Internacional
EXTRACTO | ‘Conversaciones con Allende. Socialismo en Chile’
Breve extracto de la entrevista del filósofo francés Régis Debray al presidente chileno Salvador Allende recogida en el libro 'Conversaciones con Allende. Socialismo en Chile', reeditado por Verso Libros
El filósofo francés Régis Debray, conocido debido a su participación en la incursión boliviana que le costaría la vida al Ché Guevara, llegó a Chile en 1971 para conocer los detalles sobre la experiencia revolucionaria chilena, la llamada vía pácifica al socialismo de Salvador Allende. Pocas semanas después de que la Unidad Popular llegara al poder, quien también hiciera las suertes de periodista mantuvo una larga conversación con el dirigente socialista sobre la fuerza del imperialismo en América Latina, el papel de las fuerzas armadas chilenas y los sectores reaccionarios de la burguesía para evitar su triunfo, así como el programa de nacionalización de los sectores estratégicos emprendido.
Fruto de esos diálogos nació el documental Compañero Presidente, dirigido por Miguel Littin, reconocido director del Nuevo Cine Chileno, y el libro Conversaciones con Allende. Socialismo en Chile, que reedita Verso Libros para conmemorar el 50 anivesario del golpe de Estado cívico militar ocurrido el 11 de septiembre de 1973. A continuación, un breve extracto de dicha entrevista seleccionado por sus editores.
¿Cómo un hombre de la pequeña burguesía –con todas esas amarras parlamentarias, masónicas, ideológicas y sociales– puede permanecer consecuente con una línea de acción revolucionaria? Después de haber atravesado por tantas instituciones burguesas, y de las más representativas del sistema, ¿cómo es posible que haya logrado convertirse en un líder de masas, en el máximo responsable de un proceso que apunta a la revolución?
Muchas veces he pensado en esa cuestión. Primero hay un compromiso intelectual que surge en la juventud y, más tarde, surge el compromiso real con el pueblo. Soy un hombre de partido y siempre he trabajado con las masas. Me siento un político criollo que está caminando muy apegado al pueblo. Piensa, Régis, que una gran mayoría de los dirigentes revolucionarios han salido de la pequeña y mediana burguesía. Algunos de ellos, sin sufrir en su propia persona la explotación, la han comprendido, la han sentido y se han colocado al lado de los explotados contra los explotadores. Siempre llevé a las instituciones que has enumerado mi posición política y esta siempre representó las ansias de justicia social del pueblo, exactamente como está representándola ahora.
¿Cuándo a usted se le hizo patente el problema del imperialismo? Digamos, ¿cuándo usted empezó a descubrir su vocación antiimperialista? Nunca la han descubierto los otros, o si la han descubierto la han abandonado. ¿Cuándo usted, digamos, se enroló en las filas antiimperialistas?
Yo creo que los que han leído a Lenin y especialmente su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo, ya tienen los conceptos teóricos. Esta cuestión del imperialismo tiene una connotación principal en los países subdesarrollados y, especialmente, en los de América Latina. Los socialistas advertimos que nuestro enemigo número uno es el imperialismo y por eso concedimos, y todavía lo hacemos en la actualidad, primera prioridad a la liberación nacional. La penetración y dominación del capital foráneo se ha acentuado en los últimos años hasta hacer casi invisible la llamada burguesía nacional.
Sintetizando un poco sobre este aspecto. Chile tiene su camino al socialismo, pero usted ha seguido de cerca la Revolución Cubana en estos 12 años. Por supuesto no hay modelo, no hay cosas que imitar mecánicamente, pero ¿qué lección personal le dio la Revolución Cubana a usted?
Una lección extraordinaria. Primero, un pueblo unido, un pueblo consciente de su tarea histórica, es un pueblo invencible. Además, cuando tiene líderes consecuentes, cuando tiene hombres capaces de interpretar al pueblo, sentirse el pueblo hecho Gobierno, y es el caso de Fidel, y es el caso del Che.
Hablemos ahora de la situación actual en Chile. Con [Eduardo] Frei [Montalva] se acabó el reformismo, fracasó el reformismo. Con usted en el gobierno, el pueblo chileno ha escogido la vía de la revolución, pero, ¿qué es revolución? Es la sustitución del poder de una clase por otra. Revolución es destrucción del aparato del Estado burgués y su reemplazo por otro, y acá no ha pasado nada de eso. Entonces, ¿en dónde estamos?
