Internacional
El camino bolsonarista que conduce a Lula
Un recorrido, con paros en medio, por el Estado brasileño de Rondonia, donde siete de cada diez votantes apoyaron a Bolsonaro.
Es jueves 3 de noviembre y han pasado cuatro días desde que Luis Inácio Lula da SIlva ganó las elecciones en Brasil. Estamos en Rondonia, en la zona sur de la región amazónica, un lugar donde décadas de deforestación, robo de tierras públicas, minería ilegal y una política agresiva para favorecer a la ganadería y el monocultivo han dejado un reguero de muertes y daño social y ambiental.
Estamos en la capital del Estado, Porto Velho, y queremos ir a Nova California, la última ciudad de Rondonia, antes de llegar al vecino Estado de Acre. Las noticias son inciertas pero se rumorea que, como en otras partes de Brasil, simpatizantes de Bolsonaro han montado bloqueos a lo largo de la carretera. Las diferentes protestas no parecen ser parte de un movimiento bien organizado, pero sus participantes coinciden en no aceptar la victoria de Lula y en pedir una intervención militar. En el caso de Rondonia, donde siete de cada diez votantes apoyaron a Bolsonaro en la última elección, es probable que muchos simpatizantes de los bloqueos sean personas que viven de la venta ilegal de madera o de la minería irregular.
El sol todavía no está muy alto cuando salimos de la ciudad hacia Nova California. Para llegar allí tenemos que recorrer 360 kilómetros de la BR-364, una larga carretera que cruza el país en diagonal, desde São Paulo hasta la frontera con Perú, y donde largos tramos asfaltados se alternan con zonas donde la carretera es de tierra.
A un lado y a otro, plantaciones de soja y tierras de pasto se extienden hasta el horizonte. En las zonas ganaderas donde ha quedado en pie alguna palmera, las vacas se agolpan debajo de ella buscando la sombra. Tan solo muy de vez en cuando pequeños trozos de floresta nativa amenizan la vista.
Lejos de la exuberancia de colores que se ve en otras zonas de la Amazonia, los únicos pájaros que se ven por aquí son los urubus, unos enormes buitres negros que existen en todo Brasil y que abundan en basureros y zonas degradadas.
Una hora después de salir de Porto Velho, nos encontramos con el primer bloqueo. Una veintena de personas con camisetas de la selección de fútbol y banderas de Brasil charlan frente a un camión atravesado en la carretera. A un lado, varios hombres asan trozos de carne en una parrilla. ”Si hace falta traer seis o siete bueyes más, se traen sin problemas”, se jacta uno de los manifestantes de amarillo.
Se forma una pequeña fila de diez o quince vehículos por el bloqueo. Salimos del coche y conversamos con otras personas bajo el intenso sol ecuatorial. Se comenta que la previsión es que nos dejen pasar dentro de unos veinte minutos. Después volverán a cortar la carretera otro rato y así sucesivamente durante todo el día.
Los ánimos de las personas en el atasco son tranquilos. A nadie le ha pillado por sorpresa el bloqueo y hay un cierto aire de resignación. Un vendedor pasea entre los coches parados con una caja de gomaespuma en un carrito con helados de polo caseros. A la hora señalada, el camión deja libre la carretera y seguimos camino. Circulamos durante un buen rato sin sobresaltos. Hay pequeñas poblaciones cada treinta o cuarenta kilómetros. Son apenas unas pocas casas de madera al lado de la carretera, con algunas iglesias evangélicas y uno o dos bares.
Más adelante, nos encontramos con cientos de árboles secos. Están muertos pero siguen todavía en pie, el cadáver de una antigua floresta. Esta zona se inundó accidentalmente hace diez años, cuando se construyó la central hidroeléctrica de Jirau en el río Madeira, el afluente más caudaloso del río Amazonas y que pasa por aquí cerca. La de Jirau es una de las cerca de treinta grandes presas en la Amazonia brasileña que generan energía para todo el país. Y, como en otros casos, su construcción generó desplazamientos de poblaciones locales y grandes daños ambientales.
En Vistalegre do Abunã nos encontramos con un nuevo bloqueo. Esta vez, la carretera no está cortada por un camión, sino por un enorme tronco de madera que algún día perteneció a un majestuoso árbol. Los pocos manifestantes que hay comen carne mientras en un altavoz gigante suena el himno de Brasil. Nos preguntamos cuántas personas allí estarán armadas, justo en el momento en el que un manifestante pasa por nuestro lado, saca una pistola de la guantera de un coche y se la enfunda en el pantalón. Cuando finalmente nos dejan pasar, media hora más tarde, respiramos aliviados.
A medio día llegamos a Nova California. A la entrada de la ciudad hay un enorme bloqueo, el más grande que hemos visto hasta el momento. Unos diez o quince camiones están parados al lado de la carretera, que está interrumpida por un enorme tronco de árbol y varios kilos de tierra. No están dejando pasar a nadie, pero por suerte nuestro alojamiento está unos metros antes de llegar al bloqueo.
En Nova California nos hospedamos en una especie de motel regentado por un policía militar. “¿Sois petistas?”, nos pregunta a bocajarro nada más llegar. Está claro que los simpatizantes del Partido de los Trabajadores de Lula no son bienvenidos aquí. Pero a pesar de la hostilidad inicial, nuestro casero pronto se muestra como una persona tranquila y habladora. Dice que su familia está apoyando la protesta y que él también iría, pero al ser policía tiene prohibido manifestarse.
