Política

Xavier Rius: “La principal pugna política en VOX se da entre los falangistas y los ultraliberales”

El periodista catalán, especializado en extrema derecha, acaba de publicar ‘VOX. El retorno de los ultras que nunca se fueron’ (Akal, 2023).

El periodista Xavier Rius en una foto cedida por el autor.

El mito dice que el comentarista deportivo Julio Maldonado podría relatar la plantilla de prácticamente cualquier equipo de fútbol, por pequeño que sea. Y es posible que el periodista Xavier Rius pueda hacer algo similar con los diferentes cargos públicos de VOX, al menos con los diputados y diputadas en el Congreso y en los diferentes parlamentos autonómicos.

El conocimiento de la extrema derecha por parte de Rius es minucioso, y así queda plasmado en VOX. El retorno de los ultras que nunca se fueron (Akal, 2023), un recorrido por la historia reciente de la ultraderecha en España. En este trabajo, el periodista desgrana el pasado ultra de una parte importante de miembros de este partido, sus ideales y su papel dentro de la organización, así como las diferentes almas políticas que conforman al principal partido de la extrema derecha en España.

Han pasado cuatro años y medio desde que VOX llenó el Palacio de Vistalegre, en octubre de 2018, posiblemente la primera vez que la inmensa mayoría de votantes escuchó hablar de esta formación de extrema derecha. Sin embargo, su libro comienza mucho antes, en 2013-2014. ¿Por qué esos años marcan el inicio del partido?

En el libro, yo distingo tres épocas. La primera de ellas es la más antigua, en el último cuarto del siglo XX. Me remito a ella porque ahí repaso de dónde viene la ultraderecha clásica, que es el lugar en el que estuvieron importantes cargos de VOX como Javier Ortega Smith o Jorge Buxadé, ambos falangistas, o el influyente Kiko Méndez Monasterio, que fue dirigente de Alianza por la Unidad Nacional de Ynestrillas. Se trata de un momento en el que la ultraderecha fracasaba porque, en España, afortunadamente creo que somos menos racistas que en otros países y, por eso, los discursos antiinmigración solo calaron en algunos lugares como Vic, con Plataforma per Catalunya. Además, el franquismo estaba totalmente dividido.

En 2013, diferentes corrientes de ultraderecha convergen en VOX. En primer lugar, un sector del Partido Popular molesto con Mariano Rajoy porque este no había derogado determinadas leyes de los gobiernos de Zapatero a pesar de que el PP las tenía recurridas en el Tribunal Constitucional. Dentro de ese sector crítico, también hay divisiones: por un lado, el europarlamentario Alejo Vidal-Quadras pretende crear “un PP auténtico” y, por otro, Santiago Abascal quiere una formación más “políticamente incorrecta” cercana a movimientos populistas de extrema derecha. Finalmente, ambas corrientes deciden crear VOX, aunque será Javier Ortega Smith y sus amigos boinas verdes quienes lo hagan, para evitar que se sepa que Vidal-Quadras y Abascal son quienes están detrás de todo.

En el programa de las elecciones europeas de 2014, que son las primeras a las que se presenta VOX, la posición que prima es la liberal-conservadora de Vidal-Quadras. Pero cuando no consiguen el escaño esperado es cuando Abascal, con la ayuda de la gente de Ortega Smith, se hace con el poder. A partir de aquí, durante cuatro años y pico, VOX no remite ningún acta al Registro de Partidos. Esto da la razón a gente como Juan Jara, antiguo cargo de VOX, que dice que el partido no hace actas durante años. Hay cuatro años de vacío, como yo he podido comprobar.

¿Queda en la actualidad algún resquicio de ese VOX de Vidal-Quadras?

No, no queda nada.

Una de las principales decisiones que se toma en VOX es asignarle un cuantioso salario a Santiago Abascal. Dice en el libro, como también sostiene el periodista Miguel González, de El País, que VOX es el negocio de Santiago Abascal. ¿Por qué?

Yo primero contextualizo el trauma que Abascal sufre cuando pierde su escaño con el PP, quiebra el negocio de su mujer, le embargan la casa y se divorcia. Él, en ese momento, toma la decisión de que no volverá a pasar problemas económicos y se marca como objetivo un sueldo de 5.000 euros al mes. Primero lo consiguió con los chiringuitos de Esperanza Aguirre en Madrid y, luego, con VOX, que en esos momentos era un partido extraparlamentario. 

¿De dónde sale el dinero?

