Economía
El IBEX, hoy: entre los fondos de inversión y el recambio de élites
El IBEX 35 ha cedido buena parte de su protagonismo en favor de fondos de inversión transnacionales como BlackRock, Vanguard o Norges Bank
A finales de mayo de 2022, Pedro Sánchez acudió al Foro Económico Mundial para reunirse con directivos de grandes compañías tecnológicas y fondos de inversión con el objetivo de asegurar la llegada de una nueva oleada de capitales transnacionales al Estado español. En las montañas de Davos, en el encuentro que congrega cada año a los hombres más ricos del mundo, el presidente del Gobierno se vio a puerta cerrada con el consejero delegado de Temasek. El fondo soberano de Singapur, uno de los mayores del mundo junto a los de China, Noruega y Emiratos Árabes, había solicitado la cita porque “el dinamismo de la recuperación y el impacto de los fondos europeos” le llamaban a redoblar su presencia en España, donde ya había comprado a Iberdrola su división de Gas Natural Licuado (GNL).
Justo la semana anterior, el emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, fue recibido con todos los honores durante su visita oficial a Madrid. Además de ser agasajado por el rey, el presidente del Gobierno y las altas instancias del Estado, el mandatario se reunió con Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, compañía cuyo mayor accionista es el fondo soberano qatarí, también primer inversor, por otra parte, en IAG y Colonial. Además de garantizar el suministro energético a España a medio plazo –el emirato es el segundo mayor exportador mundial de gas–, Al Thani firmó un acuerdo con la compañía estatal Cofides y anunció la llegada de 5.000 millones de dólares en inversiones en el marco de las oportunidades surgidas al calor de los fondos Next Generation.
Meses atrás, en el transcurso de una gira por Estados Unidos en el verano de 2021, Pedro Sánchez se reunió en Nueva York con los directores ejecutivos de una docena de gigantes financieros y grandes fondos de inversión. “Vamos a hacer verde nuestra economía, a digitalizarla, a modernizar nuestro sistema educativo y, por tanto, queremos involucrar a la inversión privada”, les dijo el presidente del Gobierno a los líderes de Wall Street. Entre ellos se encontraban los consejeros delegados de BlackRock, el principal accionista del IBEX 35, y de Blackstone, el mayor inversor en el mercado inmobiliario español. “España es en estos momentos unos de los lugares más atractivos de Europa donde invertir”, concluyó Sánchez en su encuentro con grandes inversores como Bank of America, Bank of New York Mellon, Brookfield, JP Morgan Chase, Lone Star, Morgan Stanley, Soros y Wellington, la mayoría de ellos con intereses en las compañías del IBEX 35.
La diplomacia económica española, que hasta la década pasada se había dedicado a promocionar los negocios de “nuestras empresas” por todo el globo, ha reenfocado sus objetivos. Del típico viaje del rey Juan Carlos acompañado de un séquito de empresarios y ministros con el fin de expandir los negocios internacionales de las grandes compañías españolas —y obtener jugosas comisiones—, se ha evolucionado al road show gubernamental con el que promocionar las oportunidades que ofrece la España-marca a los inversores transnacionales. Los fondos soberanos que manejan el excedente del capitalismo fósil y las sociedades de inversión que especulan con los bienes básicos en el capitalismo financiero han pasado a marcar la agenda de los Estados centrales. Son dos caras de una misma moneda que no para de girar y que incrementa los beneficios empresariales a la vez que se agrava la crisis socioecológica.
Las empresas que hoy cuentan con la mayor capitalización bursátil en el IBEX 35 son, fundamentalmente, las mismas que han pilotado el proceso de internacionalización de la economía española durante las tres últimas décadas. Con altibajos y oscilaciones como consecuencia de los vaivenes del capitalismo financiero, dos grandes entidades financieras, una gran compañía tecnológica, cuatro empresas energéticas, un gigante mundial del textil y un reducido conjunto de empresas de la construcción, el turismo y el sector inmobiliario, incluso algunas compañías industriales, constituyen el selecto grupo de multinacionales que lideraron la internacionalización del capitalismo español a partir de los años noventa y que hoy son las empresas bandera de la Marca España.
Estas son las grandes compañías que han venido liderando históricamente la bolsa española y que componen el IBEX. La mayoría de ellas están controladas por los fondos de inversión transnacionales.
En el trigésimo aniversario de la creación del IBEX 35, en enero de 2022, el diario Expansión publicaba que los fondos de inversión controlaban el 15,6% del selectivo español, y que contaban con una presencia central en buena parte de las grandes compañías que lo componían. En realidad, si se observa con más detalle la penetración de los grandes fondos de inversión transnacionales en el accionariado de las empresas del IBEX, se puede constatar que su peso es aún mayor del que habitualmente suele aflorar en la prensa económica.
