Cultura

Quiniela (escandalosamente llena de prejuicios) de los Oscar 2023

Tampoco hay que darle tanta importancia a los Oscar. Si escribimos de ellos es porque son una excusa perfecta para hacer lo que más gusta: hablar de cine y despotricar.

Michelle Yeoh en ‘Todo a la vez en todas partes’. YOUPLANET PICTURES

Hace unas semanas pudo verse en las redes un encuentro muy significativo entre Steven Spielberg y Tom Cruise. El director le daba unos efusivos abrazos al actor mientras le decía: “¡Tom, has salvado el culo de Hollywood!”. La felicitación se debía al éxito de taquilla que había obtenido Top Gun: Maverick. Ambos, Spielberg y Cruise, pertenecen a la generación del cine en salas y miran con desconfianza el protagonismo que están acaparando las plataformas de televisión como Netflix, Amazon o HBO. Muchos académicos piensan lo mismo y, claro, así pasa lo que pasa. El año pasado, sin ir más lejos, Netflix produjo una obra maestra indiscutible, El poder del perro, de Jane Campion. ¿Pero quién ganó el Oscar a la mejor película? Pues CODA (uf, hace daño recordarlo), por una combinación de prejuicios antiplataformas y un sistema de votación absurdamente consensual (luego hablaremos de él).

Las plataformas no se han cargado el cine. El cine (en salas, se entiende) se lo ha cargado el propio Hollywood, que está secuestrado por una caterva de directivos neocon armados con hojas de excel. No les interesa ninguna historia sin explosiones, superhéroes o marcianitos. Y esas historias, obviamente, han encontrado su acomodo en las plataformas.

Por supuesto que a todo el mundo le gusta ver películas en las salas. Y a nadie le molesta un gran espectáculo, pero es que este gran espectáculo se repite ad nauseam desde hace 15 años. ¿Quién puede diferenciar las tropecientas partes de los Vengadores entre sí? En nuestra memoria, pasado un tiempo, todas son iguales. A eso ha quedado reducida la industria cinematográfica norteamericana, a hombres voladores y guantazos galácticos. Los guionistas se las ven y se las desean para incrustar ahí algún tipo de mensaje político, y a veces (como todos son hijos de George Lucas) lo consiguen, pero siempre bajo la atenta supervisión de los dueños del dinero, sin pasarse, no sea que vayan a afectar a la recaudación en China o en Irán.

Cada año, en los Oscar, se repite el mismo pulso: una industria moribunda en lo creativo contra el intrusismo artístico de las televisiones. Esta guerra acaba desfigurando los resultados y, como consecuencia, resta valor a los premios.

Tampoco es que sea algo nuevo. Los Oscar ya tenían una larga historia jalonada de bochornosos despropósitos. Para esto sólo hay una explicación plausible: los académicos, en su gran mayoría, no saben lo que votan. Suena fuerte pero es así. Academia es una palabra muy rimbombante y remite a los grandes sabios de la Atenas clásica. Nada más lejos de la realidad. En la de Los Ángeles hay registradas 10.000 personas y ahí vota todo quisque, del oficio que conoce y de todos los demás, al tuntún, en plan cuñao, que no se diga. Así que será mejor no tomarse los Oscar demasiado en serio. Hay que pensar que Deborah Kerr, Peter O’Toole, Gena Rowlands o Montgomery Clift nunca ganaron uno. Gwyneth Paltrow sí. No pueden ser tan importantes.

Mejor película

Esta categoría tiene un bug: se supone que debe premiar a la mejor película pero pocas veces lo hace. A veces incluso llega a premiar a la peor película, como ocurrió el pasado año. La razón está en su intrincado sistema de votación. En todas las demás categorías los académicos eligen un nombre y punto. Aquí no. Aquí deben hacer una lista en orden de las 10 películas nominadas de mejor a peor. Si la opción número 1 obtiene el 50% de los votos (más una papeleta), hay ganadora. Si no lo hace, se empiezan a cocinar los resultados: la peor desaparece de la lista y ese voto pasa al saco de la segunda clasificada. El proceso se repite tantas veces como haga falta hasta alcanzar un 50% de los votos y declarar oficialmente un resultado de consenso.

Hay películas que están concebidas para ser adoradas u odiadas, sin término medio. Con el actual sistema, no tienen ninguna posibilidad. Este año ese honor corresponde a El triángulo de la tristeza, de Ruben Östlund, que ganó en Cannes entre opiniones muy divididas. Hay quien piensa que el cáustico director sueco es el mejor cronista de nuestro tiempo y quien considera que su misantropía, por insistente, ha dejado de tener gracia. Queda, pues, eliminada. ¿A quién irían sus votos?

