Opinión
Garamendi, el guardián de la plusvalía
"A Antonio Garamendi se le suele presentar como un empresario moderno por las voces propagandistas del dinero, pero, en realidad, es todo lo contrario. Huele a decimonónico", escribe Antonio Maestre
Este artículo se publicó en #LaMarea93 (marzo-abril 2023). Puedes conseguir la revista aquí.
Karl Marx en el siglo XIX ya explicó cómo es posible que el jefe de los empresarios se atreva a subirse el sueldo un 8% mientras se lo niega a los que cobran el salario mínimo interprofesional. Lo cobra precisamente por evitarlo. Antonio Garamendi es el guardián de la plusvalía, el garante de lograr que los empresarios se garanticen que la concreción monetaria del valor que las personas trabajadoras crean por encima del valor de su fuerza de trabajo acabe en las arcas empresariales. A Antonio Garamendi se le suele presentar como un empresario moderno por las voces propagandistas del dinero, pero, en realidad, es todo lo contrario. Huele a decimonónico. El presidente de la CEOE ha sido educado en el mantenimiento del orden y la tradición. El de la conservación del concierto burgués que garantiza que el dinero no se redistribuya para que el sistema capitalista siga rodando de la misma manera garantizando la posición de los suyos. Su familia es uno de los principales exponentes del linaje de los que habitan Neguri, la burguesía vasca que no dudó en acercarse al franquismo para poder mantener el poder y la posición logrados en los años de la restauración y la dictadura primorriverista.
El abuelo del perfilado fue el arquitecto Rafael de Garamendi Ordeñana, que descendía de una rica familia de indianos que hicieron fortuna en México. Marítima del Nervión es el negocio familiar llevado al frente por su padre, Rafael Garamendi Aldecoa. El presidente de la CEOE es uno de esos hombres hechos a sí mismos que empiezan desde cero con el pastón heredado después de generaciones de acumulación de capital garantizado por la posición social de su ancestros. Como empresario, ha sido un fracaso absoluto, ninguna de sus empresas ha sobrevivido sin que su posición se haya vista menguada. Garamendi, conocedor de que Bourdieu lo determina todo mucho más que el encargado de clase media que defiende a los ricos, ha mandado a sus hijos a estudiar a Gaztelueta, el colegio del Opus donde él también estudió y al que van todos los niños bien de Neguri.
El centro fue creado en los años 40 promovido por las familias de empresarios vascos asociados al franquismo que consideraban que había pocas plazas escolares cerca de su casa. Los Ybarra, los Oriol y los Güell pidieron a Escrivá de Balaguer que creara un colegio para ellos y nació Gaztelueta. El lema del centro escolar deja una buena muestra de lo que sucede cuando un burgués quiere algo: “Sea nuestro sí, sí; sea nuestro no, no”.
Mantener el orden. Garamendi es un soldado de la burguesía. Como hacen todos estos miembros ilustres de la casta empresarial que utilizan los matrimonios como perpetuadores de privilegios, se casó con María Acha Satrustegui, del linaje del Ducado de las Torres, todo por lograr que las mismas familias siempre consigan ocupar los puestos de representación social. Que la misma estirpe siempre marque cómo se hacen las cosas. Esa es la labor fundamental de la obra y de la burguesía, evitar que los espacios de decisión sean ocupados por extranjeros de clase que puedan pervertir el statu quo de acumulación originaria de capital.
Antonio Garamendi ve normal cobrar 400.000 euros anuales y subirse el salario un 8% con la inflación mientras se niega a las personas trabajadoras el pan. Su posición es la negación rotunda a que los asalariados cobren ese 8% de subida del coste de la vida en tres años con cláusulas de revisión, o se niega a firmar con el Gobierno una subida de 80€ del salario mínimo interprofesional. Lo ve normal porque es su modo de vida. No se consigue mantener el dinero de la familia a buen recaudo concediendo al servicio. Su sueldo, el millonario, es un sueldo bien ganado proporcionado por los empresarios por ser precisamente el guardián de la plusvalía. Su papel es garantizar que los empresarios de toda España sigan con veranos de cinco meses a costa de los diez días de vacaciones de sus empleados.
Garamendi ve la vida como el señor acostumbrado a que le sirvan el agua y a tener los zapatos relucientes a los pies de la cama. La perspectiva de clase de quien recoge los trajes planchados en el vestidor no comprende el valor productivo de quienes permiten que su presencia burguesa aparezca siempre presentable a la hora indicada en su desayuno de trabajo para negar el sustento proletario. El esfuerzo gastado de los empleados garantiza que la clase de Garamendi sea productiva en su negación del progreso a quienes planchan sus corbatas de seda sin que aparezcan los hilos quemados. La burguesía de Neguri, como la de Madrid o Barcelona, opera parasitando el tiempo de la clase obrera. Un tiempo que la clase trabajadora emplea en ahorrárselo a los privilegiados y que luego usan en la mesa de negociación para que no mejoren su precariedad. Los Garamendi y su clase pagan con la plusvalía arrebatada para ahorrarse un tiempo, el que roban, que les hace más productivos en la negación del progreso de la gente humilde. La rueda de la perpetuación de las desigualdades es una garantía de inmovilismo que la CEOE mantiene en movimiento para asegurarse una mesa pantagruélica de la que otros y otras limpiarán las migas.
NO SEAIS DEMASIADO AMABLES, Sabino Cuadra.
Antonio Garamendi, capo di capi de la patronal española -CEOE- y Alí Babá de los 35 del IBEX, ha afirmado que “no se puede hablar de ricos y pobres” porque esto “radicaliza a la sociedad”. Normal, pues según él la crisis es algo que nos afecta a todos por igual, afirmación que incluso el Banco de España ha desmentido señalando que la rentabilidad empresarial está creciendo a una tasa muy alta, mientras que el poder adquisitivo de los salarios de la gran mayoría de la población va decreciendo.
En la sociedad capitalista en la que vivimos, más aún en su especial y españolísima concreción, los intereses entre quienes están en el vértice de la pirámide y las mayorías que conforman su base, no es que sean diferentes, sino que son contradictorios y opuestos. Hay pobreza porque hay riqueza. Las miserias de unos (12,3 millones de personas están en riesgo de pobreza o exclusión social y un 44,9% de la población llega con dificultades a final de mes) se derivan de las opulencias de otros. Por eso, tratar de intentar paliar, reducir o, por qué no, suprimir la actual desigualdad social entre los pocos que están arriba y las muchísimas que están abajo, no podrá hacerse sin desmochar esa maldita pirámide, cada vez más puntiaguda…
https://rebelion.org/no-seais-demasiado-amables/
Garra/mendi , Garra/mendi ; otro » pajaruelo………..» .
Salud.