Cultura

Maria Elorza: “Cuando la lectura ha acabado, la literatura continúa”

La cineasta vasca dirige ‘A los libros y a las mujeres canto’, un hermoso documental sobre el amor a los libros, las lenguas y la cadena de transmisión cultural que se produce entre mujeres.

Maria Elorza, directora de ‘A los libros y a las mujeres canto’. GARI GARAIALDE

Todo comenzó con un accidente doméstico: a la madre de Maria Elorza (Vitoria, 1988) se le cayó encima una estantería enorme llena de libros. Los volúmenes inundaron la habitación, que terminó sepultada de palabras. Pudo haber sido un percance fatal, pero todo quedó en un susto y en un meñique lesionado. La avalancha dio pie, además, a una reflexión, de la que surgió una exploración, de la que surgió un documental: A los libros y a las mujeres canto. Así sucede también con los libros, cuando uno te lleva a otro, que te lleva a otro, que te lleva a otro, hasta que juntos conquistan tu pensamiento, tu casa, tu vida. ¿Cuánto hay que amar los libros para morir aplastado por ellos? ¿Cómo nace ese amor? ¿Cómo se desarrolla y perdura en el tiempo? Sobre todo esto indaga Elorza en un documental hermosísimo, elegante y risueño.

El título parafrasea el primer verso de la Eneida: “A las armas y a los hombres canto”. Aquí las protagonistas son mujeres y la primera de ellas es Tonina Deias, la madre de la directora. Ella fue la superviviente del alud literario y el hilo conductor de la película. Es italiana y Maria habla en la lengua materna (nunca mejor dicho) para grabar la voz en off. “Lo hice así por varias razones”, explica. “Quería subrayar la importancia que tiene la voz y la narración oral, por eso hay varios idiomas [castellano, italiano, euskera, inglés, japonés, francés, alemán…]. Pero también es una decisión estética que tiene que ver con la noción de canto y la musicalidad que tiene la lengua italiana. Además, locutar en italiano me ayuda a distanciarme de mí misma. Siempre resulta raro oírse a una misma en una grabación y con ese truco atenuaba un poco esa sensación desagradable. Y luego, además, hay muchas referencias al mundo clásico en el documental, y la cultura italiana sigue muy pegada a ese pasado”.

El resto del elenco lo componen tres amigas de su madre (Loreto, Wal y Viki) y su hermana Anne. Cada una con su historia, todas unidas por la pasión literaria. Una pasión que no es fetichista. Aunque los libros han marcado su vida, no tratan de acumularlos sin más. Lo importante no es el objeto. “En la película se habla de la literatura más allá de la literatura”, aclara Elorza. “O de la literatura antes de la literatura, del momento en el que surge el despertar de la sensibilidad literaria y que tiene elementos que no son estrictamente literarios, como las canciones que te canta tu madre, o la voz y la cadencia al hablar que tienen tus familiares, o las primeras imágenes que te llaman la atención… Todo eso no está ligado a lo que llamamos ‘literatura en mayúsculas’, pero la película propone que, de alguna manera, también es literatura”.

Tonina, mientras plancha, recuerda una poesía popular sobre una yegua torda que una tía suya le recitaba cuando ella era una niña, en Cerdeña. Aquella tía, que apenas pudo ir a la escuela, estaba transmitiendo todo un tesoro cultural a la mujer que, muchos años después, podría haber muerto en un derrumbe de libros. En esta conexión entre mujeres, a lo largo del tiempo, está el germen del documental. “Yo no quería hacer una alabanza ciega del libro como objeto. Creo que el valor de la literatura no está en el texto mismo sino en la relación que establecemos, como individuos y como sociedad, con eso que leemos. Aunque se titule A los libros y a las mujeres canto, creo que la película se sitúa justo entre esos dos elementos. No por separado sino en la relación entre estas mujeres y los libros. Y la importancia no está en el libro sino en saber cuál escoger y en entender las razones por las que buscamos su compañía”.

