Economía | Medio ambiente
Adiós a una tierra de uvas y aceitunas
“La fotovoltaica de Amazon en Mérida”, como la presentaba Canal Extremadura, es en realidad propiedad de FRV
“No, no, aquí Amazon no tiene nada que ver. Esto es de FRV”. Así respondía en febrero un trabajador de San Serván 400, la planta fotovoltaica de 150 MW que en esos momentos se estaba construyendo en el término municipal de Mérida, muy cerca del municipio de Arroyo de San Serván. FRV (Fotowatio Renewable Ventures) era la empresa que contaba con los permisos y estaba desarrollando la instalación, ya muy avanzada en esos momentos. Canal Extremadura, la radiotelevisión pública regional, la había definido como “la fotovoltaica de Amazon en Mérida”. En este caso, la empresa estaría comprando 111 de los 150 MW que produce la planta, según figura en su web, es decir, el 74% de toda la energía producida.
Es día laborable. Algunos cafés encima de la barra. En este bar de la zona tampoco han oído hablar de Amazon y se quejan de las escasas oportunidades laborales que este tipo de proyectos suelen dejar: “En el pueblo, casi nadie vive de trabajar en las plantas fotovoltaicas. Al final, apenas necesitan dos o tres trabajadores de mantenimiento, y para la construcción no suelen contratar a gente de aquí, sino que los traen de otros lados”, asegura un vecino.
En este caso, San Serván 400 ocupa 280 hectáreas de Tierra de Barros, una región caracterizada por su suelo arcilloso y rojizo de gran calidad para la siembra de uva y aceituna. Desde la Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad de la Junta de Extremadura, recuerdan que la Ley 24/2013, del Sector Eléctrico “reconoce la libre iniciativa empresarial para el ejercicio de las actividades destinadas al suministro de energía eléctrica”, por lo que, defienden, “el diseño de los proyectos privados corresponde a sus titulares”. No obstante, añaden que la legislación impide el uso los suelos de alto valor natural para el cultivo y con alto potencial productivo para la instalación de estas plantas.
Fuentes de la administración central admiten que la ubicación de los proyectos renovables viene determinada, casi siempre, por la cercanía de las estaciones eléctricas, como sucede en este caso. Y como ocurre también en el resto de proyectos que abastecen a Amazon de energía solar, la instalación ha sido fraccionada en tres plantas de menos de 50 MW. Así, es la Junta quien autoriza el proyecto y no el Gobierno central. Desde la Consejería extremeña, sin embargo, sostienen que las tres plantas son independientes y han pasado por “el instrumento de evaluación y control ambiental más exigente de Extremadura”.
Cada proyecto está a nombre de empresas diferentes. Todas ellas son filiales de FRV SOLAR HOLDINGS II, que a su vez pertenece a Fotowatio Renewable Ventures, una empresa española de desarrollo de proyectos solares propiedad, desde 2015, del grupo saudí Abdul Latif Jameel Energy and Environmental Services. En Extremadura, FRV cuenta con otro clúster fotovoltaico de 138 MW, también en Tierra de Barros, el cual abastece a Engie; uno en Trujillo y cuatro más en el municipio pacense de Carmonita, que suman más de 750 MW, proyectados para 2024. En España, fuera de la región extremeña, FRV solo cuenta con un proyecto de 83 MW en Alcores, Andalucía.
El pasado 5 de abril, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) publicó la resolución definitiva por la que se concedían ayudas a proyectos pioneros y singulares de hidrógeno renovable. Dicho documento recogía una ayuda propuesta de casi 11 millones de euros para la “Implantación de una planta de producción de hidrógeno verde en el término municipal de Mérida” por parte de Kaminoan SL, filial de FRV.
Este reportaje forman parte de una investigación conjunta entre La Marea y el Investigative reporting project Italy (IRPI). Con financiacion de Journalismfund Europe.
A finales de la década de 1980, el cultivo tradicional del olivo comenzó un proceso de industrialización radical. Décadas después, este modelo basado en el monocultivo ha supuesto una enorme pérdida de biodiversidad, ha favorecido la erosión del suelo en muchos casos y una mayor contaminación e incluso una pérdida de rentabilidad para muchos agricultores, que atraviesan dificultades económicas a merced de los caprichos del mercado.
En los últimos años, sin embargo, ha habido un cambio en el sentir y en la mentalidad de algunos agricultores y agricultoras.
Centenares de olivareros, municipios, universidades, investigadores e instituciones públicas y privadas trabajamos en el proyecto OLIVARES VIVOS para revertir la crisis económica y ambiental que sufre este cultivo tradicional.
En los tres primeros años, la abundancia de aves, hormigas, abejas y plantas aumentó en un 40%.
Además de sostenible, la iniciativa es rentable: no disminuye la productividad, supone un ahorro en fertilizantes y fitosanitarios y proporciona un valor añadido a sus productos.
Olivares Vivos se ha convertido en referente internacional para conciliar agricultura y biodiversidad y los resultados demuestran el éxito del proyecto y el futuro de nuestros olivos. (Seo BirdLife)