Nadie lo sabe, porque una vez se termina el dinero de los iraníes que consiguió Vidal-Quadras, no se entiende cómo un partido con solo unos pocos concejales puede mantener estos salarios.

¿Qué almas políticas conforman VOX? ¿Hay alguna que domine sobre las demás?

En VOX domina lo que diga Abascal y, detrás de él, Buxadé. Por un lado, hay un alma falangista, que sería la que representan Ortega Smith y Buxadé, más proteccionista. También un alma más ultraliberal, más trumpista, liderada por Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio. Esta última también representa un alma ultracatólica, antiabortista, en la que el Opus Dei tiene un papel importante, aunque no todos los ultracatólicos vengan del Opus..

La principal pugna se da entre los falangistas y los ultraliberales. Jorge Buxadé es el único que le ha dado a VOX un corpus ideológico. En su libro Soberanía, Buxadé rechaza el sistema de partidos políticos, al igual que hacían el franquismo y la Falange, porque considera que desarraiga a los españoles de instituciones como la familia o el sindicato. Buxadé reivindica una representación orgánica al estilo franquista. De todo el ideario de Falange, él coge lo que le interesa y elimina todo lo demás.

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Mitin de VOX en Vistalegre, Madrid, el 7 de octubre de 2018. REUTERS / Stringer

El título del libro habla de “los ultras que nunca se fueron”. ¿Dónde estaban? ¿Cuál ha sido el papel del PP durante las décadas de irrelevancia política de la ultraderecha?

Estaban esparcidos, pero se acaban encontrando en VOX y se suben a su ola. Por un lado, algunos como Buxadé, Abascal, Ignacio Garriga y otros muchos estuvieron en el PP. Otros como Kiko Méndez Monasterio venían de partidos de ultraderecha clásica como la Alianza de la Unidad Nacional, con Ynestrillas y Pedro Pablo Peña. Ortega Smith, por su parte, había sido dirigente de las juventudes de Falange Española de las JONS Ciudad Lineal entre 1987 y 1991. Se da el caso paradigmático de que Ortega Smith sí acude al País Vasco como interventor del Partido Popular pero como una forma de solidaridad, no porque fuese militante. Es allí donde conoce a Santiago Abascal y ayuda a fundar VOX.

Antes de VOX, el Partido Popular ha sido el paraguas bajo el cual se ha resguardado la ultraderecha históricamente en España, claro. Muchos de ellos no estaban convencidos porque el PP se les quedaba corto, pero lo hacían como un mal menor hasta que encontrasen algo mejor como VOX.

Dice que fue Rafael Bardají quien abogó por la entrada en VOX de gente con pasado ultra y simpatizantes del franquismo. ¿Supuso esto un punto de inflexión para el partido o fue una decisión natural para un partido de extrema derecha?

No es que abogase por ello, sino que fue quien marcó la línea roja: mientras que no fuesen neonazis, sí se les permitía la entrada en VOX aunque tuviesen un pasado ultra. Este veto lo impone Bardají, que había sido creador de Friends of Israel al considerar a Israel como una trinchera frente al Islam. Esto es lo que provoca la salida de José María Ruiz Puerta, fundador de Plataforma por la Libertad y expresidente de CEDADE, que fue un histórico grupo filonazi en España. Ruiz Puerta se presentaba en las tertulias como miembro de VOX Parla hasta que se lo impidieron. También se vetó por ello a Fernando Paz por minimizar el holocausto.

Sin embargo, sí que ha habido más laxitud con otros cargos como Jordi de la Fuente,  secretario de organización de VOX en Barcelona y asesor de Ignacio Garriga, que fue militante del Movimiento Social Republicano.

Usted ha desvelado las simpatías ultras de muchos miembros de VOX. Macarena Olona, sin embargo, parece sorprendida de que haya ultras en VOX. ¿Es impostura o podría no saberlo?

Macarena Olona es cierto que no pertenecía ni al núcleo duro de la Fundación DENAES ni provenía del círculo de Ortega Smith. La fichan porque tiene gran capacidad dialéctica y es abogada del Estado. El problema es que destaca demasiado y empieza a hacerle sombra a Abascal gracias al nivel de debate que tenía. Como les estorba, la mandan a Andalucía.

Aunque ella no perteneciera a la cúpula de manera oficial, ella tenía que saber que en VOX hay ultras, aunque sea por leerlo en prensa. Es cierto que, en ciertas ocasiones, ella misma ha sido objetivo de estos sectores más ultras y, precisamente, por ello tenía que saberlo.

En la actualidad, ¿quién es el nexo con los sectores más ultras?

