Cultura
Un ‘inocente’ encantador
Louis Garrel ‘se doctora’ como realizador con ‘El inocente’, una divertidísima comedia de atracos que esconde también un precioso homenaje al teatro y sus intérpretes.
Louis Garrel ha dirigido una película francesa en lo externo pero con algo de italiana en su interior. Y como habrá que dar algunas explicaciones más, vamos allá: lo que hace Garrel en El inocente es recuperar un espíritu festivo del que el cine europeo, ay, estaba huérfano desde hace décadas. Si decimos «comedia de atracos», ¿qué nos viene a la cabeza? Efectivamente, nos viene Rufufú (1958), esa obra maestra de Mario Monicelli que no se puede ver sin tener una permanente sonrisa en la boca, sonrisa que es interrumpida cada pocos minutos por sonoras y revitalizantes carcajadas. Sin llegar a esa cumbre de comicidad (porque es imposible), Garrel consigue que su audiencia experimente un sentimiento muy parecido, una mezcla realmente encantadora de expectación, bienestar y risa.
Para lograr esto hay dos requisitos: un guion sólido y un reparto excepcional. Del primer apartado se ocupa el propio Garrel, escoltado por Naïla Guiguet y por el escritor Tanguy Viel, que ya había demostrado sus dotes para desbordar gozosamente el género del polar en la novela La absoluta perfección del crimen. Ganaron el premio al mejor guion original en la última gala de los César. Sobre el reparto hay que decir que se trata de un casting sencillamente perfecto y que también se llevó un César, concretamente el de mejor actriz secundaria, que fue para Noémie Merlant. Y todos los demás integrantes del elenco fueron también nominados: Roschdy Zem, Anouk Grinberg y el propio Garrel. Este tipo de reconocimiento suele ser bastante raro para una comedia, salvo que la comedia sea verdaderamente excepcional. Que es el caso.
Dice Garrel que cuando vio a a Noémie Merlant en París, Distrito 13, se dio cuenta de su increíble potencial cómico. Cualquiera que haya visto Retrato de una mujer en llamas (2019) sabe que Merlant es una actriz superdotada. Lo que era más difícil de prever es que tuviera escondido un caudal humorístico tan arrollador como el que desata en El inocente. En paralelo al suyo se mueve otro torbellino, el de Anouk Grinberg, que interpreta a la madre de Garrel. Su personaje, actriz sin suerte, da rienda suelta a su vocación impartiendo clases de teatro en la cárcel (una ocupación que la propia madre de Garrel, Brigitte Sy, ejerció en la vida real). Allí, entre rejas, es donde se enamora y se casa con Michel (Roschdy Zem), con el consiguiente mosqueo de su hijo. Al salir de la cárcel, el expresidiario volverá a las andadas y preparará un golpe que va a afectar a todos los miembros de su nueva familia.
Homenaje al arte de la comedia
Uno de los subtextos de El inocente (que es una comedia aparentemente ligera pero con muchos estratos analizables) es precisamente el homenaje que dedica Garrel a la figura del actor, o para ser más precisos, del comediante, dos conceptos que pueden llegar a ser sinónimos pero que contienen importantes matices. Dicen que George Cukor no dirigía a sus actores y actrices sino que los dejaba libres, de manera que se convertía en su primer y regocijado espectador. Por supuesto no era exactamente así, se trataba de otro tipo de dirección, más sutil que la tradicional, pero dirección al fin y al cabo. Hay algo en la manera en la que Garrel capta a sus compañeros de reparto que recuerda a eso y hace pensar en lo mucho que, como Cukor, disfruta contemplándolos. Esa admiración (podría hablarse incluso de amor), al final, se trasmite al patio de butacas. En una de las mejores escenas del filme hay un ensayo del atraco, que es también ensayo teatral, en el que Garrel, Merlant y Zem hacen un despliegue sensacional de sus habilidades. Resulta muy hermoso ver una celebración del oficio de actor presentado en esos términos tan poco solemnes. Por momentos tan dichosos como éste lo cierto es que dan ganas de pedir a gritos… ¡más screwball y menos Stanislavski, por favor!
También es curioso ver cómo a veces el cine teje conexiones entre épocas, géneros y artífices. Los franceses, allá por los primeros años sesenta, descubrieron una veta cómica en el cine negro. Gángster a la fuerza (1963), quizás la obra inaugural de esta variante, presentaba al tipo frío, duro y peligroso (un personaje que Lino Ventura repetiría frecuentemente) fuera de su ambiente y sobrepasado por unos acontecimientos que es incapaz de controlar. Ese papel, escrito por Michel Audiard (padre de Jacques, el director de París, Distrito 13), aquí lo encarna un inmenso Roschdy Zem, quien, además, gasta unas maneras y un estilo en el vestir que también parecen sacadas de otra época. En realidad, todo en la película es encantadoramente démodé. Aunque está ambientada en la actualidad, visualmente recuerda a las películas de los años setenta, en la luz, en el grano del celuloide, en la manera en la que están retratadas las callejuelas medievales de Lyon, tal y como lo hiciera el maestro Bertrand Tavernier en El relojero de Saint Paul (1974).
Y por si todo esto fuera poco, El inocente evita esa cosa tan francesa y tan burguesa de reírse hacia abajo. Durante años, algunos de los mayores éxitos del cine francés se sostenían en la ridiculización de los pobres, las personas con discapacidad intelectual, las minorías étnicas y los pueblerinos (La cena de los idiotas, Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?, Bienvenidos al Norte, etcétera). Aquí no hay ni rastro de sarcasmo ni de elitismo, y todos los personajes están retratados con ternura. Esa bondad también es muy italiana.
Se trata de la cuarta película de Louis Garrel como director y, aunque ya apuntaba modestamente estas virtudes en Un pequeño plan… como salvar el planeta, otra fábula marcada por el humor inocente, no se esperaba una revelación de esta magnitud. A través, además, de un género injustamente catalogado como «menor». En dramaturgia, hacer una buena comedia es seguramente el trabajo más difícil que hay, y Garrel ha demostrado un insospechado talento para equilibrar sus ingredientes fundamentales (personajes, ritmo, situaciones cómicas, diálogos, romance, sorpresas), sin ofender a nadie, intercalando sutilmente un precioso homenaje al teatro y mostrando un conocimiento profundo de los clásicos del cine. Fusiona todo esto y triunfa, lo que en su oficio significa consumar el más noble de los propósitos: hacer reír.
‘El inocente’ se estrena en cines el miércoles 5 de abril.