Internacional

Grecia: un país que no remonta y una ciudadanía desilusionada

Grecia se prepara para las elecciones de este domingo. Ni Mitsotakis ni Tsipras convencen. El ánimo general es el de "votar la opción menos mala".

Un ciudadano frente a una valla publicitaria de Nueva Democracia. MIGUEL FERNÁNDEZ

Atenas (Grecia) // Es sábado y Babis y Anastasia, que rondan los 40 años, están sentados en un un banco en Fokionos Negri, un bulevar peatonal en el barrio ateniense de Kypseli, donde vive uno de los más grandes escritores que ha dado Grecia en los últimos años, Petros Markaris. Allí, sentados al sol y con un Fredo Espresso en la mano, hablan de sus cosas.

Lo que más les preocupa, aseguran, son los salarios y la derecha. Dicen que tienen claro a quién van a votar, pero no lo especifican; lo que sí explican es que no quieren cuatro años más de conservadurismo del actual primer ministro, Kyriakos de Mitsotakis: “Al final, ¿qué más da a quién votemos? Saldrá quien Bruselas quiere que salga. Si les interesa Mitsotakis, presionarán para que haya un gobierno de Mitsotakis; si prefieren a Syriza, harán lo que puedan para que gobierne Tsipras”, dice con desánimo Babis. 

Kostas tiene un puesto de flores y plantas en el mercado de Ambelokipi. MIGUEL FERNÁNDEZ

Cerca de Kypseli, en el barrio de Ambelokipi, Kostas trabaja como vendedor de plantas y flores. Tiene su propia tienda y un puesto en el mercado del barrio, los sábados por la mañana. En hora punta, sobre las 11, resulta imposible caminar. Los puestos de frutas y verduras, pescado fresco, miel, aceite o huevos se llenan de vida y gritos. Atenas es una ciudad que parece no detenerse nunca, pero cuando más se aprecia ese carácter intempestivo suyo es cuando se celebran los mercados semanales en los barrios. La vida, entonces, parece más vida que nunca. “Sé a quién voy a votar, pero no me gusta ningún partido en especial. Todas las opciones son malas y no hay nada verdaderamente revolucionario”, dice el vendedor. Asegura que, como toda la ciudadanía griega, en su bolsillo y en su negocio también se ha notado la inflación y el precio de la energía, y le preocupa que el país no remonte. “Si no aumentan los salarios, los negocios se van a pique”, concluye. 

Grecia llega a unas nuevas elecciones generales con el país dividido. Las encuestas prevén una nueva victoria del partido Nueva Democracia (ND), con Kyriakos Mitsotakis al frente, pero no con el margen suficiente como para gobernar con mayoría absoluta. Syriza-Alianza Progresista, principal partido de la oposición, aprovecha hasta el último momento para rascar votos que acorten la diferencia con ND.

En caso de que ninguno de los dos partidos pudiese formar gobierno después de las elecciones, se tendría que proponer una nueva convocatoria, como marca la Constitución griega. Esta nueva convocatoria, según analistas políticos, podría resultar beneficiosa para el partido de Mitsotakis. Por otra parte, si Tsipras quiere gobernar, lo tendrá que hacer en coalición –quizás con los socialdemócratas del PASOK-KINAL y algún otro partido–, ya que los números no alcanzan. Tsipras ha asegurado que si no es la fuerza más votada, no intentará formar gobierno; y Androulakis, líder del PASOK-KINAL, dice que no quiere pactar ni con Tsipras ni con Mitsotakis.

Caseta informativa de Syriza-Alianza Progresista. MIGUEL FERNÁNDEZ

Una campaña con temas clave: economía y migración

Uno de los temas estrella de esta campaña ha sido la cuestión económica. La ciudadanía griega llega a esta nueva convocatoria con una economía que no remonta, a pesar de que en abril la inflación bajase hasta un 3%. En agosto de 2022 terminó –oficialmente, aunque no en la práctica– la tutela griega por parte de la Troika (Fondo Monetario Internacional, Comisión Europea y Banco Central Europeo). Unos meses más tarde, el 3 de octubre, se presentaban los presupuestos. Eran los primeros, en 12 años, elaborados fuera del marco de vigilancia de los acreedores internacionales. Sin embargo, hablar de la economía griega es hablar de problemas estructurales que persisten: exclusión, una pobreza que alcanza el 29,5% de la población, infraestructuras clave privatizadas y un gobierno que en estos últimos años ha protagonizado diferentes casos de corrupción. 

