Opinión

#UnAñoFeliz (9) | Las malas buenas noticias de Nicaragua

"En esa triste deriva de lo que fue una de las revoluciones más justas del continente americano, es una buena noticia que haya excarcelaciones, que el Gobierno español remedie en parte la arbitrariedad de convertir en apátrida a gente que ama su país pero no su gobierno".

El excandidato Félix Maradiaga, uno de los más de 200 presos políticos liberados de Nicaragua, recibe una bandera nicaragüense a su llegada a Estados Unidos. REUTERS / KEVIN LAMARQUE

Este artículo pertenece a la serie de José Ovejero #UnAñoFeliz, cada dos semanas en La Marea.

Daniel Ortega ha excarcelado a más de doscientos presos políticos. Esta es una manera de empezar una buena noticia. Otra, relacionada, sería: el Gobierno español ha prometido la nacionalidad española a los disidentes a los que Daniel Ortega ha privado de la nacionalidad nicaragüense con la acusación de ser «traidores a la patria».

Me diréis que para que tengan lugar estas dos buenas noticias tienen que haberse dado previamente otras malas, esto es, el encarcelamiento arbitrario de disidentes, el exilio de otros y la privación aún más arbitraria de la nacionalidad a quien se opone al régimen de Daniel Ortega y su vicepresidenta y esposa, Rosario Murillo.

Y es verdad que hace mucho tiempo que no estamos acostumbrados a alegrarnos con lo que sucede en Nicaragua, en particular desde la deriva autoritaria y represora de sus gobernantes. Pero tengo que confesar que yo entiendo la situación en la que se encontró Daniel Ortega hace muchos años y que puede haber sido el inicio de su lento resbalar hacia una dictadura disfrazada de democracia

Imaginaos la situación, muy resumida: has luchado durante años contra una dictadura sanguinaria, has visto morir a tus compañeros, has estado en la cárcel, has arriesgado tu vida. Después, triunfa la revolución y tienes la decencia, tú y tus compañeros y compañeras, de no aferrarte al poder sino que, tras compartirlo  durante unos años en la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, organizas unas elecciones limpias. Las ganas. Y, como eres de izquierdas y te han votado por ello, adoptas políticas de izquierdas.

Entonces Estados Unidos te monta una guerra, financiada con el tráfico de armas y de drogas (esta frase se lee deprisa, pero debería uno detenerse a deletrearla para percibir toda la mugre que encierra) y destruye económicamente tu país. Mientras tanto, reparte fondos para crear una oposición, que te desbancará del gobierno cuando estés ya desgastado y desprestigiado.

El capital no tiene escrúpulos ni conciencia, no solo el estadounidense. Si están en peligro sus intereses financia una guerra, condona torturas y desapariciones, destruye la economía de los países díscolos. Esto no es nada nuevo, ni una visión radical y sectaria. Es Historia. Historia reciente, Historia contemporánea.

No puedo saber si fue exactamente así, pero me parecería comprensible que entonces alguien como Daniel Ortega comience también a perder los escrúpulos. Y si al principio solo cierras periódicos y universidades al servicio de ese capital, porque de alguna manera tienes que defenderte, después toda disidencia se vuelve sospechosa, cómplice de tus enemigos. Y entonces ya solo quieres mantener el poder contra todos ellos, aunque muchos hayan sido tus camaradas.

Y al final, un día, te descubres justificando la represión, la muerte de más de trescientas personas en los disturbios de 2018. Encarcelas a quien se te opone. Y resulta que también enarbolas un discurso religioso, idéntico al de los evangélicos que han sido la punta de lanza del capitalismo estadounidense en Centroamérica.

Si fue así o no, habría que preguntárselo a escritores como Sergio Ramírez y Gioconda Belli, que también fueron sandinistas, poco a poco se alejaron de su antiguo comandante, y hoy se cuentan entre los desterrados y a los que se les ha privado de su nacionalidad.

Y sí, en ese doloroso marasmo, en esa triste deriva de lo que fue una de las revoluciones más justas del continente americano, empujada a su ruina por Estados Unidos –independientemente de los posibles fallos, ambiciones y miserias de sus protagonistas, que siempre se manifiestan de forma radical en las cercanías del poder–, es una buena noticia que haya excarcelaciones, que el Gobierno español remedie en parte la arbitrariedad de convertir en apátrida a gente que ama su país pero no su gobierno.

