Cultura

¿Te gustaré siempre?

'Almas en pena de Inisherin' es una de las tapadas de un año en el que Irlanda ha batido su propio récord de presencia en los Oscar

Brendan Gleeson y Colin Farrell en una escena de ‘Almas en pena de Inisherin’. SEARCHLIGHT PICTURES

Tengo una teoría en la que soy tozudo. A la hora de contar una historia, sea en reportaje, novela o película, casi todo punto de partida puede reducirse a dos casos. Uno: cuentas con una muy buena materia prima. Un historión. Te has pegado el trabajo de haber llegado hasta ello o tu imaginación está con la flechita hacia arriba. Tu empeño debe entonces encaminarse a procurar no deslucir lo que tienes entre manos. Dos: el autor parte de algo banal, quizá hasta anodino y puede que manoseado. Ahí queda casi toda la historia por embellecer y por tanto el lector o espectador por engatusar. Almas en pena de Inisherin juega al engaño tratando de parecer pertenecer al segundo de esos casos. ‘Cuánto con lo justo’, diremos al terminar de verla. Pero esa es solo una frase que se revela corta conforme vamos metabolizando la película.

La premisa de la cinta es simple. Nos lleva a una isla remota de Irlanda para hacernos testigos de cómo a Pádraic se le pone la vida del revés de repente. De un día para otro, Colm deja unilateralmente de ser su amigo. Lo han sido toda la vida, haciendo lo poco que se puede hacer en ese pueblo después del trabajo en el mar o el pastoreo, que es tomar pintas en el pub, pero ya no quiere ni verle. Le aborrece. Pádraic -y un poco el espectador con él- no da crédito. Colin Farrell y Brendan Gleeson vuelven a hacer pareja como en ese clásico de culto que es Escondidos en Brujas.

Tanto ellos como Kerry Condon y Barry Keoghan están nominados a los Oscar en los cuatro apartados de actuación. La película colecciona nueve candidaturas a la estatuilla incluyendo la de mejor guion original y película: tras el éxito de Tres anuncios a las afueras, el director Martin McDonagh vuelve por la puerta grande. Almas en pena de Inisherin es una de las tapadas de un año en el que Irlanda ha batido su propio récord de presencia en la alfombra roja. El actor Paul Mescal puede recibir premio por el extraordinario puzle emocional de Aftersun. Y The quiet girl (An Cailín Ciúin), otra película gigante en su intimismo delicioso, es la primera rodada en gaélico nominada por la Academia.

Almas en pena de Inisherin remueve porque toca un tema poco explorado en ficción como es la amistad. En ficción y en la vida real, donde damos por hecho amistades. Ser amigo de alguien cotiza a la baja en programas de televisión donde dos personas tienen una cita a ciegas y como premio de consolación por no haberse gustado se ofrecen una falsa amistad. Como si fuera poco, como si fuera fácil. Como si no conocieras a alguien, le empezases a seguir en redes sociales y te cayera un poquito peor. Porque reparamos poco en el peso, en la colosal importancia que tiene el hecho de cómo nos cae una persona. Le podemos pasar por alto mil y una -siempre que no sean hechos graves o que lesionen a terceros- a gente que nos cae en gracia. Pero, ¡ay si alguien a quien no soportamos salvase el planeta! Seguramente seguiríamos sin tragarle.

Ahí justo dispara Almas en pena de Inisherin, a ese punto poco verbalizado acerca de las amistades. Hablamos mucho del amor y de cómo el ser humano puede anhelar la inmortalidad física, pero también una de las relaciones más profundas, esas que dice la ciencia que duran tres años -ah, amigo, ¿pero los tres años de quién? Porque ese tiempo compartido no es el mismo para una pareja de rentistas que para una de trabajadores precarios a los que el capitalismo sabotea la pasión y apenas deja horas comunes y libres de agobio y cansancio-, pero lo hacemos poco del riego y la salud de la amistad. «I just don’t like you no more», le suelta Colm a Pádraic de golpe. Y nos hace caer en la cuenta de que, ya ves tú, caer bien en inglés no se diferencia de gustar. Se abre entonces la veda para romper el tabú de los divorcios de amistad. Pues nos podemos hacer la misma pregunta que llevamos décadas aguantando en tantas creaciones artísticas acerca de la caducidad del amor, pero esta vez sobre ser amigo: ¿te gustaré siempre? Esa es la hondura de Almas en pena de Inisherin mientras abstrae durante dos horas, ese es su ‘cuánto con lo justo’.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.