Sociedad
Los prestamistas hacen su agosto con la cuesta de enero
Durante las fechas de más gasto, como la Navidad o la cuesta de enero, las empresas de microcréditos ofertan a las personas más vulnerables préstamos al consumo con enormes intereses de demora
Estamos despidiendo enero. Pero podríamos hacer un ejercicio de memoria, retroceder un mes y decir que queda un puñado de días para Navidad. En la calle, como si fueran hongos que sacan la cabeza al detectar la primera humedad en el pan de molde, las guirnaldas, los acebos y las lucecitas retorcidas en forma de flor empiezan a inundarlo todo. En cada rincón se vive el espíritu navideño mientras en las carteras de los barrios humildes, esos en los que la gente reconduce el aire cada vez que escucha el sonido del contactless, se enfrentan a los 21 días con más gasto per cápita del año mientras miran cómo la cuesta de enero, absolutamente impasible, se asoma al inicio del nuevo año.
Según el último informe publicado por la consultora Deloitte, las familias gastan en Navidad una media de 634 euros (en esta cantidad no entran los gastos ordinarios de cualquier otro mes normal, como el alquiler, la hipoteca o los recibos de luz). La cifra ha incrementado ligeramente respecto a 2021, que fue de 631. El citado informe asegura también que, a pesar de haberse hecho la media general, las familias con menos recursos económicos apuestan mucho más por el ahorro, intentando medir más el gasto y asegurar el bolsillo antes que el disfrute.
Mientras que las lucecitas navideñas se encienden, en los paneles publicitarios de los barrios obreros empiezan a aparecer extraños mensajes de despreocupación; mensajes en los que, a través de sonrientes modelos que posan sin asomo de inquietud, se transmite que todo está bien, que no te angusties por el gasto, que, en cualquier caso, puedes contar con ellos. Ellos.
Pongamos que hablamos de una ciudad cualquiera, pongamos que hablo de Madrid. Pongamos que hablo de un distrito obrero, como Latina, y pongamos que hablo de la parada de metro de Alto de Extremadura.
Bajando por las escaleras mecánicas del metro –si es que no están estropeadas–, te encuentras de frente, como esperándote, varios anuncios de una reconocida firma de microcréditos. En ellos, puedes ver a una señora de mediana edad, de unos cincuenta años, que posa con una cara extraña, como de susto, sosteniendo una bandeja de dulces navideños. La foto, que se encuentra en un fondo rojo muy navideño, viene acompañada de un mensaje que reza: «Que nadie te toque los polvorones. 300€ sin intereses para todo lo que quieras. Entra en MoneyMan». Más abajo, en letras minúsculas y cortado por el propio marco de la publicidad, se puede leer con mucho esfuerzo: «Promoción válida máximo 300 euros hasta 30 días. Devolución en día de vencimiento, préstamos sucesivos: Ejemplo TAE 300 euros a 30 días. Coste préstamo 99 euros». Más abajo, donde aparece el porcentaje de TAE, TIN y los costes de demora, es imposible distinguir nada, pues ESE DIA? el anuncio se encuentra casualmente cortado.
«Normalmente, las compañías de microcréditos suelen ofrecer el primer préstamo gratis, sin coste alguno. Es la típica promoción para enganchar clientes, para hacerles creer que no pasa nada», asegura en conversación telefónica Borja Sarachaga, director de comunicación de Reclama Por Mí, un despacho de abogados con sede en Bilbao especializado en reclamaciones por disputas de tarjetas revolving o intereses abusivos en microcréditos bancarios. «Eso sí, lo que no es gratis –añade con tono irónico– son los intereses de demora».
Según el Microfinance Barometer, un estudio anual que analiza el mercado de los microcréditos, este sector mueve un total de 150.000 millones de euros al año. Un negocio que, desde el año 2011, cuando empezó a popularizarse en EEUU y Europa, no ha hecho más que crecer.
Sin embargo, ¿qué son exactamente estos servicios? ¿Cómo funcionan? Los microcréditos son préstamos especiales, otorgados normalmente al consumo, cuya cantidad no supera los 25.000 euros. Aunque la cifra mentada es la tope, lo cierto es que la mayoría de los préstamos suelen ser de cantidades mucho más pequeñas, de hasta 1.000.
