Cultura | Política

El experimento Westfalia

El escritor iraquí Najem Wali organiza un encuentro literario en Westfalia (Alemania) para dialogar sobre el conflicto catalán. Los representantes en esta búsqueda de entendimiento serán José Ovejero y Jordi Puntí.

Los escritores José Ovejero, Najem Wali y Jordi Puntí. MARINA MIGUEL

Ser otro. Más bien: ser el otro, ese que piensa de manera distinta a la tuya. Intentar, casi literalmente, caminar con sus zapatos, recorrer las calles por las que transita, entender cómo mira el mundo, desde qué perspectiva y desde qué experiencia. Hay quien confunde ese acto de comprender al otro con justificarlo. Manuel Valls, primer ministro francés y más tarde candidato a la alcaldía de Barcelona, afirmó refiriéndose al terrorismo que “explicar es ya un poco querer disculpar”. Pero si no comprendemos, si no somos capaces de entender las razones del otro –aunque luego las rechacemos con vehemencia–, ¿qué posibilidad hay de resolver los conflictos entre personas y entre comunidades, salvo el uso de la fuerza, justificable solo en casos extremos? Primo Levi, en Si esto es un hombre, parecía rechazar también la necesidad de comprensión, pero matizaba enseguida: “Quizá no se pueda comprender todo lo que sucedió, o no se deba comprender, porque comprender es casi justificar […] Si comprender es imposible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también”. Así es, nunca podemos comprender del todo la experiencia ajena ni acciones que se nos antojan monstruosas, aún menos en un caso tan terrible como el Holocausto, al que se refería Levi. Pero interactuar con los demás, incluso con aquellos a los que detestamos, también con quienes creemos que nos dañan, exige un mínimo de comprensión. Además, la realidad es siempre mucho más compleja que las categorías en las que encasillamos lo que nos rodea. Romper los estereotipos, pinchar nuestra burbuja, no es solo una forma de conocimiento: es también una escuela de convivencia y una vía hacia la paz.

La literatura es una de las mejores formas que conocemos para franquear la barrera de la otredad, de intentar dejar de ser tú para mirar el mundo desde los ojos y la experiencia de alguien ajeno a ti. También es una manera de acercarte a la complejidad y la densidad insoportables de la realidad. Porque la literatura nos enseña la trama casi infinita de motivaciones y dilemas que atraviesa cualquier vida y cristaliza en las percepciones sociales.

En conflicto

Porque pienso cosas como las que acabáis de leer, y tras un momento de perplejidad, no me pareció tan sorprendente el proyecto que me presentó en diciembre pasado el escritor iraquí Najem Wali: reunir en Westfalia, escenario de la paz que puso fin, o casi, a la Guerra de los 30 Años, a dos escritores de dos regiones o países en conflicto con el objetivo de que intenten llegar a un acuerdo de paz. Autor de varias novelas y libros de viajes, encarcelado y torturado en Irak, país que abandonó para no ir a la guerra con Irán en 1980, Wali es un firme creyente en que la literatura puede ayudar a resolver conflictos de una manera de la que la política es incapaz. Por eso, ha soportado numerosos contratiempos hasta poder lanzar estas conversaciones, que pretenden ser anuales. Le habría gustado comenzar con Ucrania y Rusia, pero la guerra hacía extraordinariamente difícil el empeño y se decidió por dos regiones que no están en guerra pero sí arrastran un conflicto de siglos: Cataluña y España. Jordi Puntí sería el representante de la parte catalana y yo el de la parte española. El proyecto cuenta con la ayuda del Westfälisches Literaturbüro (Oficina de la literatura de Westfalia) y con el patrocinio de Svenja Schulze, ministra federal de Cooperación Económica y Desarrollo. ¿No es impresionante que en Alemania pueda haber tal interés por un conflicto para ellos tan lejano y tan difícil de entender?

