Política
Reivindicar la Primera
En el 150º aniversario de la primera experiencia republicana española, los historiadores Sergio Sánchez y Daniel Aquillué invitan a recuperar su memoria.
La Segunda República se llamó así porque, antes, hubo una Primera. Verdad de perogrullo esta, en realidad no lo es tanto en un país cuyo movimiento republicano orilló de su memoria la primera experiencia española de un gobierno sin reyes. Duró poco: se proclamó en febrero de 1873, tras la marcha, en el tumultuoso contexto del Sexenio Revolucionario, de un Amadeo I de Saboya harto de los españoles; se terminó en enero de 1874, con el golpe del general Pavía, o, si admitimos como parte de su devenir la dictadura del general Serrano que le sucedió, en diciembre de 1874, con el pronunciamiento de Martínez Campos. Un año, o dos, en el que se sucedieron cuatro presidentes –Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar–, entre ardorosos debates sobre el carácter federal o unitario que debía tener la República asediada por tres guerras civiles a la vez: la carlista, la cantonal y la cubana.
Esa inestabilidad explica el orillamiento memorístico: el DRAE sigue registrando hoy, como una de las acepciones de la palabra república, la definición ‘lugar donde reina el desorden’, que proviene de aquella época. Sobre la Primera República, en este año en que se cumplen 150 de su proclamación, se acaban de publicar dos libros de distinto signo. Es conservador el de La Primera República Española (1873-1874), de Jorge Vilches, publicado por Espasa; un libro que abunda en la imagen de la anarquía desencadenada por izquierdas irresponsables y en el que resuenan los ecos de combates del presente cuando carga las tintas contra “el desorden público”, “el cuestionamiento de la unidad nacional” y una élite que “demostró su desprecio a la democracia prefiriendo la revolución, el golpe de Estado y la conspiración a la legalidad, el consenso y la educación del pueblo en costumbres públicas democráticas”. Vilches, politólogo y sociólogo, es colaborador de varios medios conservadores, de La Razón a Herrera en COPE, pasando por Libertad Digital o VozPópuli.
El otro título sobre la Primera República recién publicado se lanza desde una editorial progresista, Akal. La historiadora Florencia Peyrou razona en él que, “aunque se ha vinculado de manera duradera y persistente la Primera República con el caos y la anarquía, fue un momento de apertura que permitió la eclosión de debates y proyectos, la práctica efectiva de libertades y derechos largamente exigidos y una muy intensa movilización y politización popular, tanto en ámbito urbano como rural”.
El final de la experiencia –defiende la profesora de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid– “no derivó tanto de la incapacidad de los líderes republicanos y de la vaguedad de sus programas y discursos, como del antipluralismo que dominaba las culturas políticas de la época y, sobre todo, de la organización de una trama conspirativa capaz de movilizar amplios recursos con el fin de acabar con ella”.
A debate
El debate historiográfico está servido, pero, más allá de la historia, emerge la pregunta de la memoria; de si la primera experiencia republicana española puede y debería ser reivindicada con más vigor por el republicanismo contemporáneo del país. Los historiadores Sergio Sánchez Collantes y Daniel Aquillué –que acaba de publicar España con honra: una historia del siglo XIX español–, expertos en en siglo XIX y el republicanismo decimonónico, coinciden en lamentar lo que el segundo caracteriza como “la omnipresencia de la memoria de la Segunda República” y cómo está oculta “no solo la Primera República, sino casi cualquier elemento progresista anterior”. No lo hizo la propia Segunda República, que, como recuerda Collantes, organizó homenajes de todo tipo a sus predecesores del 73: actos de recuerdo, sellos, postales o nombres de calles que el franquismo tuvo buen cuidado de extirpar del espacio público, en una operación que no distinguió los 14 de abril de los 11 de febrero, ni los personajes emblemáticos del republicanismo reciente de aquellos que ni siquiera habían vivido para ver el siglo XX.
