Cultura
Marina Seresesky: “Creo que no hay nada mejor que mezclarse”
La directora argentina emprende un sanador viaje a sus raíces en ‘Empieza el baile’, una comedia sobre el amor, la nostalgia y la migración.
Empieza el baile es la nueva comedia de Marina Seresesky, directora argentina afincada en Madrid. La película recibió el premio del público en el pasado Festival de Málaga y la Biznaga de Plata al mejor actor de reparto, que fue para Jorge Marrale. Junto al premiado, los protagonistas son Dario Grandinetti y Mercedes Morán, que interpretan a una mítica pareja de tango que se reencuentra, tras años de separación, en los increíbles paisajes argentinos. Allí, el recuerdo, el amor, la amistad, el pasado, la nostalgia, la migración y, sobre todo, las risas se mezclan en una comedia cargada de ternura. Marina nos recibe desde su casa en Madrid, con un mate en la mano, lo que nos da pie para empezar a charlar de su road movie.
Cuando llegaste a España, hace dos décadas, era complicado conseguir productos de América. ¿El mate fue lo primero que echaste de menos?
Al principio echaba de menos todo. Ya llevo 24 años aquí y estoy asentada. Ahora puedo bajar a la calle y conseguir de todo. Pero «no es lo mismo comerse una pizza de fugazzeta», como dicen en la película, allá que aquí. Son esas cosas que dice Carlos (Grandinetti) las que van a la emoción del migrante. Y eso pasa en cualquier parte del mundo.
¿Qué fue lo que te movió a venir a España?
Yo trabajaba de actriz de teatro en Buenos Aires y Álvaro Lavín, mi marido [y productor de la película], estaba de gira. Coincidimos en este espacio, nos conocimos y nos enamoramos. Vine por amor.
En tu vida, en tus propios orígenes, hay mucho de migración…
Sí, mi abuelo paterno era polaco y mi abuela materna era turca. Yo tengo una mezcla importante. Como todos en Argentina, en realidad. Hay un viejo chiste que dice: «¿De dónde vienen los argentinos? De los barcos» [ríe]. Hay una mezcla muy importante, que es lo mejor que puede pasar. Esa es la idiosincrasia y la riqueza de países como Argentina. Los exilios están muy presentes. Mucha gente fue allí en el periodo de entreguerras, y se fue de allí con la dictadura. Migrar y moverse son palabras que forman parte de los argentinos.
Sí, ese es un concepto que puede asociarse a buena parte de América. En realidad la humanidad nació de las migraciones, porque durante la historia todo se ha mezclado y se ha movido. Eso, inevitablemente, nos viene a la cabeza cuando oímos argumentos racistas y sobre la pureza…
Por supuesto, nada es tuyo. Hay una frase de Jorge Drexler que dice «yo no soy de aquí, pero tú tampoco». Porque si pensamos en la humanidad, todo ha sido resultado de una mezcla tras otra. ¿Quién es de aquí, si nos ponemos a mirar atrás y atrás? Creo que no hay nada mejor que mezclarse. De esa fusión nacen las grandes cosas.
Tengo la sensación de que Empieza el baile es esa película que necesitabas para hablar de estos temas, de la migración, de la nostalgia y de lo que echabas de menos.
Una siempre encuentra la manera. Evidentemente, son tres protagonistas que no tienen que ver con mi historia pero sí que es mi película más personal, la que me toca más de cerca. En Argentina yo bailaba tango y estaba muy metida en ese ambiente. Cuando me vine a España me daba tristeza escuchar tango, pero yo no quería ser una migrante enganchada a la melancolía y la nostalgia. Yo soy una migrante con otras condiciones. Entonces cerré un poco ese mundo y creo que me pasé. Hay dos tipos de migrantes: quienes mantienen esa nostalgia y los que cierran esos espacios para integrarse del todo. Yo creo que hay que hacer una mezcla. Al principio no supe cómo hacerlo. Supongo que es algo que se aprende con el tiempo. Cuando estaba rodando La puerta abierta (2016) hice un viaje en avión y allí vi una película sobre dos tangueros que yo conocía. Lloré durante todo el viaje y se abrió una caja interna. Me dio fuerte. Supe lo que significaba y escribí la primera versión de este largometraje muy rápido. Necesitaba hablar de esa esencia que aún había en mí, que estaba ahí, a pesar de vivir a miles de kilómetros.