Perdón, compañero, vamos por partes. Efectivamente, el pueblo chileno escogió el camino de la Revolución y no hemos olvidado un principio fundamental del marxismo: la lucha de clases. Nosotros dijimos en la campaña electoral que nuestra lucha era para cambiar el régimen; el sistema. Que íbamos nosotros a conquistar el Gobierno para conquistar el poder: hacer las transformaciones revolucionarias que Chile necesita, romper la dependencia económica, política y cultural, sindical, y ¿qué?, ¿no ha pasado nada?, ¿en qué país estás tú?
Muchos me lo han asegurado: la Unidad Popular va ensanchando su base de apoyo social. Es un aspecto interesante que, en lugar del desgaste tradicional de un «gobierno de izquierda» en el poder, se produzca su fortalecimiento. ¿Ve posible usted una mayoría francamente popular y revolucionaria en un momento dado?
Mira. Nosotros llevamos pocos días, por así decirlo, para tener un desgaste, pero hay una cosa cierta, sí, y es que la reacción, la derecha y aun mucha gente, fíjate tú, mucha gente de izquierda, no creía que íbamos a ganar, primero, y enseguida, a realizar lo que habíamos dicho. Y enseguida hemos golpeado duro a la reacción. Insistentemente. Reciben un golpe y no se reponen y le damos otro. Por ejemplo, la Reforma Constitucional para nacionalizar el cobre; imagínate el entendimiento CUT-gobierno; ¡imagínate tú la creación del Consejo Nacional Campesino; la expropiación en Concepción de una empresa textil importante, la nacionalización del acero, la nacionalización del carbón, el proyecto de nacionalización de los bancos! Bueno, Régis, ¿estamos o no estamos buscando el camino que conduce al socialismo?
Me doy cuenta de que Chile tiene condiciones muy específicas y que era necesario transitar por ese camino. Lo importante es que se esté caminando de verdad y en dos meses se ha avanzado mucho. Pero vuelvo a mi pregunta, compañero Allende: los trabajadores detrás de usted han conquistado el Gobierno, y si le pregunto cuándo y cómo van a conquistar el poder, ¿qué me contesta usted?
Contesto que lo vamos a conquistar cuando el cobre sea nuestro, cuando el hierro sea nuestro, cuando el salitre sea auténticamente nuestro, cuando hayamos hecho una profunda y rápida Reforma Agraria, cuando controlemos el comercio de importaciones y exportaciones por parte del Estado, cuando colectivicemos gran parte de nuestra producción, y digo gran parte porque honestamente le hemos planteado al país, en el programa, que habrá tres áreas: el área de la economía social, el área mixta y el área privada. Entonces, si esas cosas –hacer válida la soberanía, recuperar las riquezas básicas, atacar a los monopolios– no conducen al socialismo, yo no sé qué conduce al socialismo. Pero el poder indiscutiblemente lo tendremos cuando Chile sea un país económicamente independiente. De allí que nuestra línea esencial, vital, sea antiimperialista como etapa inicial de los cambios estructurales. De allí que el proyecto de más trascendencia es el que permite nacionalizar el cobre, la riqueza fundamental de Chile, y, ¿qué piensas tú? ¿No es cierto que está bien?
Pero ¿cómo se darán las nuevas relaciones sociales en este contexto?
En cuanto a las relaciones entre los hombres, y las formas que sería posible y deseable que adoptasen, tú bien sabes que existe una amplia discusión en los países socialistas y diversos criterios han sido puestos o intentados en la práctica. Entendemos que el asunto no está cerrado, ni mucho menos se puede afirmar dogmáticamente «este es el camino»; deberemos hacer nuestra propia experiencia, la que surja de las contradicciones históricas y sociales en que se realice nuestra revolución socialista. Desde luego, existen ciertos elementos que emanan de las experiencias de los demás países, y que son más o menos comunes a muchos de ellos: creación de un nuevo sistema de valores en que se destaque el carácter social de la actividad humana, revalorización del trabajo como la práctica humana esencial, reducción al mínimo indispensable de los estímulos que impulsan la privacidad y el individualismo. Mientras tanto, podemos adelantar que, en la práctica, la dirección de las empresas que se han expropiado o intervenido, están siendo dirigidas por Comités de Trabajadores de la Fábrica, encabezados por el administrador designado por el Estado. Sus objetivos ya no son la obtención de ganancias, sino satisfacer las necesidades presentes y futuras del pueblo. A medida que se constituya el área de propiedad social, las formas planificadas de obtención de estos objetivos irán reforzándose.