La característica principal de este tipo de producto es que son muy sencillos y rápidos de conseguir, pidiéndose todos de forma online y realizándose el ingreso a los pocos minutos. Estas cantidades pequeñas, que se piden sin más documentación que una copia escaneada del DNI y un número de cuenta, son atractivas para las personas con pocos recursos económicos, que ven en estos préstamos una vía de escape en épocas de gran consumo – como las navidades– o en periodos de apuros económicos.
«La situación económica [en la que vivimos]», añade Sarachaga, «hace que este tipo de financiación sea más atractiva por la facilidad y rapidez de solicitud. Es comprensible que en periodos de alto consumo como pueden ser las navidades o vacaciones se recurra más a estas financiaciones, ocasionando problemas financieros a lo largo del año».
Es decir, productos financieros vendidos, aparentemente, como desahogos para las personas más vulnerables, pueden convertirse en armas de doble filo que enturbien y endeuden muchísimo más a los solicitantes. ¿Por qué? Por los intereses de demora y el tiempo de devolución.
A diferencia de un crédito bancario tradicional, que se devuelve en un plazo acordado, pongamos de diez años, a través de unas cuotas mensuales (las temidas letras), este tipo de préstamos deben devolverse íntegros, además de los intereses, de un solo golpe y en un periodo de tiempo muy corto.
Tecleando «crédito rápido» en Google, nos aparecen multitud de páginas que ofrecen este tipo de servicios. Mucha de ellas, que son firmas reconocidas como Vivus, Cofidís o MoneyMan, conceden el primer préstamo gratis, si se devuelve a los 30 días.
Pero, entonces, ¿qué pasa si no cuentas con el dinero suficiente para cubrir la deuda? Pues que empiezan los problemas.
lamarea.com ha tenido acceso a la documentación de Jaime (nombre ficticio para proteger su identidad), un joven de 29 años de un pueblo de Castilla y León que solicitó un crédito a la compañía Vivus. Fechada en 2015, la factura era por un total de 618,5 euros (cifra aproximada, para evitar su identificación)*. De ese cantidad, 500 euros era el importe solicitado, a devolver en 30 días, y 118,5 el interés a pagar, es decir, el beneficio de la empresa. Por contextualizar las cifras, esto sería un interés del 23,7%, cuando el interés habitual del Banco de España en aquel momento era del 3,5%. En este caso, Jaime no pagó. Y fue cuando empezaron los problemas.
«No sé, era joven. Pedí un préstamo porque, cuando eres joven, tienes muchos planes y poco dinero, pero quieres hacerlos todos. Pedí un crédito a otra entidad, que no era Vivus, y no lo pude pagar. Así que pedí otro crédito a ellos [Vivus] para deshacerme del anterior. Pero en 30 días, [plazo que tenía para devolver el dinero del nuevo contrato] pues tampoco lo conseguí», asegura, desde su pueblo natal, en conversación telefónica.
«Esto es algo muy habitual», continúa Sarachaga, de Reclama Por Mí. «Suelen llegar a nosotros personas afectadas con cargas de 8, 9 y hasta 10 microcréditos. Contratan uno para saldar el anterior, pero como no está la deuda totalmente eliminada, se les va acumulando». Es decir, hay personas y familias que, en un momento determinado, piden estos préstamos pensando en solucionar un problema puntual pero lo que hacen es meterse en uno peor; uno con intereses abusivos que no hace más que crecer, crecer y crecer. Como le pasó a Jaime.
A nuestro declarante, un buen día, después de negarse a pagar por entender que el interés era completamente abusivo y podía rozar la usura, le llegó un correo electrónico de una nueva empresa. Era de Límite 24 Horas, una compañía que había adquirido su deuda y que, gracias a la inexplicable calculadora de intereses de Vivus, le reclamaba ahora más de 1.500 euros. Por un préstamo, recordemos, de 500*.
«Solo métete en la web de Vivus», vuelve a decir Sarachaga entre risas amargas. «Pincha en las condiciones del crédito y ve a tipo deudor. No te fijes solo en el TIN o el TAE, que ya son de un 73,54% y un 107,8%, auténticas barbaridades, sino en la fórmula que usan para calcular los intereses. ¿La ves? Dime tú ahora quién la entiende. A ver qué persona en apuros que solicite este producto consigue comprender qué es exactamente lo que está contratando».
La fórmula matemática mostrada, que es absolutamente ininteligible, muestra una serie de números y letras que son complicadas de explicar hasta para un experto como Sarachaga. Pero las condiciones van más allá, pues mucha gente no sabe que su deuda puede ser vendida a terceras empresas.
