Opinión
La cutrez inimitable del fascismo
"Hay en los caudillos del posmofascismo una chabacanería imposible de ficcionar sin que chirríe, que rechina hasta cuando está bien imitada", explica Pablo Batalla
No hacemos spoilers si contamos que, en ‘Succession‘, la merecidamente aclamada serie de televisión sobre las intrigas familiares y empresariales en torno a un magnate americano de los medios, hace aparición un candidato ultraderechista a la presidencia de los Estados Unidos, llamado Jeryd Mencken. Se trata de un nazi joven, guapo, sofisticado y cautivador, maestro de los dogwhistles, admirador, por cierto, de nuestro Franco, a quien menciona elogiosamente en una conversación privada en la temporada 3, en la que hace una enumeración provocadora de referentes en la que incluye a Tomás de Aquino, san Agustín, el dictador español, Hache —ya saben— y Travis Bickle, el protagonista de Taxi Driver.
Mencken es, en ‘Succession’, ese abismo nietzscheano al que conviene no asomarse, porque, entonces, el abismo también se asomará a nosotros. Cuesta no dejarse seducir por su carisma frío, lobuno, y su verbo refinado de fascista culto: «El modelo que yo sigo no es el modelo quemado del mercado, donde hombres ladinos regatean por el mejor precio. Yo no soy así. La democracia en la que creo es aquella en la que un líder emerge del pueblo, casi por voluntad propia, engendrado por la gran dulzura de la virtud de la sabiduría combinada de las buenas gentes de esta República».
Los líderes fascistas realmente existentes no son así. Mencken no se parece a Abascal, los Le Pen, los Kaczy?ski, Nigel Farage, Salvini, Meloni, Viktor Orbán; a ninguno de los soeces macarras que están a la cabeza de las ultraderechas mundiales, y desde luego no a Donald Trump o Ron DeSantis, cuando sí se parecen a Biden y a Sanders los contrincantes demócratas de Mencken en la serie: un Daniel Jimenez del que sabemos poco, pero lo suponemos un progresista moderado, y el socialista Gil Eavis.
Hay en los caudillos del posmofascismo una chabacanería imposible de ficcionar sin que chirríe, que rechina hasta cuando está bien imitada, como lo está en el Franco y el Millán-Astray de ‘Mientras dure la guerra‘, la película de Amenábar sobre Unamuno. El sangriento Generalísimo y el fundador la Legión, impecablemente interpretados por dos buenos actores que clavan la gelidez atiplada del primero y el desquiciado histrionismo del segundo, violentan, sin embargo, nuestro sentido de la verosimilitud. No siempre lo cierto es creíble; la realidad, ya se sabe, es con frecuencia mucho más fantasiosa que la ficción. No hay ficción que soporte a alguien gritando en serio «¡viva la muerte!», o aquella conversación telefónica de Tejero con García Carrés, en las horas del 23-F: «¡No, no renunciéis, que es España!», «¡De acuerdo que es España!», «¡Que es España, coño!», «¡Viva España, coño!».
Quien esto escribe recuerda a cierto escritor que, hace unos años, contó en la Semana Negra de Gijón que había renunciado a introducir, en su novela sobre Mandela, una anécdota cierta e increíble de la vida del héroe sudafricano: en una ocasión, la policía llegó inesperadamente al piso franco en el que se guarecía, sin darle tiempo, al verlos aparecer de repente en la calle, para escapar. En la desesperación del acorralado, se metió en un armario, pero no lo encontraron: registraron todo el piso, salvo el armario aquel. Y Mandela no cayó entonces. Explicaba aquel novelista, en el festival literario gijonés, que decidió que no podía incluir aquella historia rigurosamente verdadera, pero inverosímil, que hubiera malogrado la novela al violentar el pacto ficcional: esa suspensión de la incredulidad en que penetramos cuando leemos un libro o vemos una película y que no tiene que ver con la posibilidad física de los hechos. Una historia de magos y dragones puede ser verosímil en sus propios términos, no siéndolo un Mandela que escape de sus captores escondiéndose en un armario.
Con la chabacanería fascista ocurre lo mismo: es tan singular su chusquedad, tan avasallador su feísmo, tan esperpéntico su esperpento hecho realidad, que solo es reproducible por la comedia, donde el criterio de verosimilitud, con existir, es distinto, más laxo. Si se escribe o se rueda drama, hay que renunciar a reflejarla. Jeryd Mencken no es cierto, pero es verosímil. Martínez el Facha no es verosímil, pero es cierto, como lo fueron los asaltantes del Capitolio estadounidense o la plaza de los Tres Poderes de Brasilia, o el «se sienten, coño» de Tejero, o hace más de un siglo las astracanadas de Mussolini o de Gabriele d’Annunzio, desdeñadas como bufonadas sin recorrido por muchos contemporáneos a los que, pocos años después, se les heló la sonrisa en la cara.
