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Eduard Márquez, la elocuencia de un gran autor de relatos

"Los personajes de Márquez se definen por un sentimiento de frustración y, sobre todo, de carencia", escribe Anna María Iglesia.

Un detalle de la portada de 'La elocuencia del francotirador'.

En 2014, el escritor Eduard Márquez, del que, dicho sea de paso, Navona ha publicado en castellano su excelente última novela, 1969, publicaba Vint-i-nou contes menys, donde reunía algunos de los relatos publicados en 1995 y 1998 en dos libros: Zugzwang y L’eloqüència del franctirador.

Sin embargo, como se anunciaba desde el propio título, en ese volumen de 2014 habían quedado fuera veintinueve relatos, que el autor consideraba mejor no incluir en esa especie de testamento con el que Márquez cerraba definitivamente una etapa dentro de su carrera literaria. Y, efectivamente, el catalán no ha vuelto a escribir relatos y aquel Vint-i-nou contes menys es una especie de legado de quien ha dejado atrás la forma breve.

Por todo ello, es importante hacer énfasis en este ejercicio de amputación, pero también el hecho de que los restantes relatos, aquellos que sí superaron la criba de su autor, fueron reescritos: se modificaron frases, se cambiaron títulos, finales e, incluso, el apellido de algún personaje. Evidentemente, el lector que ahora se acerque a estos relatos y, además, lo haga a través de la traducción al castellano de Cristian Crusat no percibirá todas estas modificaciones y, muy probablemente, tampoco sea necesario.

Lo que sí es cierto es que el hecho de que la editorial Firmamento haya optado por La elocuencia del francotirador como título en castellano para Vint-i-nou contes menys hace que se pierda parte de la intrahistoria de estos relatos, una intrahistoria que no está de más contar, porque nos dice mucho de su autor, pero sobre todo de este espléndido volumen de relatos, en el que todo cuadra y nada sobra y en el que, como subrayaba en 2014 la profesora María Dasca en una reseña, la idea de amputación recorre todo el libro. 

Los personajes de Márquez se definen, de hecho, por un sentimiento de frustración y, sobre todo, de carencia. Les falta algo en una vida que les sabe a poco, por una cotidianidad tan repetitiva como vacía. En cierta medida, todos sus personajes son ese “hombre estándar” del relato Equidistancia, ese “hombre estándar” que “camina por la calle. Con la rutina gravitando como una plomada por todos los conductos de su cuerpo”. 

Y, precisamente, por romper con esa rutina, por querer, tal y como le sucede a otro de sus personajes, enderezar su vida y hacer todo aquello que ha ido arrinconando durante años de existencia gregaria y anodina”, ese “hombre estándar” de los relatos de Márquez busca una transformación, un cambio, una realidad en la que refugiarse, si bien, en casi todos los casos, estas nuevas realidades terminan siendo igual de frustrantes, igual de decepcionantes. En esta búsqueda de otra forma de vida, aparecen los dobles, las personalidades suplantadas, los detectives que espían la vida de una para así hacerla más interesante… Puestas en escena o, en términos artísticos, performance –imposible no pensar en Sophie Calle a través de la figura del detective y de esa mujer que quiere ser seguida–: todos sus personajes terminan construyendo una especie de performance, pero esta no termina de gratificarlos. Se convierte en una impostura, porque el arte, que tiene un papel clave a través de la obra de De Kooning, no puede sustituir a la vida. 

A partir de un ejercicio de repetición y diferencia –hay personajes que se repiten y algunos relatos se reescriben en distintas versiones– Márquez subraya, por un lado, los constantes intentos de sus personajes, seres frágiles, solos, carentes en casi todo, de buscar una salida a través de la invención de un mundo alternativo. Y, por otro lado, profundiza sobre la idea de ficción: el libro, que empieza y termina con un mismo relato en dos versiones distintas, subraya la imposibilidad de salir de una ficción que siempre es la misma, aunque siempre es distinta. De ahí que, como nosotros los lectores frente a los relatos, los personajes estén atrapados en una realidad, que no deja de ser una forma de ficción, que, aunque cambie, siempre es la misma. 

La elocuencia del francotirador

Eduard Márquez

Trad. Cristian Crusat

Firmamento, 2023

Un detalle de la portada de ‘La elocuencia del francotirador’.

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