Internacional
Testimonios del horror: Amnistía Internacional documenta numerosas muertes de civiles y violencia sexual contra mujeres y niñas en Sudán
Amnistía Internacional denuncia que se están produciendo crímenes de guerra en Sudán y recoge los testimonios de personas que lo han perdido todo.
Amnistía Internacional ha publicado el informe Death Came To Our Home’: War Crimes and Civilian Suffering In Sudan – centrado principalmente en Jartum y Darfur Occidental– en el que, tras entrevistar a 181 personas, denuncia y documenta los crímenes de guerra que se están produciendo en Sudán, provocados por el conflicto entre las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) y las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF), que está arrasando el país.
Está habiendo, señalan, “un número enorme de muertes de civiles tanto en ataques deliberados como en ataques indiscriminados de las partes enfrentadas”. Además, detallan “actos de violencia sexual contra mujeres y niñas, ataques selectivos contra bienes de carácter civil como hospitales e iglesias, y saqueos generalizados”.
“Matan a personas en el interior de sus casas o mientras buscan desesperadamente comida, agua y medicamentos. Atrapadas en el fuego cruzado cuando huyen o tiroteadas deliberadamente en ataques selectivos. Miembros de las partes enfrentadas han violado y sometido a otras formas de violencia sexual a decenas de mujeres y niñas, algunas de tan sólo 12 años. No hay lugares seguros”, subraya Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.
“Esa única bala destruyó nuestra familia en segundos”
Los combates comenzaron en el barrio de Kalakla, en el sur de Jartum, el 20 de abril. Kodi Abbas, maestro de 55 años, comentó a Amnistía Internacional que dos de sus hijos varones —Hassan, de 6 años, e Ibrahim, de 8— y su sobrino Koko, de 7 años, murieron cuando trataban de escapar de los disparos.
“Mi esposa y mis hijos huyeron de casa cuando estallaron los enfrentamientos en nuestro barrio […] pero mis dos hijos menores […] eran pequeños y no pudieron correr lo bastante rápido […] No sé quién les disparó. Los ha matado la guerra”, explica.
Ala Fawzi al Mardi, médica de 26 años, murió en su casa del barrio de Hay al Manara, en Omdurman, el 15 de abril, el día que estallaron los enfrentamientos
Fawzi al Mardi, su padre, relata que su esposa también resultó herida de gravedad: “Esa mañana despertamos en el infierno. Por todas partes se oía el sonido incesante de disparos y bombardeos […] Me preocupaba mi hija Ala, que había salido a trabajar al hospital”.
“Unos minutos después de que llegara a casa, entró por la ventana de la sala una bala que alcanzó a mi esposa en la cara, atravesándole el lado derecho y el cuello, y luego impactó a Ala en el pecho, lo que la mató al instante. Esa única bala destruyó nuestra familia en unos segundos […] En cuanto Ala llegó a casa, donde debía estar a salvo, vino la muerte a nuestra casa.”
El 6 de junio, una serie de ataques reiterados con proyectiles lanzados desde tierra en Darfur Occidental causaron la muerte y heridas a decenas de civiles en la residencia femenina de la Universidad de Geneina y en sus alrededores, donde se habían refugiado muchas personas huyendo de los combates en sus barrios.
Ataques deliberados a civiles: 14 personas asesinadas en un centro médico
Se han lanzado ataques selectivos que han causado deliberadamente la muerte y lesiones a civiles. Sobrevivientes y testigos han identificado, por lo general, a miembros de las RSF como los perpetradores, enfatizan desde Amnistía Internacional.
El 13 de mayo, miembros de las RSF irrumpieron en el complejo de la iglesia copta de Mar Girgis (San Jorge), en la zona de Bari de Jartum. Según testigos, dispararon contra cinco miembros del clero y robaron dinero y una cruz de oro.
El 14 de mayo, el doctor Adam Zakaria Ishaq, médico y defensor de los derechos humanos de 38 años, murió junto con 13 pacientes en el Markaz Inqadh al Tibbi (Centro de Rescate Médico), centro médico del barrio de Jamarik de Geneina. Dos colegas suyos manifestaron que miembros de la milicia árabe habían disparado a las 14 víctimas.
Así lo contaba uno de ellos: “El doctor Adam […] atendía a personas enfermas en un pequeño consultorio cuando lo mataron, porque el hospital principal de Geneina fue destruido por la misma milicia armada y las RSF a finales de abril. Le dispararon en el pecho”. Dejó una esposa y dos hijos de cuatro y seis años, respectivamente.
“Mataron a mi esposo y a sus cuatro hermanos. A las mujeres y a los niños nos pegaron con palos y látigos”
Al aumentar las tensiones en Darfur Occidental, continúa el estudio, muchas personas de etnia masalit huyeron al este de Chad. En gran parte salieron de la ciudad de Geneina, que, según algunos de los que consiguieron escapar, había sido atacada por milicias árabes fuertemente armadas con el apoyo de combatientes de las RSF.
El 28 de mayo, decenas de civiles murieron en Misterel, localidad al sudoeste de Geneina, donde estallaron enfrentamientos entre las RSF y sus milicias aliadas, y grupos armados masalit. Sus residentes señalaron que habían enterrado a 58 civiles.