Compañero Presidente, usted como marxista sabe muy bien que ninguna clase social abandona el poder de buen grado. Ya sabemos que el pueblo no está todavía en el poder, pero al menos está en el gobierno y parecería, para uno que mira de afuera las cosas, que el cambio de gobierno se produjo con mucha gentileza y con mucho estilo.
Yo creo que hay una imagen un poco desfigurada respecto a la resistencia de los sectores reaccionarios a que nosotros llegáramos al gobierno. En la etapa electoral recurrieron a todos los medios. Ya el año 58, ya el año 64, la difamación, la mentira, la calumnia, un anticomunismo soez, vulgar, y el año 70 todavía peor… Bueno, ellos se equivocaron, no nosotros. Ellos fueron tan insolentes que creyeron que podían triunfar incluso a tres candidatos. Ganamos, pero, Régis, debo decirte, yo le dije al pueblo, te lo acabo de decir hace un instante pero te lo voy a ampliar: ganar es difícil pero no imposible. Ganamos dentro de sus reglas del juego. La táctica nuestra fue correcta, la de ellos equivocada. Pero yo le dije al pueblo: «Entre el 3 de septiembre y el 4 de noviembre, Chile se va a sacudir más que una pelota de fútbol pateada por Pelé». Se lo dije así para que el pueblo entendiera.
¿Usted sintió la guerra civil como una posibilidad? ¿La vio venir? ¿La temió? ¿La vio pasar de cerca?
Sí, el asesinato del general René Schneider lo probó. Si acaso los reaccionarios hubieran secuestrado al comandante en jefe del Ejército, indiscutiblemente que habríamos quedado al borde de la guerra civil. Ellos perseguían provocar a las Fuerzas Armadas para lanzarlas contra el Congreso. No debes olvidar que el atentado criminal se produjo 48 horas antes que el Parlamento se reuniera en Sesión Plenaria para pronunciarse constitucionalmente sobre los resultados de la elección presidencial.
A esa altura, la Unidad Popular ya tenía los votos del Parlamento para ratificar la victoria obtenida en la elección del 4 de septiembre, con lo que había quedado desterrada la maniobra anticonstitucional que se pretendió hacer con una carta enviada por el candidato presidencial conservador derrotado, Jorge Alessandri. Desaparecida la posibilidad de una derrota de la Unidad Popular dentro de la legalidad, los conspiradores obraron fuera de la ley burguesa. ¿Qué iba a hacer el pueblo? Teníamos que defendernos.
Se defendieron hasta el último los reaccionarios; agotaron todos los recursos…
Todos no, porque aún siguen actuando…
No se sentía antes protegido por el gobierno…
No, ya te lo he dicho; los Jefes de Investigaciones estaban comprometidos [con los sectores reaccionarios].
Si ellos salen de la legalidad, ¿usted también saldrá de la legalidad? Si ellos dan golpes, ¿ustedes también darán golpes?
¿Si ellos nos dan un golpe ilegal? Nosotros daremos cien, con toda seguridad.
«En La Moneda se respiraba el aliento de la muerte», Joan Garcés, (asesor más cercano a Allende).
… El riesgo de un golpe de Estado estuvo presente desde antes que Allende asumiera. Hubo una decena de intentos de golpe de Estado que fueron sofocados por la jerarquía constitucionalista de las Fuerzas Armadas.
Si Allende pudo asumir la presidencia en noviembre de 1970 es porque en las Fuerzas Armadas había oficiales constitucionalistas, un Ejército republicano. Y eso estuvo presente durante los tres primeros años y fue lo que sostuvo al gobierno frente a la conspiración impulsada por Estados Unidos. Hasta que a fines del mes de agosto del 73 se produce la traición.
