Internacional
GRECIA | Preguntas sin responder en torno a uno de los peores naufragios en el Mediterráneo
Los testimonios de los supervivientes contradicen lo dicho por Frontex y la Guardia Costera Griega (GCG)
KALAMATA – MALAKASA – ATENAS (GRECIA) | Hace justo una semana que se hundió, en uno de los puntos más profundos del Mediterráneo, en la fosa de Calypso, el Adriana, un pesquero que había zarpado el 9 de junio de Tobruk, al este de Libia, con unas 750 personas a bordo, la mayoría de nacionalidad afgana, paquistaní, siria, palestina y egipcia. Después de casi cinco días de navegación en condiciones de hacinamiento y falta de víveres y agua, la embarcación colapsó. Hay 104 supervivientes y se han podido recuperar, hasta el momento, 82 cuerpos sin vida. El resto, están desaparecidos.
Entre los supervivientes no hay ni mujeres ni niños, aunque sí ocho adolescentes menores de edad. Esto se debe a que en este tipo de trayectos, las mujeres y los niños suelen viajar en la bodega; con pocas posibilidades de salvarse si se produce un naufragio.
A medida que han ido pasando los días, han surgido numerosas preguntas sobre la actuación de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras (Frontex) y de la Guardia Costera Griega (GCG) en el que ya se considera uno de los mayores naufragios del Mediterráneo. Una semana después no solo hay demasiadas preguntas sin responder, sino que surgen nuevas versiones que contradicen las primeras declaraciones oficiales. Son las ofrecidas por los supervivientes, que están empezando a hablar, a pesar de estar encerrados en el Centro de Recepción e Identificación de Malakasa, al norte de Atenas, en régimen de aislamiento. Sólo los familiares directos pueden hablar brevemente con ellos a través de la reja.
¿Qué sucedió la madrugada del 13 al 14 de junio?
Los problemas para el Adriana comenzaron el 13 de junio al mediodía, cuando, pasadas las dos, se hicieron las primeras llamadas de auxilio desde el barco a Alarm Phone, una organización que presta asistencia a este tipo de embarcaciones y las deriva a las autoridades competentes para que les ayuden en caso de que se encuentren con problemas. En aquel momento, ya no había ni comida ni agua potable en el barco. Los supervivientes han dicho que incluso habían empezado a beber agua del mar. Antes de realizar esa llamada, sin embargo, Frontex ya había localizado la embarcación en alta mar y había avisado tanto a Grecia, Italia y Malta.
La versión de lo que sucedió durante las horas siguientes, hasta que el pesquero colapsó, ha ido variando a lo largo de los días. Lo que sí es evidente es que los guardacostas griegos tuvieron en todo momento conocimiento de que la embarcación estaba en apuros. Tal es así que hasta pidieron a dos buques mercantes, el Lucky Sailor y el Faithful Warrior, que asistiesen con agua potable al Adriana. Otra de las pruebas irrefutables de este hecho es que existen fotos aéreas y un vídeo de Frontex en el que aparece la embarcación atestada de gente en la cubierta. En una de las imágenes, incluso se ve a las personas a bordo con las manos levantadas, pidiendo ayuda.
Hasta cuatro barcos de guardacostas griegos se encontraban, en aquel momento, a pocos metros de la embarcación, pero nadie hizo nada por evitar la tragedia. La explicación que en un primer momento ofreció la GCG fue que las personas a bordo habrían rechazado la ayuda ofrecida. Esto puede que no sea verdad, o puede que sí: el historial de devoluciones en caliente de la GCG es tan largo y está tan comprobado, que es posible que los migrantes tuviesen miedo a ser interceptados por las autoridades griegas y devueltos a Libia.
El portavoz de los guardacostas griegos, Nikolaos Alexiou, y el viceministro de Protección Civil, Evangelos Tournas, aseguraron en un inicio que los guardacostas no están autorizados a intervenir en aguas internacionales «si una embarcación no lo autoriza». Sin embargo, con independencia de lo que se dijese desde el pesquero, la obligación de la GCG era la de prestar socorro. El artículo 98 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar es clara sobre el deber que tienen los Estados de «prestar auxilio a todas aquellas personas que se encuentren en peligro de desaparecer en el mar» y sobre la obligación de «dirigirse a toda la velocidad posible a prestar auxilio a las personas que estén en peligro, una vez se sepa que necesitan socorro y siempre que tengan una posibilidad razonable de llevarlo a cabo».