He tomado esta invitación como una oportunidad para pensar. Yo, que siempre he mirado con desconfianza las efusiones nacionalistas de todo tipo –salvo en situaciones coloniales–, que desconfío de banderas y de las intenciones –y la agenda oculta– de quienes las enarbolan, que no creo en esencias comunes ni en el recurso de echar mano a figuras históricas, sea el Cid, sea Wifredo el Velloso, para justificar orgullos nacionales ni destinos compartidos, conversando con un independentista como Puntí, a quien no conocía. La idea era que este septiembre nos reuniésemos ante el público de Westfalia y en octubre en Frankfurt en unas justas de las que no debía salir un vencedor sino una posibilidad de entendimiento. Es decir, mi tarea principal no era convencerle, sino entenderle, confiando en que él hiciese lo mismo conmigo. Inmediatamente nos pusimos de acuerdo en dos cosas: primera, en que no representábamos a nadie; no podíamos firmar ningún tipo de acuerdo ni siquiera simbólico porque sería poco legítimo erigirnos en altavoces de colectivo alguno. Nuestro propósito sería presentar un modelo de conversación en un ambiente tan enrarecido y crispado que en muchas ocasiones los representantes políticos españoles y catalanes se reúnen en secreto. Lo han hecho Rajoy, Zapatero, Sánchez, Pujol, Mas, Puigdemont; reuniones de tapadillo no sea que tus propias huestes –o el rival político– te echen en cara tu flaqueza.

El experimento Westfalia
Wali, Ovejero y Puntí en un encuentro previo al acto de Westfalia. MARINA MIGUEL

El otro asunto que no tuvimos que discutir fue que, en lugar de llegar a Westfalia y conversar ante el público, si de verdad queríamos comprender los argumentos del otro, debíamos comenzar inmediatamente. Así que nos pusimos a escribirnos correos en los que aparte de intercambiar argumentos a favor y en contra de un referéndum, de discutir nuestras respectivas posiciones sobre nación y nacionalismo, independencia y autonomía, sobre la urgencia de resolver problemas institucionales antes que los sociales, nos enviamos poemas, fragmentos de novela y de relatos, artículos escritos previamente a este proyecto y que reflejaban ya, curiosamente, cómo se había forjado nuestra postura ante los temas que íbamos a discutir. Porque lo que escribimos, querámoslo o no, refleja nuestra forma de estar en el mundo, y por tanto también dice algo sobre nuestros prejuicios y sobre las limitaciones de nuestros sesgos. Ya sé lo que algunas y algunos estaréis pensando: ¿qué pintan dos escritores en un asunto tan complejo, que abarca, sí, cuestiones culturales y lingüísticas, pero también económicas, jurídicas, constitucionales, fiscales, aduaneras, etc.? ¿No deberíamos dejar a los expertos y a los políticos ocuparse de ello y, sobre todo, evitar que creadores bienintencionados pero poco cualificados embarren aún más el debate?

Pero es que no se trata aquí de resolver problemas técnicos o jurídicos. Tampoco de establecer un plan, aparte de que quienes deberían hacerlo a menudo tienen motivaciones ajenas al bienestar de los ciudadanos. En política suelen contar tanto o más que ese bienestar los intereses de partido. Hay pocos políticos con la valentía de tomar una decisión que les pueda hacer perder las siguientes elecciones, aunque la aprueben en su fuero interno.

Miedo al debate

Yo quizá no tenga tanta fe como Najem Wali en la literatura y en los escritores. Pero sí veo, a mi alrededor, una terrible incapacidad para pensar el conflicto entre España y Cataluña. Veo la mezquindad de muchas decisiones, el uso del nacionalismo –español y catalán– como arma arrojadiza. El miedo a hablar de él: varios conocidos, cuando les he contado el proyecto me han dicho ¿pero tú sabes dónde te estás metiendo?; personas de algunas instituciones españolas que podrían apoyar el proyecto que me dicen que sería como autoinmolarse; escritoras y escritores a quienes han invitado a participar y no han encontrado tiempo para ello (seguro que era verdad en muchos casos); irritación entre mis amigos españoles y catalanes. Así que, mirad, aunque no sirva de mucho, defiendo a capa y espada la posibilidad de usar lo que la literatura nos enseña para conversar públicamente sobre lo que nos separa, de intentar entender las razones del otro, de ser el otro por un rato. Espero que una vez que se difunda la iniciativa, aparte de provocar los insultos de rigor, también suponga un empujón mínimo para mirar el conflicto, los conflictos, con flexibilidad, interés, curiosidad y autocrítica. No sería poca cosa.


