Opinión
La operación converso, el inteligente plan de VOX con Tamames
"Este plan ha salido mal, pero es inteligente y debería encender las alarmas en la masa gris de la izquierda", opina Antonio Maestre.
Es difícil tomar en serio una moción de censura como la de Ramón Tamames porque las operaciones de riesgo pueden salir muy bien o muy mal. Este plan ha salido mal, pero es inteligente y debería encender las alarmas en la masa gris de la izquierda. Los analistas del PSOE tendrían que pararse a analizar cuál es la estrategia de fondo de la extrema derecha, mirando de reojo a Francia como referente del chovinismo del estado del bienestar ultra, e intentar comprender que en VOX no suelen hacer nada sin una estrategia previa, que no conviene minusvalorar. La moción de censura con Ramón Tamames como candidato se puede calificar como “operación converso” y estaba bien planteada.
La estrategia de VOX pasa por buscar ampliar su base electoral en votantes de la izquierda más cercanos en términos culturales a sus postulados, que puedan estar desencantados y que, viendo la posición de Tamames, den el paso que, por vínculos sociológicos emocionales, no se han atrevido a dar. El objetivo era el de un señor mayor del PSOE, al que le gustan los toros, que se siente muy español, que no entiende el feminismo y al que no le gusta el mundo contemporáneo que censura todo el comportamiento machista que lleva toda la vida ejerciendo. Una intención que no solo se centra en una cuestión estética folclórica como la de la moción, sino que es integral y que tiene como línea más profunda una campaña electoral para las elecciones autonómicas y municipales, que busca cooptar los mensajes propios de la izquierda española pero adaptándolos a su ideario individualista y neocon.
Cuida lo tuyo es el lema de la campaña de VOX para las elecciones. Un lema que esconde dos intenciones, el mantenimiento de lo propio, de la propiedad, del patrimonio, de lo individual, de la identidad, frente a un elemento ajeno que lo pone en peligro, que lo arriesga, que lo cuestiona, que lo quiere arrebatar. Es un lema que apela a la esencia del pensamiento conservador porque deja en manos del individuo la defensa de su patrimonio y esencia frente a un mensaje de cuidados que ponga al Estado como garante. Es un mensaje potente y directo que, además, permite apelar al citado chovinismo del estado del bienestar. La defensa de los servicios públicos solo para los españoles.
El rojipardismo o, lo que es lo mismo, el proceso de confluencia de grupos de la izquierda con el discurso y las propuestas de la extrema derecha tiene mucho que ver en la entente de Tamames con el posfascismo. La ideología se conforma en términos materiales de la misma manera que en términos culturales. Por eso se explica que personas de clase trabajadora puedan votar a partidos que abogan por la reducción del Estado apelando a concepciones como el antifeminismo, la religión, la caza, los toros o la memoria democrática.
No solo se vota con el bolsillo, sino también con las emociones y los intereses culturales. El discurso de Tamames está centrado en varios elementos que vertebran una visión jacobina de la nación que facilita la asimilación con los ultras. Un ideario que se vincula a través del miedo a la ruptura de la patria y la España única e indivisible que incluye la soberanía sobre Gibraltar. La amenaza de la preminencia del español sobre otras lenguas oficiales del Estado y una querencia por el imperio cercana al onanismo histórico. En definitiva, una visión compartida emanada del nacionalismo español esencialista.
La extrema derecha siempre se ha sentido seducida por mandar un mensaje que difundiera la impresión de atraer a los conversos de izquierdas, a esos inconscientes que, cuando maduran, ven la luz y que consideran el socialismo un pecado venial de juventud. Suele ser un proceso que se da muy poco, pero que se empeñan en visibilizar para lograr mostrarse como más aceptables y así huir de la etiqueta de extremo. En ese significante se incluye a Ramón Tamames como candidato, por eso no renegaban de su pasado comunista en VOX, sino que se enorgullecían de presentar a alguien que lo fue pero ahora defiende su visión de España.
Es cierto que un conocimiento somero de la figura de Ramón Tamames deja claro que nunca fue de izquierdas, sino un señor de derechas antifranquista que estuvo en el único partido que hacía oposición al régimen. Pero para el cometido sirve. El ego de Ramón Tamames ha pervertido la esencia del plan de VOX para buscar al electorado del PSOE, que es susceptible de dar el paso al posfascismo, pero sería inteligente, después de la chanza, prestar atención a ese humor que la extrema derecha ha comprendido y que busca capitalizar.
No veo yo tanta inteligencia, especialmente mezclando a feministas y antifeministas. El concepto de rojipardismo sí que es rojipardo y apolillado. No es lo mismo cuestionar la agenda cuir por su carácter parasitario dentro del feminismo que cuestionarlo por motivación de odio al diferente. No es lo mismo contener la respiración que estar muerto, aunque en ambos casos se rechace el oxígeno.
El fenómeno de viejos izquierdistas reconvertidos al más puro conservadurismo no es nuevo (Pío Moa nunca estuvo solo). Todos son recibidos con los brazos abiertos por la extrema derecha. En Asturias Gustavo Bueno fue un personaje de manual. Ramón Tamames ahora se ha elevado a los cielos en este proceso. Una parte del feminismo más clásico ha hecho lo mismo con el tema de la ley trans. Viejas feministas han compartido mesa, micrófono y argumentario con fundamentalistas católicos e ideólogo de extrema derecha. Y no me refiero a Tamara Falcó, que ni va de feminista ni oculta su posicionamiento de extrema derecha. Pero ahí están Amelia Valcárcel o Lidia Falcón de camaradería con el PP y Vox. La última no me extrañaría nada que acabe tamamesizándose. Si se animara en un futuro podría ser un elemento de enganche para Vox. El artículo de Maestre me parece muy bien enfocado. Y creo que el futuro irá por ahí: exhibir viejas glorias que han abjurado de su progresismo y han vuelto al redil de la verdad. Y viejas glorias que están dispuestas a ser exhibidas me temo que no han de faltar. Desde la izquierda se debería analizar el fenómeno y proponer medios concretos para atajarlo. Porque en definitiva, Tamames y otras figuras con un pasado izquierdista, no dejan de formar parte del fenómeno más extenso de lavados de imagen. Los washings tan de queridos por al capitalismo tardío: greenwashing, pinkwashing o purplewashing, entre otros. La extrema derecha, en la medida en que se rodea de algunos viejos izquierdista logra el lavado de imagen casi perfecto. Es una estrategia inteligente, sin duda.