Así como el comandante en jefe (René Schneider) en octubre de 1970 se negó a cumplir las órdenes de Washington y dar el golpe, lo que le costó la vida*, el general que comandó el Ejército a fines de agosto Augusto Pinochet encabezó la traición. Por consiguiente, desde octubre de 1970, Allende formó unos escoltas personales de jóvenes militantes del Partido Socialista que estaban identificados con el programa de gobierno.
Y esos jóvenes, unos 15 o 20, estaban dentro del palacio (el 11 de septiembre), eran sus escoltas personales, y todos tenían formación en manejo de armas. Son ellos los que hicieron frente al ataque. Son los héroes, junto al presidente, de una batalla que militarmente no tenía desenlace equívoco. Para el presidente, fue una batalla de carácter política y moral, frente a una traición y un ataque tan brutal contra las instituciones del Estado. Y esa batalla Allende la dio por sentido político. Él era un político. Y fue su última batalla política. Y si estamos hablando de ese día hoy, 50 años después, es porque política y moralmente esa batalla la ganó al costo de su vida.
El actual presidente de Chile, Gabriel Boric, ha dicho que el golpe no era inevitable… Pero otros dicen que sí… ¿Qué piensa usted?
No cabe ninguna duda (que era evitable).Tiene usted los propios cables de los servicios secretos del presidente Nixon, el último se acaba de desclasificar, en el que dicen que le informaron a Nixon, el día 8 de septiembre del 73 y el mismo 11 de septiembre, que la posición del presidente era una salida política a la situación que vivía el país.
Por consiguiente, el golpe, desde el punto de vista del gobierno de Allende, era evitable porque había una salida política a la crisis que se había provocado como consecuencia de una guerra encubierta e híbrida del gobierno de Estados Unidos contra el gobierno de Chile. Por otro lado, la traición, por primera vez en la historia de Chile, del jefe máximo del Ejército a un presidente de la República es lo que permitió que se produjera el golpe.
Si el jefe del Ejército en el 73 no hubiera sido un traidor, con un fondo criminal, como después se desveló, el golpe hubiera fracasado, tal como fracasaron los intentos anteriores.
Por consiguiente, con oficialidad republicana en puestos claves en las Fuerzas Armadas, más un presidente dispuesto a evitar una confrontación violenta en el país y una vía política abierta para que se encausara por ahí la crisis, el golpe era no solo evitable sino que no debería haberse producido. Es la acumulación de esos factores, con el motor e impulso de Estados Unidos, lo que provoca el golpe y la tragedia que siguió en el país.
Por eso yo siempre digo que el origen del golpe en Chile es exógeno, está en la Casa Blanca….
https://canarias-semanal.org/art/34940/entrevista-a-joan-garces-lo-que-nunca-supimos-de-los-ultimos-momentos-de-allende
Tanta nacionalización de recursos, era inevitable que no la supieran digerir los codiciosos, aquellos que creen que el mundo y sus recursos les pertenecen a ellos.
El poder siempre lo tienen los más codiciosos, los menos escrupulosos, los traidores, que son los que amasan las grandes fortunas, que compran a los medios de comunicación, las voluntades, los recursos necesarios para imponer su despotismo y su injusticia.
PABLO SEPULVEDA ALLENDE: «Desde que mi abuelo, Salvador Allende, fue elegido en 1970 como el primer presidente socialista de Chile, Estados Unidos no durmió tranquilo. Buscaron, por todos los medios, sacarlo del poder. No solo con palabras, sino con acciones concretas, como el sabotaje económico».
«Chile tenía problemas económicos, sí, pero muchos de ellos fueron provocados por Estados Unidos», afirma Pablo con firmeza.
«Chile busca su equilibrio», dice Pablo. A pesar de ser considerado uno de los países más desarrollados de América Latina, la realidad es bien diferente.
«Hay mucha pobreza y endeudamiento. La percepción que se tiene de Chile es errónea», señala.
El legado de Allende, según su nieto, ha sido traicionado. El neoliberalismo, impuesto tras 17 años de terror estatal bajo Pinochet ha calado hondo en la política chilena.
Pablo Sepúlveda Allende deplora el hecho de que los partidos de «izquierda» modernos de Chile hayan abrazado el neoliberalismo y hayan hecho pactos con la derecha para mantenerse en el poder, desnaturalizándose por completo.