Uno de los casos más dolorosos fue el asesinato a tiros en su casa de cinco hermanos, uno de los cuales —Al Haj Mohamed Abu Bakr— era el esposo de Zeinab Ibrahim Abdelkarim. Ésta, de 27 años y madre de dos hijos, cuenta: “Seis miembros de las RSF irrumpieron en nuestra casa a las 8 de la mañana y fueron a la habitación donde estaban mi esposo y sus 4 hermanos y los mataron a tiros a todos […] Las RSF vinieron luego a la habitación donde estaba yo con mis hijos y otras 12 mujeres y niños y niñas […] Nos pegaron con palos y látigos y dijeron: ‘¿Dónde están las pistolas?’, y luego nos robaron los teléfonos.”
“Me fui de casa porque había disparos por todas partes y me violaron”
En la mayoría de los casos de violencia sexual documentados por Amnistía Internacional, las sobrevivientes dijeron que los perpetradores eran miembros de las RSF o de milicias árabes aliadas. Las violaciones, la esclavitud sexual y otras formas de violencia sexual cometidas en el contexto de un conflicto armado son crímenes de guerra, reiteran desde la organización.
Una mujer de 25 años de Geneina describió cómo tres hombres árabes armados y vestidos de civil la habían obligado a entrar en el edificio del Registro Civil del barrio de Al Jamarik, el 22 de junio, y la violaron.
“No hay seguridad en ninguna parte de Geneina. Me fui de casa porque había disparos por todas partes […] y estos criminales me violaron. Ahora tengo miedo de estar embarazada […] No puedo soportarlo.”
En otro caso, miembros de las RSF secuestraron a un grupo de 24 mujeres y niñas a las que llevaron a un hotel donde las retuvieron varios días en condiciones que constituyen esclavitud sexual. Muchas sobrevivientes no han tenido acceso a ayuda médica y psicológica.
Un buen número de instalaciones sanitarias y humanitarias han resultado destruidas o dañadas en todo el país, privando a la población civil de alimentos y medicinas, y exacerbando una situación ya desesperada. En la mayoría de los casos documentados de saqueo intervinieron miembros de las RSF.
La comunidad internacional debe ampliar el embargo de armas a todo Sudán
Desde el 15 de abril de 2023, recuerda Amnistía Internacional, se disputan el control de Sudán las SAF (dirigidas por el general Abdel Fattah al Burhan, jefe del Consejo Soberano de Sudán) y las RSF, de carácter paramilitar (dirigidas por el general Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti).
Dadas la escala de los combates y la organización de ambas partes, según los Convenios de Ginebra, se trata de un conflicto armado no internacional.
Como tal, afirman, “los combates entre las partes se rigen por el derecho internacional humanitario, que trata de proteger a la población civil y a otras partes no combatientes en el conflicto armado, y el derecho internacional de los derechos humanos, que sigue siendo aplicable. Ciertas violaciones graves de estas normas constituyen crímenes de guerra de los que soldados y mandos individuales pueden ser considerados penalmente responsables”.
La comunidad internacional, exigen, “debe ampliar inmediatamente el embargo de armas vigente a todo Sudán y garantizar su cumplimiento. Los países que tengan una influencia significativa en las partes en conflicto han de usarla para poner fin a las violaciones de derechos”.
“El Consejo de Derechos Humanos ha de escuchar los llamamientos de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo y establecer un mecanismo independiente de investigación y rendición de cuentas para vigilar, recabar y preservar las pruebas de violaciones de derechos humanos en Sudán.”
“La espiral de violencia en la región de Darfur recuerda la campaña de tierra arrasada de decenios anteriores, en la que a veces participaron los mismos actores”, concluyen.
La violencia es peor que el cáncer. Sí, porque muchos cánceres se curan, y el que no se cura te mata, pero la violencia, si no te mata el cuerpo, puede matarte el alma, porque no te queda mas remedio que formar parte de ella, si quieres sobrevivir, o dejar que te maten, para no tener que matar.
¿Y quien hace eso? Esa valentía no la tienen todos. Porque hay que ser muy valiente, sí, y tener mucho amor, eso también, amor al prójimo, para entregarte a la muerte y así no tener que matarle para sobrevivir; ese amor que, por lo que puede ver, no lo tienen los fabricantes de armas, ni los que montan las guerras con cualquier motivo inventado, para ocultar el hecho, infame y terrible, de que, en realidad, esos señores que venden las armas, y los que las compran, comercian con vidas humanas. Pero no les importa…; todo por la pasta.
Pues ya que hablamos de Africa, dicen que el reciente golpe de estado dado en NIGER se resume en seis palabras:
Uranio
Petróleo
Oro
Sal
Fosfatos
Carbón.
El imperialismo no puede dejar caer esta perla de las materias primas. El uranio natural (Niger es el tercer país del mundo en producirlo) se usa para fabricar uranio enriquecido, y éste se usa para fabricar combustible para plantas de energía nuclear, donde Francia es potencia mundial.
Se podría describir lo que es el imperialismo, el papel de Francia y EE.UU, pero hemos resumido. Un resumen que es común a otras realidades. (Insurgente)