Ojalá esta medida tenga una utilidad breve. Ojalá los sátrapas que han ocupado el poder en Nicaragua desaparezcan pronto. Aunque, no me hago ilusiones, sé que entre aquellos que vuelvan entonces a Nicaragua no solo habrá gente que ame su país. Habrá quien regrese para explotarlo, herederos de quienes siempre tuvieron esa relación depredadora con su sociedad. Pero eso no justifica, no puede justificar, el castigo y la represión generalizados. Ni en Nicaragua ni en ningún sitio.

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Comentarios
  1. Ahí, ahí, has dado en el clavo: El gringo detrás de todos los conflictos. Como mínimo sembrando la confusión y enturbiando las aguas para que nadie pueda ver con claridad el fondo. El omnipresente gringo en todas partes.
    No hace ni un mes una política gringa reconocía que a Sudamérica EEUU la consideraba de su propiedad porque tiene muchos recursos que ofrecer (por no decir expoliar).
    Casi puedo adivinar a quienes votarán los disidentes a quienes el gobierno español ha dado la nacionalidad (VOX o PP) algo me conozco de los votos sudamericanos en España.

    El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha calificado de “mafia” a la Iglesia Católica y la acusó de ser antidemocrática por no permitir que los católicos elijan por voto directo al Papa, a los cardenales, a los obispos y a los sacerdotes.
    El mandatario ha dicho que Jesucristo resucitó en los pueblos y «no por el ejemplo que puedan dar los curas, los obispos, los cardenales, y los papas, que son una mafia».
    «Miren los crímenes que han cometido. ¡Cuántos crímenes han cometido y siguen saliendo crímenes todos los días y los están juzgando!. Crímenes que cometen por tener regulaciones absurdas», lanzó Ortega en su discurso ofrecido desde la Avenida de Bolívar a Chávez, en Managua.
    El dirigente sandinista acusó a los líderes de la Iglesia Católica de cometer «crímenes en el campo financiero» y aseguró que «allí tienen un proceso ahorita en el Vaticano, por como han malversado millones, porque han manejado millones ellos siempre».
    Asimismo, Ortega dijo que no respeta «ni a los reyes ni a los papas» y tampoco a los obispos nicaragüenses. «¿Qué respeto le puedo tener a los obispos que he conocido en Nicaragua, si eran somocistas?. Era un niño cuando pasó el funeral de Anastasio Somoza y los obispos enterraron a Somoza como príncipe de la Iglesia, es decir como si era un cardenal de la iglesia Católica», reprochó.
    «Dicen que yo soy comunista, y esto lo he dicho en otras ocasiones cuando me han preguntado: yo soy revolucionario gracias a Cristo. Por Cristo me hice revolucionario y luego como revolucionario conocí a Marx, Engels», ha indicado.
    Nicaragua retira la nacionalidad a los escritores Sergio Ramírez, Gioconda Belli y a 92 personas más por considerarlos «traidores».
    El obispo Álvarez, muy crítico con el Gobierno de Ortega, fue condenado el pasado 10 de febrero a 26 años y 4 de meses de prisión tras ser declarado culpable por delitos considerados «traición a la patria», en medio de la crisis que vive el país, y tras negarse a ser desterrado a Estados Unidos. – Veinte Minutos –

  2. Dan nausea… se pretenden de izquierda y son los más daña a la verdaderas democracioa, al verdadero socialismo… solo son un medio pequeño burgés que termina el trabajo sucio que ni los medios mainstream quieren hacer… dan asco son peor que los escritores romanticos Ramirez y Belli que ya se vendieron a EEUU y en realidad siempre han defendido sus intereses de clase… igual que ustedes… colmo de la hipocresía… en nicaragua se liberan a vendepatrias… que boten las mascaras y tomen la nacionalidad de sus patrocinadores… en España los asesinan o los dejan pudrirse en la carcel y el olvido .. oh es igual a lo que tratan de hacer como periódico… borrar las huellas y la memoria una verdadera revolución popular como España no ha podido realizar nunca

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