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Una revolución Mundial
El camino hacia la máxima competición de fútbol, que arranca hoy y se disputa hasta el 20 de agosto, viene marcado por un movimiento internacional en el que las jugadoras reclaman mejores condiciones para desarrollar su profesión.
Con más de un millón de entradas vendidas, el Mundial femenino de fútbol que se disputa en Australia y Nueva Zelanda entre hoy y el 20 de agosto promete ser el de mayor asistencia de la historia. Marcará un hito. Sin embargo, mientras la FIFA y su presidente, Gianni Infantino, presumen ahora por la venta de localidades, su inacción fue evidente durante la ola de reivindicaciones que se han producido en el seno de diferentes selecciones en su camino hacia la gran cita planetaria.
Las jugadoras han alzado la voz para demandar una mejora de las condiciones en las que desarrollan su profesión, algo que también ocurrió en los meses previos a la anterior edición del torneo, en 2019. Aquella vez, la entonces ganadora del Balón de Oro Ada Hegerberg no disputó la máxima competición por sus discrepancias con la federación noruega y ahora serán las españolas Patri Guijarro y Mapi León, ambas en el once ideal de la Champions, las grandes ausentes también por motivos extradeportivos. Esta nueva revolución aspira a seguir creciendo.
De las 207 selecciones adscritas a la FIFA, solo 14 han equiparado las condiciones económicas de sus equipos femeninos con respecto a los masculinos. Doce de ellas estarán en Oceanía para luchar por el título: Noruega, Dinamarca, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Australia, Brasil, Inglaterra, Estados Unidos, España, Países Bajos, Irlanda y Canadá. Fuera de este acuerdo quedan la total profesionalización de entrenamientos y preparación de partidos, los recursos para ello, los viajes y concentraciones e incluso el trato que reciben las futbolistas por parte de los dirigentes de sus federaciones. Eso, no obstante, fue lo que provocó que la mencionada Hegerberg no asistiera al Mundial de 2019 a pesar de que su selección ya había logrado la equiparación salarial.
«Lo que queremos es que estén las mejores y en las mejores condiciones. Es lo que nos merecemos. Estos conflictos son un problema común en todo el mundo, no importa el país o la situación», explica la delantera noruega a su paso por España. La propia selección nórdica, junto a la de Estados Unidos, Dinamarca o Brasil, protagonizó el movimiento de lucha por la igualdad en el fútbol en 2019; este año han recogido su testigo Francia, Canadá, Chile y España.
«No estaré en el Mundial en estas condiciones. No puedo respaldar el sistema actual, lejos de las exigencias del más alto nivel». Esas fueron las palabras elegidas por Wendie Renard, capitana de la selección francesa, para anunciar en febrero que renunciaba a vestir la camiseta de su país. Sus compañeras Kadidiatou Diani y Marie-Antoinette Katoto la secundaron. La posición de estas tres futbolistas fue clave para que la federación francesa abriera una investigación al respecto, que acabó con la destitución de la seleccionadora Corinne Diacre. Hervé Renard, que venía de liderar Arabia Saudí en el Mundial de Qatar 2022 y tiene dos Copas de África en su palmarés, cogió las riendas del equipo bleu en marzo, completando así un salto, de equipo masculino a femenino, poco habitual en el fútbol y que respondía a la petición de mayor profesionalización de las jugadoras. Acción y reacción.
‘Enough is enough’
También encontraron respuesta a sus protestas las futbolistas de Canadá que, encabezadas por la mítica Christine Sinclair (más de 300 internacionalidades en sus botas), se declararon en huelga ese mismo mes. «Hemos decidido tomar medidas laborales y no participaremos en ninguna actividad hasta que esto se resuelva», decía el comunicado de las vigentes campeonas olímpicas. Los recortes presupuestarios y la desigualdad salarial con sus colegas de la selección masculina las llevaron a tomar la drástica decisión de no participar en la Copa SheBelieves. Sin embargo, acabaron jugándola tras las amenazas de su federación; para mostrar su descontento, en las ceremonias de los himnos lucieron camisetas con el lema «enough is enough» (basta ya, en español) y un brazalete de color morado mientras se jugaban los partidos. Dos semanas después, las jugadoras de Canadá y su federación alcanzaron un acuerdo para la mejora de sus condiciones.
Casi al mismo tiempo que las futbolistas canadienses protestaban, la campeona del mundo con Japón en 2011, Yuki Nagasato, alzaba la voz por las actuales integrantes del combinado nipón: «Me alejé de la selección por decisión propia y sin anunciarlo públicamente. El cuerpo técnico no nos trató como profesionales. No había respeto por las jugadoras ni dentro ni fuera del campo. He estado en silencio siete años, pero no quiero callarme más, no soluciona el problema».
En esa misma línea se pronunciaron esos días futbolistas de otros países que no estarán representados en Australia y Nueva Zelanda. «Hicimos lo que pudimos con los recursos que tuvimos. Se dijo y no se nos escuchó», reclamaba la chilena Tiane Endler, considerada la mejor portera del mundo. «Sin entrenador, sin entrenamientos, sin amistosos…», denunciaba en sus redes sociales la peruana Alexandra Kimball.
