Opinión
#UnAñoFeliz (13) | Viviendas dignas, objeciones indignas
"Los economistas liberales ya han anunciado el hundimiento de España si se aplica la Ley de Vivienda, pero les empieza a pasar como a esas sectas que predicen el fin del mundo una y otra vez: ya nadie les hace mucho caso", escribe José Ovejero.
Este artículo pertenece a la serie de José Ovejero #UnAñoFeliz, cada dos semanas en ‘La Marea‘.
En su artículo 47, la Constitución española dice: «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada, siempre que puedan permitírselo». Vale, tenéis razón: las últimas cuatro palabras las he añadido yo, pero en realidad es como si estuviesen, porque, aunque se trate de un derecho, no es uno con el que puedas demandar al Gobierno si careces de vivienda en esas condiciones, ni llevar al tribunal de La Haya a los especuladores que lo impiden. A pesar de que el mismo artículo, más adelante, afirma que los poderes públicos regularán «la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación». Le dices esto a Almeida y le da la risa tonta; luego llama a su amigo Florentino para reírse juntos.
Así que lo que significa este artículo es que, si puedes pagártela, no te privarán de una vivienda digna por feo, ni por oler mal, ni por ser un trekkie que baja la basura disfrazado del Doctor Spock. Si viviésemos en Estados Unidos, sí te podrían expulsar del condominio por fumar o por ser abiertamente transexual y escandalizar a los niños, sobre todo con la nueva legislación de Florida.
Pero el artículo 47 deja claro que este derecho, aunque limitado en la práctica, solo se aplica si eres español. Si eres ecuatoriano, te jodes. Hay otras normas que pretenden evitar la discriminación en el acceso al alquiler de viviendas por origen o raza pero carecen de rango constitucional. Aparte de que con ellas sucede como con el artículo 47, que es más fácil decirlo que conseguir que el potencial casero, al oír tu acento por teléfono, no te diga aquello de «nada, se corta».
Por eso me alegra que por fin haya salido adelante la ley de vivienda, diseñada para controlar la subida de los alquileres y quizá conseguir que el artículo 47 se convierta en un derecho efectivo… aunque para ello se necesitaría también que el parque de vivienda pública creciese al menos tanto como el precio de los alimentos en Mercadona*.
La vivienda asequible y sus agoreros
Por supuesto, los economistas liberales ya han anunciado el hundimiento de España si se aplica la medida, pero les empieza a pasar como a esas sectas que predicen el fin del mundo una y otra vez, poniéndole una nueva fecha en cada ocasión que se equivocan, y ya nadie les hace mucho caso. El problema, más grave que el molesto cacareo de estos pájaros de cuentas, es que la aplicación de la ley depende en buena medida de las Comunidades autónomas, que definen, por ejemplo, las zonas tensionadas en las que se aplican las normas más estrictas, y nuestra Juana de Arco de la especulación y el privilegio ya ha anunciado que llevará la ley a la pira del Constitucional (habría que recordarle que la doncella de Orleans murió ella misma en la hoguera por defender sus convicciones, no inmoló a los demás).
A pesar, entonces, de que aún queda por ver cómo aplican la norma las comunidades gobernadas por la derecha y la ultraderecha, y si tiene algún recorrido la habitual conversión de los tribunales en palestra política, creo que la ley de vivienda debe ser parte de este año feliz. Y no tanto para mí, como para los millones de personas que buscan la vivienda digna constitucional a un precio que no les obligue a parir hijos para Ana Obregón.
*Justo cuando voy a enviar este artículo leo que Sánchez ha anunciado que en el próximo Consejo de Ministros se aprobará destinar 50.000 viviendas de la SAREB para alquileres asequibles. También ha dicho, pero está por ver, que tiene intención de aumentar la vivienda pública al 20% del total, lo que sería el doble de la media en la UE. Para que veáis que algunos deseos se cumplen.
Sin duda una buena noticia, pero falta ver cómo se lleva a la práctica. Ahora es más promesa que realidad.
Algo populista sí que le ha salido este artículo a su autor.
O serán las prisas?
Tener a un liberavioladores regulando precios no proporciona casa a quien no la tiene.