Y denuncia que el Partido Socialista, así como otros miembros de la coalición de centro izquierda, «han traicionado el legado de su abuelo» al, por ejemplo, desnacionalizar la industria del cobre.
“Hoy, después de 50 años, el 70% del cobre que se extrae en Chile pertenece a extranjeros, a corporaciones transnacionales”, dijo Sepúlveda Allende.
Las palabras de Pablo, cargadas de historia, dolor y esperanza, resuenan en el aire. La historia de Chile, con sus luces y sombras, sigue viva en la memoria de aquellos que la vivieron y en las nuevas generaciones que buscan un futuro mejor.
https://canarias-semanal.org/art/34936/el-nieto-de-allende-denuncia-los-partidos-de-la-izquierda-chilena-han-traicionado-el-legado-de-mi-abuelo
Allende fue, en primer lugar, un hombre bueno, de gran corazón, valiente y solidario con las gentes más humildes de Chile, ése es su primer rasgo de grandeza. Infelizmente, se vio envuelto, sin quererlo, en la lucha a muerte entre dos fundamentalismos religiosos: el marxista- leninista y el neoliberal, capaces de cualquier bajeza con tal de tomar el poder.
En efecto, los primeros en presionar al gobierno de Allende a qué tome medidas muy arriesgadas, porqué pondrían a gran parte de la población en su contra, fueron los extremistas de la izquierda de café de Chile, representada por el MAS y el PC Chileno. Éstos tipos deliraban con su supuesta fortaleza y con el, tambien supuesto, caracter » revolucionario» , exepcional, de la población chilena, todo falso, claro. Con ésas ideas infantiles juega siempre la izquierda autoproclamada » revolucionaria» Latinoamerican. Los tipos aceptan ciegamente, cómo si fueran los Diez Mandamientos y Principios Físicos, los discursos delirirantes de Castro, del Che Guevara y de los vetustos libros de Marx y Lenin. El gran pecado de la extrema izquierda chilena, es qué tiene parte de culpa en el proceso de caida y muerte de Allende. Efectivamente, fueron ellos quienes más lo presionaron para que desafie a la ultraderecha. Esto, un social demócrata realista cómo Allende, seguro, no tenía planeado hacer. Entre otras razones, porqué Chile siempre ha tenido muy buenos diplomáticos y éstos no podían ignorar qué en Washington reinaba un tipo de la calaña de Kissinger. Es decir, un psicopata de libro, carente de toda moral y alcahuete incondicional de la ultra derecha yanqui. Kissinger ya había dado muestras de su maldad y bajeza, pues, es el bicho qué no h
dudó un instante en montar una guerra de exterminio, un genocidio, contra la población de Viet Nam, por razones puramente geopolíticas. Desde qué llegó a USA y con el apoyo de los sionistas de la Reserva Federal, éste bicho se convirtió el intelectual y héroe de la peor ultraderecha yanqui. El desafío de Allende a estos yihadistas WASPS consistió, esencialmente, en la nacionalización de empresas y la reforma agraria. Cómo era de esperarse, y, seguro, Allende lo sabía, estas acciones eran justo las qué esperaban los fundamentalistas neoliberales, para entrar en acción, y, una vez más, dar un golpe de Estado. Detras de Kissinger, están los predicadores del capitalismo más salvaje, todos sionistas de la Escuela de Chicago.
El resto de la tragedia de Allende ya es conocida. Pero, ahora quiero ilustrar el caracter de los » revolucionarios» de la ultra izquierda chilena con un relato, verídico, de lo qué hicieron en Suecia. Yo estaba en Estocolmo, estudiando ingeniería, cuando ocurrió el golpe contra Allende. Sabiendo de la sangrienta represión qué instaló Pinochet, suecos y latinoamericanos organizamos todo tipo de eventos para recaudar fondos, destinados a traer refugiados chilenos a Suecia. Vinieron unos 6.000, la mayoría del PC Chileno y de facciones de la izquierda chilena. En esos años hubo golpes de estado y represión en casi toda LA, de modo tal qué Olof Palme y su gobierno tambien financiaron la venida a Suecia de muchos refugiados latinoamericanos. En cuanto vieron esto, los «revolucionarios» chilenos enviaron una carta al gobierno sueco, exigiendo qué no traigan a Suecia a refugiados de otros paises de LA, sino sólo a chilenos.