Por otra parte, también la BBC ha podido demostrar que la CGC miente: otro de los motivos que los guardacostas griegos dieron para no socorrer el barco era que este se encontraba en movimiento y rumbo hacia Italia. A día de hoy, sabemos que el pesquero estuvo hasta siete horas parado antes de que se produjese el desenlace final.
Los supervivientes empiezan a hablar
Durante las primeras 48 horas, se mantuvo la versión de que tanto Frontex como la GCG habían omitido su deber de socorro ante una situación de peligro. No obstante, a medida que los supervivientes iban contactando con las familias, surgió una nueva versión, esta vez dada por los supervivientes del naufragio. Según los testimonios que se han ido recogiendo de manera fortuita —porque el contacto entre los supervivientes y sus familias es mínimo, y tampoco se les permite hablar con la prensa bajo ningún concepto—, los guardacostas griegos habrían tirado un cabo minutos antes de que la embarcación volcase. De hecho, el amarre a ese cabo y el zarandeo a izquierda y derecha, siempre según los supervivientes, habría sido el motivo del hundimiento del barco.
Una de las muchas preguntas que surgen llegado este momento del relato es: ¿los remolcaban hacia tierra firme en Grecia o los estaban devolviendo a alta mar? ¿Cómo se decidió llevar a cabo esa maniobra en un barco inestable y atestado de gente, a sabiendas de que podía resultar peligrosa? Varios testimonios aseguran que cuando esto ocurrió los guardacostas griegos se alejaron y solo les socorrieron pasada una o dos horas.
De hecho, quien efectuó el rescate fue un yate de lujo que en aquel momento se encontraba en la zona del naufragio, y al cual los guardacostas griegos pidieron ayuda. La cosa no queda aquí: según la GCG, no existen imágenes previas al momento del naufragio, a pesar de que es obligatorio tenerlas. De poderse comprobar el relato de los supervivientes, estaríamos hablando de un hecho gravísimo.
La incertidumbre de las familias
Mientras se intenta aclarar qué sucedió, el calvario de las familias de las personas desaparecidas continúa. A día de hoy, aún no se les ha notificado de manera oficial la desaparición. Los familiares consanguíneos que se han podido desplazar hasta Grecia han abierto un expediente de desaparición y han dejado muestras de ADN, que se cotejarán con las que se tomarán a los cadáveres recuperados.
La desesperación entre las personas que no han podido ir a Grecia y que siguen sin saber qué ha sucedido con sus familiares es tal que incluso llaman a los periodistas en terreno para que estos les den información. El Gobierno griego no tiene previsto hacer pública la lista con los nombres de los supervivientes —como sí han hecho las embajadas de Pakistán o de Egipto con sus nacionales—.
Nueve personas acusadas de tráfico de personas y otros delitos
En Kalamata, nueve personas que iban a bordo del barco, todas ellas de nacionalidad egipcia y de entre 20 y 40 años, continúan bajo custodia policial. Se les acusa de tráfico de personas y otros delitos. El lunes y el martes, ante la fiscalía de Kalamata, los nueve se declararon inocentes de los cargos que se les imputan. Sus defensas alegaron que no eran culpables porque habían abonado el precio del pasaje, unos 4.500 euros, según los supervivientes.
Ha pasado una semana y son muchas las preguntas alrededor de esta tragedia. La actuación de los guardacostas griegos, en entredicho desde el primer momento, deberá ser aclarada y explicada, y se tendrán que tomar las medidas oportunas y exigir responsabilidades, en caso de que se confirme el relato de los supervivientes. Una nueva vergüenza no solo para Grecia, sino también para una Europa que continúa, una vez más, vulnerando las leyes internacionales y, sobre todo, el derecho a la vida.
…»pero nadie hizo nada por evitar la tragedia»…
¿en qué clase de seres nos estamos transformando?
Hay motivos para sentir horror de nosotros mismos.