Cultura | Sociedad
Laura G. Andreu, directora de ‘Domingo Domingo’: “Es muy difícil tener la fuerza para enfrentarse a la industria alimentaria”
La cineasta valenciana acaba de estrenar 'Domingo Domingo,' un documental de Suica Films en el que un agricultor intenta patentar una nueva variedad de naranja «para forrarse».
La directora Laura García Andreu acaba de estrenar Domingo Domingo, un documental de Suica Films en el que un agricultor valenciano intenta patentar una nueva variedad de naranja «para forrarse». Durante la película planean las amenazas que acechan al modelo de agricultura social de los cítricos valencianos, basado en cooperativas de pequeños y medianos productores, desde el humor de su protagonista principal. El País Valencià aún cultiva el 2% de los cítricos en el mundo y concentra el 14% de la exportación global, pero su producción tiene una tendencia a la baja por los escasos márgenes de beneficio que reciben los agricultores. Muchos de ellos pagan ahora patentes de nuevas variedades creadas en laboratorios de Israel para mantenerse en el mercado. Otros, ante la falta de relevo generacional, venden sus tierras a fondos de inversión o grandes empresas. Pero Domingo Domingo se resiste a ello, él busca un golpe de suerte para hacer lo que más le gusta: vivir bien y vivir del campo.
De la maternidad de su anterior trabajo a la agricultura. ¿Por qué ha elegido este tema?
Tenía ganas de hacer un documental creativo con un tono más desenfadado. Motherhood fue muy enriquecedor, pero tenía una parte muy dura, hablaba de mujeres que no querían ser madres y de las que se arrepentían de la experiencia de la maternidad. Y porque mi iaio fue labrador y fue un referente para mí. Tengo esta consciencia de que no estamos valorando suficientemente a las personas que producen la comida que nos alimenta. Y siempre me ha llamado la atención ese punto irónico y resistente a la hora de afrontar los problemas que tiene la gente del campo. Cuando aterricé en Alquerías del Niño Perdido, el pueblo de Castellón donde transcurre la historia, encontré una conexión con ese carácter.
Hay varias propuestas audiovisuales que hacen un retrato del entorno rural, como Alcarràs o Suro. ¿A qué cree que se debe?
Es muy interesante que se estén haciendo estas historias relacionadas con lo rural y creo que estamos haciéndolas porque se están retratando otras miradas un poco más diversas y por parte de directores y directoras que provienen de ciertos contextos, digamos menos de súper urbanos o de clases sociales acomodadas. Aportamos diversidad al contexto cinematográfico. También al social.
Ha dado con un personaje que es un fenómeno. En un contexto en el que muchos padres han aconsejado a sus hijos que se dediquen a otras profesiones, Domingo quiere ser agricultor. ¿Por qué?
¡Domingo es un personaje fantástico! Siempre digo que sus padres sabían que iba a ser excesivo y por eso le pusieron Domingo Domingo, un nombre que representa su carácter entusiasta. Ronda los 45 años y ya no queda prácticamente gente de esa edad que entienda de naranjas tanto como él. Su familia es propietaria de tierra, pero no se puede dedicar en exclusiva a la agricultura como le gustaría, de hecho también es obrero.
Es un contexto muy perverso, las multinacionales están desarrollando en laboratorios en Israel nuevas variedades que muchas veces no son las más sabrosas o las mejores, pero tienen ciertas características que las hacen más rentables en el mercado. Los pequeños agricultores compran esas variedades y las injertan en sus árboles. Están entrando en esta rueda pero desde una posición muy precaria. Domingo intenta hacer lo que hacen las grandes multinacionales. Es un poco una historia de David contra Goliath. Por mucho que estés en un sindicato agrario o en una cooperativa, es muy difícil tener la fuerza para enfrentarse a este sistema de la industria alimentaria que cada vez controla más lo que comemos.
Pero Domingo insiste en querer vivir como sus antepasados. ¿Hay un punto de romantizar el campo y el no tener«jefes»?
Es interesante esto. Creo que realmente esa generación de su padre sí era más libre, pero puede que yo también lo esté romantizando. Está claro que vivían mejor, podían sacar cierta rentabilidad a lo que producían y no tenían unos horarios marcados. Domingo es una persona a la que no le gusta estar encerrado. Es muy trabajador, pero hace las cosas a su ritmo y envidia ese pasado. Busca en muchos aspectos de su vida la máxima libertad posible y el campo le da libertad.
