Opinión

El comunismo, un fantasma todavía presente

Sello conmemorativo del centenario del Partido Comunista de España (PCE)

“Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo” escribían Karl Marx y Friedrich Engels en el Manifiesto del Partido Comunista publicado en 1848. Hoy, como en el siglo XIX, los enemigos del comunismo utilizan el adjetivo comunista como “epíteto zahiriente” contra toda fuerza opositora. Pero, desgraciadamente para la clase trabajadora, la Europa actual parece muy lejana de la realidad que le tocó vivir a Marx y Engels, donde el movimiento comunista era una amenaza real para el poder establecido.

Sin embargo, si nos atenemos a las declaraciones de líderes de la derecha y la ultraderecha o si escuchamos lo que dicen algunas personas en los medios, el comunismo sería una ideología política muy viva, que incluso se agazaparía detrás de gobiernos socialdemócratas y hasta social liberales. Poco importa que con el término comunismo estas personas se estén refiriendo a una izquierda que no tiene nada que ver, ni en su origen ni en su programa político, con los principios comunistas. Tampoco importa que se refieran a liderazgos de personas que alguna vez tuvieron militancia comunista pero que, en su praxis política actual, no han propuesto nunca traspasar los cauces de lo permitido dentro del marco económico del capitalismo y su democracia liberal. La mínima proximidad a ideas genéricas de justicia social, búsqueda de impuestos progresivos o cualquier atisbo de redistribución equitativa de los beneficios o costes, es presentado por la derecha y, también, por cierto progresismo, como una política bolchevique propia de la Unión Soviética. O, en su versión actualizada, como un ejemplo del “comunismo bolivariano” que, según sus delirantes observaciones, existiría en Venezuela. 

La disociación entre el discurso y la realidad ha llegado a límites hilarantes, por no decir deprimentes, por cuanto se produce justo en un momento histórico en que las organizaciones comunistas son, en la mayoría de los países, residuales y con poco poder político real. Quizás si no fuera así no existiría barra libre para hacer afirmaciones absurdas que contravienen cualquier comparación con los hechos. Que Correos emita un sello por el centenario del Partido Comunista de España (PCE) se ha convertido, para quienes ven comunismo por encima de sus posibilidades, en síntoma de la influencia del comunismo en España que, además, debe ser combatido por vía judicial pidiendo paralizar su distribución.

El fenómeno no es exclusivo de España. A principios de noviembre, Donald Trump sostenía que su país había pasado, en el lapso de dos semanas, del socialismo al comunismo. Afirmar que EEUU es un país comunista por obra de la administración Biden es tan ridículo como decir que el comunismo se esconde detrás de las cabezas de quienes denuncian el cambio climático, como exponía Isabel Díaz Ayuso días atrás. Si hubiera un concurso de boutades anticomunistas, la imitadora madrileña de Margaret Thatcher lo habría ganado hace tiempo con su apolillado lema “comunismo o libertad”. Los personajes de Díaz Ayuso o de Trump llevarían a risa o a miradas condescendientes por sus burdas manipulaciones si no fuera porque millones de personas creen a pies juntillas sus palabras. 

Atizar el fantasma del comunismo no es nuevo ni inocente. Responde a una estrategia política muy clara: negar la legitimidad de unas ideas que surgieron de la clase trabajadora para luchar por su emancipación. Pero la superficialidad con la que se utiliza en la política actual la palabra comunismo se entiende por una combinación de factores, entre los que destaca, en primer lugar, la proliferación de la mentira y la provocación, tan propia de la ultraderecha. A ello hay que añadir el desconocimiento de la tradición de pensamiento marxista; la pérdida de memoria histórica; el anticomunismo labrado durante el franquismo y la Guerra Fría; y el retroceso ideológico de los valores de la izquierda por décadas de bombardeo de pensamiento único neoliberal. 