Las empresas únicamente están obligadas a comunicar a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) las participaciones significativas de sus accionistas que superen el 3%, o las que estén por encima del 1% si tienen lugar a través de sociedades en paraísos fiscales. Eso hace que parte de las inversiones de los fondos que puedan ser especulativas queden por debajo del radar en los análisis habituales.
“BlackRock irrumpe en Acciona con una participación del 3%”. El pasado mes de junio aparecía este titular en uno de los medios habituales de la prensa económica. “BlackRock ha entrado a formar parte del capital de Acciona”, podía leerse en la noticia, “pasando ahora a ser el tercer mayor accionista del grupo español”. En realidad, el mayor gestor de activos financieros del mundo ya era el tercer propietario de la constructora española, con una participación del 1,25% (análoga a la de Vanguard en esa misma compañía). Pero esa información permanecía invisible para los grandes medios de comunicación, de la misma manera que estos suelen publicar que BlackRock tiene intereses en una veintena de las empresas del IBEX cuando, de hecho, está presente en el capital social de todas las compañías del selectivo español con participaciones relevantes, aunque en varios casos por debajo de ese umbral del 3%.
Acercando el foco y desmenuzando la participación real de los grandes fondos en el mayor índice de la bolsa español, puede observarse que no solo BlackRock posee un número importante de acciones en todas y cada una de las empresas del IBEX 35: eso mismo ocurre también con Norges Bank (el fondo soberano de Noruega) y Vanguard. Esos tres gigantes financieros controlan el 8% de la bolsa española. Incluso, en algunas de las mayores compañías del IBEX, como es el caso de BBVA, Iberdrola y Repsol, la suma del accionariado en manos de estos tres fondos se llega a situar alrededor del 12%; en Telefónica y el Santander, en torno al 10%.
Según las investigaciones del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL), solo los doce fondos de inversión transnacionales que han efectuado más inversiones en las compañías del IBEX 35 ya controlan directamente el 14,64% del selectivo español. Pero se constata que ese porcentaje realmente es mucho mayor si se le suman las participaciones de otros fondos con menor presencia, así como las de los grandes bancos y entidades financieras –además del Santander, BBVA y Caixabank, con acciones en buena parte de las compañías del IBEX, en ellas también están presentes JP Morgan Chase, BNP Paribas, Deutsche Bank o Crédit Agricole–, por no hablar de las participaciones cruzadas entre muchos de ellos.
“El capitalismo parece hoy una matrioshka de grandes dimensiones”, ha escrito Rubén Juste: “Las grandes empresas hoy son propietarias de cientos de empresas por todo el mundo, y estas mismas grandes empresas son poseídas por unos inversores que, a su vez, son propiedad de otros inversores”. Al final, dicho de otro modo, un puñado de gigantes del capitalismo financiero es quien realmente controla la bolsa española y, por ende, ejerce una influencia decisiva sobre la economía política.
“Defendemos la inversión sostenible como capitalistas, no como ecologistas”, afirmó a principios de 2022 Larry Fink, el CEO de BlackRock. El jefe de la mayor gestora de activos del mundo, que ya tiene en su haber una cartera de inversiones que supera los 10 billones de dólares, tiene muy claro lo siguiente: “Tenemos unos deberes con nuestros clientes”.
BlackRock fue contratada por el Gobierno estadounidense para diseñar el plan de rescate financiero tras el crash de 2008. Y tras incorporar a su nómina a al menos 84 ex altos cargos que habían estado en los gobiernos de diferentes países, jugó un papel fundamental a la hora de formular las propuestas y reformas que se llevaron a cabo en Europa para “salir de la crisis”. Ahora, BlackRock, Vanguard y State Street se han convertido en los mayores accionistas individuales en el 40% de todas las empresas estadounidenses que cotizan en bolsa.
En el año 2020, la Comisión Europea anunció que había contratado a BlackRock como asesor sobre factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo en el marco de sus políticas de supervisión bancaria. Como destacó Cecilia Carballo, en esos momentos directora de Programas de Greenpeace en España, “resulta paradójico que el mayor inversor mundial en combustibles fósiles y uno de los principales financiadores de la industria armamentística se convierta en gurú del ya famoso Green Deal”.
Más que un interés por el greenwashing, básicamente se trata de una readaptación empresarial a la realidad de la crisis socioecológica y de un mercado en el que cada vez será menos rentable hacer negocio con los hidrocarburos. En la estrategia de BlackRock, siguiendo a Rubén Martínez, “la reducción de emisiones o la descarbonización, más que objetivos, pasarán a ser la excusa con la que cerrar acuerdos donde, de nuevo, las grandes infraestructuras las pagan los Estados y los beneficios van al sector privado”.
Este texto es un extracto del capítulo ‘El IBEX, hoy: entre los fondos de inversión y el recambio de élites’, incluido en el libro ‘IBEX 35. Tres décadas marcando la agenda política de España y de tu bolsillo‘, coordinado por Dani Domínguez y editado por La Marea (2022).
