Crónicas | Sociedad
“Las generaciones que nacieron en un contexto de normalización de nuestros derechos tienen muchísimo que perder”
'La Marea' reúne en una terraza a tres personas de generaciones diferentes para hacer balance del momento en el que se encuentra la libertad de ser quien quieras ser sin miedo.
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El cielo de A Coruña está a punto de romperse. Bajo las nubes de mediados de junio, Paco y Fito entran en los baños del céntrico parque coruñés de Méndez Núñez. “A esta zona se la conocía como El Patio”, apunta el activista Fito Ferreiro. “Era el punto de encuentro de la comunidad gay de la ciudad”, media el trabajador social de la Fundación 26 de Diciembre, Paco Novo. Ahora es un baño público, con un trabajador municipal en la puerta que parece custodiar un lugar repleto de secretos y vidas proscritas que suspendían momentáneamente la opresión entre sus paredes. “Sólo por pasar por aquí”, rememora Ferreiro, “ya te registraban”.
“Actualmente, no hay rechazo a decir que eres homófobo abiertamente”, señala Mónica sobre la salida del armario de un discurso de odio contra el colectivo. “Estamos en un tiempo bueno en un sentido y, a la vez, terrorífico para la comunidad LGTBIQ+; hay más espacios pero también más preocupación”, reconoce Martín. “Las generaciones que nacieron en un contexto de normalización de nuestros derechos tienen muchísimo que perder”, reflexiona Enrique. La Marea reúne en una terraza a tres personas de generaciones diferentes para hacer balance del momento en el que se encuentra la libertad de ser quien quieras ser sin miedo. La necesidad de educar y formar aparece varias veces en su conversación junto a la incertidumbre que aglutinan los comicios del 23 de julio.
En el prólogo electoral, la Ley Trans y las propias personas trans han entrado en campaña. “Se puede afirmar que ser trans en 2023 es menos difícil que lo era hace 10 años”. Natalia Aventín es la presidenta de Euforia, una asociación que agrupa a familias Trans-Aliadas: “Hay más legislación que reconoce específicamente los derechos y una mayor sensibilidad social. En paralelo, el rechazo y el discurso de odio también se han intensificado”, admite. La comunidad trans en general y, las personas menores en particular, están también en el ojo del huracán por discursos que alimentan la transfobia. “Hay más visibilidad del colectivo y eso no es malo. Pero no será bueno mientras visibilizar sólo signifique llevar una diana en la espalda”, tercia Sonia Fernández, presidenta de Chrysallis Galicia, Asociación de Familias de Infancia y Juventud Trans.
“Todo el mundo opina de lo trans menos las personas trans”, resalta la gerente de Arelas (Familias de Menores e Mocidade Trans de Galicia), Cristina Palacios, sobre la nula aparición en el debate público y político de estas personas. Un silencio que Aventín tilda de “escandaloso” y que, para Fernández, se debe a lo siguiente: “No se está escuchando a quienes somos los depositarios de la tutela de esos menores, a las familias que acompañamos y conocemos su realidad de primera mano”.
Educación para promover la diversidad
Respecto a la educación para promover la diversidad, las opiniones de las tres entidades no confluyen. Para Aventín, de Euforia, “hay un cambio evidente en la legislación educativa para la inclusión transversal en las aulas de la diversidad, pero realmente es complicado implementar[la] si el sistema educativo no amplía la formación de sus docentes y generaliza la revisión de temarios”. En cambio, para Palacios, de Arelas, “hay una revolución en los centros educativos, al menos en Galicia; se respeta a los menores trans”.
Sentados frente a frente, Fito Ferreiro y Paco Novo abordan la doble discriminación que supone el edadismo por ser mayor y la propia LGTFBfobia. “Las generaciones mayores, para las jóvenes, no existen porque como todavía no somos mayores, no sentimos esas necesidades”, señala Novo, técnico de la Fundación 26 de Diciembre. Una institución, como se explica en su página web, “creada con el objetivo de visibilizar a las personas mayores LGTBIQ+”. “No sienten suyas esas luchas… y no conocen ni les interesa lo que pasamos”, amplía Ferreiro. “Quedábamos a escondidas, nos identificaban solo por pasar por aquí”, recuerda. Enrique Pérez expone lo que supone ser mayor y formar parte del colectivo LGBTIQ+: “La mayoría de las personas vuelven a armarizarse si quieren entrar en una residencia; no existimos para ellas”.
Mónica García rápidamente ejemplifica que la discrimación llega a extremos como “no poder compartir habitación con tu pareja” o, como expone de nuevo Pérez, “ocultar de entrada tu identidad ya que habrá personas que no querrán compartir habitación contigo”. Esta invisibilización, aduce Paco Novo, conlleva también un perjuicio para su salud: “La sintomatología refleja un envejecimiento más rápido respecto al colectivo heterosexual, con mayor indicencia de enfermedades mentales, entre las mujeres lesbianas, o cánceres de próstata o anales, entre hombres”.