A Todo a la vez en todas partes. La película de Daniel Kwan y Daniel Scheinert es demasiado modelna, enrevesada y aturulladora como para ser una primera opción destacada, sobre todo entre unos votantes que son mayoritariamente hombres, blancos y en torno a los 60 años. Pero es buena, muy buena, y estará en los puestos de arriba, acaparando los votos de rebote de películas como Avatar 2, Top Gun 2, El triángulo de la tristeza, Ellas hablan…

No es una mala ganadora (desde luego no como la del año pasado, que fue la irrisión), pero preferimos otras. Esta sería nuestra papeleta (que nadie nos ha pedido, ni falta que hace, pero ahí va):

  1. Los Fabelman
  2. Almas en pena de Inisherin
  3. Todo a la vez en todas partes
  4. Elvis
  5. Ellas hablan
  6. Tár
  7. Sin novedad en el frente
  8. El triángulo de la tristeza
  9. Top Gun: Maverick
  10. Avatar: El sentido del agua

Mejor dirección

Quiniela (escandalosamente llena de prejuicios) de los Oscar 2023
Gabriel LaBelle recibe instrucciones de Steven Spielberg en el set de Los Fabelman. STORYTELLER DISTRIBUTION

Parece que el tío Steven volverá a recoger un premio de la Academia. Lo nominan casi todos los años, hasta cuando perpetra crímenes de lesa cinefilia como el remake de West Side Story (2021), pero no se lo dan casi nunca. El último Oscar lo ganó en 1999 por la dirección de Salvar al soldado Ryan. En este tiempo, y dada su adicción al trabajo, ha hecho de todo, desde obras maestras (Múnich) a truños vergonzantes (Caballo de batalla). Los Fabelman, alabado sea Yavé, pertenece a la primera categoría.

Obsérvese que, tras dos años premiando a mujeres en este apartado, esta vez no hay ninguna candidata. Pero si en vez de nominar a Ruben Östlund o a Todd Field se hubieran decantado por Charlotte Wells (Aftersun) tampoco hubiera pasado nada. Al contrario.

Mejor actor

Quiniela (escandalosamente llena de prejuicios) de los Oscar 2023
Austin Butler en la piel de Elvis. BAZMARK FILMS

Esta es fácil. Quizá la más fácil de todas las categorías. Ganará Austin Butler por Elvis. ¿Y por qué, si puede saberse? Pues porque es el único de los actores en liza que interpreta a un personaje real, y ya saben que eso les vuelve locos a los académicos. Nada como una buena imitación para llevarse un Oscar. Lo de construir un personaje desde cero y darle vida, y con él dar miedo, o risa, o arrancar lágrimas desde la pura ficción, todo eso se ha quedado muy antiguo. Nada puede vencer a un buen Tu cara me suena: Jamie Foxx lo ganó imitando a Ray Charles (2005) y Rami Malek a Freddie Mercury (2019). Y entre los galardonados no cantarines tenemos a Truman Capote, Idi Amin Dada, Harvey Milk, Jorge VI de Inglaterra, Stephen Hawking, Churchill y el padre de las hermanas Williams. Hay excepciones, claro. Perdieron, por ejemplo, el papa Francisco, Steve Jobs, Mark Zuckerberg o Nelson Mandela. ¡Pero es que no caben todos! Habría que crear un premio especial para imitaciones en plan “interpretación original” e “interpretación adaptada”. Si por alguna casualidad no se lo llevara Elvis, apunten a Brendan Fraser por La ballena. Lo de las transformaciones físicas también tiene mucho tirón.

Respecto al biopic del rey del rock, hay que reconocer que Baz Luhrmann eleva, como siempre, el brilli-brilli a la categoría de arte. Marque la casilla de Elvis en el apartado al mejor montaje. Es eléctrico, contagioso, arrollador, una auténtica obra de orfebrería. La peli, sin ser la maravilla, es estupenda. Y también debería ganar en la categoría de sonido, porque la mezcla de músicas, voces y efectos es prodigiosa, pero no lo hará. Este premio se lo llevan siempre películas bélicas o de ciencia-ficción, con mucho bum-bum, mucho piun-piun y mucho ñaaaaaauuuuum.

Mejor actriz

Quiniela (escandalosamente llena de prejuicios) de los Oscar 2023
Cate Blanchett, la imagen del poder en Tár. FOCUS FEATURES

Todo lo referido a los actores en el anterior apartado, olvídenlo. Sólo en parte, porque en esta categoría también han ganado Judy Garland, Margaret Thatcher o Édith Piaf. Así las cosas, ustedes podrían pensar que Ana de Armas, que es candidata por encarnar a Marilyn Monroe, ganará el premio. Pues no. En su caso es imposible por dos razones: la primera es que la distribuye Netflix y la segunda, y más importante, es que es latina. Hay una tercera razón que entenderán los corazones sensibles: la película, Blonde, es pura pornografía del sufrimiento. Como todo lo que escribe Joyce Carol Oates, por otra parte.

