Economía | Sociedad
Manual para influir en una adjudicación
Óscar Allende, de El Faradio, recurre a la ironía para resumir los procedimientos utilizados en Cantabria por los implicados en la llamada trama de Carreteras. Sus métodos, descritos en el sumario del caso, son un verdadero curso acelerado de corrupción.
En mi último cumpleaños (22 de febrero, cuarentaypocos) recibí más felicitaciones presenciales de lo normal en la era digital y del constante “a ver si nos vemos”. Una rueda de prensa tuvo la culpa. La UDEF y la Agencia Tributaria hicieron una redada en la sede de la Consejería de Obras Públicas de Cantabria y en varias empresas locales adjudicatarias de carreteras (fundamentalmente, Rucecan, API Movilidad y La Encina) que se saldó con la detención del funcionario Miguel Ángel Díez, jefe de servicio de Carreteras, hoy en prisión provisional.
Ese día, tanto en la sede, esperando a que salieran los agentes, como en la rueda de prensa en el Gobierno, todo fueron reencuentros con compañeros, abrazos y comentarios. No pasa tantas veces: ni que nos viéramos todos ni que se activara una operación anticorrupción (bautizada como Suricats-Sésamo) de este calibre. Pero lo más curioso fue el inesperado regalo que recibí días después, cuando un encuentro casual me brindó acceso al sumario del caso. Y lo que había allí podía considerarse un curso acelerado e intensivo de cómo influir en una licitación.
A falta de conocer la sentencia de los presuntos delitos juzgados, el manual en cuestión, resumido de forma coloquial pero no por ello menos exacto, rezaba así:
- Lo primero, ten alguien dentro. Cuanto más neutral parezca, mejor. Todo el mundo mira a los políticos y se mira menos al personal “de la casa”. En este caso, se disponía del jefe de servicio de Carreteras, cuya función era elaborar informes que luego llegaban a la Mesa de Contratación, lo que permitía no sólo disponer de mucha información por anticipado, sino de predecir por dónde irían los propios informes, y coordinaros entre vosotros.
- Los requisitos técnicos parecen técnicos. El sesgo ingenieril de este área propicia que las licitaciones sean un revoltijo de condiciones de obra a las que se dan puntos si se cumplen. Pura objetividad… o eso parece. El sumario refleja cómo el funcionario contactaba con empresas como API Movilidad para preguntarles si tal detalle “les iba bien” o adelantaba informes técnicos a Rucecan. Y a la inversa: personal técnico de API Movilidad le planteaba a Miguel Ángel Díez cuestiones técnicas que les encajaban, por ejemplo, en el contrato de la señalización vertical: “Más fácil no te lo puedo poner”.
- La baja, ay, la baja: Resulta que una parte de la decisión en una licitación (aparentemente, el resultado de una suma, la de los puntos por criterios) la marca la oferta económica. Así, la Administración lleva años considerando que una oferta inferior al límite que ella misma ha definido es la que debe llevarse la obra. Lo que se llama popularmente “la baja”. No es fácil, ojo: si haces demasiada rebaja, te pueden excluir; y si haces poca, otro puede presentarla mayor. La competencia es “a vida o muerte”: una baja de 6.000 euros hizo que SENOR le arrebatara la senda peatonal de La Costa a Rucecan, donde estaban convencidos de que se llevarían la obra.
- Lo que pierdas hoy lo ganarás mañana: API Movilidad perdió dinero con una obra anterior, pero lo recuperó con otra posterior, adjudicada por emergencia, tal y como comentaba el funcionario con un compañero; y Rucecan pidió que la senda ciclable de Torrelavega, con un precio “muy justo”, tuviera después un modificado, es decir, un sobrecoste.
- Pacta, negocia: Desde las bajas (como hicieron Rucecan y La Encina con el contrato del asfalto, siguiendo instrucciones del funcionario) hasta contratar al que no gane, práctica común en el sector. La cosa es repartir y negociar, “como en todas las obras”.
- Retírate cuando proceda: A veces renunciar a una obra hace que te la quedes. Con el contrato de las cunetas, Díez puso en práctica lo que decía de sí mismo: que era “más listo que los ratones coloraos”. Dividido en lotes por zonas del territorio, dos empresas hicieron una baja tan fuerte que quedaron excluidas, otras dos renunciaron y ambas circunstancias llevaron a que se diera paso a los siguientes. El resultado: cada empresa se llevó un lote. Otras veces será el capitán (es decir, el jefe de Carreteras) el que te disuada a ti de participar: “Eso es mucho lío”, le dijo a Rucecan en la limpieza de cauces. Hazle caso, él tiene el plan en la cabeza.