Según un estudio de UGT y el Ministerio de Igualdad, el 75% de las personas LGTBI consultadas no tienen las mismas oportunidades que las heterosexuales
Martín Mondragón observa y reconoce que el colectivo necesita integrar a la gente mayor y hacer pedagogía en las casas: “Escucho mucho cansancio en el colectivo por tener que dar explicaciones constantemente. Es impensable que alguien no sepa todavía lo que es la expresión de ge?ero; es algo básico”. Mónica García asiente y solicita políticas de integración social para las personas trans que promuevan el empleo en una comunidad con “un porcentaje de paro bestial”, medidas que faciliten el alquiler de pisos o más conocimiento a la comunidad médica para que ir al médico no suponga tener que explicar repetidamente quién eres o cuál es tu identidad de género. El informe Discriminación de las personas #trans y #LGTBI en el ámbito laboral en España en 2023, del sindicato UGT y el Ministerio de Igualdad, destaca entre sus conclusiones que el “75% de las personas LGTBI consultadas no tiene las mismas oportunidades que las heterosexuales”. El porcentaje alcanza el “83% si son trans y no binaries”.
En el horizonte, cuatro palabras que descosen todas las anteriores: el asesinato de Samuel Luiz. “Por Samuel empecé en el activismo”, afirma Enrique Pérez, retrotrayéndose a la ola reivindicativa que congregó en la Plaza de María Pita a miles de personas en julio de 2021. “Quedé en shock. No pensé que pudiera suceder algo así en mi ciudad. Tantos años después, volví a tener miedo a ir a la calle, fue tan brutal”, describe Ferreiro.
“Es una hostia en toda la cara”. La presidenta de la Asociación ALAS Coruña (Asociación por la Libertad Afectiva y Sexual), Ana G. Fernández, recuerda vívidamente cómo se enteró del asesinato de Luiz: “Recuerdo ese sábado por la mañana, me vibra el móvil y veo que pone ‘han matado a un chaval al grito de maricón’”.
La reacción primera, reconoce Fernández, osciló entre la incredulidad y la normalización de la violencia contra la comunidad LGTBIQ+: “Qué exageración, pensé; ya estamos con tonterías. Imagínate cómo funciona tu cerebro y cómo está preparado para sobrevivir para que leas eso y no seas capaz de procesarlo”.
ALAS, acusación particular en el caso del asesinato de Samuel Luiz, coordina desde el Observatorio Coruñés contra a LGTBIfobia, que analiza los delitos de odio contra el colectivo en la ciudad. Según su último estudio, A Coruña registra la mitad de delitos de odio de Galicia. “En 2022 hemos registrado 32 incidentes, eso no quiere decir que sean únicamente agresiones físicas; hablamos de insultos y/o agresiones”. Unas estadísticas que, como ocurre con la violencia de género, deben observarse desde la infradenuncia de las víctimas. En los últimos cinco años, sólo el 20% de las víctimas de LGTBFobia interpuso una denuncia, según un informe la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales e Intersexuales (FELGTBI+). Una cuestión que impide obtener la cartografía completa del odio que recibe el colectivo.
Para Mondragón, García y Pérez, el asesinato les devolvió el miedo, causó sorpresa e inundó de rabia. Martín Mondragón, artísticamente Mondra, referente de la comunidad LGTBI+ por su visión renovadora de la música tradicional gallega con perspectiva queer, guarda para el final un fragmento de su tema AGHRÚuU: “Chamaronme medio home / chamaronmo sen razón./ Chamaronme medio home,/ só por ser eu maricón”. (“Me dijeron medio hombre / me llamaron sin razón. / Me llamaron medio hombre, / sólo porque soy maricón”).
El sol aguanta, pese a todas las nubes. Sobre nuestras cabezas, una amenaza latente. Finalmente, el cielo de A Coruña no se rompe. Al menos, todavía.
CUARENTA Y CINCO AÑOS ATRAS, Adolfo Barrena.
A mis 73 años siento que quieren hacernos retroceder 45 años. Llevarnos a finales de los años 70. Más de la mitad de quienes van a votar, y muchos y muchas que dicen que van a abstenerse, no saben bien lo que hubo, ni lo que pasó para llegar hasta aquí. A finales de los 70 teníamos recién estrenada la Constitución, pero aún no habíamos estrenado la «democracia».
Seguro que si les digo que no podíamos ir por la calle hablando más de tres personas, que no nos dejaban ver según qué películas, ni oír según que canciones, que estuvimos 40 años sin poder votar, que los colegios no eran mixtos por el horror y el terror de esas mentes taradas que el nacionalcatolicismo había creado a que niños y niñas jugasen juntos y juntas… Que podían multarte por dar un beso en la calle, que no podías amar libremente a quien te diese la gana, que organizar una huelga podía llevarte a la cárcel, que las mujeres eran la parte sometida de una sociedad machista y patriarcal que le negó, incluso, su derecho a ser persona. Porque una mujer casada necesitaba el permiso de su marido para abrir una cuenta bancaria, para vender sus propios bienes, para firmar un contrato laboral o para sacar el carnet de conducir.