Buxadé y Ortega Smith, los falangistas, son quienes más cerca están políticamente de estos ultras. Catalunya, con Ignacio Garriga, también se ha convertido en un importante bastión ultra, donde incluso hay asesores a sueldo. Esto lo permite Garriga porque le da igual el pasado o el pensamiento actual de quienes trabajan con él, como se demuestra con el caso de Jordi de la Fuente. Mientras que trabajen para sus objetivos, el resto le da igual. Y Abascal no se mete en estos temas.

Esto es lo que dice Macarena Olona, que Abascal es rehén de las decisiones de otros dentro del partido, ¿no?

Bueno, esto es como decir que en determinados países el rey no es corrupto sino que lo son sus ministros. Abascal es quien mantiene a estas personas en la cúpula y, por lo tanto, es cómplice de estas decisiones. Pero hay que entender que Abascal lo que quiere es mantener su sueldo y seguir siendo el líder, y por eso ha eliminado cualquier atisbo de democracia interna en VOX. Y mientras Buxadé y Ortega Smith sigan sin cuestionarlo como líder, seguirán formando parte del núcleo duro y tomando decisiones.

Durante la campaña a las elecciones autonómicas y municipales de 2019, Rocío Monasterio se jactaba de haber “vuelto locos a los medios progres”, que habían “picado en todos los cebos” que desde VOX habían lanzado. Sin la notoriedad mediática que se le otorgó al partido, ¿cree que habrían alcanzado los resultados electorales actuales?

Creo que es importante hacer una cronología. Primero tenemos la entrada de VOX en el Parlamento de Andalucía en diciembre de 2018. Luego, en abril de 2019, tenemos las elecciones generales adelantadas, cuando VOX entra en el Congreso de los Diputados. Al ser considerado un partido parlamentario, la Junta Electoral Central obliga a las televisiones y a los medios de comunicación a otorgar a VOX una cobertura mediática y dejarles participar en los debates. 

El problema, sin embargo, no es ese, es la cantidad de temas polémicos que VOX lanzaba y que todos los medios contaban. VOX buscaba que los medios de comunicación hablasen de ellos aunque fuese para mal. Hubo quienes intentaron poner un cordón sanitario y no hablar de esos temas, pero al final acababan cayendo por presión informativa. Yo no culparía a los medios en general, más allá de a quienes sí dieron una cobertura amable al partido y a Santiago Abascal, como es el caso de Ana Rosa Quintana.

En mayo volveremos a tener elecciones municipales y autonómicas. ¿Tiene VOX unos cuadros políticos más asentados que hace cuatro años o necesitará rellenar listas?

En las municipales y autonómicas, el principal problema es que muchos se han cabreado por el tema de la centralización del dinero, y gran parte de los concejales se han escindido, como también pasó en la Región de Murcia. Por eso, es posible que algunos se presenten en partidos diferentes a VOX e incluso puedan sacar algún concejal.

Pero VOX es caballo ganador y va a rellenar las listas con los leales, con quienes se mantienen. El gran problema es que no tiene ejecutivas regionales que conozcan realmente a sus cuadros políticos y, por eso, les cuesta mucho hacer listas. Esto les permite controlarlo todo desde Madrid e imponer decisiones sin oposición, pero la realidad es que no pueden saber qué pasa en cada territorio porque no tienen una implantación orgánica. 

Lo que yo creo es que VOX crecerá en los ayuntamientos y bajará en las generales. En las autonómicas, dependerá del sitio.

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Comentarios
  1. Resulta patéticamente ridículo ver a éstos de VOX, igual qué lo era ver a Jordi Pujol, dandoselas de WASPs. Con la cara de culo que tienen y se creen Brad Pitt.
    Para qué sepan lo qué son realmente, y dejen de hacerse la puñeta, los llevaría a dos paises: Suecia y Japón. Viví 5 años en Estocolmo y allí , para los suecos todos los sur europeos, suramericanos y, claro, árabes y africanos, eramos «Los Subdesarrollados» y » Los Cabecitas Negras». Yo me pasaba por el forro esos dichos, pero quienes votaban espuma por la boca de bronca eran los españoles y los porteños(gente de Buenos Aires).
    En Japon no estuve, pero sí vivió allí un gran amigo griego, capitán de un gran barco petrolero y casado con una japonesa. Según él me contaba, para los japoneses los unicos » humanos» son los holandeses, ingleses, alemanes, franceses y nórdicos, pues son los unicos capaces de producir alta tecnología, semejante a la producida por Japon. El resto de europeos, inclusive los » vikingos» de VOX, claro, son inferiores.

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