¿Cree que la sociedad valora bastante el trabajo de la gente del campo?
Pienso que a los agricultores se les ha tratado siempre de personas iletradas, han cargado con un estigma negativo. Cuando estás en contacto con ellos eres consciente del valor que tienen sus conocimientos. Creo que como consumidores debemos cuestionarnos qué compramos, qué personas y qué sistema hay detrás de eso. Es cierto que, en medio de la vida acelerada que llevamos, es una exigencia extra, pero o empezamos a pensar en eso o nuestra soberanía alimentaria está en peligro. Si, cada vez más, son las grandes multinacionales las que tienen mano en nuestra alimentación, vamos mal. Si no pagamos bien a quien se dedica a la agricultura, nadie se va a querer dedicar a ella.
«El agricultor no está recibiendo un precio justo»
¿Y qué papel juegan los comerciantes intermediarios y los supermercados en el escaso margen que ganan los agricultores?
Dentro de un mismo pueblo de 4.000 habitantes hay muchos contextos diferentes, desde los recolectores, los pequeños propietarios y los comerciantes que compran las naranjas a los agricultores a un precio bastante bajo. El agricultor no está recibiendo un precio justo. A veces no llegan ni a cubrir los costes, sobre todo en las variedades tradicionales que son las que tienen los pequeños agricultores, los que no tienen otras patentes. Domingo ve como le pagan céntimos por un kilo de naranjas y luego en el supermercado quizás está a dos euros y pico. Es poco transparente dónde queda la diferencia de precio. Los comerciantes dicen que ellos no ganan tanto dinero, que las grandes cadenas de supermercados son las responsables de esa diferencia de precio.
¿Cómo viven ellos ir a un supermercado valenciano y que las naranjas que allí se venden no sean de su tierra?
Creo que ya están acostumbrados a eso, pero no deja de hacerles daño. Esto tiene un impacto en su modo de vida porque, cada vez más, otros países como los del norte de África venden sus naranjas a Europa y no pasan los mismos controles sanitarios. Es algo que les hace sufrir. España aún es el país que más cítricos exporta, la Comunitat Valenciana representa el 14% de las exportaciones mundiales. Pero está cerca de otros países africanos como Chipre, Marruecos e incluso Sudáfrica, que por el tema climático pueden producir naranjas en otros momentos del año distintos a los de aquí. Como los consumidores somos tan cómodos en general y queremos tener fruta todo el año, esto pesa mucho.
Los recolectores bromean sobre qué harían si les tocara la lotería. ¿Son los peor pagados?
Claro. Quienes recogen la fruta tienen un trabajo muy estacional, trabajan unos meses y luego se tienen que ir a otros lugares como Lleida a coger otros productos. Tienen un trabajo muy precario, no se ganan la vida como les gustaría y sí tienen esa idea, como otras personas que viven con lo mínimo, de soñar qué harían si les toca la lotería. Es un poco lo que quiere Domingo, dar un golpe. Encontrar una variedad nueva que le dé el poder de dedicarse a trabajar en el campo y vivir tranquilo.
Tráiler DOMINGO DOMINGO_vose from SUICAfilms on Vimeo.
Además de la economía, los cítricos componen un paisaje sentimental para los valencianos. ¿No le parece?
Mucha gente mayor no conserva el campo por un tema económico, sino porque para ellos la tierra es como un hijo o hija. Su tierra está muy arraigada en su identidad. Los ves que casi no se pueden ni agachar pero no lo quieren dejar. Luego hay muchos valencianos que nos vanagloriamos de ser de la tierra de la naranja y, a veces, es más un símbolo folclórico, algo decorativo. Debemos estar más atentos a cómo viven quienes nos alimentan.
¿Cuándo se podrá ver el documental en España?
En pocas semanas se podrá ver en algún festival de cine, luego nos gustaría seguir con una ronda de festivales internacionales. También se verá en À Punt, nuestra televisión pública, en Filmin, que quiero decir que es una suerte que tengamos esa plataforma en España, y en salas de cine. Así que se podrá ver en todo el territorio.
El documental tiene buena pinta. Valencia ya pertenece como muchas tierras a este egoísta mundo neoliberal. Perdió su banca, su equipo de toda la vida, su lengua… Valencia vive de la renta de sus tópicos pero de personalidad ya no le queda nada, salvo posiblemente algún personaje más como Domingo, Domingo. Suerte con el documental Laura.