Cultura
Ganó la juventud: ‘Todo a la vez en todas partes’ triunfa en los Oscar
La trepidante comedia fantástica de Kwan y Scheinert se llevó siete premios. ‘Los Fabelman’ y ‘Almas en pena de Inisherin’ fueron las grandes perdedoras de la noche y se fueron de vacío.
Todo a la vez en todas partes fue la gran ganadora de la gala de los Oscar. La película dirigida por Daniel Kwan y Daniel Scheinert se alzó con siete estatuillas, todas las importantes (película, dirección, actriz, interpretaciones de reparto, guión original) salvo el premio a la mejor interpretación masculina, que fue para Brendan Fraser por La ballena.
La prensa especializada ha bautizado esta edición de los Oscar como la de los premios de “la generación Tik Tok”. La alusión se explica, formalmente, por tratarse de una película con un montaje trepidante y una línea argumental que cambia cada pocos segundos, atendiendo a cada una de las posibilidades que ofrece el multiverso a sus protagonistas. La historia, si se le quita toda la parafernalia, es la de una madre y una hija que no se entienden y que, tras una serie de aventuras loquísimas, se reconcilian. Entre ellas hay un choque cultural y generacional: pertenecientes a la minoría china de Estados Unidos, la progenitora trabaja demasiado en su lavandería y la niña, lesbiana, se siente desatendida e incomprendida en su familia. En cuanto a modernidad y diversidad, la película lo tiene todo.
También es cierto que Todo a la vez en todas partes es un filme que, a pesar de los premios, dista mucho de ser perfecto. Empieza muy bien y acaba como todo el mundo quiere que acabe. Entre medias hay un valle bastante pronunciado que se camufla con muchas patadas voladoras al estilo Hong Kong. Estas deficiencias (este exceso de líneas argumentales, exceso de peleas, exceso de metraje, en una palabra, todo este exceso) no han pesado lo más mínimo en la decisión de los académicos, que han dejado sin premio a las películas más clásicas en liza. Con cruel concisión tuitera, la gala podría resumirse así: ganaron los jóvenes, perdieron los viejos.
Los Fabelman, con siete nominaciones, y Almas en pena de Inisherin, con nueve, se han ido de vacío. Ambas triunfaron en los Globos de Oro y en los BAFTA. Ambas han quedado apartadas en las preferencias de la Academia. Las dos son películas extraordinarias que merecían mejor suerte. Su aciago destino era algo que se venía barruntando desde hace días. Conforme crecía el hype en torno a Todo a la vez en todas partes, mucha gente (tanto críticos como espectadores) se desconectaba anticipadamente de la gala. “Gran ocasión para acostarse temprano el domingo 12”, escribía, con sorprendente previsión, Mister Belvedere (alias del gran Jaume Figueras, histórica firma de la revista Fotogramas).
‘Sin novedad en el frente’, triunfo inopinado en los Oscar
La otra gran ganadora de la noche fue Sin novedad en el frente, la adaptación del clásico antibelicista de Erich Maria Remarque. La película alemana producida por Netflix (una condición que, a priori, actuaba en su contra) ganó cuatro Oscar. Su recompensa más importante fue la estatuilla a la mejor película internacional, batiendo a la favorita, Argentina, 1985. El premio más sorprendente fue el que se llevó a la mejor música, una partitura electrónica que se inmiscuye continuamente en la narración a modo de incómodo e innecesario subrayado. Es un tic que suele adornar a las películas especialmente malas pero que, al parecer, ha fascinado a los académicos de Hollywood. Les ha fascinado la música atroz, queremos decir; la película, en realidad, no es tan mala.
La gala, tras los sobresaltos producidos el año pasado por la machirulez violenta de Will Smith, discurrió apaciblemente (aburridamente, según diversas fuentes) y tuvo dos protagonistas principales: Michelle Yeoh y Brendan Fraser.
Yeoh, la primera intérprete asiática en ganar el Oscar a la mejor actriz, pronunció una dedicatoria especial cuando subió a recoger el premio: “A todos los niños y niñas que se parecen a mí y están viendo la tele hoy. Esto es un faro de esperanza y oportunidades. La prueba de que se puede soñar a lo grande y de que los sueños se hacen realidad”. Es de suponer que la cubana Ana de Armas, representante latina en la categoría, también soñaba con el premio. ¿Su derrota es una prueba de que se puede soñar a lo grande y, aun así, de que los sueños no se hacen realidad? Quién sabe. Hay elementos de la mitología estadounidense que se escapan a nuestra comprensión.
Fraser, por su parte, corona con el Oscar un regreso glorioso tras salir de un pozo muy profundo. Estrella en los años noventa, sufrió acoso sexual y cayó en una depresión que lo ha mantenido alejado de los focos durante mucho tiempo. “Empecé en este negocio hace 30 años y las cosas no han sido fáciles para mí”, comenzó diciendo en un emocionado discurso. “Estoy agradecido a Darren Aronofsky por lanzarme un cabo de vida creativa y acogerme en el barco de La ballena”.
Todos los premios:
Mejor película: Todo a la vez en todas partes.
Mejor dirección: Daniel Kwan y Daniel Scheinert por Todo a la vez en todas partes.
Mejor actor: Brendan Fraser por La ballena.
Mejor actriz: Michelle Yeoh por Todo a la vez en todas partes.
Mejor actor secundario: Ke Huy Quan por Todo a la vez en todas partes.
Mejor actriz secundaria: Jamie Lee Curtis por Todo a la vez en todas partes.
Mejor guión original: Todo a la vez en todas partes.
Mejor guión adaptado: Ellas hablan.
Mejor película internacional: Sin novedad en el frente (Alemania).
Mejor fotografía: Sin novedad en el frente.
Mejor montaje: Todo a la vez en todas partes.
Mejor diseño de producción: Sin novedad en el frente.
Mejor diseño de vestuario: Black Panther: Wakanda Forever.
Mejor sonido: Top Gun: Maverick
Mejor maquillaje y peluquería: La ballena.
Mejor música: Sin novedad en el frente.
Mejor canción: RRR.
Mejores efectos visuales: Avatar: El sentido del agua.
Mejor documental: Navalny.
Mejor película de animación: Pinocho de Guillermo del Toro.
Mejor cortometraje de animación: El niño, el topo, el zorro y el caballo.
Mejor cortometraje: Un adiós irlandés.
Mejor corto documental: Nuestro bebé elefante.