Cultura

‘El suplente’, historia de un hombre bueno

El protagonista de la última película de Diego Lerman es un profesor poco brillante pero con sólidos principios éticos.

Juan Minujín y Alfredo Castro en un fotograma de ‘El suplente’. REVOLUTIONARY PRESS


Los libros de historia están llenos de eso que se llama «grandes hombres». Para ellos es la gloria de papel. Pero hay otros héroes y heroínas que no aparecen en ningún libro y que tienen igual importancia (seguramente más) en nuestras vidas. Se trata de hombres y mujeres buenos. Personas que hacen lo correcto aunque eso les cause incomodidades, pérdida de dinero o incluso peligros. Son la médica, el enfermero, la maestra, el tendero que fía, la vecina que ayuda. Sus actos nobles y desinteresados son los que sostienen la sociedad. No crean a aquellos que dicen que el ser humano es un hijo de puta. Es justo al contrario: quizás no se vean, pero estamos rodeados de buena gente. Diego Lerman ha querido hacer una película sobre ellos. Se titula El suplente.

En su relato pueden detectarse dos principios éticos muy hermosos. Por un lado, el que remite a ese proverbio judío que dice que «quien salva a un hombre salva a la humanidad». Su protagonista es un profesor (interpretado por Juan Minujín) que tratará, por todos los medios, de salvar a uno de sus alumnos de la violencia que los narcos ejercen sobre un barrio empobrecido (la película está ambientada en Dock Sud, en el área metropolitana de Buenos Aires). «Nadie se salva solo» es, además, la divisa que enarbola su padre (el chileno Alfredo Castro) y que sostiene el andamiaje humanista de la película.

El otro principio entronca con una de las más bellas reflexiones surgidas del genio heterodoxo de Simone Weil: unos pocos hombres buenos son suficientes para cambiar la sociedad y hacerla avanzar. «Hay ocasiones –escribió– en las que una fuerza casi infinitesimal es decisiva». Estas personas buenas y anónimas, estas «semillas imperceptibles», serían como la levadura, que con muy poca cantidad es capaz de hacer crecer el pan.

Todo esto lo disfraza Lerman, lo esconde; de otra manera, quizás, no tendría el mismo valor. Paradójicamente, si su película destaca por algo es precisamente por eso, por intentar contar una historia trillada (un profesor novato se enfrenta a una clase hostil) con otro tono. Evita, por ejemplo, presentar a los alumnos conflictivos como chiquillos chispeantes. No lo son. No responden al perfil de los típicos actores infantiles. ¿Enfría eso la narración? Probablemente sí, pero es una decisión estética consciente.

Profesores en el cine

De igual forma, tampoco trata de desarrollar un thriller al uso, con intrigas, traiciones y persecuciones sin aliento. Esto llega, efectivamente, pero cuando la narración está muy avanzada y sin constituir el centro de la historia. Su héroe, enfrentado a una clase apática, tampoco tiene los rasgos del entrañable Mr. Chips, ni del entusiasta Profesor Lazhar, ni del activista social pintado por Tavernier en Hoy empieza todo, ni del inspirador docente de El club de los poetas muertos, ni siquiera los del abrumado maestro de La clase, de Laurent Cantet.

Es un educador desconectado de sus pupilos, un padre torpe, un novelista fracasado, y no le adorna, ni muchísimo menos, una personalidad arrolladora. Simplemente es alguien que se preocupa por sus semejantes y que hace lo correcto. Y al que Lerman se esfuerza por no presentar como un héroe o como un santo. Puede que, en efecto, no sea un gran profesor, pero es un ser humano protector. Esto entronca con un dilema laboral tan interesante como tramposo: ¿con quién preferirías trabajar, con un buen profesional o con una buena persona? En realidad no hay debate: las malas personas no pueden ser buenos profesionales.

Aunque por otros caminos, el protagonista de El suplente llega al mismo sitio que todos los demás profesores plasmados en el cine: ellos intentan transmitir conocimientos y reciben, en mayor medida, enseñanzas vitales por parte de sus alumnos. Lo que ocurre aquí es que el director se desmarca del sentimentalismo. Y eso, aunque solo sea por cambiar, resulta muy gratificante.

‘El suplente’ se estrena en cines el viernes 13 de enero.

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Comentarios
  1. En la maravillosa película “La lengua de las mariposas”, del director José Luis Cuerda, hay una escena en la que el maestro Don Gregorio mantiene este diálogo con sus alumnos en una de sus clases al aire libre:
    ¿A ustedes les gusta la naturaleza?.

    Ya, no se han detenido a mirarla.

    La naturaleza, amigos míos, es el espectáculo más sorprendente que puede mirar el hombre. ¿Saben que las hormigas tienen rebaños de ganado que les proporcionan leche y azúcar? ¿Saben que algunas arañas inventaron el submarino hace millones de años? ¿Saben que las mariposas tienen lengua?

    La naturaleza, efectivamente, es fascinante, pero no solo eso: la naturaleza es salud.
    Cada vez son más las investigaciones y organismos internacionales que defienden con datos que un mayor contacto con la naturaleza mejora la salud y el bienestar de las personas.
    Sin embargo, en nuestro país, solo uno de cada cuatro niños juegan a diario al aire libre. La gran mayoría pasan demasiadas horas encerrados y expuestos a un déficit de contacto con la naturaleza cada vez más preocupante.
    Dando un paso adelante para conseguir más naturaleza para la infancia y la adolescencia, la Asociación Española de Pediatría (AEP), y Seo Bird/Life han creado la Alianza Global para Renaturalizar la Salud de la Infancia y Adolescencia (GRSIA).

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