Internacional

Un viaje con soldados de Bajmut: “Que paren esta guerra como sea. Está muriendo demasiada gente”

El coste humano de mantener el control sobre Bajmut, una ciudad emblemática para esta guerra, está siendo el más alto desde que comenzó la invasión.

Vitaliy volviendo al frente de Bajmut. PATRICIA SIMÓN.

“Que paren esta guerra como sea. No sé cómo pueden hacerlo, pero que la paren. Está muriendo demasiada gente”. Vasilii tiene 23 años y se dirige al frente de Bajmut en el microbús que ha reservado por Blablacar. En la fila de atrás viaja Vitaliy, también soldado profesional, en su caso, desde hace 18 años. No han cruzado una palabra en todo el camino, pese a que ambos vuelven a la batalla crucial que se libra en el primer aniversario de la invasión rusa. 

Son los únicos pasajeros, al margen de esta periodista y de María Volkova, la fixer con la que está trabajando en esta cobertura. El conductor, Mihail, hace la ruta que une Kharkiv con Kramatorsk, a diario. Recoge a los pasajeros en el parking de un centro comercial y les deja en otro de la ciudad del Donbás. Son apenas doscientos kilómetros que, si todo va bien, no se tarda más de de tres horas en recorrer. Mihail solo dejó de hacer el trayecto durante los primeros meses de la guerra, cuando parte de la carretera quedó bajo control ruso. “Ahora, prácticamente, solo traigo a soldados y periodistas”, explica, mientras conduce a través de pueblos con las casas destripadas por las bombas y enseña la documentación en los sucesivos check points.

Un viaje con soldados de Bajmut
Mihail, el conductor del minibús que lleva a soldados y periodistas al frente. PATRICIA SIMÓN

En la fila trasera, Vasilii mira las redes sociales en el móvil. Él mismo tiene una cuenta de Tik Tok en la que publica vídeos que graba durante las batallas e, incluso, de cuando fue herido. No oculta su tristeza. “Cuando nos movilizaron no sabíamos que íbamos a la guerra, creíamos que íbamos a hacer unos entrenamientos”, explica con una sonrisa decadente. Desde entonces, ha pasado una eternidad. “Ha muerto demasiada gente. Mucha. Pero no puedes ponerte emocional porque entonces te descentras. Por eso es importante mantener los sentimientos dentro”, insiste. No se trata de pudor, es disciplina, como demuestra a continuación: “Al principio me daban mucho miedo los combates, en medio del bosque, de noche. Después me acostumbré. Y ahora hace ya mucho que no tengo miedo”. Y ese mucho, cuando le pido que especifique, es menos de un año.  “Sin duda, el peor frente en el que he combatido es Bajmut”, espeta, sin dudarlo.

Medios internacionales han publicado informaciones en las que recogen que asesores del presidente estadounidense, Joe Biden, consideran que el coste de la batalla de esta ciudad del oriente ucraniano está siendo demasiado alto y que el presidente Zelenski debería retirarse y destinar esas tropas a otros frentes importantes. “Allí un joven inexperto como yo dura cuatro minutos. Es una trituradora de carne”, me dice un joven del centro del país que evita salir de su casa todo lo que puede para no ser reclutado. Más de 70.000 personas vivían en Bajmut antes de la guerra. Ahora, el Gobierno ucraniano pide a las apenas 6.000 que quedan que la abandonen cuanto antes.

Aunque el Ejecutivo ucraniano no publica cifras sobre sus bajas, es público que el coste humano de mantener el control sobre esta ciudad emblemática para esta guerra está siendo el más alto desde que comenzó la invasión. Allí estarán luchando en unas horas Vasiliy y Vitaliy. 

Vitaliy viajando de vuelta a Bajmut. PATRICIA SIMÓN.

Avanzamos sobre puentes construidos a ras de suelo junto a los escombros de los que fueron destruidos por la aviación rusa. En un lago, dos hombres pescan sentados sobre un cubo en el hielo. Los soldados se calientan en casuchas construidas con plásticos y troncos rodeados de tiendas de campaña. Solo hay una letrina para la treintena de hombres que revisan nuestra documentación antes de devolvérnosla y desearnos buena suerte. También en inglés. Todo el mundo parece extremadamente agotado.

“Hay muchos ucranianos que no son conscientes de lo que estamos haciendo, de lo que supone la guerra. La guerra es lo peor. Y ellos viven en regiones del país donde viven en paz”. La crítica le frunce el ceño a Vasiliy. “También muchos que se han ido al extranjero. No nos sentimos apoyados por ellos”, añade. Y vuelve a mirar a ningún sitio.

Mientras Vitaliy le escucha en silencio, Vasiliy continúa. “Tras lo vivido este año, no me puedo imaginar en otro lugar que en el Ejército. Cuando me ingresaron en el hospital me sentía fatal por no estar haciendo nada, por estar allí mientras mis compañeros estaban luchando. Pero no creo que eso sea bueno. Cuando te acostumbras a dormir en una trinchera y luego duermes en una cama cómoda, con tu novia, te sientes culpable por tus compañeros”. 

Vasiliy habla con desapego de sus propias palabras. Responde de inmediato a las preguntas, sin regodearse ni engolar las respuestas. No hay épica. Solo un veinteañero dirigiéndose al sitio donde tiene muchas probabilidades de morir. “Nunca pienso en el futuro”. Se reafirma en su respuesta cuando se le vuelve a preguntar por un horizonte en el que se proyecte. “Soy cocinero”, termina admitiendo. Casi como una excentricidad. “A veces, he cocinado para mis compañeros. Aquí no podemos hablar mucho con nuestras familias. Así que el resto de soldados son nuestra familia”. 

Una foto de VasiilI herido en su cuenta de Tik Tok. PATRICIA SIMÓN

De hecho, hay familiares que se han convertido en extraños en el último año para muchos ucranianos. Especialmente, muchos que viven en Rusia y no creen lo que les cuentan desde Ucrania. Ese es el caso de Vitaliy, que viaja vestido de civil. Soldado profesional desde que comenzó a trabajar, nunca imaginó que viviría una guerra. Y menos contra Rusia. “Tengo muchos familiares allí. Era impensable. Pero lo que más miedo da es que no nos creen. Están absorbidos por la propaganda. Les contamos lo que estamos viviendo y piensan que mentimos. Nos conocen y no nos creen”, explica, con contención. Cuando se le pregunta por el momento que vive la guerra, se ciñe al guion oficial: “Nadie puede pensar más que en la victoria”. Y añade. “No tenemos alternativa”.

Este reportaje ha sido elaborado con la colaboración de la fixer María Volkova.

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Comentarios
  1. Lamentablemente por el lado Ruso tambien existen casos peores y parecidos para tratar de sensibilizar a muchos incautos con el fin de demonizar al gobierno Ucraniano y no se dan.

  2. USA y la OTAN a lo suyo que es la «democracia , la libertad ….» rompiendo el tratado establecido con Mijaíl Gorbachov de no ampliar la OTAN a países limítrofes y terminar poniéndole a Rusia misiles con capacidad nuclear debajo de sus mismos bigotes . Y claro que Putin no es trigo limpio ; es más hasta hace bien poco tiempo era un personaje de total garantía y hasta le otorgaron premios y títulos honoríficos.
    Ahí lo dejo ……… ( y Putin no me pareció nunca un personaje saludable , pero la OTAN ; tampoco) .
    Salud.

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