Mientras, en Colombia, la sombra del caso de acoso sexual del exseleccionador sub-17 Didier Luna seguía planeando alrededor de la federación, que también recibió protestas de sus futbolistas. «Ninguna jugadora tiene que pasar por eso. Tenemos que ser más precavidos a la hora de contratar a la gente. Seguramente estas cosas siempre han pasado, pero ahora las mujeres sí tenemos ese poder para denunciarlo y hablar sin temor a represalias», dice Leicy Santos, internacional colombiana del Atlético de Madrid. Las denuncias por acoso sexual también han sacudido el fútbol esta temporada en Estados Unidos, Portugal o Zambia. Una prueba más de que la revolución de las mujeres debe continuar. También en el fútbol.
Las ausencias de Mapi León y Patri Guijarro
La selección española también empezó la temporada con una petición de mayor profesionalización que acabó con 15 futbolistas solicitando a la federación española no ser convocadas en la concentración de septiembre. Sandra Paños, Mapi León, Aitana Bonmatí, Patri Guijarro, Claudia Pina, Mariona Caldentey, Lola Gallardo, Ainhoa Moraza, Nerea Eizagirre, Amaiur Sarriegi, Lucía García, Ona Batlle, Laia Aleixandri, Leila Ouahabi y Andrea Pereira decidieron pedir cambios: mejoras en los entrenamientos y preparación de partidos, prevención de lesiones, desplazamientos, concentraciones, mayor staff técnico…
«Lamentamos que en el contexto del deporte femenino tengamos que llegar a este extremo para conseguir avanzar en un proyecto profesional potente y ambicioso», decía el comunicado de las jugadoras, que compartió la doble Balón de Oro Alexia Putellas, entonces recuperándose de su grave lesión de rodilla.
La respuesta de la federación, no obstante, no fue positiva. Las 15 se quedaron fuera de las listas de la Selección española con el Mundial de Australia y Nueva Zelanda en el horizonte. Las negociaciones para el regreso de estas futbolistas, seis de ellas campeonas de Europa con el Barcelona, avanzaban mientras el ente presidido por Luis Rubiales aceleraba para hacer públicos algunos cambios: se firmó un acuerdo por la conciliación familiar y se incorporó por primera vez a un nutricionista. Así, ocho de las 15 estuvieron dispuestas a volver, pero solamente lo hicieron tres: Aitana Bonmatí, Ona Batlle y Mariona Caldentey. También regresó Alexia Putellas, ya recuperada de su lesión, pero no las también jugadoras del Barça Mapi León, una de las mejores centrales del mundo, ni Patri Guijarro, una centrocampista todoterreno que ganó el premio a mejor jugadora de la final de la Champions esta campaña. Ambas habían adelantado que no lo harían porque los cambios apreciados eran «insuficientes». «Respeto su decisión. Todo lo hacen para mejorar el fútbol femenino», ensalza la inglesa Beth Mead, Balón de Plata y campeona de la última Eurocopa.
Así, sin dos de las mejores jugadoras del mundo, la selección española participará en su tercera cita mundialista con el objetivo de hacer historia ganando por primera vez una ronda eliminatoria. Encuadrada en el grupo C junto a Costa Rica (con quien debutan mañana, a las 09.30 hora peninsular), Zambia y Japón, la primera fase no debe ser problema para las futbolistas de un Jorge Vilda que será mirado con lupa.
Todas contra Estados Unidos
Con cuatro estrellas alrededor de su escudo, las dos últimas ganadas en las ediciones de 2015 y 2019, la selección estadounidense es el rival a batir en este Mundial. Actual número 1 del ranking FIFA, el equipo entrenado por Vlatko Andonovski estará liderado por Alex Morgan, Rose Lavelle, Sophia Smith y Trinity Rodman, aunque también contará con las bajas de Mallory Swanson, Christen Press o Catarina Macario. Estas dos últimas no han podido recuperarse a tiempo de sus roturas de ligamento en la rodilla, una lesión que afecta especialmente a las mujeres y que también ha provocado las ausencias en la cita de otras estrellas como la neerlandesa Miedema, la brasileña Ludmila, la francesa Katoto, o las inglesas Williamson y Mead. Además, estas dos últimas bajas en la vigente campeona de la Eurocopa no hacen que las de Sarina Wiegman pierdan su condición de favoritas, por detrás de las norteamericanas.
Junto a Inglaterra, la doble campeona del mundo Alemania, Francia, España, Suecia y Países Bajos conforman un grupo de selecciones del Viejo Continente que pelearán por arrebatarle el ansiado trono a Estados Unidos. Australia, anfitriona y con futbolistas de la talla de Sam Kerr en su lista, y Canadá, campeona olímpica, completan el todas contra una de un Mundial femenino que por primera vez cuenta con 32 participantes.
Este reportaje fue publicado originalmente en papel en #LaMarea95. Puedes suscribirte aquí y seguir apoyando el periodismo independiente.
Ay caramba que notición: una revolución mundial. Me devuelve la alegría, las ganas de vivir y la esperanza.
Supongo que esta revolución, como todas las revoluciones que han cambiado el mundo para mejor, va por la conservación de Madre Tierra, como la luchadora Greta Thunberg, por los derechos y las libertades del ser humano, por tantas causas justas que hemos permitido que nos arrebaten, en fín, que al fín hemos despertado y hemos empezado a luchar por lo que de veras es importante.