H. S. T., quien prefiere ocultar su nombre para evitar problemas, es un joven abogado que ha trabajado en ambas caras de la moneda: durante unos años, se encargaba de redactar demandas para empresas cobradoras; ahora, trabaja para reclamar intereses abusivos y presuntas usuras. «Hay empresas, bufetes especiales, que compran paquetes de deuda. Estas empresas las compran por muy poco dinero, llegando a pagar solo entre un 5 y un 10% por paquetes con muchísimas deudas. Al tener tantísimas para reclamar, imagínate la rentabilidad».
Por llevarlo a ejemplos prácticos, la empresa que compró la deuda de Jaime podría haber pagado por ella poco más de 150 euros, lo que le daría un margen de beneficio amplísimo, ya que el afectado tiene que pagar casi 1.500. El lector puede pensar que las empresas que conceden los créditos pierden dinero por esta operación, pero lo cierto es que no. La mayoría de los afectados suele pagar los primeros días, por muy altos que sean los intereses originales o los de demora, por lo que librarse de unos cuantos morosos no les hace ningún agujero en la caja. H. S. T. estima que, en la oficina en la que él trabajó, la cartera superaba los 100.000 casos.
«Normalmente, los que reclaman la deuda son comerciales. Estos cobran un salario base, muy poco dinero, y el resto lo consiguen gracias a las comisiones. En mi empresa, los coordinadores les daban carta blanca para contactar con el moroso y presionar de muchas formas, llegando a ser muy intimidatorios».
Esto fue lo que le sucedió a Jaime, pues empezaron a bombardearlo con todo tipo de llamadas, reclamaciones, avisos de demanda, etcétera: «Tengo un abogado porque se supone que me han demandado. Vamos, es que me llegó una copia de una demanda interpuesta en el juzgado de Salamanca. Pero es muy raro, porque fui al juzgado y… ¡no había ninguna demanda!». lamarea.com ha tenido acceso a esta oscura demanda, la cual, supuestamente, se interpuso a través de la asesoría jurídica Procobro en el juzgado de primera instancia n.º 6 de Salamanca. Sin embargo, según declara el afectado, no le ha llegado ninguna notificación de los tribunales y el personal de los mismos no tiene constancia alguna de su existencia.
«Normalmente, las empresas cobradoras sí que demandan, pero les cuesta mucho hacerlo. Presionan con llamadas a todas horas, con SMS, con correos electrónicos, con amenazas judiciales y con visitas presenciales, lo que suele ser suficiente para que el afectado pague», aclara el abogado H. S. T.
De hecho, en cuanto a presión desmedida, el ejemplo perfecto es el que sufrió –¡y sigue sufriendo!– D. A. M., un joven valenciano de 30 años: «Yo era rider en un pueblo de allí. Ya sabes cómo son las cosas, es un trabajo muy duro que apenas te da para sobrevivir, que te hace vivir al día… si es que vives. Un día, tuve un problema para pagar el alquiler. Que no llegaba, vamos. Se me estropeó la bici, no había dinero, y decidí pedir un préstamo en MoneyMan. Lo vi por Internet y decidí hacerlo».
«No se lo podía pedir a mis padres porque, joder, ya lo había hecho antes y ellos tampoco son ricos, así que solicité 300 euros. Me lo ingresaron a los cinco minutos, fue increíble», continúa. «Me pidieron una devolución de 425 euros. Y no lo devolví. Pasó el tiempo y llegó la pandemia. Después, empezaron a llamarme a todas horas, pero no solo a mí. Llamaban hasta a casa de mis padres, donde yo tenía la dirección, y colgaban al segundo. Solo lo hacían para comprobar que seguía viviendo gente, que no nos habíamos mudado. Ah, y ya no era MoneyMan, sino otra empresa», explica.
En este caso, según la versión de D. A. M., la empresa es Absolutio, una mercantil que se dedica a comprar deudas. Su nuevo acreedor, según la documentación, le pide la desorbitada cantidad de 1.181,25 por un préstamo de 300 euros, casi el 394% de la cifra inicial, un interés que roza lo surrealista.