Vidas literarias

“Las protagonistas prolongan la literatura, cada una a su manera, en su vida cotidiana”, apunta Maria Elorza para hablar de sus heroínas. “El ejemplo más claro es el de Loreto, que cuando lee se viste con ropas que le sugieren los libros. Aunque la lectura termine, la literatura sigue. La literatura está en todas partes”. Loreto Casado es profesora de literatura francesa retirada y cree que un día “la poesía te cae encima” y se convierte en un “manto protector”. Amante del teatro y la actuación, tiene una falda Sade, un abrigo Beckett y un madero que adorna su estantería y que encontró un día paseando por la playa. Pero describirlo así sería de una vulgaridad insoportable. A sus ojos (y a todos los efectos) es una estaca para matar vampiros.

Waltraud Kirste habla de Goethe como si fuera de su familia porque tiene la impresión de haber escuchado muy de cerca su voz. Hoy es una especialista en su obra y comulga plenamente con su idea de Weltliteratur: cree en el poder de la literatura para tender puentes y fomentar la paz. Wal vivió su juventud a salto de mata junto a Patxi, un exiliado político vasco al que conoció en París en los años sesenta. Luego, tras residir en Estados Unidos y en diferentes puntos de Europa, lo visitó frecuentemente en la cárcel, de la que salió cuando llegó la democracia.

“La película es también el retrato de una generación y, a través de ella, de un trozo de la historia reciente de este país”, explica Elorza. “Estas mujeres, que han vivido tanto a través de la imaginación, y que hablan con tanta admiración de los autores, tienen biografías igual de ricas, admirables, llenas de aventuras”. Una vez más, literatura y vida se entrelazan: “Me da la sensación de que justamente han sido tan valientes y han tenido vidas tan llenas de experiencias porque han estado inspiradas por los grandes. Y al contrario, pueden apreciar la gran literatura porque han vivido mucho. Esto funciona en un doble sentido”.

La de Viki Claramunt ha sido una vida marcada por el compromiso político. Hoy observa aquella militancia con ternura pero sin asomo de épica, hasta con un punto de ironía. Durante sus primeros años en Guipúzcoa vivió en su coche, que también hacía las veces de biblioteca del Partido del Trabajo. Visitaba las fábricas, imprimía octavillas y organizaba reuniones. Como todas las demás, ha ido deshaciéndose de muchos libros (eso que en castellano llamamos expurgar y que en francés denominan, poéticamente, désherber), pero mantiene las obras de Lenin en un sitio de honor, aunque el tiempo, sin cambiarlas, haya llenado de matices sus creencias políticas. Se desechan ciertas ideas igual que se desechan libros, entre la pena y el alivio. Así explica la directora su noción de expurgo: “Quiero pensar que una, conforme se va haciendo sabia, consigue distinguir el grano de la paja. Entonces podemos quitar todo lo sobrante y llegar al núcleo de las cosas y a la sustancia de la vida”.

Maria Elorza: "Cuando la lectura ha acabado, la literatura continúa"
Tonina y Anne, madre y hermana de la directora de A los libros y a las mujeres canto, en una escena del documental. TXINTXUA FILMS

Como suele ser habitual en los documentales, el resultado final no es algo que pueda consignarse anticipadamente en ningún plan de rodaje. Así suele filmar los suyos, por ejemplo, Koldo Almandoz, uno de los productores de esta película. Siempre hay un cierto margen para la improvisación. Primero se rueda, y durante el rodaje va conformándose una historia o una tesis. Maria Elorza también se planteó el rodaje de A los libros y a las mujeres canto en ‘modo exploración’. Lo único que sabía antes de empezar es que aquella imagen de la librería desplomada la estaba interpelando. “El documental es justamente la búsqueda por entender qué es lo que me está contando esa imagen”, explica. “Busco desde las sensaciones, desde la intuición. Creo que hago todas mis películas así. Lo único que sé es que lo que busco tiene que ver con los libros, con el hecho de poseerlos y de dialogar con ellos. Pero no sé mucho más cuando empiezo a filmar. Hacer la película es descubrirlo”.

Su descubrimiento, iluminado por la pasión y las lecturas de estas mujeres, es una delicia para bibliófilos, cinéfilos, viajeros, políglotas fracasados o triunfantes, amantes de la cultura en general y de los libros en particular. En precioso catalán, lletraferits y lletraferides, esa gente que Montaigne definía como “aquellos a los que las letras han asestado un martillazo”, en sentido figurado. Absolutamente literal si la estantería se te cae encima.


‘A los libros y a las mujeres canto’ se proyectará entre el 12 y el 14 de mayo en la Cineteca de Matadero Madrid.

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