Cultura
El turismo de lujo desde la barrera
La serie The White Lotus retrata las relaciones entre huéspedes y trabajadores de un hotel de ensueño
CARLOS ORQUÍN | Los cuentos de ricos y pobres a menudo han tenido un problema para mostrarse ante el público tal cual. Siempre necesitan un ingrediente extra, algo de drama para entrarnos y que acabemos poniendo nuestra atención. Cuando a esta conjunción se le suman humor y memes, la tarta está completa. Y en este caso, bastante bien terminado, según reconocimientos de crítica y público.
The White Lotus, distribuida en España por la plataforma HBO Max, es una ficción creada por el director y guionista Mike White que en la Navidad de 2022 acaparó la atención de las redes sociales con la emisión de la segunda temporada. Y, claro, atrajo por su capacidad de enganchar al público con unos personajes histriónicos, convertidos en stickers por todas partes.
La miniserie tiene, hasta el momento, dos temporadas de 13 capítulos. Ya se ha firmado la renovación para una tercera sesión de episodios que se desarrollará, como las anteriores, en el resort hotelero de lujo denominado ‘The White Lotus’. Este espacio, sea en Hawái (la primera temporada) o en Sicilia (en la segunda), es un elemento central de las tramas de los personajes porque marca. Y no precisamente por su belleza y distinción. El hotel es un punto clave en las experiencias de quienes lo habitan porque, aunque físicamente convivan, pertenecen a dos mundos diferentes, con alguna excepción: o son huéspedes ricos estadounidenses o diferentes tipos de trabajadores locales. Unos explotan a otros y viceversa. O por lo menos, lo intentan.
Aunque hablar de la desigualdad no es el leit motiv central de la serie, las relaciones de poder que se suceden durante las escenas son muy interesantes y conforman una (no sabemos si pretendida o no) radiografía de un sector como el turismo, con todas sus consecuencias sociales, en medio de un thriller emocional.
Ejemplo de ello es la historia de Kai (Kekoa Kekumano), un joven hawaiano que trabaja como bailarín en el paradisíaco hotel de la primera temporada. La evolución del personaje pone al espectador ante el clásico debate moral: es un habitante local explotado para servir a blancos ricos en su propio pueblo, expropiado por extranjeros colonizadores. No mata (en cada temporada hay un asesinato), pero da juego.
Buenos y malos
Sin embargo, hay otros papeles más difíciles de juzgar moralmente. Tania McQuoid (Jennifer Coolidge) es una mujer rica torturada por la muerte de su madre, la relación con los hombres y su envejecimiento. El personaje, que enseguida sedujo al público y que dio a la actriz un Emmy y el Globo de Oro, es tierno, transparente, genuino. Y también es, en parte, la mejor sátira sobre los ricos (toda la serie se mofa de ellos).
Es de los pocos personajes que tiene continuidad en las dos temporadas y es especialmente interesante su relación, durante la primera, con Belinda (Natasha Rothwell). Belinda es una trabajadora del spa del hotel de Hawái a la que Tania le promete la luna, pero a la que, efectivamente y en pocos capítulos, se ve cómo su intención es extractiva.
Sin embargo, McQuoid no tiene pinta de malvada y se gana la complicidad de los espectadores en todo momento porque, en comparación, en la serie hay personajes peores. Su relación con el mundo sólo se entiende desde el privilegio y el capricho y esto tiene consecuencias. También es la responsable de la excepción de la serie: el personaje de Portia (Haley Lu Richardson), su joven asistente que aparece en la segunda temporada, rompe el binomio huésped rico/trabajador porque, de alguna manera, es las dos cosas a la vez. ¿Precaria o privilegiada?
La figura del director del hotel es crucial en todos los capítulos de la serie y mantiene su perfil en las dos temporadas: forma parte de los trabajadores, pero se cree con superioridad con sus colegas de trabajo y, si puede, los explota un poco. Usa su pequeño poder porque lo que realmente querría es formar parte de los huéspedes, pero no puede y esto genera conflictos con los clientes. En Hawái es Armond (Murray Bartlett), un hombre servicial con no pocos problemas. Y en Sicilia es Valentina (Sabrina Impacciatore), severa y reprimida, pero genial en cada escena.
La lista de personajes destacables es larga (las prostitutas sicilianas, las parejas con problemas amorosos, la familia de machos que busca su pasado y su nuevo sitio en un mundo más feminista) y la carga de intensidad está garantizada en cada historia. The White Lotus está preparado para recibir a los espectadores y que cada uno se posicione donde pueda: a un lado u otro del servicio.
Esta reseña de Carlos Orquín ha sido publicada originalmente en catalán en ‘La fàbrica digital’.