Cultura

‘Las ocho montañas’ y la naturaleza del amor

Felix van Groeningen y Charlotte Vandermeersch firman una conmovedora historia de amistad en la que cabe todo lo importante.

Alessandro Borghi (izquierda) y Luca Marinelli en una escena de 'Las ocho montañas'. AVALON

Miguel Delibes decía que los ingredientes de una novela son, esencialmente, tres: una persona, una pasión y un paisaje. Con esos tres elementos se puede contar todo. De alguna manera, Las ocho montañas también podría resumirse así. Es la historia de Pietro, de su amistad con Bruno y de una montaña. Alrededor de este triángulo, aparentemente sencillo, Felix van Groeningen y Charlotte Vandermeersch componen un retrato de una profundidad y de una belleza estremecedoras. Y en el que cabe, efectivamente, todo. Todo lo importante.

Pietro es un niño de ciudad que pasa las vacaciones de verano con sus padres en el Valle de Aosta, y Bruno es el único niño de Grana, un pueblo casi vaciado. Con 11 años inician una amistad que recuperan cada verano pero que quedará interrumpida en la adolescencia. Pietro, en un acto de rebelión juvenil contra su padre, rechaza la montaña. Eso lo mantendrá alejado de Bruno durante 15 años. Pero ambos retomarán el contacto en la vida adulta y no lo abandonarán nunca. Difícilmente verán ustedes este año una historia más hermosa, en su simplicidad, en su pureza, que la de esos dos niños jugando en el campo. Difícilmente, hallarán una historia más emotiva, en su complejidad, que la de estos dos hombres desorientados y en busca de sí mismos, con el único apoyo constante e incondicional del otro.

Las ocho montañas
Bruno (Cristiano Sassella) y Pietro (Lupo Barbiero) en los veranos de su infancia. AVALON

Las ocho montañas, basada en el libro homónimo de Paolo Cognetti, destaca por su extraordinaria habilidad para bordear la cursilería sin caer nunca en ella. Todo está medido al milímetro, desde la sobria interpretación de sus protagonistas (Luca Marinelli y Alessandro Borghi) hasta los encuadres de un escenario natural sobrecogedor. Esta cerebral planificación se pone al servicio de un relato sentimental y lo embrida eficazmente. Este relato habla de la naturaleza del amor y del amor a la naturaleza, representada por esa montaña alpina que ha juntado a Pietro y a Bruno. En torno a ella se despliegan estas dos vidas diferentes, eventualmente paralelas y trascendentalmente convergentes. Podrían haber vivido separados, y de hecho lo hacen en diversas etapas de su vida, pero a la postre nunca romperán el vínculo que les une.

Un formato inusual

Groeningen y Vandermeersch realizan una apuesta técnica sobre la que vale la pena detenerse. Rodar en un paraje tan espectacular como los Alpes italianos casi obligaría a utilizar el formato panorámico para captar toda esa belleza salvaje. Pero esta pareja de cineastas belgas han decidido salirse del carril. En un momento en el que el estándar televisivo es el 1.77:1 (el famoso 16:9 que todos conocemos), que en cines se amplía un poco más (hasta el 1.85:1), ellos han optado por el formato casi cuadrado con el que se rodaban las películas en la década de 1940. El formato de La diligencia, Ciudadano Kane o Casablanca. ¿Es una extravagancia? ¿Un capricho? No, es una decisión formal muy bien pensada.

En primer lugar, se trata de una astuta maniobra para equilibrar visualmente todas las piezas que componen el relato. De haber usado un formato panorámico, el sublime decorado natural se hubiera comido a los protagonistas. En cambio, con el clásico 1.37:1, Pietro y Bruno no son personas en un paisaje. De alguna manera son paisaje también. No pierden importancia respecto a la montaña. La fusión es perfecta. Por el peso de la costumbre, las primeras imágenes pueden provocar la sensación de estar viendo una película con anteojeras, pero esto dura sólo unos segundos. El director de fotografía, Ruben Impens, exprime al máximo las posibilidades estéticas de este formato, consiguiendo encuadres de una belleza pictórica arrebatadora.

Las ocho montañas
Relación de aspecto entre el 16:9 (fondo negro) y el «formato académico». AVALON

Porque ese es otro de los aciertos de utilizar el llamado “formato académico”, hoy prácticamente olvidado: disminuye la anchura, sí, pero abre posibilidades a la altura. Y esto es muy importante cuando se trata de rodar con profundidad de campo. Puedes colocar a los personajes en primer término y capturar también las cumbres que se elevan por encima de sus cabezas. Sin perder nada, ni de los rostros ni del fondo. Además, encaja mejor con la esencia vertical de la montaña. Y también puedes encuadrar los techos en los planos de interior, como el de la buhardilla en la que vive Pietro en la ciudad. Y componer hermosos planos desde la cabaña que construyen los dos amigos, a través de una ventana o de la puerta, jugando con la luz y los detalles de la escenografía. Gregg Toland estaría muy orgulloso del trabajo de Impens.

Esta delicadeza estética constituye la prolongación perfecta de una historia increíblemente delicada: la de dos hombres que se quieren. Sin más. Y esto es muy difícil de contar, porque la narración cinematográfica, de alguna manera, pide ir un paso más allá. Pide melodrama. Pide amor carnal. Y, sin embargo, esta película no necesita convertirse en Brokeback Mountain para ser una conmovedora historia de amor. Lo es y ya está. Una historia de amor y de búsqueda.

Según la leyenda nepalí de la que toma su título la novela, el centro del mundo es una gran montaña, el monte Sumeru, desde donde puede divisarse todo. Alrededor de ella hay ocho montañas más pequeñas y ocho mares. ¿Quién ha visto más? ¿El que lo observa todo desde el gran monte central (Bruno) o el que recorre penosamente las otras ocho montañas (Pietro)? Son dos formas no sólo de observar el mundo, sino de conocerse a sí mismos. A través de sus andaduras, el público atravesará todos los planos emocionales de la existencia. Y las imágenes, de enorme fuerza, le acompañarán mucho tiempo después de abandonar la sala de cine.


‘Las ocho montañas’ se estrena en España el viernes 19 de mayo.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.