Cultura

‘Scarlet’, un poema sobre la liberación

Pietro Marcello adapta el cuento ‘El velero rojo’ de forma maravillosamente infiel. Lo que queda es una fábula feminista de una belleza asombrosa.

Juliette Jouan en una escena de ‘Scarlet’. AVALON

Un estreno de Pietro Marcello debería ser un acontecimiento. Se ganó ese derecho con Martin Eden (2019), una adaptación de la novela de Jack London que aunaba cine político y cine poético de forma arrebatadora. Una obra maestra, en suma. En Scarlet adapta otro texto literario, el cuento del ruso Aleksandr Grin El velero rojo, volviendo a rodar en un celuloide granuloso y lírico, con la cámara al hombro, buscando el gesto y el detalle, encadenando retratos y paisajes de corte impresionista, y fundiéndolo todo en una delicada pieza de orfebrería.

«Soy un artesano que ama hacer cosas con las manos», revelaba Marcello en una entrevista en Cannes. «Mire estas manos. Estas manos pueden hacerlo todo», dice en la película el personaje de Madame Adeline (Noémie Lvovsky) cuando arrastra a Raphaël (Raphaël Thiéry) hasta la carpintería para que le den trabajo. Raphaël acaba de volver de las trincheras de la Primera Guerra Mundial y en casa se entera de que se ha quedado viudo y de que tiene una hija de pocos meses. Madame Adeline ha cuidado de ella en su ausencia. Esa niña será la protagonista de un relato sobre el amor, la emancipación y la importancia (más que de los sueños) de las ensoñaciones.

Fogueado en la realización de documentales, Pietro Marcello confiesa que está acostumbrado a lo imprevisto (y lo improvisado) y que adora un cierto nivel de imperfección, ese segundo fuera de foco, ese hexágono naranja que se cuela en el encuadre ante la luz directa, ese zoom manifiestamente anacrónico. Los japoneses tienen una expresión para este sutil concepto: wabi-sabi, «la belleza de la imperfección». Lo del zoom hacia delante, por ejemplo, era algo muy común en los años setenta que hoy no se le ocurriría hacer a nadie. Pero es que Marcello no pertenece estéticamente a nuestra época. En ese aspecto, la trasciende.

El velero rojo
Portada de ‘El velero rojo’, de Aleksandr Grin. GRUPO SM

Tampoco el relato original de Grin pertenecía a su época. Publicado en 1923, el texto tiene también una extraña belleza anacrónica, porque es una fábula romántica, muy bella, en efecto, pero completamente extemporánea. Y puede que la técnica de Marcello también lo sea, pero no el fondo de lo que quiere contar. Es demasiado inteligente y demasiado político como para desarrollar su arte en una burbuja (algo sólo al alcance de otros colegas, digamos, más burgueses; si quieren pensar en Paolo Sorrentino y Luca Guadagnino, háganlo). La historia de Grin es, en esencia, la de una joven fantasiosa que espera que un príncipe azul la rescate. «Hemos destruido eso», comenta Marcello, ufano. Y, de repente, El velero rojo se convierte en otra cosa. De eso se trata cuando se hace una adaptación.

Juliette (la debutante Juliette Jouan) no espera pasivamente a Jean (Louis Garrel). Por contra, es ella quien se lanza a explorar el deseo y la que, lejos de ser liberada por él, se libera por la sola fuerza de su pensamiento y del afecto familiar que la rodea. Aquí, aniquilando la toxicidad disneyana, si hay alguien rescatado es precisamente ese príncipe torpe y sin fortuna.

Marcello, un cineasta clásico

«No he ido nunca a una escuela de cine. Todo lo he aprendido viendo los grandes títulos de la historia», dice Pietro Marcello. Y eso queda patente cuando se ve Martin Eden. Todos los maestros italianos están ahí, en forma de homenaje y de compromiso estético y político. En Scarlet es imposible no reconocer los ecos de Jean Vigo, de Jacques Demy en los momentos musicales (que los tiene) y de Ermanno Olmi a la hora de encuadrar las manos trabajadoras del padre, la mirada limpia e ilusionada de la niña, la belleza austera y tranquila del campo. Hay tantas capas culturales, tantas influencias formales, tanta fineza cuando talla sus relatos, que el cine de Marcello constituye siempre una delicia.

Esta fábula romántica devenida feminista contiene también, como no podía ser de otra manera, un pronunciamiento ideológico: Juliette lee y pone música y canta los poemas de la revolucionaria anarquista Louise Michel. Son momentos que podríamos bautizar como Louise Michel meets Michel Legrand y que resumen el espíritu de la película: «¡Golondrina de ojos negros, te quiero! No sé qué eco de riberas lejanas me llega a través de ti. Para vivir, ley suprema, me hace falta, como a ti, el aire y la libertad».

‘Scarlet’, de Pietro Marcello, se estrena en cines el viernes 14 de abril.

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