Reducir todo a “comunismo” y atacar con la etiqueta peyorativa a quienes pretenden buscar alternativas, incluso cuando estas sirven para mejorar el capitalismo, no para eliminarlo, tiene la finalidad de evitar cualquier debate que cuestione la insostenibilidad del sistema y la necesidad de su transformación. Además, tildar cualquier política de la izquierda de “comunista” supone, en el imaginario de sus detractores, asociarla con el autoritarismo y el totalitarismo. De esta manera desplazan la horquilla de posibilidad ideológica hacia la derecha, invalidando que la izquierda pueda plantear soluciones que vayan más allá de una política de reformas superficiales del capitalismo. Así se disciplina a los sectores de la izquierda temerosos de ser marcados como comunistas que buscarán la moderación para ser aceptados dentro de los márgenes permitidos por un sistema cada vez más derechizado. 

Medios de comunicación y comunismo

En la construcción de esta demonización del comunismo participan, como no podía ser menos en nuestra sociedad, los medios de comunicación. La práctica inexistencia de referentes en el debate público que sean abiertamente comunistas es un síntoma. El debate ideológico serio brilla por su ausencia. Es lógico, a quienes controlan qué se puede opinar en los medios del capitalismo no les interesa dar espacio a unas ideas que lo confrontan. En las pocas ocasiones que se habla de comunismo en los medios proliferan los clichés y los comentarios de barra de bar. Salen a relucir los gulags, lo peor de los errores del socialismo real y la lamentable resolución del Parlamento Europeo que equipara nazismo y comunismo. Una realidad que no tiene nada que ver con la ideología comunista tal y como la concibieron sus pensadores referentes. Si hubieran leído a Marx sabrían que el comunismo es una forma superior de organización social que trasciende el individualismo, pero implica “el completo y libre desarrollo de todos los individuos”, un gobierno del pueblo para el pueblo que poco tiene que ver con las caricaturas autoritarias que se han hecho sobre él.

El comunismo, aunque le pese a quienes lo detestan, es una ideología con un futuro tan grande como su pasado. Su análisis y crítica de las dinámicas de funcionamiento del capitalismo, de su explotación a la clase trabajadora, de su tendencia a profundizar las brechas de desigualdad y del imperialismo que genera, siguen vigentes a pesar de las mutaciones del sistema. Por eso, la propuesta de construir una sociedad donde la economía responda a una regulación racional al servicio de los intereses colectivos es más que necesaria. Una sociedad auténticamente justa e igualitaria que no esté regida por los intereses particulares de la clase capitalista que se enriquece con el trabajo no pagado a la clase trabajadora, y con la propiedad privada de bienes y servicios que bien podrían ser públicos. Lo mismo sucede a la hora de pensar relaciones entre Estados que no se guíen por la competitividad y la rapiña de recursos. Esto es urgente máxime en tiempos en que la humanidad se enfrenta a un presente de escasez de recursos naturales junto a un más que posible colapso climático que puede ser catastrófico si no se para a tiempo esta lógica perversa. Para cualquier persona consciente, debería ser una prioridad acabar con la irracionalidad de una producción frenética que esquilma los recursos del planeta y explota a la clase trabajadora para seguir moviendo la rueda de una economía basada en el aumento sin fin de las ganancias del capital. Esto pasa por superar el capitalismo