Seguro que muchos y muchas pensarán que eso son “batallitas de abuelo”. Ya ven que Feijóo ha llegado a decir que lo que pasó hace apenas 80 años eran “peleas de abuelos”. Pero no, así estábamos. Pregunten a sus abuelas y abuelos, incluso a sus padres y madres si, como yo, nacieron en las décadas de 1940 y 1950 del siglo pasado.
Salir de aquello, salir de la dictadura franquista, costó años y años de lucha, decenas de muertos, miles de personas encarceladas. Hoy la extrema derecha, esa que el PP de Feijóo lleva a los gobiernos, quiere devolvernos a esa época.
Quieren que la ciudadanía vuelva a ser esa sociedad domesticada, acrítica, obediente y sumisa que crea que lo fundamental, aunque no tenga sanidad o educación públicas, es la patria y la bandera.
No puede olvidarse ese pasado. Hay que conocer, recuperar la memoria histórica, esa que algunos y algunas pretenden obviar con el argumento de que “hay que pasar página” y abrir un proceso de “reconciliación nacional” que siga dejando el franquismo sin condena y decenas de miles de personas asesinadas y abandonadas por barrancos y cunetas. Es necesario que, quienes no lo vivieron, quienes piensan que la democracia llegó por generación espontánea, sepan que estas cosas, que pasaban en nuestro país no hace mucho, pueden volver….
https://arainfo.org/45-anos-atras/
EMILIO LACAMBRA. Adios a un veterano luchador.
Emilio pasó de nacer en una casa acomodada dónde no se hablaba de política a afiliarse al PCE en plena dictadura franquista. Su compromiso comenzó en el teatro, cuando a principios de los 60 entró en el TEU (Teatro Universitario) de Medicina, de Miguel Hernández a Camus en un ambiente cultural emergente hasta que en el 63 detienen a 12 del grupo teatral, entre ellos, a Emilio.
El gobernador civil les obligó a firmar un documento por el que se hacían responsables de los “follones” que hubiese en la universidad, por lo que se vieron forzados a tomarse un descanso. Una tregua consciente en la que, con un grupo de amigos, subió a Valdefierro a ayudar en la construcción de chabolas para las familias gitanas. Aquella experiencia les radicalizó y de los 10 que subieron, 9 ingresaron en el PCE.
Emilio fue un camarada generoso, su casa (Restaurante Casa Emilio) y su negocio fueron sede de su célula y de material de propaganda del PCE.
Él solía recordar cómo le afectó la historia de Antonio López, que Natxo Beltrán contó de una manera extraordinaria en su novela “Vivid por mí”. Emilio dejaba su paquete de Mundos Obreros en la papelera que debía recoger Antonio López militante también del PCE, esta era una de las tareas de Emilio en el aparato de propaganda. Antonio no acudió a recoger los Mundos Obreros de la papelera, se había suicidado temeroso de no aguantar las torturas en comisaría.
Cada vez que acudía a Casa Emilio me buscaba con la mirada, me agarraba del brazo y comenzaba a despachar. “No entiendo nada Alberto” empezaba, y a partir de ahí comenzaba su minucioso análisis de la situación, con esas comparativas históricas del que lo ha vivido casi todo, con esa socarronería que tenía de aliado su enorme bigote que te impedía saber si sonreía cuando te hablaba. Podía aparentar ser un verso suelto, un mesonero deslenguado en las largas sobremesas de Casa Emilio, pero en realidad era uno de los militantes más disciplinados. El domingo en camisón y camilla del hospital fue a votar, el jueves murió….
https://arainfo.org/ante-la-ausencia-de-emilio-lacambra/
En el penoso y ya agonizante » reino de Borbonia» seguimos inmersos en eso que llamaban » naZional catolicismo ; y eso que se prepararon hasta una » » transición a la democracia……» » con quien mejor que un corrupto y degenerado Borbón como estrella estelar . Si no hubiera sido así ; no quiero ni pensarlo ,je ,je .
Salud y 3ª República .
…¿Para que sirven tantos millones escondidos en paraísos fiscales? ¿No estarían mejor empleados en hacer desaparecer la miseria que sufren millones de seres humanos?.
Un grupo de multinacionales prefiere esconder sus riquezas y esperar el momento oportuno para apoderarse del mundo entero.
Debería preocuparnos el capitalismo mundial. Tan sólo unos cientos dominan el mundo. Todas las riquezas para ellos y millones de seres humanos en la miseria. Mal panorama para la juventud. ¡cuanta enseñanza y saber hace falta para que la gente – y sobre todo la juventud sin referencia y sin ilusión por su porvenir- comprenda por qué hay tanto malestar en la sociedad, una sociedad injusta e inhumana.
Creo que la juventud de hoy debería defender la libertad y la paz, oponerse a todo acto de guerra, venga de dónde venga, y reflexionar sobre los sacrificios que efectuamos las generaciones anteriores para conseguir libertades, derechos sociales y derechos humanos….
(Memorias de Manuel Antolín Agud – Vida de un republicano español)