septiembre. “Mientras la tierra se mueva, hay esperanza. Los mayores ya se han muerto sin enterrar a sus allegados”, finaliza Peña.
La búsqueda de la verdad, hereditaria
La dimensión sociológica del proyecto corre a cargo de Francisco de Asís Carrión. Él ha sido el responsable de mapear la conversación pública surgida desde la primera campaña en El Barranco de Víznar en 2021. “He creado diálogos virtuales entre diferentes grupos sectorizados: el político, el docente y los familiares afectados”, resume.
Entre sus principales conclusiones está la constatación de cómo las motivaciones en torno a la memoria histórica varían de una generación a otra. “La primera, la generación de contacto, se movía por emociones o pulsiones fuertes, como la angustia, el miedo y el dolor, lo que generaba un gran tabú para las generaciones posteriores. Después, los nietos quieren cerrar la herida como una deuda por el sufrimiento de sus padres. La siguiente lo hace por curiosidad más intelectual, quieren saber lo que ocurrió con sus antepasados”, explica el sociólogo.
Ante este relato, una conclusión que engloba a cualquier otra: “Afirmamos que lo ocurrido en El Barranco de Víznar constituye un crimen de lesa humanidad sobre la población civil. Es importante decirlo ante la corriente de negacionismo histórico que coge fuerza, porque aquí demostramos que verdad solo hay una, y es que a esta gente le dispararon varias veces en la cabeza una vez ya asesinados, por ejemplo”, concluye Francisco Carrión, el responsable del proyecto.
Y resulta que todo lo leído y aprendido en los colegios e institutos de los libros que llaman de historia y en este caso concreto de la reciente penosa y decadente SSSSSSpaña ; es todo completa y absolutamente falso .
Salud.
Laísmo, loísmo. Esto se estudiaba en la EGB.
Ánimo
Historiadores e historiadoras alertan de la invisibilización y la tergiversación de la memoria histórica en los libros de texto. Reclaman para el alumnado, que sabe más del nazismo que del franquismo, un currículum estatal que incluya la represión del régimen o la lucha antifranquista.
Enrique Díez Gutiérrez, profesor titular de la Facultad de Educación en la Universidad de León, asegura que se quedó atónito cuando llevó a sus alumnos de primero de carrera a ver el documental El silencio de otros. Y no tanto por lo que en él se cuenta, una pieza que navega por las historias de represaliados y represaliadas del franquismo y la lucha de las familias en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación, sino por los comentarios tras el visionado. “Nadie nos había explicado nada de esto”, le comentaron a este profesor, que, movido por esta frase y el déficit palpable sobre memoria histórica con el que el alumnado llega a la universidad, se ha dedicado a hacer un repaso de los libros de texto de Historia….
https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/exhumando-historia-clase-memoria-historica-aula?utm_source=Semana%2020/05/2022&utm_medium=email&u
A lo que nos dejaron bien atado y bien atado sigue, construído además sobre el genocidio, la crueldad extrema, le llamais democracia, al franquismo sociológico existente en este país desinformado, inculto y manipulado por los que vencieron y escribieron el guión le llamaís democracia; los ultimos demócratas aún la esperan en las cunetas y descampados; cuando se haga la VERDAD la JUSTICIA y la REPARACION entonces, éllos, los últimos demócratas, os darán la razón.
A la genocida dictadura del capital, de la que formamos parte y alimentamos, la más cruel y despiadada de todas las dictaduras, ha arrasado con el planeta y con millones de seres humanos en el mundo con tal de conseguir máximas ganancias le llamais democracia.
Sería bueno que empezáramos a hablar con propiedad.
Muchas gracias a los que manteneis la Memoria Viva.
LA CAUSA CONTRA FRANCO, documental (14 M.) de Dietmar Post y Lucía Palacios
¨Los directores documentan de manera impecable lo que ha sido la represión española previa y durante la guerra civil y sus remanes hasta el día de hoy. El documental presenta la memoria de las víctimas y su lucha por reivindicar sus derechos”. Helena Urán Bidegain (colectivo Creando Memoria, Berlín. Asesora Parlamentaria sobre Latinoamérica en el Bundestag Alemán.
https://burgosdijital.net/la-causa-contra-franco-entrevista-con-dietmar-post/