El comunismo es una alternativa que plantea construir una sociedad diametralmente opuesta a la que tenemos en la actualidad y un cambio de tal magnitud siempre enfrenta grandes resistencias. Si bien en este momento el comunismo no es, en términos globales, un movimiento potente como lo fue en otras épocas históricas, la radicalidad transformadora de las ideas comunistas sigue siendo una amenaza potencial al poder de la clase dominante. De ahí el rechazo que genera el comunismo entre quienes mandan en el mundo y el miedo que tratan de infundir con su simple mención, aunque sea usándolo como trampantojo. Resuenan los ecos de Marx y Engels: “un fantasma recorre el mundo, el fantasma del comunismo”.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Comentarios
  1. ANTONIO GONZÁLEZ RAMOS: UN MILITANTE COMUNISTA CANARIO ASESINADO POR LA DICTADURA.
    En el 43 aniversario de su muerte a manos del policía torturador José Matute.
    Murió prematuramente, de una muerte que no tenía que haber sido la suya. Antonio González Ramos era un hombre sencillo, un campesino del norte de Tenerife que había marchado a Alemania en los años ’60 y allí, en los círculos de la emigración española, había conocido al Partido Comunista. Cuando regresó a Tenerife unos años más tarde, era ya un obrero industrial consciente, como decíamos entonces.
    Eran otros tiempos. Antonio buscó al Partido en Tenerife, sin éxito al principio. Entró a trabajar en la fábrica de tabacos de Philips Morris y con otros compañeros fue despedido por reclamar mejores condiciones de trabajo, y entonces se reencontró con los suyos, en el Partido de Unificación Comunista de Canarias, del que se hizo militante un año antes de la muerte de Franco.
    Así, hasta el aciago día 29 de octubre de 1975. En una concatenación de casualidades, Antonio fue detenido por la Brigada de Investigación Social, la policía política del franquismo. En casa de un amigo suyo había sido hallada una maleta con panfletos y documentos del PUCC, que había llevado para que le guardaran y, en otro lugar de la misma vivienda, unos cartuchos de dinamita que el amigo, trabajador ocasional de la construcción, tenía para emplear en la pesca clandestina. Fue lo suficiente para exacerbar el celo de los sicarios, temerosos ante las incertidumbres que estaba abriendo la enfermedad que iba a llevar a la tumba al Caudillo un mes después, y ansiosos de apuntarse el tanto de desarticular una banda terrorista.
    Hizo un buen servicio aquella noche el judoka Matute. De golpe eliminó a un comunista, dejó viuda a una mujer joven, convirtió en huérfanos a cuatro niños y llevó el dolor y la rabia al corazón de todos sus amigos y camaradas
    Matute huyó a Venezuela, de donde regresó un año más tarde, cuando ya era de dominio público que se iba a promulgar la ley de amnistía que iba a acoger por igual a las víctimas y a los victimarios del franquismo. Aunque fue procesado, el juicio no llegó siquiera a celebrarse, pues en 1977 fue amnistiado y se reincorporó a sus tareas como policía.
    Ahora que casi todos olvidan estas cosas, nosotros queremos seguir con la memoria despierta y recordar al camarada y al amigo con el que un día compartimos luchas y esperanzas, a las que a pesar de los pesares, seguimos sin renunciar.

  2. Excelente artículo, acertadísimo. Gracias Arantxa.
    Que tilden a uno de comunista o anarquista es un gran halago, es un honor.
    Los pobres desgraciados, ignorantes ellos, creen que insultan.
    Europa y su Parlamento no están hoy para servir a la sociedad sino al capital.
    Que mayor autoritarismo, totalitarismo, juego sucio y sistema genocida que el capitalismo y que mayor terrorismo que el que ejerce en el mundo entero su ejército, la OTAN.
    La izquierda parlamentaria está obligada a obedecer al capital, no puede imponer su voluntad y más en un país que sigue siendo, por inercia y por lo que le han contado, franquista y de derechas.
    La izquierda radical es contraria a entrar en un gobierno así.
    Personajes que producen vergüenza ajena como Díaz Ayuso y Trumps son posibles porque las generaciones han devenido en robots y autómatas, gente desinformada, manipulada, apática, sin criterio ni pensamiento propio.
    La sutil dictadura del capital que lo impregna todo, que ha mercantilizado incluso las aulas, ha conseguido inutilizar su conciencia y sus facultades, convertirlos en robots y autómatas sin lucidez ni criterio propio.
    SOCIALISMO O BARBARIE.
    —————————————–
    EL LARGO DECLIVE DE LA IZQUIERDA: UN DIAGNÓSTICO
    «La izquierda olvidó que su proyecto no era mejorar esta sociedad, sino crear una nueva»
    Hace tiempo que, en diversos foros y encuentros, debatimos y tratamos de reflexionar -escribe Francisco Almansa González, filósofo, – acerca de los orígenes y circunstancias del declive actual de la izquierda, así como sobre sus posibilidades de superación. Nuestra postura es que la principal causa de su actual estancamiento es que ha olvidado su propio proyecto, que no era otro que crear una nueva sociedad (…).
    https://canarias-semanal.org/art/33527/el-largo-declive-de-la-izquierda-un-diagnostico

  3. Espero que este comentario se publique, el primero no fue así. Del Partido Comunista español le queda las siglas, basta ver quien es su secretario general. Además el comunismo en este país se diseminado en multitud de siglas de partidos y sindicatos minoritarios. Como anarquista puedo decir que el socialismo en su origen podría ser un punto de nexion entre ambas ideologías, pero aun así prefería mil veces tener un gobierno Comunista, con toda si vertiente social , que cualquier gobierno represor, reformista, otanista, lacayo de la ue y eeuu, como el que tenemos actualmente. Salud !!!!