Grecia no remonta porque los salarios se han devaluado, porque, en los últimos cuatro años, el precio de la vivienda se ha encarecido alrededor de un 40% y porque la inflación, como en el resto de Europa, ha golpeado con fuerza. El pasado octubre llegó a alcanzar un 12%, lo que provocó una huelga general con uno de los seguimientos más altos en los últimos diez años.

A pesar de las medidas adoptadas, como la obligación a los supermercados de establecer una cesta de la compra con productos básicos de primera necesidad rebajados de precio o los bonos a la energía para hacer frente al invierno (se han destinado 9.000 millones de euros en subsidios al sector energético), las ayudas del Gobierno no han sido suficientes y la población griega está cansada de vivir en la incertidumbre económica. El sector turístico parece que ha remontado después de la crisis ocasionada por la COVID-19, sin embargo, la ciudadanía griega se queja de no haber recuperado los estándares de calidad de vida previos a la crisis de 2008

La migración también ha sido otro de los temas recurrentes durante la campaña electoral. Mitsotakis ha sacado pecho y ha alardeado de que durante su mandato se ha reducido significativamente la llegada de población refugiada. En los últimos años –no sólo con el gobierno de Mitsotakis, sino también con el de Tsipras–, el país heleno se ha convertido en un laboratorio de ensayo por lo que a las políticas migratorias respecta. La gestión de las fronteras griegas ha sido definida por algunos países como un modelo a seguir, pero lo cierto es que los centros de detención de personas refugiadas, tanto en las islas como en la Grecia peninsular –financiados mayoritariamente por la Unión Europea–, ponen en duda este postulado.

La Europa fortaleza y de las fronteras es más que visible en Grecia. Hace unas semanas, el Gobierno heleno solicitó fondos a la UE para extender la valla en la frontera greco-turca, a orillas del río Evros. Es también en este punto geográfico donde se han producido, en los últimos años, violaciones sistemáticas de los derechos humanos y del derecho internacional: los pushbacks, el maltrato y el robo a migrantes que llegaban por esta vía por parte de la Guardia Costera Helénica han estado en el orden del día. 

Democracia en Grecia: el ‘caso Predator’ y la libertad de prensa

Grecia también llega a estas elecciones como el último país de la Unión Europea en materia de libertad de expresión y de prensa, según el último informe publicado por Reporteros Sin Fronteras (RSF). El puesto en este ranking, que se elabora cada año, obedece a diferentes causas. En primer lugar, hay que destacar un panorama mediático copado por la derecha, lo que provoca un contexto periodístico muy favorable al Gobierno y muy poco plural. “Esta es una de las razones por las que Grecia está en la cola en las listas de calidad democrática. Nunca antes se había dado este contexto de una manera tan evidente”, explica Elias Dinas, jefe de departamento de Ciencias Políticas y Sociales en el Instituto Universitario Europeo de Italia.  

En segundo lugar, hay que recalcar que, tal y como se destaca en el borrador final del informe de la comisión LIBE (Libertas Políticas, Justicia y Asuntos de Interior) elaborado por el Parlamento Europeo, muchos periodistas en Grecia enfrentan amenazas físicas, ataques verbales, incluso de políticos y ministros de alto rango, violando su privacidad con spyware. La contundencia de estas conclusiones responde al descubrimiento reciente del caso Predator, un escándalo de escuchas por el que el Gobierno griego, supuestamente, habría estado espiando a periodistas, líderes de la oposición e incluso a políticos de su mismo partido a través de sus teléfonos móviles. El caso Predator ha puesto en jaque el Estado de derecho y los derechos fundamentales de la ciudadanía. 

Por todas estas y algunas otras cuestiones, el desencanto de la población griega con las instituciones y la clase política es evidente. Este 21 de mayo es un día decisivo para la ciudadanía helena, que deberá escoger entre el continuismo conservador de Mitsotakis o un gobierno más a la izquierda, liderado por Tsipras. Ni uno ni el otro parecen convencer demasiado, y el ánimo general de la población es el de “votar la opción menos mala”, signifique eso lo que signifique para cada uno. 

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