Cultura

Alba Carballal: “Que Feijóo me cuente dónde está exactamente su aldea”

'Bailaréis sobre mi tumba (Seix Barral, 2023)' es un "soberbio concentrado de galleguidad", resume Bob Pop en esta entrevista con la escritora.

La escritora Alba Carballal. ALBERTO ALMAYER

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En Bailaréis sobre mi tumba (Seix Barral, 2023), Alba Carballal resume las últimas décadas de su tierra persiguiendo un eco de autenticidad, mezclando idiomas en diferentes dosis, mirando un mar periódicamente empercudido y bailando al ritmo de Golpes Bajos. Su novela es un soberbio concentrado de galleguidad.

Alba, ¿cómo fue la decisión de introducir extractos de gallego en Bailaréis sobre mi tumba?

Más que una decisión, fue una consecuencia lógica del principio de verosimilitud. En Galicia la realidad lingüística es superdiversa, está muy entremezclado el castellano, el gallego, las variantes del gallego que son totalmente distintas entre sí… Y, de repente, hay también un castellano supergallego. Para mí, reflejar esto era la única forma de contar esta historia, porque es una historia muy intrincada en Galicia, muy local, aunque luego tenga mimbres universales. Yo no hubiera sabido hacerlo de otra forma.

¿Quienes niegan otras lenguas, la posibilidad de su presencia junto al castellano, niegan el principio de verosimilitud de la realidad?

Totalmente. En Galicia, las lenguas están completamente entreveradas. Hay zonas más castellanoparlantes en las que aun así se cuelan retazos de gallego. Hay zonas totalmente gallegoparlantes y allí, cuando hablan en castellano, lo hacen en lo que nosotros llamamos castrapo, que es un castellano galleguizado. Hoy yo hablo con algunos amigos en gallego y con otros en castellano, porque la relación se estableció en esa lengua aun siendo de la misma ciudad y es dificilísimo cambiarla cuando lo has establecido así desde el principio. Mis abuelos, por ejemplo, hablan con todo el mundo y entre ellos en gallego, pero cuando hablan con sus nietos les sale hablar en castellano porque consideran –por una herencia franquista horrorosa– que el gallego es una lengua de paletos y de incultos y que tienen el deber de hablar con sus nietos en castellano. Mis abuelos van al médico e intentan hablarle al médico en castellano porque consideran que esa es la lengua culta que tienen que utilizar, aunque el médico luego les conteste en gallego y les diga que no pasa nada por que le hablen gallego.

¿Temía la editorial, o tú, que el lector castellanoparlante se perdiera en esos extractos?

Mira, yo nunca tuve miedo, porque hemos leído Panza de burro y nos ha encantado. Yo no sé por qué con el gallego tendría que haber una relación más complicada, la verdad. Primero, creo que casi todo se saca bien por el contexto, y después, que hoy en día tampoco creo que para la mayoría de lectores esto sea un impedimento porque tenemos acceso a Internet. No hay que tener un diccionario de gallego en casa para enterarnos de lo que dicen las cosas.

Me he leído la novela con atención y tengo que decir que en ningún momento tuve la sensación de perderme nada. Tú, como escritora, ¿ahí fuiste un poco pilla? Quiero decir si sabías o entendías hasta dónde podías llegar en la profundidad de esos extractos en gallego, o era lo que te pedía el cuerpo para esos personajes. ¿O cambiaste alguna palabra por otra sabiendo que iba a ser más fácil para un castellanoparlante?

Hum, fíjate, ese ejercicio no lo hice, pero hice otros. El truco más truco que utilicé es este castellano-gallego de un personaje secundario, que es importante, es uno de los novios de la protagonista. En principio hablaba en gallego, pero en un momento dado decidí castellanizarlo, sobre todo para dar cuenta también de la existencia de ese castellano-gallego. Me parecía que faltaba algo, faltaba el idioma intermedio, es decir, el castellano transformado. Con palabras que yo sabía que eran muy distintas en gallego que en castellano, trataba de repetirlas varias veces para que así, cuando apareciesen por segunda vez, ya no nos sorprendiera. Por ejemplo, hay una expresión en gallego que es “ya no te aguanto”, “no te soporto”, que es “non te aturo”. Se entiende bastante bien, pero bueno, la palabra es rara. Entonces, en lugar de quitarla como recurso formal, opté por repetirla varias veces a lo largo de la novela para que la tercera vez que la leas ya no te suene ajena.

¿Tú crees que hay gente que después de leer Bailaréis sobre mi tumba ha perdido el miedo a leer en gallego?

Pues ojalá. No sé. Ojalá.

A mí me pasó.

El gallego no es un idioma difícil para un castellanoparlante. Por ejemplo, muchas cosas de Castelao, que tiene obras de teatro muy breves, fantásticas. O poesía. Hay determinadas obras que son géneros más breves y quizá pueden ser una buena puerta de entrada. Ojalá sirva para esto, porque realmente creo que no tiene por qué haber una barrera de entrada gigantesca.

¿Tú crees que las lenguas tienen ideología?

Hay gente que pretende ideologizarlas. Eso es innegable.

¿A ti te llama la atención el distinto modo en el que Yolanda Díaz y Alberto Núñez Feijóo usan el gallego en sus manifestaciones públicas en castellano?

Es curioso que Feijóo, yendo de niño de aldea, tenga esta relación con el gallego, que además habla tan mal. Porque Feijóo realmente se expresa regular en gallego. Que no pasa nada. Que a lo mejor no es su lengua materna y él se ha expresado y educado toda la vida en castellano y no pasa absolutamente nada. Pero que me cuente dónde está exactamente su aldea, porque la realidad rural en Galicia normalmente es muy gallegoparlante. Mucho, mucho, mucho. Yolanda Díaz, en cambio, habla muy buen gallego y es verdad que ella siempre intenta hacer un guiño cuando no está en Galicia. Sí que creo que quizás lo lleva con más orgullo.

¿La lengua que hablan define a tus personajes?

Yo he intentado tratarlo con mucho respeto. No sé si lo he conseguido, pero he intentado que la altura intelectual de utilizar una lengua o la otra, y de un entorno rural o urbano, no se distinga. Se puede distinguir por el personaje, por las ambiciones de unos y de otros, pero no por que se esté hablando de una determinada manera. No asociar, como hace mucha gente, cultura o incultura a una lengua o a otra.

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Comentarios
  1. Daniel Gordo, presidente de OSCEC asegura que la izquierda sí debe entender “que la lengua forma parte de un sustrato cultural y social que permite defender el territorio: si tú percibes que el sitio en el que vives no tiene valor, la migración se convierte en una decisión relativamente fácil. La lengua es un elemento que hace que te sientas vinculado al territorio, que merece la pena quedarse aquí y cambiar lo que no nos gusta”. Para ello, es necesario, en palabras de Gordo, que la lengua sea “el pegamento o la espina dorsal” de la identidad, y avisa a las izquierdas: “el internacionalismo es la cooperación entre naciones, pero no se habla de no tener nación”.

  2. Ya falta menos para escuchar en el Congreso «Voulle dar un dato»
    Cada vez hay más novelas, películas y series multilingües, en todo el mundo. Todos queremos entendernos, pero nadie quiere perder su lengua.

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