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Faltan protocolos de acompañamiento claros para los trabajadores enfermos de cáncer

La ley estipula que una persona trabajadora puede coger una baja por incapacidad temporal de 12 meses y una prórroga de seis como máximo. Pero 18 meses no siempre son suficientes para los pacientes oncológicos

ÀNNIA MONREAL | Cansancio por culpa de los tratamientos y desazón y angustia por la incertidumbre del pronóstico. A pesar de que los adelantos científicos en cáncer de los últimos años en muchos casos la han convertido en una enfermedad crónica, ‘cáncer’ y ‘tumor’ son palabras que continúan resonando a epitafio. Y cuando la persona diagnosticada es una persona activa laboralmente, el miedo de perder el trabajo se suma al desasosiego general.

“Los hombres y las mujeres sin baja por enfermedad o con baja por enfermedad a causa otros diagnósticos tenían al menos un 9% más de probabilidades de continuar a la ocupación en comparación con los trabajadores que tenían un baja por enfermedad a causa del cáncer”. A esta conclusión llegaron los autores del estudio Reincorporación al trabajo después de una baja laboral por cáncer: un estudio de cohortes de trabajadores asalariados en Cataluña (España), coordinado por Fernando G. Benavides, jefe de grupo del CIBERESP en la Universitat Pompeu Fabra (UPF), y publicado el año pasado en la revista Scientific repuertos.

La ley impide la discriminación laboral por causas relacionadas con la salud, pero estudios como el anterior y encuestas llevadas a cabo por organizaciones que acompañan los enfermos dicen que algo pasa. “Un 47% de las personas trabajadoras cree que la empresa mujer poco o ningún apoyo a las personas con cáncer”, recuerda Clara Rosàs, gerente de la Federación de Catalana de Entidades contra el Cáncer (FECEC).

“Tuve un cáncer de páncreas hace cinco años y estuve de baja unos ocho meses”, explica Ernest Poveda. “El 2020 tuve una recaída de un linfoma de Hodgkin que había sufrido al 2014”, dice Fernando López. El primero volvió al trabajo una vez se encontró bien y contó “con el apoyo de mi empresa”. El segundo tuvo que dejar un trabajo como auxiliar en un centro por personas con disminución porque físicamente había tareas que no podía hacer. “Expuse a mis compañeros y en mi jefa que me cambiaran los trabajos a hacer, que acababa de sufrir una repetición de un linfoma y había cosas que no podía hacer. Fue como hablar con una pared”, lamenta.

Ernest Poveda es presidente ejecutivo de Grupo ICSA. Fernando López se dedicaba a la publicidad y las artes gráficas como autónomo. Una vez finalizada el tratamiento del segundo linfoma aceptó una propuesta de trabajo que le hicieron llegar desde el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) porque “me quería poner a prueba, ver si podía trabajar. Y también lo hice autoestima”.

La sensación de normalidad, tener una actitud positiva y potenciar la autoestima son los principales argumentos que esgrimen las personas con cáncer que participaron al 1.º Barómetro cáncer y trabajo en Cataluña, presentado el junio pasado por la FECEC, en la hora de justificar la continuidad al trabajo. Después hacen referencia a motivos económicos y en un porcentaje más bajo, del 17%, por no tener que dar explicaciones.

No se puede hablar de cáncer del trabajo? “Ni yo ni ningún enfermo de cáncer lo hemos cogido por gusto. Es una lotería!”, exclama Poveda, que además de directivo forma parte del Tribunal Laboral de Cataluña. “Se tiene que ser muy poca persona para despedir o no tratar bien una persona enferma. Cuando una máquina se estropea, se arregla; cuando una persona enferma, se lo ayuda y se le apoya porque se recupere”, añade.
Un apoyo pautado

Un hombre enfermo de cáncer

No parece que, por norma, las empresas dejen en la calle ni ninguneen el trabajador enfermo de cáncer. Según el barómetro de FECEC la persona afectada comunica la enfermedad a sus superiores, mantiene una buena relación con los compañeros, está muy adaptada al trabajo y cree que puede crecer profesionalmente.

Pero no dice el mismo la encuesta de 2019 del Grupo Español de Pacientes cono Cáncer (GEPAC) sobre el cáncer en España: el 70% de las personas encuestadas cree que “no hay comprensión por parte de la empresa” ante las limitaciones que encuentra el empleado cuando se reincorpora. Y también recoge que para la mayoría de encuestados volver al trabajo tiene consecuencias sociales y psicológicas para la persona enferma.

Donde sí coinciden estudios y encuestas es en que al trabajo no hay un buen acompañamiento para el trabajador con cáncer. “Nuestra ilusión seria tener protocolos como los planes de igualdad”, reconoce Clara Rosàs, de FECEC. Si no, “se está a expensas de la buena voluntad de las empresas”.

La ley estipula que una persona trabajadora puede coger una baja por incapacidad temporal de 12 meses y una prórroga de seis como máximo. Pero 18 meses no siempre son suficientes para los pacientes oncológicos. “Creemos que la reincorporación al trabajo tendría que ser progresiva durante el primer año”, indica Rosàs. “Sabemos que a la administración pública hay convenios que lo establecen así”, pero son puntuales, detalla.

Esta petición, una vuelta al trabajo progresivo sin reducción salarial, más la reserva del puesto de trabajo durante cuatro años sin que se suspenda el contrato y facilitar recursos a las empresas para acompañar los empleados son los argumentos principales de una proposición de ley que se ha encallado en el Congreso de los Diputados. “El mayo de 2022 se aprobó por unanimidad en el Senado, pero al pasar en el Congreso todavía tiene abierto el periodo de presentación de enmiendas”, explica Rosàs.

FECEC ha introducido mejoras en el texto original y “hemos hablado con los políticos y unos y otros nos transmiten que habrá consenso y se aprobará”, continúa la experta. Pero, de momento, no hay noticias.

En Cataluña, la incidencia de cáncer en 2022 fue de 37.736 diagnósticos nuevos, 21.285 en hombres y 16.451 en mujeres.

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