Sociedad
Capítulo 2 | El exalcalde, el voluntario y el ruido del ‘Prestige’
En un bar de la Costa da Morte, sobre la barra, acodado, un hombre reclama a gritos algo insistentemente. Fuera, un perro ladra. En una esquina del bar, cerca de una cristalera, el mar. El cielo amenaza con romperlo todo. Otro hombre, alto, pelo blanco, mirada intensa y piernas cruzadas, espera y observa. Sobre su mesa, una pantalla a la que exclama “pero péinate tío, péinate”.
Al otro lado del cristal líquido, Sergio Calvo llega con una sonrisa. Sabe que desde esa esquina del bar, desde esa esquina que es Galicia, desde la esquina del municipio de Laxe (A Coruña), Antón Carracedo, exalcalde de la localidad durante el Prestige, no pierde oportunidad para sacar brillo a su retranca. “Está igualito que cuando vino a Laxe, igualito”, ironiza Carracedo. Regidor socialista durante dieciséis años, recuerda de inmediato su primer encuentro con Calvo: fue hace casi veinte años antes, con el Prestige escupiendo fuel, en esas mismas costas que ahora rompen con fiereza tras las características dunas que escoltan la playa de Laxe.
Así comienza el capítulo 2 de Las huellas del Prestige, un reportaje multimedia que desbroza, dos décadas después, los hilos que un día abrieron la mayor catástrofe medioambiental en España.
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