Opinión

#UnAñoFeliz (5) | Buenas noticias desde Alemania

José Ovejero escribe sobre la detención de 25 ultraderechistas en Alemania que planeaban dar un golpe de Estado

Miembros y simpatizantes de un grupo de extrema derecha fueron detenidos durante una redada en Alemania en diciembre. REUTERS/TILMAN BLASSHOFER

Ojos que no ven, corazón que no siente, se suele decir. Los anglófonos, menos sentimentales, prefieren transferir la indiferencia al cerebro: «Out of sight is out of mind». No se piensa en lo que no se ve. Pero no sentir, no pensar, de ninguna manera significa que desaparezca lo que puede hacernos daño. Al contrario, ese deseo de ignorarlo puede permitir que crezca mucho más que si hubiésemos mirado a tiempo.

Un ejemplo histórico, pero que viene muy a cuento por asuntos de actualidad, es cómo en la antigua RDA se decidió oficialmente que en el paraíso socialista y antifascista no podía haber nazis y, si no podía haberlos, no los había. La Stasi sabía perfectamente de la existencia de grupos de ultraderecha violentos, por lo que quizá su ceguera no fuese una manera de enterrar la cabeza en la arena sino que les resultaban útiles esos grupos salvajes que proliferaban al mismo tiempo que el descontento contra el socialismo real: el verdadero enemigo era la democracia capitalista, que amenazaba con infectar a la RDA con su decadencia moral. Así, por ejemplo, las autoridades decidieron mirar para otro lado en 1987, cuando una banda neonazi, que ya había causado disturbios callejeros, se dirigía a reventar un concierto punk en la «Iglesia de Sión». Qué más daba que abriesen la cabeza o matasen a alguno de esos guarros. (Lo cuenta muy bien David Granda en Planes para conquistar Berlín, de Libros del K.O.)

Minimizar el peligro es otra forma de no ver ni sentir. Cuando un grupo de exmilitares llama en un chat a derramar sangre para salvar a España, enseguida sale alguien a decir que no se dar importancia a una tertulia de abuelitos cebolleta; o si una falangista lanza arengas antisemitas es mejor no informar de ello para no darle la popularidad que busca. Pero los monstruos se gestan siempre en la oscuridad. Por eso me alegra la redada que ha tenido lugar recientemente en Alemania: la detención de veinticinco personas, relacionadas con movimiento «Ciudadanos del Imperio», por conspirar para tomar el poder con medios violentos es una buena noticia.

Por supuesto que habrá quien quite hierro al asunto: por dios, si la mayoría son jubilados; pero si hasta han consultado a videntes para prever el resultado de sus planes; que son una panda de antivacunas descerebrados

Todo eso es verdad. Pero también lo es que estaban armados y que tienen conexiones con miembros del ejército en activo. Alemania no tiene precisamente un historial de examinar en detalle las relaciones de la extrema derecha con la policía, los servicios de información y el ejército, aunque en los últimos años parecen prestarle mayor atención y estas detenciones podrían ser una muestra de ello. Así que doble alegría por la noticia.

En el movimiento conspiranoico de los «Ciudadanos del Imperio» se encuentra la habitual mezcla de antisemitismo, nacionalismo y xenofobia, aderezada con rasgos más pintorescos como la objeción fiscal o la negación de la pandemia. Pero, además, hay una preocupante idea explícita con la que intentan atraer a descontentos de toda laya, quizá menos interesados en delirios imperiales: la de que el Estado es ilegítimo, una fuerza enemiga y opresora; eso justificaría el uso de las armas contra él y relaciona al movimiento con tendencias golpistas de extrema derecha que atraviesan numerosos países. También el nuestro.

Ojalá pronto veamos aquí menos imágenes de policías tratando a ultraderechistas con tanta amabilidad y más de registros y detenciones en sus casas. Ojalá todos los partidos políticos tuviesen clara esa prioridad, aunque nuestra derecha parece ahora mismo más preocupada por hacerse con el poder poniendo en duda la legitimidad del Gobierno, y asume así las estrategias y el discurso que se suponía solo podían venir de grupúsculos tan antidemocráticos como los «Ciudadanos del Imperio», que por defender el estado de derecho. 

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Comentarios
  1. En España, dice Gibson en el documental, es imposible debatir. El español tiene siempre mucho que decir y ninguna inclinación por escuchar. «La España soñada por la Institución Libre de Enseñanza, por la Residencia de Estudiantes, por Machado, por Ortega y por tantos otros, era una España dialogante, culta, con lazos con Europa y con América. La España de hoy no es así», afirma Gibson. «Cuarenta años de dictadura son demasiados. Entonces, algunas familias favorecidas por el régimen amasaron fortunas formidables, pagando muy pocos impuestos. Y la prole que salió de allí sigue pensando más o menos igual. Son neofranquistas. Además, los jóvenes de hoy no saben nada de la España franquista. ¿Cómo va a cambiar eso? Yo no lo sé, pero espero que cambie. Yo también sigo soñando con una España culta y dialogante».
    https://www.lamarea.com/2022/12/02/ian-gibson-sigo-sonando-con-una-espana-culta-y-dialogante/

  2. UNA MAÑANA GANADA, Carlos Tundidor Diaus.
    Ganada a la abulia, a la tristeza, horas almacenadas, íntegras, en la bolsa de la alegría, del optimismo, de las ganas de vivir. También, claro que sí, del deseo de seguir colocando, piedra a piedra, las bases para una mayor justicia social, para devolver el mil por ciento de dignidad, de memoria, a los que, un día, hombres y mujeres republicanas, la flor y nata de la mejor generación española, fueron asesinados por las botas y correajes negros de un fascismo que, hoy, intenta volver del féretro que nunca se debiera haber entreabierto.
    Ha sido en Arándiga (Zgza), al pie de la placa en donde están tallados sus nombres. Ha sido gracias al buen hacer de alguien que atesora muchos llenos de solidaridad: Antonio Maestro. También, al peregrinaje anual de cuarenta republicanos noruegos, amigos, familiares o descendientes de aquellos doscientos que acudieron a combatir al fascismo enrolados en las Brigadas Internacionales junto a los republicanos españoles. También lo dieron todo, incluso la vida, por ese horizonte utópico que es la libertad. En Narvik, en heroica contrapartida, hay enterrados ochocientos republicanos españoles que ayudaron a derrotar a la bota nazi en Noruega.
    Gracias por esta mañana ganada, irrepetible. El recuerdo de la Internacional cantada en noruego, con todo el sentimiento posible, por esas cuarenta voces ha sido, será, algo que no podré olvidar. El homenaje al recuerdo de estos asesinados por la libertad, se vuelve lucha forjada en el temple de la generosidad al hacerlo de esta manera.
    Muchas gracias por este trozo de mañana azul, hombres y mujeres del norte.
    13 de octubre de 2.022

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