Bueno, al turrón: ganará Cate Blanchett por Tár. Su interpretación de una directora de orquesta lesbiana, rijosa y trepa, ya se dijo por aquí, es “portentosa, sublime, una cosa de otro mundo”. Puede que su personaje sea un tanto conflictivo, porque sería políticamente inaceptable que se hiciera un retrato así, tan despiadado, de un hombre homosexual, pero con una mujer no hay tantos reparos. Si hacemos un esfuerzo por olvidar esta flagrante diferencia de trato (que es odiosa y se remonta al Génesis), el Oscar es para la inmensa Blanchett. Y no hay más. ¿O sí?

La verdad es que últimamente está creciendo mucho el hype en torno a Andrea Riseborough por To Leslie. Su cuestionable campaña para colarse entre las nominadas ha hecho correr ríos de tinta. Podría salirle el tiro por la culata o dar la campanada. En los Oscar siempre se dan sorpresas y ésta puede ser una de ellas.

Interpretaciones de reparto

Quiniela (escandalosamente llena de prejuicios) de los Oscar 2023
Ke Huy Quan en uno de los universos posibles de Todo a la vez en todas partes. ELEVATION PICTURES

El corazón nos pide un reconocimiento, por fin, para el gran Brendan Gleeson por Almas en pena de Inisherin. Pero el actor irlandés tendrá que seguir esperando. El Oscar al mejor actor secundario ya está dado: es para Ke Huy Quan por Todo a la vez en todas partes. Tampoco es que su trabajo sea algo de caerse de espaldas, pero desprende una dulzura irresistible, eso es así. Y lo más irresistible de todo es que se trata de un comeback, de un regreso glorioso, y eso a los americanos les encanta: se trata del adorable niño asiático de Los Goonies y de Indiana Jones y el templo maldito, y llevaba 20 años alejado del cine. ¿Quién puede resistirse a eso?

Quiniela (escandalosamente llena de prejuicios) de los Oscar 2023
Jamie Lee Curtis, cómica genial, en Todo a la vez en todas partes. ALLYSON RIGGS / A24

Con las actrices de reparto opera un procedimiento parecido: ganará Jamie Lee Curtis, la reina del grito, heroína de la saga Halloween y cómica genial. Hubo una época en la que era una estrella, pero esa época pasó. Por eso, precisamente, ahora gana enteros. Además, como hija de Janet Leigh y Tony Curtis, así, de alguna manera, también se premia al Hollywood dorado por persona interpuesta. En Todo a la vez en todas partes se afea hasta la repulsión, lo que juega a su favor. También hace un papel muy desagradable, lo que provoca el efecto contrario. Se impondrá, en cualquier caso, por su dominio imperial de la payasada. Jamie Lee Curtis es grandiosa y se merece cualquier premio que le den.

Si este año votáramos nosotros probablemente nos decantaríamos por la maravillosa Kerry Condon en Almas en pena de Inisherin. Pero, por suerte, no lo hacemos. Y decimos bien, por suerte: nosotros haríamos justicia, y los premios tienen que ser injustos para que tengan gracia y luego los podamos poner a parir.

PS. Haciendo un balance de los premios ya vaticinados, hay algo que no cuadra: no hay intérpretes afroamericanos. En realidad, este desajuste viene de origen: sólo hay dos personas negras entre los 20 nominados y nominadas. Por si acaso, apunten a Angela Bassett por Black Panther: Wakanda Forever. También hizo su inevitable impersonation en 1994, cuando estuvo nominada por encarnar a Tina Turner. Estaba espléndida pero no ganó. Quizás los académicos corrijan eso ahora.

Los guiones

Quiniela (escandalosamente llena de prejuicios) de los Oscar 2023
Brendan Gleeson y Colin Farrell en Almas en pena de Inisherin. SEARCHLIGHT PICTURES

¿A quién premiamos aquí? ¿Nos decantamos por la originalidad o por la calidad del texto? Si preferimos lo primero, un guión rompedor y extravagante, tendríamos que darle la estatuilla a Todo a la vez en todas partes. Pero creemos, quizás de forma un tanto prejuiciosa, incluso anticuada si quieren, que todo lo que no sea premiar a Martin McDonagh por Almas en pena de Inisherin sería un disparate de proporciones cósmicas. Ese libreto no es ni medio normal. Su existencialismo desgarrado convierte a Sartre en Winnie the Pooh. Es Beckett quemándose a lo bonzo. Su sentido del humor es una animalada. Su profundidad es abisal. Y todo lo desencadena, como contaba Ignacio Pato por aquí, una anécdota a priori trivial: la ruptura unilateral de una amistad. “Cuánto con tan poco”, decía Pato. Efectivamente, cuánta incomodidad, cuánto horror, cuánta risa, cuánta desesperación, cuánto talento.