La verdad sobre nosotros

NAJEM WALI // En su ensayo La lucha del artista por la integridad, el estadounidense James Baldwin escribía: “Los poetas (y con ellos me refiero a todos los artistas) son en última instancia los únicos que conocen la verdad sobre nosotros. Nadie más. Ni los soldados, ni los hombres de Estado, ni los sacerdotes, ni los sindicalistas. Solo los poetas”. Estoy de acuerdo. Personas que escriben con entrega genuina, que sienten una responsabilidad social y que no necesariamente tienen materialización política. No absuelven a nadie ni recurren (o así cabe esperar) a las armas. Su tarea debería consistir en describir las cosas de manera insobornable. Las cosas que ven y de las que pueden dar testimonio. Deben buscar palabras que no pierdan su vigencia y conserven su valor un siglo tras los sucesos descritos. Si tienen la sensación de que sus novelas, sus poemas, sus textos no bastan para evitar o detener la catástrofe, deben acudir a la “estética de la resistencia”, en términos de Peter Weiss. Deben buscar una base común con escritores y escritoras –artistas– pertenecientes a la otra parte del conflicto y esforzarse por una visión común que sirva para la paz y haga superflua toda guerra.


Este artículo se publicó originalmente en El Periscopio, el suplemento cultural de La Marea. Puedes conseguir un ejemplar en papel aquí.

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Comentarios
  1. Entrevista a Jorge Pueyo, CHA/Sumar Aragón:
    …Ya sabe que el PP va a pedir, a través de mociones, que alcaldes, concejales y parlamentarios de todos los partidos se retraten ante la ley de amnistía que el Gobierno de Pedro Sánchez estaría negociando con los partidos independentistas. Ahórreles el trabajo y dígame si usted está a favor o en contra.
    – Estamos viendo que la estrategia del PP no es la de intentar formar Gobierno, sino la de movilizar a todo su arco político para destruir cualquier alternativa. Es una campaña agresiva. Pero debemos tenerlo claro: o hay una España de PP y Vox en la que no caben la mitad de los españoles o una España que intenta construir un país mejor. Una encuesta de 40db decía recientemente que la gente es favorable a que haya un gobierno con toda la España plurinacional. Porque, al final, sin esa España plurinacional no se suma.
    – Pero no me ha respondido. ¿Está usted a favor o en contra de la ley de amnistía?
    – Yo creo que hay que encontrar soluciones políticas a conflictos políticos. Debemos desjudicializar la política y despolitizar la Justicia. Es decir, que los asuntos políticos se resuelvan en la política y que los asuntos judiciales se resuelvan judicialmente. Y que haya un CGPJ que no sea elegido por políticos, al igual que el TC o el Supremo. Es que hasta la Fiscalía también la nombra el Ejecutivo. Desde mi experiencia jurídica, tenemos que hacer un modelo más democrático. Y creo que por ahí está la solución.
    – El PP ha convocado para el domingo anterior al debate de investidura de Feijóo un gran acto en protesta contra esa ley de amnistía. ¿Están haciendo figuras como Aznar o Ayuso un llamamiento al golpismo, como así denunció la ministra portavoz del Gobierno en funciones en el último Consejo de Ministros?
    – Lo que estamos viendo es una radicalidad absoluta del PP. ¿Pero contra qué están protestando? Deberían estar esforzándose en recabar esos apoyos para su investidura y no querer derrocar un hipotético futuro gobierno. Y las salidas de tono de Aznar no las entiendo. Creo que un expresidente del Gobierno debería tener un ‘poquico’ más de altura de Estado. Si ama su país, estos asuntos debería dejarlos de lado. Lo que tendría que preocuparle es que Arabia Saudí esté comprando el 10% de las acciones de Telefónica, que tiene conocimientos sobre Defensa y sobre todos los asuntos del Estado. Eso es defender a tu país y patriotismo. Lo otro es propaganda.
    -¿Usted cree que habrá finalmente gobierno progresista o nos iremos una repetición electoral el 14 de enero?
    – Yo espero que sí. Creo que la España plurinacional debe plantear sus problemas y ponerlos encima de la mesa, pero sin olvidarnos de toda la agenda social. Nosotros hemos venido a mejorar las condiciones laborales, a reducir la jornada de trabajo o a mejorar el sistema de la financiación en asuntos como la Sanidad o la Educación, entre un largo etcétera. Si sabemos conjugar esas dos cosas, puede haber gobierno.
    https://www.huffingtonpost.es/politica/jorge-pueyo-poder-hablar-aragones-congreso-triunfo-frente-quienes-llamaban-paletos.html

  2. Los independistas catalanes son REPUBLICANOS ante todo. Por tanto, y debido a ése » pecado mortal de nacimiento» qué » padecen», ni las hordas de Aznar, ni el PP, ni las hordas VOX, ni las del Opus Dei, ni el nacional catolicismo, ni los patriotero- puñeteros de España, todos realistas- yihadistas fanaticos, aceptarán dialogo o reconciliación alguna con Cataluña.

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