En un mail cedido por la víctima, se puede leer literalmente «Su deuda con ABSOLUTIO contraída a través de MONEYMAN pasa a disposición judicial en los próximos días. Por eso, queremos ayudarle a cancelar su situación de impago de manera AMISTOSA, dándole una opción exclusiva: PAGUE CON ESTE SÚPER DESCUENTO QUE SOLO ESTARÁ ACTIVO HASTA QUE RECIBA LA CITACIÓN JUDICIAL EN LOS PRÓXIMOS DÍAS. ¡¡¡ES UN DESCUENTO EXCEPCIONAL QUE NO VOLVERÁ A REPETIRSE!!!».
El descuento, que D. A. M. no aceptó, era pagar 740,63 euros en vez de los 1.181,25 que en principio le reclamaban. 740 euros por, permítanme la repetición, un crédito de 300.
Al no aceptar este descuento ni ningún otro, lo siguiente que D. A. M. recibió fue un WhatsApp: «No sé, me llegó un mensaje de un número raro, un mensaje muy intimidatorio. Decía “Soy XX del despacho de abogados, debido a su comportamiento y negativa de pago le informamos que procederemos con la reclamación presencial de su deuda, ya que no colabora telefónicamente. La dirección de visita es la que consta en el contrato que mantiene incumplido con nuestro cliente. Le escribo por si quiere solucionar esto por la vía amistosa”». Ante la gravedad del mensaje, que hemos podido comprobar, lamarea.com ha llamado al número de teléfono del que proviene. Al identificarnos como periodistas, nos han colgado.
Sentencias favorables
«Es muy habitual lo de las visitas presenciales», aclara H. T. S., el abogado disidente. «A ver, no van a hacerle nada; por supuesto que no pegan a nadie, pero son muy intimidatorias. Imagínate que se presenta un tío en la puerta de tu casa a pedirte dinero».
La realidad, sean intimidantes o no estas visitas, es que los acreedores de este tipo de deudas suelen usar todo tipo de estrategias para recaudar unos intereses que, en la mayoría de los casos, son completamente desproporcionados, como ya ha manifestado la Justicia. Ya no solo por el interés inicial, sino por las demoras desorbitadas que se firman.
En mi ciudad aún no han retirado las luces, adornos y demás mandangas navideñas de las calles que ya se escucha como ensayan con los tambores para semana santa.
En las T.V. de los bares, fútbol, subes a un autobús de linéa o municipal, fútbol, y todo el mundo en la calle conectado al móvil.
Una, y cada vez más, siente que éste no es su mundo, que me lo han cambiado. Si fuera para bien, encantada; pero ésto cada vez va involucionando más y más. La alienación colectiva va en aumento.
No habíamos superado la dictadura franquista que se nos vino encima otra peor: la capitalista.
Entre una y otra nos han robado los valores, los principios, nos han «regalado» a cambio el autoritarismo y el «valor» del dinero y parece ser que el rebaño los prefiere a los genuinos valores…
Segunda jornada de huelga general en Francia; en España “nunca es el momento” (Insurgente.org)
Los principales sindicatos del país vecino (CEDT, CGF, FO, CFE-CGC, CFTC, Unas, Solidaires y FSU) se han unido para la mencionada jornada de lucha en contra de la reforma de las pensiones que sólo favorece al gran capital. Se desconoce el alcance que pueda tener esta jornada de huelga, pero los sindicatos convocantes auguran una mayor participación que en la jornada anterior.
Todo esto choca mucho con lo que sucede en este engendro que llamamos España. Aquí la situación de los y las trabajadoras es infinitamente peor que en el Estado francés. Sin embargo, no existe ningún indicio de que se vaya a convocar huelga general alguna. Para los sindicatos mayoritarios (empresas privadas altamente remuneradas por el sistema) nunca es el momento de convocarlas. Lo mismo sucede con otros que se presentan como sindicatos de clase y que, por supuesto, también reciben su buena cantidad de dinero del mismo y deshumanizado sistema (capitalista).
No está de más añadir que en España la edad de jubilación está en 67 años, y que el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, quiere subirla a los 70. Aquí, a pesar de estar mucho peor que en Francia, la última huelga general (en todo el estado) se llevó a cabo hace ya 12 años.
Independientemente de que consigan parar o no la reforma de Macron, el hecho de movilizar a tanta gente ya es una victoria. Está más que demostrado que la lucha es el único camino para conseguir los anhelos de la clase obrera.
Nunca deberíamos olvidar estas palabras de Ernesto Che Guevara: “La única lucha que se pierde es la que se abandona”.