Quiniela (escandalosamente llena de prejuicios) de los Oscar 2023
Elenco protagonista de Ellas hablan, con Jessie Buckley en primer término. MICHAEL GIBSON / ORION RELEASING

Vayamos ahora al guión adaptado. Seguramente ganará Sarah Polley por Ellas hablan. Es la propuesta más compacta y más progresista… entendiendo el progresismo a la americana. Cuenta la historia de un grupo de mujeres violadas en una comunidad cerrada y ultrarreligiosa. Se juntan para debatir si siguen en el pueblo o se marchan a fundar otra comunidad, lejos de aquel ambiente opresivo que las condena a la ignorancia y de unos hombres violentos que no pueden ni quieren enmendarse. O sea, que se plantean reeditar el mito fundacional del país: un grupo de perseguidos en busca de la Tierra Prometida. Allí, lejos de esos hombres, las mujeres podrán empezar una nueva sociedad, desde cero, con el feminismo como base. Como se ve, se trata de una solución que prescinde del Estado como garante de su protección, de la aplicación de la justicia y del castigo a los violadores. No cambies el mundo; inventa otro y hazlo tú sola. Y el resto del mundo que se las componga. Más americano imposible. Los debates entre estas mujeres, en cualquier caso, son interesantísimos y el texto está compuesto de forma impecable. Por eso la vemos como favorita.

Aunque, para ser sinceros, el guión más chispeante es el de Rian Johnson en Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion. Como ya hiciera en la primera parte, Johnson actualiza la fórmula del whodunit y añade al puro enigma detectivesco un componente de crítica social (lo que nunca hizo Agatha Christie, vamos). Si en Puñales por la espalda (2019) atacaba ferozmente el concepto de meritocracia, aquí articula su grand guignol para embestir contra la casta más peligrosa de nuestro tiempo: la de los milmillonarios. Es divertida, mordaz y sorprendente, pero eso no es suficiente para ganar un Oscar. Además es de Netflix, lo que rebaja sus posibilidades.

Mejor película internacional

Quiniela (escandalosamente llena de prejuicios) de los Oscar 2023
Ricardo Darín y Peter Lanzani en Argentina, 1985. AMAZON STUDIOS

Aunque los académicos sean reacios a premiar productos de una plataforma, aquí no tendrán más remedio que aguantarse. Ganará Argentina, 1985, una película de Amazon que está hecha desde el corazón, para emocionar. Y eso está muy bien, qué caramba.

Y si por casualidad no se llevara el premio, en su lugar lo hará Sin novedad en el frente, de Netflix. No se entendería de otra manera que esta película haya acumulado nueve nominaciones y se fuera de vacío. Formalmente es mejor película que la argentina, pero hay una apuesta artística que arruina todo el conjunto: un pianillo eléctrico flipao que subraya cada imagen impactante de la película. Y en la novela de Erich Maria Remarque, ambientada en la Primera Guerra Mundial, hay lógicamente muchos momentos de impacto. En suma, se trata del peor tratamiento musical que uno haya oído en décadas. Es como si un fan de Hans Zimmer se hubiese engorilado con el MDMA y entrara en bucle con las teclas graves del Casio PT-10. Absolutamente insoportable. Una pena, con lo buena película que habría sido…

Mejor fotografía

Es un premio técnico, para especialistas, lo sabemos. No tiene el fervor popular de otras categorías, pero es que no encontrábamos otra manera de encajar la célebre frase que Christopher Doyle, director de fotografía de las mejores películas de Wong Kar Wai, dedicó a los académicos de Hollywood. Es imposible hacer un resumen más exacto y más contundente: “No tienen ni puta idea de lo que es la fotografía”. Y razones para soltar aquella verdad incontrovertible no le faltaban. En todas las categorías, mentalícense, ocurre más o menos lo mismo.

¿Una favorita para este año? La verdad es que todas las fotografías se parecen bastante. Todas tienen esa especie de filtro de Instagram que lo abrillanta y lo desnaturaliza todo. Elvis tira más a rojo, Tár más al azul y El imperio de la luz más al naranja cálido. Estaría bien que se lo llevara Elvis, aunque sólo fuera porque Mandy Walker es la única mujer nominada. Así acaban votando los académicos, ¿no? Pues nosotros también, ea.

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