La posible reivindicación renovada de la Primera República pasaría, en primer lugar, por desprenderse de la idea de que aquella experiencia naufragó exclusiva o fundamentalmente por errores de sus impulsores. Aquillué señala que, si la Primera fue un fracaso, lo fue como lo fueron “todos los sistemas que se ensayan en el siglo XIX español, europeo y americano, época de cambios y utopías factibles y horizontes políticos y sociales abiertos, en un mundo puesto del revés a partir de la Revolución francesa”.
Lo fue, por otro lado, por un contexto internacional desfavorable, que en la República española veía “el fantasma de la Comuna de París”, y por la conspiración sistemática de elementos conservadores y reaccionarios. En su opinión, como en la de Collantes, eso no debe ser óbice para tener mucho que reivindicar de un régimen que, pese a su corta duración y a su inestabilidad, logró conquistas legislativas como la prohibición del trabajo infantil o la abolición de la esclavitud.
Sánchez Collantes sugiere, de todas maneras, desencastrar la mirada de la corta experiencia de las dos Repúblicas y entenderlas como parte de un mismo gran flujo: un movimiento, el republicano histórico, que contribuyó a difundir valores democráticos; alumbró la sensibilidad hacia la cuestión social solapándose, de hecho, con el primer socialismo –“eran la misma gente”, apunta Sánchez Collantes, recordando nombres como los de Fernando Garrido o Sixto Cámara–; fue audaz en la formulación de propuestas de articulación territorial alternativas o tuvo ligazón, también, con el primer feminismo.
“Llama la atención ese desconocimiento del republicanismo anterior a la Segunda República, que también tuvo sus mártires, sus presos emigrados, sus periódicos y sus militantes que lucharon por unos ideales y unos valores que solo se reivindican para quienes los encarnaron en los años 30, cuando había una tradición de un siglo detrás”, lamenta el historiador gijonés, autor de trabajos sobre el republicanismo federal asturiano y profesor de la Universidad de Burgos.
Y señala otro olvido o desequilibrio memorístico: el énfasis puesto, en lo que respecta a la Primera República, en el Gobierno y las Cortes y no puesto en los municipios, desde los que se plantearon “medidas muy interesantes relacionadas con la escuela, la secularización o la sensibilidad hacia el tema social”. Como señala, coincidentemente, Aquillué, el republicanismo se inserta en una dinámica que se remonta “al fenómeno juntista de 1808, 1820, 1835, 36, 54, 56, 68…”.
Para Sánchez Collantes, reivindicar la Primera desde posiciones de izquierda es también una cuestión de inteligencia, no solo de justicia. “Los antirrepublicanostienen un discurso muy construido sobre la cantinela de la guerra civil y de la Segunda República y el achacar a esta la responsabilidad de la guerra. Si la izquierda manejara un concepto de republicanismo más amplio, el debate sería diferente”, razona. Pero no parece que se le vaya a hacer caso, fuera del debate académico animado por los libros ya citados u otros que aparezcan.
A algunos : no les hace falta aclarar : ¿ a quien juran o juraron su lealtad? , ¿ verdad Alfonso?.
Salud.
Fascismo y iglesia católica: Dios los cría y éllos se juntan.
La Iglesia obstaculiza la exhumación de cuatro republicanos asesinados en una aldea de A Coruña.(Público)
El arzobispado de Santiago alega que no quiere profanar las tumbas de otras personas enterradas en el mismo cementerio pese a las garantías que ofrece la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
La Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha denunciado que el Arzobispado de Santiago está frenando la exhumación de los restos de cuatro republicanos secuestrados y asesinados por los franquistas en septiembre de 1936. Sus cadáveres aparecieron poco después en la localidad de Santa María de Bértoa, en el municipio de Carballo (A Coruña), en cuyo cementerio, propiedad de la Iglesia Católica, fueron enterrados.
Monarquía, democracia y República.