  4. ¡Ya!, incapaces de diferenciar liberalismo de neoliberalismo, de modo que hasta sus medios confunden confunden teoría política, -de la que Rawls sería uno de sus innovadores-, con práctica económica –en la que tienen a Friedman de modelo ¿cómo van a diferenciar progresismo de socialismo y a este comunismo?
    Perdidos no les queda otra que recurrir comparar huevos con castañas a ver si el gesto confunde lo suficiente como para que parezca que se rellena el vació de fondo.

  5. Efectivamente, decir que Biden es comunista es como decir que los que sacan leyes para sacar a violadores de la cárcel son feministas.

  6. Junto con muchos estúpidos/as sin capacidad alguna de un mínimo raciocinio……..
    ¿ Unas cervecitas con tapita de » libertad…….» ? .
    Salud.

  7. Lo que tenemos es que la realidad no es el resultado de la coincidencia de los hechos con la verdad sino la interpretación que la gente hace de esta con sus creencias. Lo que permite en un mundo ignorante, construido sobre el adoctrinamiento de una propaganda hegemónica, que el miedo a perder lo poco que le dejan a la mayoría, (el 20% más rico acapara el 80 % de la riqueza mientras que el 80% más pobre se reparte el 20% que queda) fundamente la confunsión comunismo y totalitarismo, como si lo uno y lo otro fueran ligados y el ultimo no tuviera sitio en ese otro mundo que manejando el proceso confunde liberalismo con capitalismo y, a su vez, el primero con el neoliberalismo (este último la subversión en el tiempo del intento de corregir, según el Coloquio de Lippman, la deformación ultra-liberal de laissez-faire que había explotado en 1929) y que ocupa su sitio desde las satrapías árabes al imperialista economíco neoliberal, que apátrida y asocial, cual isla de piratas sin ley, se refugia en paraísos fiscales y multinacionales ajenas a la idea de Estado y Patria.
    Miles de millones de euros gastados en propaganda para conservar un privilegio que permite orientar los objetivos fundamentales de la economía a favor de una clase que dicen que no existe -¿Qué es un rico? Le preguntan a quien se tiene que ganar la vida de su trabajo; y el fin de la historia de Fukuyama- para secuestrar, como explica Susan George, el pensamiento de la mayoría, hace que el miedo a perder lo poco que les dejan gaste su energías en la defensa de un delirio que solo su machacona propaganda adoctrina en la mente la gente enervando los ánimos y agitando los fantasmas.

  8. Los únicos comunistas verdaderos que queda en España están en la cárcel y ahí seguramente moriran, como Camada Arenas . El Pce o lo que queda de él, está en el gobierno progresista, y decomynista les quedan las siglas. Desde la transición y la bajada de pantalón de Carrillo,hasta hoy nada ha cambiado, excepto que es un partido residual y le ha salido miles de partidos pequeños con la palabra Comunista metida en un rebujito de siglas, es decir nada relevante . Yo siendo anarquista no soy de acuerdo sobre muchos puntos de esta ideología, pero he de reconocer que prefería hoy un gobierno Comunista con sus luces y sombras, antes que este gobierno » progresista » vendeobrerxs, reformista de chapa y pintura,con hasta tintes fascista ,véase la nueva ley de sedición, que por detrás aumenta la represión contra el militantismo y activismo . Es decir nada nuevo ,ya vimos como la» comunista » Y Diaz justificaba la represión desmesurada contra la huelga de metal de Cádiz, o cualquier huelga que no sea dirigida por los sindicatos amarillos de Ugt y Cccoo. Así que hablar de comunismo en este país , es hablar de presxs políticos y nada más, el resto de » comunistas» son unos vainas expertos en postureo . Salud y anarquia !!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.