Nos acercamos al pueblo a pie para buscar un sitio donde comer. Los manifestantes nos observan con desconfianza, pero responden a nuestros saludos y nos dejan pasar sin hacernos preguntas. En el bar, varios grupos de hombres beben cerveza y siguen en la televisión las noticias sobre los bloqueos en Brasil.
A lo largo de la tarde van llegando rumores de que la Policía Rodoviaria Federal está desmontando los bloqueos en la BR-364. Van uno a uno desde Porto Velho, así que se espera que lleguen aquí al final del día.
Hablamos con un camionero que viene desde Minas Gerais, a más de tres mil kilómetros de allí. Lleva varios días en la carretera y está a tan solo dos horas de su destino: Rio Branco, capital del Estado de Acre. Es simpatizante de Bolsonaro pero la protesta no le hace ninguna gracia. Quiere entregar su carga y volver a casa, en el Estado de Sao Paulo. Por el camino intentará cargar el camión de nuevo, pero dice que en esta zona no vale la pena: “Aquí solo quieren cargar madera, y hay vergüenzas que uno solo debe pasar una vez en la vida… Y esa yo ya la pasé”. Cuenta que una vez lo pararon con madera de origen ilegal. Le retuvieron el camión durante veinte días y tuvo que pagar una multa.
Cae la noche y en el horizonte se empiezan a ver las luces de las sirenas de los coches de policía. Al principio son solo un par de vehículos, pero algunos minutos más tarde aparecen muchos más. También llegan unidades del Ejército, con militares armados con fusiles.
Todo el pueblo se asoma a la carretera: hombres, mujeres, adolescentes y niños y niñas pequeñas. Cerca del bloqueo, las fuerzas del orden hablan con los manifestantes. No hay altercados ni una palabra más alta que otra, y el ambiente es distendido. Los militares sacan unas palas y comienzan a quitar la tierra de la carretera.
Poco a poco la gente empieza a abandonar el local. Al día siguiente, cuando nos asomamos a la carretera, apenas quedan restos del bloqueo. Las manifestaciones prácticamente han acabado en todo el país y ahora solo falta esperar a que el 1 de enero Lula asuma la presidencia de un país dividido.
Lula infinitamente mejor que Bolsonaro, pero también es verdad que se lleva de poco con los capos del capital, y al fín y al cabo se limita a malear en su país.
Los amos del mundo, la gran «democracia» genocida USA después de invadir, masacrar y saquear al mundo reparte así su botín: «El 1% más rico posee más que 291 millones de estadounidenses».
Los tres millones de personas que componen el uno por ciento más rico de los estadounidenses valen colectivamente más que los 291 millones de estadounidenses que componen el 90 por ciento inferior.
El 20% de la población, que acapara el 70,6 % de toda la riqueza del país, domina el dinero político de la nación: prácticamente todos los sobornos que llenan los cofres de campañas políticas provienen del quintil más rico de los estadounidenses, y el 1% superior contiene a todos los ‘hacedores de reyes’.
Pero, asimismo, ese 1% superior tiene mucho más, que el resto del 20% superior, disponible para donar a sus políticos favoritos, porque ocupan los puestos de las juntas corporativas y seleccionan a los ejecutivos corporativos que contratan los cabilderos del Congreso para entretener, recompensar y contratar a los miembros cruciales para servir a sus corporaciones.
MIRKO C. TRUDEAU.-
Bolzonaro es un facha, racista, clasista, ignorante y de mala fe. Pero, no es peor qué Zelensky, von der Leyen, Borrell, Berlusconi y, ni qué decir, de ése Netanyahu. Tampoco es el unico, ni el peor, destructor del medio ambiente. Conozco varios paises de Europa, entre otros Ucrania. Allí hay terrenos agrícolas gigantescos. Esos terrenos, hoy agrícolas, constituían bosques nativos riquísimos en especies nativas de plantas y animales. Todos fueron arrasados por los comunistas de la URSS.
El tren tarda mas de una hora en atravesar esos terrenos hoy sembrados con maiz, trigo y girasol. Pero, claro, cómo ése bosque lo destruyeron los buenos comunistas, y de esos terrenos se alimenta gran parte de Europa, no importa qué provienen de bosques qué fueron arrasados.
Otro » revolucionario» latinoamericano gran destructor de bosques amazonicos y enemigo de la Ecologia, es el señor Evo Morales, ex presidente de Bolivia. El año pasado ese «revolucionario indigena» , y por tanto, santo por definición, ordenó quemar 100.000 hectareas de bosque amazonico virgen, con un muy «noble» objetivo: sembrar coca, de donde sale la cocaina. De paso cañazo, con la quema hizo desaparecer a toda una tribu de inofensivos indigenas amazónicos: los Ayoreos, qué vivian allí.
En todos los paises europeos que tienen tierras agricolas, estás aparecieron mediante la deforestación salvaje de bosques nativos. Ahora mismo, empresas de Austria, estan rasurando los bosques nativos de Rumania para llevarse la madera para las industrias forestales austríacas, no para alimentar a chinos y europeos, cómo hace Bolzonaro el perverso.