¿Hablas tú a través del personaje de Darío Grandinetti? ¿Cómo fue el trabajo con los tres actores? ¿Cómo explicarles ese sentimiento que tenías dentro?
Con Darío fue fácil, porque él vive entre aquí y allí. Es casi una sensación de vivir en el océano. Él entiende muy bien eso de aceptar que se es de los dos lados. Con Mercedes Morán y Jorge Marrale fue genial, porque aceptaron a la primera y entendieron muy bien eso de la esencia de la migración, porque también es una cuestión de esencia del tiempo. A veces no sólo te aleja la distancia sino el tiempo. Así es como entendieron muchísimo mejor ese alejarse, que sucede también con personas con las que inicias cosas pero que se van quedando por el camino. Hablábamos mucho de esa sensación de encontrarse con familiares o amigos a los que no se ve en mucho tiempo pero con los que se reconecta automáticamente. Esos momentos son universales y son maravillosos.
Empieza el baile tiene un tono ácido que, paradójicamente, abraza también un sentimiento muy tierno. ¿Este tipo de comedia es la mejor forma de contar historias sobre el paso del tiempo y la nostalgia?
A mí la comedia siempre me ha ayudado en la vida. Si uno se relaja, la ve en todas partes. Hay algo de eso que me gusta, esa comedia que está en los momentos dramáticos y ese dolor que también encontramos en los mejores momentos de la vida. Yo soy muy de extremos. Me he reído en los entierros y he llorado mucho en las bodas. Eso, en el fondo, es lo que tenemos dentro, y la comedia es el mejor aliado para contarlo.
Es la primera película que ruedas en tu país de origen, Argentina, y has comentado que tenías ganas de escribir un guion en argentino. ¿Cumpliste con esta necesidad?
Esta película me ha reconciliado con muchas cosas con las que uno siempre se está peleando. Es una reconciliación personal. Es mi primer guion escrito en argentino, y ya sabes que tenemos una forma de hablar muy peculiar, muy irónica, muy florida, con muchos juegos de palabras… y me encanta. Aunque tenía la sensación de que, después de tantos años, estaba lejos de ese punto y el trabajo fue una forma de volver a conectar. Y de ahí, a volver a escuchar tango, a volver a ver películas argentinas, que me encantan. Rodar allí fue como hacerlo otra vez por primera vez y fue maravilloso. El estrés de los rodajes no nos lo quita nadie, pero fue muy emocionante y tuve la suerte de tener un equipo muy entregado. Nunca lloré tanto como en el final de esta película.
¿Tuviste la tentación de quedarte en Argentina, como le ocurre a Carlos en la película?
Lo que me hizo es poder volver más tranquila. Quienes hacemos estos cambios tan grandes en la vida sentimos que siempre se puede abrir otra puerta. No se sabe. Esta relajación creo que viene de una aceptación mía, de una forma de asumir que podemos ser muy de allí y muy de aquí, y que las dos cosas están bien. Siempre digo que yo hice una migración de lujo, no es lo más normal. No puedo compararme con quienes se ven obligados por una guerra, por sus situaciones económicas o por el exilio. Yo sentía pudor si tenía problemas con mi proceso migratorio, pero hay que reconciliarse con eso y aceptarlo.
Para terminar, siempre que tengo la oportunidad hablo de tu cortometraje La boda, que fue nominado a los Goya, porque es una pieza preciosa que homenajea a las mujeres y a las madres migrantes. La migración es ese gran hilo conductor de tus películas…
Sí, es muy importante para mí, como puedes ver. Incluso en esta película, sin ser el tema principal, siempre había un personaje que era de un sitio u otro. Es un tema que nos toca a todos. España fue un país de migrantes y se les acogió. Aquí hay que hacer lo mismo. Nadie recorre miles de kilómetros y se aleja de sus hijos o se tira a una patera para atravesar el mar porque sí. Nadie quiere irse de su casa. En aquel corto, las mujeres lo hacen con una valentía tremenda y dejan atrás todo para sacar adelante una familia. Ellas sí son valientes. Me duele mucho ver los casos de mujeres que se lanzan con sus hijos al mar y que se convierten en un número. De esto intenté hablar en la obra de teatro Turistas. Es un tema que me conmueve enormemente.
‘Empieza el baile’, aún en salas, se estrenó en España el 5 de abril.