Se dice a veces que las ultraderechas actuales son «demasiado cutres para ser fascistas», pero es un juicio errado, marcado justamente por una concepción hollywoodizada del fascismo; por su sobrerrepresentación de galanes nacionalsocialistas vestidos de Hugo Boss y amantes de la ópera. El fascismo es cutre, pero es cierto, y es inverosímil, pero es posible. El camino de Auschwitz se construye con odio y se pavimenta de indiferencia, pero también de chocarrería; de toneladas de kitsch. El mal no solo es banal: también hortera. Puede ser hortera un holocausto.
Tal vez eso fuese lo que más me gustó de «Mientras Dure la Guerra»: el modo en que los personajes más «sofisticados» como Unamuno y Cabanellas subestimaron al payaso de Astray y el ridículo Franco. El Franco de Amenabar es un rancio, un personaje polvoriento salido de «La Regenta», pero al mismo tiempo un ser despiadado y un político con una voluntad y una inteligencia extraordinarias, tanto a nivel táctico como estratégico. La escena de la firma lo refleja muy bien.
Gracias a los rebuznos de Ayuso, a intelectuales de su talla y al cultivado pueblo madrileño, hoy tenemos este tranquilizante panorama. Gracias Madriz.
Falangistas envalentonados e impunes: En los vagones del Metro de Madrid promoción de José Antonio.
Dice el fascio:
«Hoy arranca la Feria del libro y no hemos querido perder la oportunidad para reivindicar a José Antonio Primo de Rivera. Líder, pensador, fusilado, olvidado y profanado. Con este fragmento queremos dar a conocer y recomendar la lectura de este «proscrito» en los vagones del metro».
https://insurgente.org/falangistas-envalentonados-e-impunes-en-los-vagones-del-metro-de-madrid-promocion-de-jose-antonio/
«Un voto que vaya a quien vaya destinado, otorgará el verdadero poder a la oligarquía que continuará acumulando beneficios astronómicos, gracias al servicio de sus partidos-marionetas. Así que no es de extrañar que, en todos los medios de comunicación controlados por esta, no haya espacio para quienes defendemos el boicot activo».
«Es decir; la lucha organizada contra su timo electoral, consciente de que la conquista de derechos y libertades requiere pelear en las calles y en los centros de trabajo o estudios, no legitimar la coartada de su falsa democracia que nos condena».
Los partidos de todo el espectro electoral tienen en común, que es que todos defienden el mismo sistema capitalista enemigo de nuestra dignidad y que todos lo hacen a base de manipulación y feroz represión.
«No se puede llamar antifascista, ni democrático, ni progresista, a un gobierno que, mientras envía una tanqueta para reprimir a trabajadores en lucha, permite la impunidad, lucro y condecoración de numerosos torturadores.
Que mientras tolera al nazismo y lo arma en Ucrania o a la multitud de nazis que forman parte de las fuerzas armadas del Estado español, tiene las comisarías, los juzgados y las cárceles repletas de represaliados antifascistas.
Que mientras permite el enaltecimiento de todo fascismo, no deroga los delitos de expresión por denunciar las fechorías de los poderosos.
Que mientras infiltra los movimientos sociales con agentes que incluso mantienen relaciones sexuales o sentimentales con espiadas, se niega a hacer memoria con todos los antifascistas asesinados en la “transición” y, posteriormente, muchos de ellos por los GAL creados por el PSOE.
Que mientras aprueba leyes fascistas como la de “Seguridad Nacional”, prohíbe numerosas manifestaciones realmente progresistas»…
-Pablo Hasel, prisión de Ponent – Lleida – encarcelado en tiempos de «democracia» por denunciar con sus canciones la corrupción de la monarquía borbónica.
https://canarias-semanal.org/art/34437/pablo-hasel-denuncia-desde-la-carcel-la-farsa-del-circo-electoral
Fascismo in Spain , what Fascismo……….. ? .
Salud.
POR QUE CANTAMOS – Mario Benedetti.
Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil
usted preguntará por qué cantamos
si nuestros bravos quedan sin abrazo
la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
antes aún que explote la vergüenza
usted preguntará por qué cantamos
si estamos lejos como un horizonte
si allá quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro
usted preguntará por que cantamos
cantamos por qué el río está sonando
y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino
cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos
cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota
cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta
cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.