- Busca socios: Lo de socios, con comillas imaginarias que dibujas en el aire. Porque en realidad se trata de ir en alianza (UTE, Unión Temporal de Empresas) cuando los requisitos piden certificaciones específicas. Pero luego esa empresa tiene que irse, previo pago. No te conviene un socio que quiera hacerlo “legal”.
- Ojo con la gente de fuera: Todo este sistema es muy eficiente siempre y cuando seáis los de casa y todos juguéis con las mismas normas. El problema es cuando alguien se sale del acuerdo, como SENOR, que se dedicó a “alborotar” intentando que una licitación quedara desierta, o cuando la propia Asociación de Constructores recurrió el concurso de las actuaciones urbanas, desatando las cábalas de quién estaba detrás. O cuando viene alguien de fuera, como Hernán Blanco, de las empresas gallegas Extraco y Misturas, al que el funcionario logró “acojonar” y mandar “a tomar por culo” tras explicarle las complejidades técnicas del contrato de la senda ciclable de Torrelavega, al que quería presentarse. Lo bueno es que ya tienes al capitán para asegurarse de que en cada licitación participe quien tiene que participar.
- Delega en tu gente técnica: Hubo un tiempo en que todo esto debió de ser más fácil. Ahora hay que andar muy pendiente de las especificaciones técnicas, y no siempre lo controlas todo. No es malo delegar en la gente de tu empresa que tiene más clara esa parte. Y ojo con la parte tecnológica: tampoco es fácil ya. Las cosas no terminan de subirse a la plataforma, hay que imprimir y escanear y subir el PDF, que pesa menos. En cualquier caso, no pierdas la calma: si un problema tecnológico te saca, como pasó en las actuaciones urbanas, algo te meterá.
- Invierte: La parte de la maquinaria y el personal la tienes controlada. Pero todo esto no sería posible sin la labor del jefe de servicio de Carreteras, así que trátale bien: contrata a su mujer (como hicieron Rucecan o La Encina), mete a su hija de prácticas pagadas aunque no haga nada (como hizo API Movilidad), ayúdale en sus gestiones domésticas (la reparación del suelo radiante, las flores, reformas varias), que para algo eres del sector. Hazle regalos (unos espárragos, un jamón, unas anchoas) antes de que él mismo te pida “un detalle”. Por ejemplo, hazte cargo del renting de su Volvo. Cuida la gastronomía y llévale a bodegas, a asadores, y así os dais una alegría.
- Sé discreto: Hay un límite, claro. Con lo del Volvo estuvieron a punto de pillarle. Por eso es mejor, cuando quedéis, que sea en sitios discretos: mejor en la Bodega del Riojano que en el Cañadío (dos excelentes restaurantes de Santander), aunque para mayor discreción, mejor fuera de la capital.
- Contratos menores y emergencias mayores: Si bien es bueno tener alguien dentro, también es cierto que la cosa se ha tecnificado bastante (ver puntos 2 y 9). Pero no hay dificultad que no pueda ser soslayada. Siempre hay atajos en los que ni siquiera hace falta competir con otros (es decir, tirar de baja, pactar, arriesgarte a que vengan los de fuera…): se trata de los contratos menores, que no alcanzan una determinada cifra, y los de emergencia. Argayos, desprendimientos, roturas, tempestades e incluso la COVID-19 pueden suponer hasta el 40% de tu negocio.
- Cúrrate lo de borrar el rastro: Si el funcionario y su familia montan una empresa fantasma (una copistería, con la madre y las hijas como administradoras), lo es que suyo que la nutras de ingresos, pero intenta que tu empresa no sea su única fuente de ingresos. Busca por ahí, alguna empresa más tendrás. Y lleva las cuentas al día, por Dios: a cierre de año, una factura “de algo gordo” para que cuadre todo. Y si das de alta a alguien en tu empresa, que al menos haga algo. Que si no acaba como la esposa del jefe de Carreteras, que pese a ser teóricamente empleada de tus empresas y socia de la suya propia, la copistería, a la hora de la verdad estaba “más aburrida que la una”. Hay una parte que les toca a ellos: camuflar el dinero como donaciones particulares, comprar una empresa para participar de los beneficios…
Y un último consejo, este ya a título personal y meteorológico: lleva siempre una rebequita, que aquí en el Norte, cuando anochece, siempre refresca. Aunque ahora mismo sintamos bochorno.