Necesario y esclarecedor artículo.
“España es en estos momentos unos de los lugares más atractivos de Europa donde invertir” recomendó Sánchez a las alimañas de Wall Street. Lapsus de Sánchez en lugar de especular dijo invertir. Un error lo tiene cualquiera.
Noticias Oxfam:
TAX THE RICH. Por un sistema fiscal justo dónde paguen más quienes más tienen.
España continúa siendo uno de los países más desiguales de su entorno. A pesar de las medidas puestas en marcha durante la pandemia. Tan sólo Bulgaria, Letonia, Lituania y Rumanía presentan niveles de desigualdad superiores. La capacidad redistributiva es muy limitada debido al menor nivel de presión fiscal.
La desigualdad en España empeora en crisis económicas y no se corrige en momentos de crecimiento.
El sistema fiscal beneficia a las grandes empresas que reciben un tratamiento ventajoso. ¡Muchos prácticamente no pagan impuestos! Resulta tan injusto… Hay milmillonarios más ricos que tributan a menos del 1 % del total de su riqueza,
El actual sistema fiscal no es sano. Entre otras, estas son señales de relaciones socioeconómicas tóxicas que no nos podemos permitir. Los ultra ricos:
se aprovechan de las crisis para aumentar su riqueza.
venden y contaminan aquí pero declaran en un paraíso fiscal.
aumentan sus beneficios pero no suben los salarios
facturan millones pero apenas pagan impuestos.
Pero… ¿es que hay, de fondo, diferencia entre el colonialismo territorial en el que las metrópolis explotaban sus colonias y colonizados y el colonialismo económico-especulativo, salvo que entonces las armas y los ejércitos sometían a los débiles y ahora lo hace el dinero y la influencia? Entonces la fuerza de las armas sometían a los pueblos previamente y ahora la amenaza de los mercados ensombrecen el futuro de los mismos; entonces se apoderaban del territorio a explotar y ahora se hacen dueños de tus recursos y producción. Un circulo vicioso en el que si no cedes, como con Grecia en la Gran Recesión, es condenada a la miseria, y si cedes le estas entregando más poder con el que controlar tu futuro.
Lo primero es saber que el 1% de la población se hace con el 30% de la riqueza producida, el 19% que trabaja a su servicio se hace con un 50% de la misma y que eso deja para el 80% de la población el 20% de lo producido, que nos venden como el reparto a agradecerles como creadores de empresas y trabajo.
Tanto retroceder, tanto permitir que nos pisen, ya hemos alcanzado la Edad Media y seguimos corriendo p’atrás.
UBER, otros que tal.
En Europa, millones de personas que trabajan en plataformas digitales viven una espantosa realidad: jornadas laborales de 15 horas. Sin baja por enfermedad, sin pensión, sin salario mínimo.
Así contaba su experiencia un chófer de Uber:
«La cantidad de horas que hay que trabajar es absurda. Hay que dedicar entre 12 y 15 al día para conseguir un sueldo decente y entre seis y ocho tan solo para salir adelante. He conocido a muchos conductores que duermen en el coche. Para mí cuando empecé fue una conmoción».
En estos años, empresas como Uber se han saltado la legislación laboral en todo el mundo al denegar derechos laborales a quien trabaja para la empresa, mientras sus beneficios eran estratosféricos y se codeaban con la clase política.
En tan solo unos años, Uber transformó por completo la legislación laboral en muchos países. ¿Cómo se las apañaron? Según unas filtraciones recientes, conocidas como «los papeles de Uber», la empresa infringió las normas, engañó a la policía y presionó en secreto a importantes figuras políticas para que intervinieran a su favor.
Gracias a eso, Uber creció como la espuma en muy poco tiempo y ganó una fortuna mientras explotaba a la plantilla. Quienes conducen los vehículos cobran muy poco y no disfrutan de derechos laborales básicos, como vacaciones pagadas, bajas por enfermedad, bajas de maternidad o paternidad y una pensión.
El año pasado, la UE intentó poner remedio a esta situación con una nueva ley que otorgaría a quienes trabajan para Uber y demás empresas de la economía colaborativa los mismos derechos que en otros sectores. Pero Uber hizo lo imposible por paralizar la ley, hasta el punto de echar mano de uno de sus mayores defensores, el presidente francés Emmanuel Macron.
Sin embargo, las filtraciones son tan nefastas que el cuerpo legislativo de la UE ha tomado buena nota. Este escándalo nos da munición para impulsar esa ley y que toda la gente de Europa que forma parte de la economía colaborativa (ya sea para Uber o para otras plataformas) tenga unos derechos dignos de ese nombre. Sería una auténtica revolución, pero la única forma de que se materialice es la presión popular.
https://act.wemove.eu/campaigns/3239?country=es&zipcode=&ziplang=FR&zipcounty=CARLOW