Cultura
Virilidad intolerable (de una mujer)
‘Tár’, de Todd Field, es una de las mejores películas de la temporada. También de las más incómodas por las elecciones artísticas de su director.
La directora de orquesta Lydia Tár aconseja a su alumnado en Juilliard que se interrogue sobre cuáles son el efecto y las emociones que les generan las partituras que un día dirigirán desde el podio. A su juicio, un buen director (o directora) debe saber responder a ciertas preguntas, interrogarse sobre la intención del compositor (o compositora) y, sobre esa base, ofrecer una interpretación personal, una perspectiva propia que genere precisamente eso: efecto y emoción. Así pues, ¿que pretendía Todd Field al rodar esta película? ¿Qué efecto, qué emoción quería generar?
La respuesta, quizás, esté en esa misma secuencia inicial, la de la clase en Juilliard, magistral, prodigiosa en su concentración de temas espinosos de actualidad, en su riqueza intelectual, en la belleza de la música, en su violencia cultural, por así decir. Dice Tár: «Bach se hace una pregunta y da una respuesta. Lo que lleva a otra pregunta. Hay humildad en Bach. No pretende estar seguro de nada». Todd Field tampoco.
Su retrato de mujer con orquesta al fondo es tan complejo, tan minucioso y tan contemporáneo que hay quien podría ver en Lydia Tár a un monstruo y quien la podría calificar de víctima. Y ambas lecturas serían plausibles.
Tár es, sin duda, una película extraordinaria. Y también incomodísima. Quizás por eso, precisamente, sea extraordinaria. Para empezar, el personaje que construye Cate Blanchett (portentosa, sublime, una cosa de otro mundo) podría haber sido interpretado por un hombre sin necesidad de cambiar una sola coma del guion. El hecho de que sea una mujer cambia por completo la naturaleza del relato. Porque, ¿quién es Lydia Tár?
Pues una versión lesbiana y suavizada de Plácido Domingo, una persona madura y con poder que persigue a jovencitas y que intenta aprovecharse de su posición privilegiada para meterse en la cama con ellas. Al mismo tiempo, es una directora de orquesta superdotada, con una formación académica abrumadora y una feminista convencida que pelea por ensanchar el canon de la música clásica para que se reconozca el valor de las mujeres en el campo de la composición. Sus méritos (y ciertas habilidades políticas) la han catapultado a la cumbre de su profesión: dirigir la Orquesta Filarmónica de Berlín. A partir de aquí se abre un enorme abanico de preguntas embarazosas.
Dudas legítimas
¿Tiene que ser una mujer la que se ponga en la piel del típico señoro pollavieja? Desde luego, así la película es mucho más interesante, más profunda, más desafiante en el plano analítico. ¿O habría que decir, simplemente, más morbosa? ¿Y tiene que ser necesariamente lesbiana? ¿No se hace Lydia Tár candidata a entrar, junto a otros malvados homosexuales, en aquella abominable nómina de estereotipos que reunía El celuloide oculto? Podrá argüirse que, en tanto mujer, tiene que ser despiadada para poder alcanzar un puesto de poder. Feminista, lesbiana, rijosa, despiadada… Repetimos: ¿que pretendía (el hombre) Todd Field al escribir y dirigir esta película? ¿Qué efecto, qué emoción quería generar?
Todas estas preguntas parecen inducir a una determinada interpretación (no demasiado halagadora) de una película que, una vez vista (y merece mucho la pena, de verdad), en realidad no está tan clara. Ahí, en su complejidad, radica su fuerza. Porque la película, aun con todo lo expuesto, es espléndida. Son dos horas y media que se pasan volando por la capacidad de fascinación que es capaz de desplegar Cate Blanchett.
Siendo benévolos podríamos decir que lo que Todd Field pretende con esta historia es mostrar las nefastas consecuencias de la masculinidad tóxica en el ejercicio del poder. Y su apuesta artística es que esa toxicidad la encarne una mujer. Y acierta. O no. ¿Quién sabe? Magnífico dilema. Bach, dice Lydia Tár en la citada escena de Juilliard, «sabe que siempre es la pregunta la que hace participar al público. Nunca es la respuesta».
‘Tár’, de Todd Field, se estrenó en salas el viernes 27 de enero.