Para las y los republicanos, el 14 de abril de cada año tiene un especial significado. Fue en esta fecha de 1931 cuando se proclamó la 2ª República derrocando la monarquía de Alfonso XII. Con ello se inició un ciclo de libertad y democracia. Pese a las contradicciones que se generaron en el seno de la izquierda y la ofensiva frontal de las fuerzas reaccionarias, se consiguieron logros históricos en la redistribución de las tierras, la educación, la cultura…
Después del golpe militar de 1936, en la larga y cruenta noche del franquismo, la bandera de la República fue el referente de la lucha contra la dictadura para miles de militantes de izquierdas que, poniendo en riesgo su libertad y sus propias vidas, se enfrentaron a los desmanes del régimen. Las múltiples opciones políticas de izquierda de aquel entonces (PC, PCR, MCE, OIC, PT, ORT, PCE-ML,…) discrepábamos en las propuestas políticas e ideológicas, pero el horizonte republicano era conjuntamente compartido. La libertad estaba asociada a la República.
En la década de los 60, fueron incrementándose las movilizaciones contra el régimen imperante, pero no lograron ser lo suficientemente importantes como para provocar una ruptura con el franquismo. El conjunto de las instancias políticas de izquierda más significativas del momento (PSOE, PCE,..) no lo consideraron posible. No conviene olvidar que Franco no fue derrocado por las movilizaciones, cada vez más numerosas y masivas, sino que ostentó su poder dictatorial hasta su último aliento, cuando falleció el 20N de 1975. A partir de ahí se inició eso que se ha venido a llamar la transición, acordada entre fuerzas del régimen y los partidos mayoritarios opuestos a la dictadura. Una de las consecuencias de ese acuerdo fue la instauración de la “Monarquía parlamentaria” que dio lugar a la Constitución de 1978, norma que rige nuestro actual sistema político.
Monarquía, Ejército e Iglesia, las tres instituciones privilegiadas y blindadas en la Constitución de 1978.
Hay herencias medievales que han quedado incrustadas en nuestro sistema político hasta nuestros días y en algún momento habremos de librarnos de ellas. Por ejemplo, el hecho de que el cargo sea hereditario y que la Constitución afirme que “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”.
No es necesario esperar a la proclamación de la República para “hacer república”. Tenemos que construirla palmo a palmo desde nuestros días, difundiendo sus valores de igualdad, solidaridad, de lucha contra las injusticias, por el feminismo, contra el cambio climático, contra todo tipo de guerras. Cada paso que damos en esta dirección, más cerca estamos de nuestras aspiraciones republicanas.
En este recorrido que hacemos para abrir nuevos caminos, siempre tendremos el recuerdo, el cariño y el reconocimiento para quienes defendieron la democracia y pagaron con exilio, cárcel y muerte su defensa de la II República. Una vez más queremos rendirles nuestro más sentido homenaje. Trabajaremos cada día por mantener su memoria viva y su dignidad frente a quienes se empeñan en someterlos al olvido o se confabulan para tergiversar lo sucedido antes, durante y después del golpe militar de 1936. Después de 45 años de «democracia», seguimos desenterrando cadáveres de las personas fusiladas que todavía permanecen en las cunetas. Y ello se viene haciendo por el empeño y el trabajo ingente, generoso y discreto, de personas organizadas en colectivos cívicos»…
https://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/monarquia-democracia-republica/20230410112538210439.html
No por el empeño gubernamental, que por no perder los votos de un país que sigue manipulado ideológicamente, que sigue siendo ideológicamente franquista, puesto que todavía no se ha dicho la VERDAD, ni se ha hecho JUSTICIA Y REPARACION, más bien sigue supeditado a las fuerzas reaccionarias.
Pues sí, Carmen, siempre habrá gente dispuesta a jurar lealtad.
14 de abril, sencillamente REPÚBLICA
El 14 de abril es una fecha marcada en la historia de este país. Que hoy exista una monarquía con un Jefe de Estado no electo, fue el deseo de Franco y llevado a cabo por el Régimen del 78. Los hay que se dicen republicanos y hasta hace poco eran «juancarlistas», ahora sencillamente aceptan el satus quo pero con un pin tricolor en la solapa. La hipocresía siempre tuvo alumnos aventajados.
https://insurgente.org/14-de-abril-sencillamente-republica/