Cultura
El cine español tiene un déficit de diversidad racial
Un estudio de CIMA sobre la representación de las mujeres migrantes y racializadas en nuestros medios audiovisuales muestra un desfase entre la realidad social y lo que aparece en las pantallas.
La Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) presentó ayer su informe Mujeres migrantes y/o racializadas en el audiovisual español. El estudio trata de arrojar luz sobre la representación que se hace de ellas y si esta incurre en simplificaciones, en distorsiones, en clichés. El resultado ha sido descorazonador por partida doble, tanto en visibilidad como en la colaboración de la industria para facilitar datos.
Por el lado de la visibilidad, se ha constatado que el audiovisual español no refleja la realidad de España, donde vive un 11,34% de población migrante. Entre ella, el número de mujeres es mayor que el de hombres: se trata del 56,32%. En las pantallas aparecen muchos menos.
Asimismo, los personajes racializados ocupan apenas el 7,5% de los repartos en cine y televisión, según otro informe del Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA). Los personajes de mujeres racializadas, además, repiten con frecuencia un patrón que las emparenta con la marginalidad. En pocas palabras: los papeles reservados a las mujeres de origen africano o latinoamericano suelen estar asociados con la prostitución; si son de origen árabe, se las relaciona con el fundamentalismo islámico. «El cine y los demás medios audiovisuales son instrumentos de comunicación, por lo que no se debe olvidar ni obviar el papel que tiene como creador de marcos interpretativos y modelizadores de conciencia», advierte un pasaje del informe.
Por otro lado, las autoras del estudio no han recibido respuesta de ninguna de las productoras españolas consultadas, entre las que se incluyen las de las películas nominadas en la última edición de los premios Goya. Tampoco ha contestado la Academia de Cine. El estudio, por tanto, no ofrece datos representativos pero no es en absoluto intrascendente.
Testimonios para paliar la falta de datos
«Es muy significativo que no hayamos conseguido números, que no sepamos cuántas somos», declaró en la presentación del informe la guionista de origen brasileño Ana Alkimim, una de las delegadas del grupo de trabajo de mujeres migrantes y racializadas de CIMA. «Cuando nos enfrentamos a esta ausencia podíamos vernos forzadas a decir: ‘Es que no somos, es que no estamos’. Pero no, sí que estamos. No hay números pero hay voces. Y son las nuestras».
El estudio cuenta con 47 entrevistas cara a cara, de las cuales 10 son anónimas. La comisión contactó con más de cien profesionales, pero algunas de estas manifestaron su temor a participar en las entrevistas por las posibles represalias. El estudio ha sido realizado por las investigadoras de la Universidad de Salamanca María Marcos Ramos y Beatriz González de Garay Domínguez y por CIMA, con el apoyo del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA) del Ministerio de Cultura y Deporte.
Los testimonios recogidos aportan una pista sobre los estereotipos que muchas veces deben hacer frente las profesionales racializadas. «Siempre que me dan personajes de mujer gitana, estos están asociados a la fealdad en todos sus sentidos», cuenta la actriz Coco Reyes en el estudio. «Se trata de fealdad espiritual y de fealdad física. Siempre intentan ponerme fea. En un rodaje, cuando estaba en vestuario y vi la ropa que me pusieron, que es la que me suelen poner cuando me dan papeles de gitana, pensé: ‘¿Pero por qué…? ¿Por qué esta ropa tan fea y tan mal conjuntada?’. Los gitanos tenemos un alto sentido de la estética. Si estos señores se interesasen un poquito más, lo sabrían».
Anahí Beholi, una de las actrices participantes en la presentación, contó que es catalana pero que a causa de sus rasgos le ofrecen papeles de latinoamericana. «Obviamente, he hecho de prostituta. Y cuando me llega una separata sólo indican eso, que el personaje es latinoamericano, sin atender a que Sudamérica es un continente muy diverso y con muchos acentos. Siempre tengo que preparar un acento. No puedo hacer de española. ¿Qué pasa conmigo que no puedo hacer de española». Y añadió: «A mí me gustaría que me ofrecieran un papel de funcionaria, porque eso es mi madre: funcionaria de un ministerio y negra».
Según la directora y periodista Jenifer de la Rosa, otra de las delegadas de este grupo de trabajo de CIMA, «hay una distancia muy grande entre quién está caminando por el país, por las aceras, y quién se ve representado en los medios de comunicación y en el cine».
Rita Bosaho, directora general Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial del Ministerio de Igualdad, también hizo hincapié en este desajuste: «Los migrantes y las personas racializadas faltan en la política y en los medios audiovisuales. Pero no faltan en las calles ni en los barrios ni en los colegios». Ese es uno de los principales objetivos del estudio: que se ofrezca una representación igualitaria y no estereotipada, y cuidar la representación de la realidad.
Por una industria de cine igualitaria
En cualquier caso, a esta infrarrepresentación no pueden ponérsele números. La recogida de datos sobre el origen étnico de los profesionales de los medios audiovisuales se ha topado con un obstáculo de orden legal. El Instituto Nacional de Estadística trabaja desde hace décadas con el origen nacional de la ciudadanía española pero obvia su origen étnico. La razón de esta omisión, que ampara la Agencia de Protección de Datos, se debe a la secular persecución sufrida por el pueblo gitano en España.
Entre otros objetivos marcados por CIMA, está el implantar cuotas de género y de origen y facilitar el acceso de estas mujeres a puestos técnicos y directivos. La adopción de este tipo de medidas pasa por tener datos fiables sobre el origen étnico, algo que ya se está haciendo en otros países y que el Ministerio de Igualdad está estudiando realizar también en España. Por supuesto, siempre de forma voluntaria por parte de los interesados.
Pero la dificultad para la recogida de datos, no solo en el ámbito étnico sino en todos, siempre ha sido un obstáculo para la asociación. Su presidenta, Cristina Andreu, recordaba durante la presentación que CIMA existe desde 2006, pero solo hace dos años que consiguieron que la Academia de Cine les proporcionara datos sobre el número de mujeres y hombres que hay en ella. «Y, claro, esas cifras no dejan lugar a dudas», afirma Andreu. «Hablo de memoria, no son números exactos, pero la proporción debe rondar los 1.800 hombres y las 400 mujeres. Y la mayoría de ellas son actrices. De composición musical, por ejemplo, debe de haber tres. Nos costó mucho recabar estos datos, pero desde que lo hicimos dentro de la junta directiva de la Academia hay una comisión de igualdad».
Según el informe de CIMA de 2021, en el audiovisual español trabaja un 68% de hombres y un 32% de mujeres. Únicamente en las áreas de maquillaje y peluquería hay una mayoría de mujeres. Las áreas más técnicas (montaje, música, efectos especiales…) están copadas por los hombres y el porcentaje de mujeres no alcanza el 20%.